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Eduardo Barreiros: el rey Midas de la automoción

  • Lo recordamos junto a su hija Mariluz Barreiros y ex trabajadores de la compañía
  • Llegó a crear 25.000 empleos directos con su firma de automoción
  • Regresamos a 1992, el año de Blanca Fernández Ochoa y La Fura dels Baus

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Imagen de archivo de Eduardo Barreiros
Imagen de archivo de Eduardo Barreiros

Dicen, quienes mejor lo conocieron, que Eduardo Barreiros (Ourense, 1919-La Habana, 1992) era un hombre con una inteligencia superior, no sólo un mecánico, si no un volcán de ideas que, aunque en un principio podían parecer descabelladas, casi siempre funcionaban e, incluso, hacían historia. Como, por ejemplo, cuando se le ocurrió transformar los motores de gasolina a diésel, en un momento en que el litro de gasolina superaba las seis pesetas y el gasoil no alcanzaba las dos.

Y es así como, con todas estas habilidades a sus espaldas, pasó de aprendiz en el taller de Manuel Cid, a sorprender al mundo constantemente, y a generar, con su propia empresa, 25.000 empleos directos y 100.000 indirectos. 

Porque Eduardo Barreiros fue uno de los empresarios españoles más representativos de los años del desarrollo, capaz de levantar un gran complejo industrial empresarial que contribuyó decisivamente a la motorización de España.

 “Mi padre fue al colegio hasta los 11 años. Mi abuelo tenía una línea de dos autobuses, y él hizo de limpiador, de cobrador… Al ver que los pasajeros debían bajarse en las cuestas para que los autocares pudiesen subir, surgió su pasión por la mecánica, se dio cuenta de que debía ayudar a mi abuelo”, recuerda Mariluz Barreiros Ramos en su visita a Memoria de delfín.

Mariluz Barreiros y Arturo Martín en Rne Madrid

Con ella repasamos la trayectoria profesional de Eduardo Barreiros, pero también nos adentramos en su faceta más familiar. “Mi madre, Dorinda, fue la columna vertebral de la familia (…) Y mi padre consideraba a sus hermanos como otros hijos más”, apunta en su charla con Arturo Martín.

Ex trabajadores de la compañia, en su visita al Museo Eduardo Barreiros

A las puertas del Museo Eduardo Barreiros de Valdemorillo (Madrid), nos esperan, dispuestos a hacer memoria, Julián Merino, ex director general de Ingeniería de Fabricación de Barreiros Diésel; Juan Gayá, ex director de Desarrollo de Motores y Grupos Motrices; José Pérez, trabajador de la línea de montaje de motores y oficial de primera en el departamento de Investigación de Motores; y Tomás Montero, empleado de la línea de reparación de motores y perito. Junto a ellos, Patricia Costa comprueba, tal y como explica Mariluz Barreiros, que “mi padre aplicó la responsabilidad social corporativa hace más de 60 años”, dotando a su plantilla de economato, clínica propia y hasta viviendas.

En 1992 continúa nuestro recorrido de esta semana dentro y fuera de nuestras fronteras, del ámbito político al cultural. Mara Peterssen rescata la banda sonora más vendida de la historia, la de El guardaespaldas; y el triunfo de otra película, Amantes, de Vicente Aranda, en aquella edición de los Premios Goya.

Sin salir de lo artístico, Antonio García Villarán saca a la luz algunas de las esculturas que llegaron a Sevilla con la Exposición Universal, como el “Monumento a la tolerancia” de Eduardo Chillida, ubicado en el Muelle de la Sal, frente al puente de Triana.

Ángeles Caso, por su parte, subraya que sólo seis mujeres han ganado el Premio Cervantes en sus 48 años de historia: María Zambrano (1988), Dulce María Loynaz (1992), Ana María Matute (2010), Elena Poniatowska (2013), Ida Vitale (2018) y Cristina Peri Rossi (2021).

Un hombre, el antropólogo y psicólogo Robin Dunbar, ocupa nuestro espacio para la ciencia, con Luis Quevedo, con quien descubrimos una teoría revolucionaria. Basándose en estudios sobre el tamaño del cerebro en primates, Dunbar relacionó el tamaño del neocórtex cerebral con el tamaño máximo de los grupos sociales que un individuo puede mantener, hasta 150.

De otros números, de otras marcas, en este caso deportivas, nos habla Lucía Sancho en su personaje del año: la esquiadora Blanca Fernández Ochoa, impulsora del deporte femenino en España gracias a su bronce en los JJOO de Albertville (Francia, 1992), la segunda medalla para nuestro país en unos Juegos de Invierno. La primera la había conseguido su hermano Paco veinte años antes. 

Y precisamente en Barcelona 1992 transcurre nuestra ventana semanal al mundo de la interpretación, para recordar con Marta Belenguer la presencia de compañías como La Fura dels Baus en su inauguración, con el inolvidable espectáculo Mediterráneo, mar olímpico, acompañado por la música del compositor japonés Ryuichi Sakamoto

Hasta Centralia viajamos para entender la Historia Mínima de David Zurdo, porque en 1992 se demolieron las últimas viviendas de esta localidad de Pensilvania (EE.UU). El motivo: en su subsuelo existían unos grandes yacimientos de carbón que comenzaron a arder lentamente en 1962, hasta convertir el lugar en inhabitable.

Mucho mejor resultó aquel año para la cantante zimbabuense Rozalla, a la que nos acerca JPelirrojo. Entre otras cosas, la artista pasó aquel año abriendo los conciertos del mismísimo Michael Jackson por toda Europa, en su gira Dangerous.

Todo esto y más, en nuestra última madrugada, aquí, en Memoria de delfín.