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Hoy, 24 de junio, se cumplen dos años del salto a la valla de Melilla, que se saldó con al menos 37 fallecidos. El episodio "más mortífero que se ha registrado hasta la fecha en una frontera terrestre en la Unión Europea", según José Bautista, director de investigaciones periodísticas de porCausa. José Bautista teme que esto se vuelva a repetir porque, hasta el momento, ni España ni Marruecos han asumido responsabilidades "ni políticas ni judiciales". "Los ingredientes que dieron lugar a aquella masacre están encima de la mesa y esto podría volver a pasar", señala.

Una investigación independiente vincula a España y Marruecos con la tragedia, pero la Fiscalía española no ha encontrado indicios de delito en el comportamiento de los agentes españoles. Respecto a esta investigación, José Bautista cree que sí es necesaria porque aquel día se cometieron "muchos errores". Además, el director de investigaciones periodísticas de porCausa indica que lo que intentó Marruecos ese 24 de junio fue hacer una "demostración de fuerza para hacer valer su rol de guardián fronterizo” y que esto no debería ser "tolerable en un Estado de derecho donde se supone que rige la ley".

Por otro lado, también alerta del camino que está tomando la alianza de Marruecos con la Unión Europea y España: "Va por el sentido de reprimir flujo migratorio a cambio de dinero".

La guerra entre el Ejército y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido en Sudán ha obligado ya a abandonar sus casas a más de 10 millones de personas, en lo que es seguramente una de las peores crisis humanitarias del mundo a día de hoy. Hablamos con Pablo Fernández, de ACNUR España.

El pasado mes de mayo la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea, la EUTM, se marchaba de Mali y con ella el último vestigio de presencia occidental en el Sahel. En diciembre ya habían abandonado el país la MINUSMA, una misión multinacional de la ONU, y las tropas francesas. Y este mes de abril Estados Unidos Unidos anunciaba la retirada de sus soldados de Níger a petición de la junta militar. El hueco que dejan Europa y Estados Unidos está siendo ocupado por Rusia, China y Turquía, aliados de las juntas militares que gobiernan en Mali, Níger y Burkina Faso.

Los Al-Khaloot son desplazados en su propia casa, convertida en ruinas por los bombardeos israelíes en Gaza. Como ellos, 1,7 millones de palestinos de Gaza son desplazados internos, refugiados en su propio país. Así están 70 millones de personas en todo el mundo. Otros 50 millones de desplazados han cruzado la frontera, como parte de los 14 millones de sirios huidos de la guerra. En Sudán, son cerca de once millones. También el cambio climático fuerza el desplazamiento masivo, otra fuente de conflicto.

Foto: REUTERS/Abed Khaled

El puerto mauritano de Nouadibou se ha convertido en el punto de salida hacia Europa para miles de migrantes provenientes de países del Sahel. Esta ciudad es solo un lugar de paso para los denominados clandestinos, que pagan más de dos mil euros a las mafias por la travesía en cayuco hasta Canarias. La mayoría proceden de Sierra Leona, Senegal, Guinea y Mali, quienes comentan que, en ocasiones, no consiguen dinero ni para poder beber agua. 

Antes de embarcarse en dirección a España, los jóvenes que llegan a Mauritania desde otros países africanos se encuentran en una situación compleja en la que deben buscar refugio y maneras de ganar dinero mientras gastan lo que les queda para sobrevivir. Salen de Gambia, Mali, Senegal y otros lugares con la esperanza de montarse en los cayucos que los llevarán a las islas Canarias, donde podrán solicitar asilo. Muchos trabajan en las ciudades mauritanas para costearse el viaje, otros sufren de hambre y sed mientras esperan a que se organice un viaje por el que ya pagaron, pero también se encuentran los que fueron devueltos desde España y han decidido no intentar volver.

Este reportaje amplifica las voces de tres mujeres referentes en la lucha por los derechos y las libertades individuales en Marruecos. Las feministas tradicionales y ciberactivistas marroquíes han conseguido que se ponga en la agenda la revisión del código de las familias en Marruecos. Camélia Echchihab, fundadora de la iniciativa periodística Feminicides Maroc, que contabiliza los feminicidios a falta de la tipificación estatal del delito; Mariyem Gamar, activista feminista y LGBT+; y Ghizlane Mamouni, fundadora del colectivo Kifmama Kifbaba, hablan de esas victorias y desafíos, en un momento de esperanza. Como dice Mamouni: "Marruecos aspira a ser un centro internacional, reconocido por el deporte, el turismo, la hospitalidad y la cultura. Es hora de que también seamos un ejemplo en el respeto a los derechos humanos". Un reportaje de Laura Valentina Cortés Sierra.