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Cine épico y de aventuras

Todas las claves de 'Los siete samuráis', la obra maestra de Kurosawa

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'Los siete samuráis' en RTVE Play
'Los siete samuráis' en RTVE Play

Los siete samuráis (1954) es una de las películas más famosas de la historia del cine y una de las más influyentes. Sam Peckinpah, Arthur Penn o Sergio Leone le deben mucho a esta obra maestra dirigida por Akira Kurosawa. Por no hablar de John Sturge, que se inspiraría en esta cinta para crear uno de los western más famosos de Hollywood, Los siete magníficos (1960). Una cinta que revolucionó el cine en japón y en Occidente y que demostró que acción y emoción; compromiso social y dinámismo pueden unirse en la gran pantalla.

Su influencia dentro del cine japonés también fue inmensa. Con ella Kurosawa decidió tomar un arriesgado camino, que en su momento fue muy críticado, queriendo transformar uno de los géneros más populares de Japón, las películas de samuráis. La idea era convertir aquellas leyendas y cuentos de samurais en un relato más realista y humano. El resultado fue la transformación, para siempre, de los lenguajes y códigos de ese cine. Coincidiendo con su emisión en Días de cine clásico de La 2, repasamos algunas claves de la película.

Considerada la mejor película japonesa de todos los tiempos, 'Los siete samuráis', es un hito del cine, dirigido por Akira Kurosawa en 1954 y protagonizado por uno de sus actores fetiche, el gran Toshirô Mifune. Una de las películas más influyentes de la historia.

¿Qué es un bushidō?

En la tradición japonesa, el bushidō es un término traducido como "el camino del guerrero". Es un código ético muy estricto al que muchos samuráis (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía lealtad y honor hasta la muerte. En el cine de samuráis, los código eran igual de ferréos. El protagonista siempre era un guerrero que se debatía entre su deber y sus deseos. Un hombre que siempre renunciaba a sus inclinaciones personales en favor de sus obligaciones.

El arte de romper las reglas

Kurosawa rompió las reglas. En Los siete samuráis cambió el tempo lento y ceremonioso por el ritmo de una película de acción americana. Sus personajes vivían en el pasado, pero sus comportamientos e inquietudes eran plenamente actuales. La factura visual era impactante gracias a la fórmula de grabación multicamara con el que Kurosawa consiguió un montaje vibrante. La sucesión de imágenes y escenas resulta trépidante en comparación, no solo con el cine clásico de samuráis, sino con el cine general del momento, incluso el que se hacía en los grandes estudios americanos.

Escena final 'Los siete samuráis' (1954)

Escena final 'Los siete samuráis' (1954)

La historia también se alejaba de los patrones habituales. La acción tenía lugar en el siglo XVI, una época de guerras civiles en Japón. "Los siete samuráis trata de la relación entre los samuráis y los adeanos", explicaba Kurosawa en una entrevista recogida por Días de Cine. La trama comenzaba con los habitantes de un pueblo japonés que deciden contratar los servicios de un grupo de samuráis para defenderse de una tropa de saqueadores. Lo que encuentran es una panda de samuráis hambrientos que harían cualquier cosa a cambio de un poco de comida.

La primera parte se centraba en la búsqueda de los aldeanos y servía para presentar a los siete guerreros. Takashi Shimura y Toshiro Mifune, los dos actores favoritos de Kurosawa encarnaban a los personajes antitéticos. Shimura era el maestro, el hombre reflexivo y justo. Mientras, Takashi se metía en la piel de un guerrero indisciplinado y pasional.

En la segunda mitad del filme ese grupo de hombres, prepara a los aldeanos para luchar contra los bandidos. Pero la convivencia no será fácil entre dos grupos sociales muy diferentes entre sí y de universos tan alejados, con sus propia jerarquía y codigos sociales propios. Kurosawa siempre tuvo mucho interés en representar la problemática de las diferencias sociales. Ya de joven formó parte de un grupo de jóvenes de ideas marxistas, La liga de artistas proletarios. En Los siete samuráis, esos dos universos diferentes, desde lo más alto a lo más bajo unen sus fuerzas. Los samuráis, considerados personas especiales, se unen al pueblo.

Fotograma 'Los siete samuráis' (1954)

Fotograma 'Los siete samuráis' (1954)

Más de tres horas que se pasan volando

La longitud de la película era otro elemento sorprendente. Los siete samuráis duraba casi tres horas y media y en la época de su estreno solo pudo verse integramete en Japón. Algo que no le impidió ganar el León de Plata en la Mostra de Venezia. Sin embargo, Kurosawa demuestra en la película un dominio perfecto del factor tiempo. De hecho, el ritmo no decae jamás. Se apoya en la música y en la partitura del compositor Fumio Hayasaka, un elemento fundamental de la cinta. Muchas secuencias están concevidas en relación con la música. Entre las composiciones, destaca el famosísimo tema asociado a los samuráis.

Técnicas del cine mudo

Desde el principio, Kurosawa quería realizar una película espectacular que atrapase a los espectadores desde el primer momento. El guion se escribió en seis semanas de intenso trabajo entre el director y los guionistas Hideo Oguni y Shinobu Hashimoto. Aunque resulte paradójino, una de las técnicas que más usaba Kurosawa para la creación de diálogos era pensar en el cine mudo. "Me gusta mucho el cine mudo y cuando hago una película intento imaginarme cómo sería la escena si la película fuese muda, después simplemente elimino el diálogo que creo innecesario", contaba el director. El empleo de la cámara lenta en los combates de espada o la dinámica de las composiciones espaciales son aspectos importantes en las experimentaciones formales que llevó a cabo Kurosawa. Aspectos que se integran a la perfección en el tema de los conflictos sociales y la dialéctica entre el individuo y el colectivo, que tanta importancia tienen en el filme. "Recordad, os movéis como un grupo y no como un individuo", dice uno de los lemas que los samuráis explican a los campesinos en la película.

Cartel 'Los siete samuráis' (1954)

Cartel 'Los siete samuráis' (1954)

Kurosawa revaloriza también la noción del Eisenstein del montaje como choque de elementos opuestos. La cámara dinámica y los desplazamientos de los personajes en las escenas de acción se contraponen con planos cortos y estáticos. Kurosawa como Eisenstein entiende el montaje como una forma de producir impactos visuales en el espectador, al tiempo que provoca ideas y emociones. La impresionante batalla final bajo la lluvia es un ejemplo sobresaliente de la maestría en el montaje de Akira Kurosawa. Una película de aventuras que englobara a la vez la acción y la emoción.

Recuerda que podrás ver Los siete samuráis (1954) en abierto hasta el próximo 23 de agosto en RTVE Play.