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Caminha, A Guarda y el Miño, una frontera permeable entre Portugal y España

  • La Guardia y Caminha, a ambos lados de la desembocadura del Miño, comparten río, océano, amistad e historia
  • En la Raya, las relaciones humanas no entienden de fronteras y portugueses y españoles viajan de un lado a otro

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Puerto de A Guarda.
Puerto de A Guarda.

El Miño desemboca en el Atlántico convertido en frontera entre España y Portugal. En su orilla derecha se encuentra A Guarda, La Guardia, y en su orilla izquierda Caminha; en medio, su estuario, fuente de riqueza natural.

En El gallo que no cesa recorremos los últimos kilómetros de la Raya, la línea que separa Portugal y España, para visitar estas localidades, observar su naturaleza y comprobar que las relaciones humanas no entienden de fronteras.

El gallo que no cesa - Tierra sin límites: En la desembocadura del río Miño - Escuchar ahora

A Guarda, entre el puerto y el monte de santa Trega

La Guardia se encuentra al sur de Galicia, bañada por el Miño y el Atlántico. Es uno de los principales destinos turísticos de Galicia. Los visitantes acuden por su ubicación, por su gastronomía y por su patrimonio que incluye, entre otros lugares, el monte de santa Trega.

Desde arriba, la vista se extiende sobre la desembocadura y el Atlántico y en primer plano tenemos tenemos la ermita de Santa Trega, un cruceiro y los restos de un poblado castrexo-romano. "Este castro es como si fuese una pequeña ciudad. Sería de grandes dimensiones porque justo por esta ubicación que tenemos tan interesante, al lado del mar y en la entrada del río Miño, era como un pequeño lugar de comecio", nos explica Rosalía Verde, técnica de turismo del municipio de A Guarda.

El castro estuvo habitado desde el siglo IV a.C. hasta el I d.C. Más tarde, los habitantes se asentaron al lado del puerto y desde este punto empezó a crecer la ciudad. Podemos ver los restos de una muralla medieval, iglesias, ermitas, las casas de los pescadores y también las de los indianos: "Es un poco nuestra seña de identidad. Tenemos muchas casas de indianos".

Caminha, al norte de Portugal, en la orilla del Miño

Este municipio portugués, habitado desde la antigüedad, tiene 20 freguesías o parroquias, una de las más interesantes es la misma Caminha que se protegió con unas murallas que fueron levantadas por partes.

"A lo largo de los años, en este diálogo que tenemos con Galicia y con Castilla, fuimos construyendo el paisaje de acuerdo a nuestra relación, de camaradería en muchos momentos de la historia, pero también de alguna tensión. Esa tensión hizo que los hombres construyeran murallas y por eso las murallas de Caminha son de tres tiempos diferentes y corresponden a los tiempos que estuvimos de espaldas a Galicia", explica Miguel Alves, presidente de la Cámara Municipal de Caminha.

En el interior de estas murallas creció la ciudad. En la actualidad, se conservan monumentos de diferentes épocas como la Torre del Reloj, la iglesia Matriz, la de la Misericordia, varias casas palaciegas o el chafariz de la plaza principal.

Entre Caminha y A Guarda y justo en el punto donde el agua del Miño se vierte en el Atlántico, hay un isla, isla Ínsua con un fuerte. Pertenece a Portugal aunque muchos siglos atrás fue parte de España.

El Miño, un río que une

Las relaciones oficiales a un lado y otro de la frontera han pasado por épocas mejores o peores, aunque en general han sido buenas. Otra tema son las relaciones informales: los habitantes de A Guarda y Caminha siguieron cruzando el río incluso en los momentos más difíciles, a veces en clandestinidad, “como durante nuestras dos dictaduras del siglo XX donde el pueblo escogió el lado bueno, el lado de la camaradería, el de la cooperación que creó caminos informales para nuestra economía, para nuestra supervivencia, donde el contrabando es lo que - naturalmente - más resalta”, cuenta Silva.

El contrabando de bienes y personas que huían de guerras y dictaduras forma parte del pasado, pero las buenas relaciones se mantienen. “Consideramos todo este territorio como nuestro y cuando digo nuestro no es nuestro portugués sino nuestro de los dos pueblos. Así es como vemos la frontera. Como un hermoso jardín líquido que une nuestros dos territorios”.

"El río jamás nos separó, siempre nos unió, a pesar de que hay una pequeña distancia entre una orilla y la otra", añade Rosalía Verde.

Agua dulce y salada fuente de riqueza

El océano y el río son muy importantes tanto para Caminha como para A Guarda. Son fuente de recursos, por la pesca y por el turismo. En las dos orillas hay playas fluviales y atlánticas, perfectas para el baño o para practicar deportes náuticos.

Además, la desembocadura del Miño es un lugar ideal para observar aves, sobre todo en los meses más fríos, cuando acuden distintas especies del norte de Europa a invernar.

También el invierno es temporada para la pesca en el río. “En noviembre empezamos con la angula, en enero empezaremos con la lamprea y luego también con posterioridad con el sable”. Del océano vienen otros productos que también están en las mesas de los restaurantes de un lado y otro como la lubina, “el rey del mar” o el marisco.

En A Guarda, el marisco es especialmente famoso porque, gracias a sus cetáreas, desde aquí salía gran parte del marisco que se consumía en otras zonas de la península. “En los años 60, sobre todo, se distribuía muchísima cantidad de marisco en especial la langosta, por eso somos muy reconocidos”.