Planeta vivo   El confinamiento como trampa ecológica 06/05/2020 02:53

Ya os contamos en el anterior "Planeta vivo" que el confinamiento ha transformado las ciudades en un oasis efímero para animales y plantas.

Para muchas especies, la prácticamente nula actividad humana habrá sido una trampa ecológica y una falsa percepción de que las ciudades son un lugar para vivir. La ausencia de humanos produce cambios en el tono del canto de algunos pájaros como el carbonero o el comportamiento de las palomas, gaviotas y ratoncillos en su búsqueda de alimento. Su proliferación tiene mucho que ver con su capacidad de aprovechar el alimento generado por la actividad humana.

Algunas especies hasta pueden dejar de percibir a los humanos como un peligro ya que el confinamiento reduce nuestra presencia y ruido. Aunque aún no se dispone de datos finales y contrastados para estimar el efecto, los estudios previos del CSIC en el CREAF, el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, sostienen que el confinamiento permite observar cambios en el comportamiento de las especies a corto plazo e incluso que se produce un incremento local de la biodiversidad. Sin embargo, van a ser cambios efímeros que, desafortunadamente, van a desaparecer cuando la actividad humana vuelva a niveles parecidos a los previos a la crisis del coronavirus.

Muchas especies caerán en esta trampa ecológica.

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