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Atlas de lo pequeño

La danza que sube 96 escalones en el Corpus

  • Cevico de la Torre (Palencia) mantiene viva una tradición que se remonta, al menos, al siglo XVII
  • Creen que el personaje de El Birria cumplía la función de “espantar al diablo”
  • Los trajes de los danzantes, coloridos y con mucho detalle, pasan de generación en generación

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La danza zigzagueante que sube 96 escaleras en el Corpus

Abres un armario y sale una falda amarilla. En el otro módulo, está colgada la camisa blanca rematada por unas bandas multicolores en la espalda. En casa de una familia de danzantes de Cevico de la Torre (Palencia), el traje del Corpus es una religión. Pasan de generación en generación, como en la familia Ferreras. José Luis se recuerda ya de niño como danzante: “Era tradición. Los chicos bailábamos desde niños. Todo el grupo de danza era masculino”, recuerda con una vieja fotografía en la mano en la que posa con su hermano vestido también de danzante. Las mujeres no pudieron bailar hasta los años 80. Desde entonces, la tradición tuvo un baile de roles y hoy casi todas son mujeres, su hija Sonia entre ellas: “Estoy muy orgullosa de poder mantener vivo el patrimonio inmaterial de mi pueblo”, asegura mientras su madre se afana en colocar el traje.

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Un traje que va de generación en generación RTVE

Es un ritual que puede durar horas, porque hay que colocar muchas piezas, entre ellas tres enaguas orondas que Yolanda se encargó de almidonar varios días antes: “Todo esto me lo enseñó mi suegra, que se empeñó en recuperar las piezas de los trajes antiguos”, cuenta. “Mi abuela siempre contaba que, durante la Guerra Civil, la danza se paralizó”, dice Sonia.

Afortunadamente, años después, se volvió a recuperar y ahora todo el pueblo está volcado en una tradición que se remonta, que se sepa, al siglo XVII. Elena Ocasar lleva 24 años ejerciendo de birria en la danza. Es un personaje que parece un arlequín, aunque su papel en esta historia sigue siendo un misterio: “No se sabe muy bien”, admite. Lleva un pellejo en la mano. ¿Para qué sirve?: “Creemos que es una manera de espantar al diablo”, dice encogiéndose de hombros. Muestra los dos trajes de birria más antiguos de Cevico. En la espalda tienen bordada una fecha: 1876. “En la pernera tiene un dibujo de un animal con colmillos, ojos, tiene cuernos… Como para ahuyentar algo”.

El encanto de Cevico de la Torre (Palencia)

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Un baile que cautiva todas las miradas

La danza más que ahuyentar atrae todas las miradas. Los danzantes se han congregado a los pies de la iglesia. Ahí está también Ismael González, redoblante desde donde alcanza la memoria: “Empecé a tocar cuando era niño, tenía unos siete años. Empecé a tocar una lata de arenques, de esas grandes, porque no había otra cosa”, cuenta mientras redobla con una maestría que pone firmes a los danzantes.

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Una danza que escala los 96 escalones de acceso a la iglesia cropper

Toño es el dulzainero, media vida lleva dando la nota a los danzantes: “Teníamos ya mono, muchas ganas de juntarnos”, cuenta, con la mascarilla puesta y guardando la distancia de seguridad que impone la Covid. Este año tampoco celebrarán el Corpus, pero se ha juntado la mitad de la agrupación porque han venido los de la tele, el Atlas de lo pequeño de España Directo.

Todo se queda en silencio. Empieza el redoble y se ponen a bailar siguiendo el ritmo con las castañuelas. Es una danza zigzagueante que escala los 96 escalones de acceso a la iglesia. Se mueven las faldas y dejan una estela amarilla en un ritual colorido que aquí se empeñado en preservar.