Sapiens   Diccionario del asombro. Con Antonio Martínez Ron 18/11/2023 01:08:16

Si se desconoce el nombre de las cosas su conocimiento también se pierde. La frase es del naturalista Carlos Linneo. La ciencia como motor del lenguaje se ha visto forzada a inventar nombres para instrumentos, criaturas y conceptos que antes no conocíamos o no existían, a consensuar nombres de elementos químicos como el Fósforo, unidades de medida como grados Kelvin, el color índigo o nuestra propia especie. Lo cuenta Antonio Martínez Ron en su último libro “Diccionario del asombro”. Los científicos se tuvieron que entregar a la tarea de etiquetar el asombro y a ponerse nombre a sí mismos. Ocurrió al parecer el 24 de junio de 1833 en la ya famosa reunión de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia cuando el poeta Samuel T. Coleridge se quejó ante los asistentes de que los hombres de ciencia se refirieran a sí mismos como filósofos naturales. En aquel momento, cuenta Martínez Ron, a los poetas románticos les parecía que el término filósofo era demasiado amplio y elevado para unos individuos que a menudo se manchaban las manos con sus experimentos y buscaron una alternativa. Fue William Whewell el que propuso la palabra scientist por la analogía con otras palabras construidas con el mismo sufijo como artist. Unas cuantas discusiones después la palabra terminó aceptándose. Hoy encendemos el fuego de la cueva para iluminar Una historia de la ciencia a través de las palabras, para poner luz al momento preciso en el que las palabras salvaron el conocimiento.

Con nuestro colaborador Jaime García Cantero reflexionamos sobre el uso del móvil en menores y en el túnel del tiempo recuperamos la voz del que fuera el primer catedrático en Ecología Ramón Margalef.

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