Música y significado   Muerte y resurrección 08/04/2023 59:44

El amanecer de aquel domingo prodigioso todavía persiste.

Puede ser un amanecer enérgico, como el Resurrexit de la Misa en Si menor de Bach (1749), o un amanecer delicado, cantado por dos mujeres jóvenes (o rejuvenecidas) en la Selva Morale de Monteverdi (1641), en ambos casos precedidos por el Crucifixus, tinieblas en principio irrevocables que sólo Jesús de Nazaret disipará para siempre.

Repasamos brevemente la noche tumultuosa: el último encuentro de Jesús con sus amigos, la soledad cósmica en el Jardín de Getsemaní, el juicio-farsa, el salvaje "¡¡Crucifícale!!", la crucifixión, el terremoto...

Música de Carl Philip Emanuel Bach y su Pasión según San Mateo (1785); esa misma Pasión, pero de su padre Johann Sebastian Bach (1729), de un romanticismo arrollador (Isaiah Berlin dice que el origen del Romanticismo hay que buscarlo allí, en aquella Alemania "provinciana", pietista...); el Oratorio de la Pasión de Carl Loewe (1847); el Christus de Mendelssohn (1847); el Stabat Mater de Dvorak (1877); el Via Crucis de Liszt (1879)...

¡¡Y llega la Resurrección!!, desde las altas esferas románticas: Christus de Liszt (1866, que usa trompetas triunfales, y también las voces ¡¡casi new age!! de Magdalena y otra joven).

La mejor consecuencia sinfónica de aquel domingo que dividió la historia: el poema cristiano "Resurrección" del pre-romántico Friedrich Klopstock (1758) reveló a Mahler el final de su Segunda Sinfonía en 1898: resurrección galáctica, universal, de todos los seres humanos, quizá la más hermosa visión de esa "mañana de la Resurrección" que el Hijo de Dios prometiese como dádiva a la humanidad.

"Lo que ha nacido debe perecer. ¡Lo que ha perecido, resucitará! ¡Deja de temblar! ¡Disponte a vivir! Lo que ha latido ¡habrá de llevarte a Dios!", resuena con inusitada conmoción en este Finale de Mahler.

Felices resurrecciones, transfiguraciones del ánimo, queridas y queridos... Felices primaveras espirituales.

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