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La radio que se lee

Si eres escritor apúntate al premio, vivirás de él

  • Apúntate a un premio: sobrevivirás a la crisis
  • No hay editorial que no tenga un premio

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La radio que se lee es un espacio de reflexión sobre la realidad y la actualidad, que se publica en la web de Radio 3.

El premio de Ciudad de Torrevieja que se falla este viernes 30 de septiembre, es el segundo premio mejor dotado de nuestro circuito literario, con permiso del Planeta. Trescientos sesenta mil euritos, que el año pasado fueron a parar a los bolsillos de Gustavo Martín Garzo por escribir Tan cerca del Aire.

Detrás del galardón, están el ayuntamiento de Torrevieja y la editorial Plaza y Janés. Cinco novelas optan a él en esta ocasión, la edición 2011. Y, aunque no han tocado un pelo de la dotación, esta vez no piensan hacer cena de gala con flashes y periodistas, por esto de la crisis de la deuda. Hasta ahí, el más cercano en el tiempo.

El premio Nadal viene por Reyes con 18.000 euros de regalo a la mejor obra inédita elegida -sobre todo-, por Ediciones Destino. O lo que es lo mismo, el Grupo Planeta. Alicia Giménez Bartlett es la última que ha logrado llevárselo a casa, con una historia realmente bien contada. Se nota que domina el relato. Donde nadie te encuentre está plagada de investigaciones, huídas, persecuciones, maquis, tintes de novela negra. Lo malo: otra vez la España Franquista. Otra vez el Régimen. Pero, la verdad es que la novela se lee sin tregua.

El polémico Premio Planeta

Como el Nadal les debió saber a poco, los de Planeta decidieron crear ocho años después, allá por el año 52, El Dorado de los galardones: Premio Planeta de Novela. Eso se llama 601.000 euros. O más comunmente: "Si lo pillo me retiro".

Con el Premio Planeta en concreto, siempre hay dimes y diretes. Los mismísimos Miguel Delibes o Ernesto Sábato llegaron a renunciar a él, denunciando que les habían ofrecido ganar de antemano la edición del año 94. Vamos, Una Riña de Gatos como la que escribió Eduardo Mendoza, que ganó el Planeta el año pasado. Pero, no cabe duda de que es el más jugoso de nuestras letras.

No conviene dejarse al recien recuperado Premio Formentor que acabamos de entregar en las Baleares al escritor mexicano, Carlos Fuentes. Tres gigantonas del mundo editorial lo respaldan: la francesa Gallimard, la Italiana Einaudi y nuestra querida Seix Barral.

Otros grandes premios

Todas las editoriales tienen su premio, qué quieren que les diga. El Tusquets de Novela, el Alfaguara, el Barco de Vapor... hasta las pequeñas, como Páginas de Espuma, a la que hay que saludar cariñosamente por lo salaos que son y por lo que se lo curran, tiene el suyo. Cabe preguntarse hasta qué punto no se trata más de una cuestión de marketing y ventas que de talento. Y hasta qué punto sin mercado no sobrevive la creatividad.

Fuera del libródromo -que diría Vargas Llosa- y de las estanterías de las grandes superficies, existe ese otro grupo de premios que aspiran a dejar una estela universal de valores humanos y artísticos. Ahí estarían nuestro Nacional de las Letras, que ganó Josep María Castellet el año pasado. Cuarenta mil euritos del ala: baja la cuantía, sube el rigor -en teoría-.

Esto además de otros dos de mucha pompa y boato, que son muy queridos por el personal, porque arrastran solera y, además, no es nada desdeñable su poderío promocional: el Cervantes y el Príncipe de Asturias de las letras. Con estos dos, el tufillo comercial desaparece. Aquí las críticas suelen venir por el lado político, aunque a un servidor le parecen de los menos manoseados.

El caso es que esto de premiar al personal va a más. Y eso que ni siquiera hemos salido de nuestras fronteras, donde el aluvión de premios es igual de potente. Desde el todopoderoso Nobel de literatura, hasta el Goncourt francés, hasta el Man Booker Prize británico. Y sólo hemos visto los más gordos y los más literarios. Quedarían por repasar los de otras disciplinas, otras comunidades, ayuntamientos, certánemes y festivales... ¡pero, esa es otra historia!.

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