Europa se rearma. A las puertas de las elecciones al parlamento de la Unión Europea, y en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, los 27 aumentan su gasto militar. Incluso la Comisión Europea plantea la creación de nuevas figuras, como la de un inédito comisario de Defensa. Sin ir más lejos, hace poco Finlandia y Suecia -países hasta ahora neutrales- se han sumado a la alianza atlántica de la OTAN.
Europa ha confiado su seguridad durante medio siglo al paraguas y despliegue de EE. UU., hasta considerarse una isla de paz que, creada como vacuna de la guerra total, había abortado cualquier intento de repetir la guerra total. La experiencia de la invasión rusa de Ucrania -tras la anexión por la fuerza de Crimea en 2014-, fue un abrupto despertar a la vulnerabilidad ante un vecino como la Federación Rusa, dirigida por un Putin decidido a recuperar la influencia de la guerra fría, y el anterior dominio ruso imperial.
Pero luego están las capacidades, de unos ejércitos diseñados para tiempos de paz y puntuales misiones de pacificación en el extranjero. Tanto es así que Suecia restableció un cierto servicio militar obligatorio y que ya es general en todos los nórdicos y los Bálticos. En Alemania y Francia el restablecimiento o no del servicio militar vuelve a la discusión del primer plano.
En España no está en discusión, y tiene rechazo, no tanto en Francia y Alemania.
