En este casi invierno con forma de ausencia donde la alegría (a pesar de todo) sigue siendo al fin, la meta... En este diciembre que estrena chaquetón para abrigar El corazón helado... "la libertad, sigue siendo una librería" y "la lectura una forma de resistencia y de memoria". Almudena Grandes lo recordaba hace menos de un mes en Twitter (ya se lo contamos) haciendo referencia a esa campaña- organizada el año pasado por el Instituto Cervantes- en la que participó para celebrar el Día del Libro. Ciertamente, la autora de Episodios de una guerra interminable siempre ha tenido una relación muy estrecha con esta institución, mucho antes de que su marido Luis García Montero fuese director.La hemos visto (y la escucharemos en este podcast) participando en numerosas mesas redondas como la de "Mujeres galdosianas" que se organizó en 2020 con motivo del Año Galdós; participando en el Club virtual de lectura y en presentaciones de diferentes libros como la novela póstuma de la Premio Cervantes Ana María Matute; asistiendo a homenajes como el que se celebró hace diez años sobre Eduardo Mendicutti y hablando también de su propia trayectoria no solo en la sede central de Madrid sino alrededor del mundo. Desde Lisboa a Dublín.
Son muchos, muchos los mensajes de amigos, compañeros y lectores que se suceden estos días en los medios de comunicación, en las redes sociales y hasta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), en México, donde se convocó un homenaje esporádico, en presencia de los escritores mexicanos Benito Taibo o Ángeles Mastretta, entre otros. Todos han querido despedir y recordar a través de su literatura a esta escritora fallecida el pasado 27 de noviembre a los 61 años, que lleva el adjetivo de "Grande" incluso en el apellido y que está considerada como una de las autoras españolas más relevantes de lasúltimas generaciones.
Y en medio del silencio que aún se nos atraganta a muchos escuchando el nombre de la Premio Nacional de Narrativa 2018, el Instituto Cervantes ha rendido homenaje esta semana a otro Premio Nacional de Narrativa, además de Premio Nacional de la Crítica, que también tuvo una muerte temprana y que -como Almudena- tenía a Galdós como uno de sus grandes maestros: El escritor valenciano Rafael Chirbes. Seis años después de su muerte salen a la luz sus diarios, que el autor revisó y preparó para su publicación. Son anotaciones recogidas en diversos cuadernos que cubren el periodo que va desde 1985 hasta 2005, es decir, desde sus inicios como escritor, antes de publicar su primera novela – Mimoun, finalista del Premio Herralde en 1988 –, hasta poco antes de su ya inapelable consagración internacional con Crematorio. Estos diarios son el autorretrato sin máscaras de un ser humano –sus dudas, flaquezas, miedos, enfermedades, enterezas, ambiciones, anhelos– y una sucesión de opiniones y vivencias relacionadas con la política, el sexo, la música, el cine y la literatura; reflexiones sobre lo que Chirbes amaba o detestaba, siempre de forma apasionada. Pero también ofrecen un privilegiado acercamiento a lo que podríamos llamar la cocina del escritor: Chirbes anota sus análisis –lúcidos y contundentes– sobre libros ajenos y deja constancia de los entresijos de la creación de su propia obra, las dudas, las búsquedas estilísticas, su modo de mirar y retratar la realidad... Y asoman también los peajes de la "vida de escritor". Sin duda estos diarios están destinados a convertirse en un clásico del género, y son un documento fundamental para completar el retrato de un escritor imprescindible de la literatura española de finales del siglo XX y principios del XXI. Hablando de ellos, podremos escuchar al editor Jorge Herralde; la profesora y patrona de la Fundación Rafael Chirbes, Elena Cabezalí; la directora editorial de Anagrama Silvia Sesé; y el periodista Manuel Rodríguez Rivero.
