Sinopsis
Cada año nos visitan millones de turistas y este sector pasa por ser la principal fuente de ingresos de nuestra economía. Para ser más exactos, 53 millones visitaron España en 2010 y en lo que va de año el número ya pasa de los 13 millones de turistas.
Hay lugares que soportan más que otros el paso de los turistas y viven con resignación eso de vivir en un paraíso turístico. Es el caso de los vecinos de la Sagrada Familia de Barcelona, a los que no les resulta nada fácil convivir entre colas de turistas, autocares y vendedores de recuerdos.
7 mil personas visitan a diario la Sagrada Familia y 150 autocares aparcan en sus aceras
Antoni y Pepita tienen unas vistas de postal desde el balcón de su casa: la fachada principal del templo de la Sagrada Familia. Pero para lo que algunos sería un privilegio, para otros como ellos se ha convertido en una auténtica pesadilla. Se ven obligados a respirar el humo de 150 autocares que para no apagar el aire acondicionado pasan las horas con el motor encendido. Eso por no hablar de cada vez que bajan con el carrito de la compra ya que tienen que sortear las colas de los miles de turistas que caminan aturdidos contemplando la belleza de la obra de Antoni Gaudí.
Los vecinos de la Sagrada Familia llevan tiempo reclamando al Ayuntamiento un plan para regularizar la zona y hacer compatible el turismo con la vida cotidiana. Algo parecido a lo que ocurre en el barrio del Albaicín en Granada. Para algunos vecinos de toda la vida, como Margarita, el barrio está perdiendo su identidad porque todos los negocios y obras que se acometen se hacen pensando en el turista y no en la gente de Granada.
El lujo de tocar la historia con las manos
En el casco histórico de Toledo tener un monumento en casa es bastante habitual. Faustino por ejemplo encontró por casualidad en los bajos de su casa, una parte de la muralla romana y un aljibe árabe. Cada vez que está de obras tiembla por si le aparece algo ya que entonces tiene la obligación de avisar a los arqueólogos para que documenten los hallazgos. La última reforma le costó 4000 euros en concepto de arqueólogos y no pudo acabar la obra hasta que no tuvo el visto bueno de Patrimonio. A pesar de eso, Faustino muestra con orgullo las piedras de su domicilio que como él dice tienen más de 2000 años.
Lo mismo le ocurre a Aurora cuyo jardín acaba en un muro que es Patrimonio de la Humanidad. Se trata de la Muralla de Lugo que aún se conserva en pie alrededor de todo su perímetro. La Muralla de Lugo es una de las maravillas de la UNESCO pero para Aurora forma parte de su vida familiar ya que junto a ella ¿cuenta- ha criado a seis hijos y a una legión de nietos. Aurora sabe con certeza que tiene en casa un auténtico monumento.
Histórico de emisiones:
-22/06/2011
-24/08/2011
