El góspel, soul divino

Los orígenes de la canción góspel, literalmente «evangelio» o «canción evangélica», se sitúan a finales del siglo XIX, cuando diversos compositores se dedicaron a recopilar sus himnos religiosos en una serie de libretos (Gospel songs, Gospel hymns and sacred songs, Pentecostal hymns) destinados a las iglesias. Años más tarde, coincidiendo con la lenta eclosión de las congregaciones negras, en particular la bautista y la metodista, y con el desarrollo del ragtime, el blues y el jazz, surgió el góspel negro, diferente del blanco porque enseguida se impregnó de las señas de identidad de la cultura afroamericana, amortiguadas desde la época de la esclavitud, que encontraron una vía de expresión natural en las ceremonias y los cánticos religiosos del cristianismo americano: de ahí, los bailes frenéticos, el éxtasis emocional, el batir de palmas, los gritos (shouting) característicos de los solistas y el coro a punto de estallar en un dramático trance, en el fondo, el viejo simbolismo de las celebraciones animistas africanas.