Sinopsis
A principios del siglo XX, una mujer se hizo pasar por Anastasia Romanov: la última hija del zar. Lo cuenta Carmen Guillén en la sección “Fake News Históricas” de “El Condensador de Fluzo” dedicado a las últimas veces.
A principios del siglo XX, gobernaba en Rusia el zar Nicolás II de la dinastía Romanov. En 1917, la revolución bolchevique llevó a la familia real al destierro en Ekaterimburgo, en plena Siberia. Un año después, el zar, la zarina, sus cinco hijos y cuatro sirvientes fueron brutalmente asesinados en el sótano de la casa donde estaban cautivos. El asesinato se envolvió en un halo de misterio al no encontrarse los cuerpos.
Durante más de ochenta años se fraguó la creencia de que algún integrante de la familia imperial había sobrevivido. Muchas mujeres se hicieron pasar por Anastasia, la hija pequeña del zar, pero ninguna llevó la mentira tan lejos como Franziska Schanzkowska. En 1920, Franziska intentó suicidarse en un río en Berlín. Tras ser internada en un psiquiátrico, comenzó a decir que ella era ni más ni menos que Anastasia. Para argumentar su identidad, dijo que había escapado con ayuda de un soldado soviético del que se había enamorado y con el que había contraído matrimonio, adoptando su apellido. La historia se popularizó y en 1929, ante la presión mediática, Franziska se mudó a Norteamérica, y comenzó una nueva vida como Anna Anderson.
Con la esperanza de restaurar la monarquía, unos pocos herederos de los Romanov reconocieron a Franziska como hija del zar, pero la mayoría no la creyeron. Gracias a una investigación privada, se conoció su verdadera identidad: la “supuesta” Anastasia era en realidad Franziska Schanzkowska, una obrera polaca con un largo listado de enfermedades mentales y encierros psiquiátricos.
En 1979 se encontró la fosa con los restos de la familia Romanov. En 1991, con la caída de la Unión Soviética, los estudios científicos demostraron que no habían quedado supervivientes en Ekaterimburgo, incluida Anastasia. Franziska falleció en 1984 casi en la indigencia, pero sosteniendo aún que era la última Romanov.
