En Arizona, en Idaho, en California, en Utah y en otros agrestes lugares de la geografía del Oeste estadounidense, el pastoreo y la ganadería han sido muy singulares dadas las características de su clima: desértico en el sur y frío en el norte.
La trashumancia era imprescindible para el cuidado y la explotación de enormes rebaños, para la atención de labores del campo. Y hasta allí se desplazaron pastores y profesionales españoles durante décadas. Había traslados de hasta 5000 cabezas que subían y bajaban a los pastos siguiendo las cañadas, posiblemente marcadas desde hace ya varios siglos (entre los siglos XVII y XVIII), por los primeros pobladores penínsulares en llegar a la zona, un área geográfica entonces bajo el gobierno de la corona española.
Como nos informa la Asociación Cultural Española de Arizona, los primeros pastores marcaron sus cañadas utilizando vías utilizadas por los indios. Durante 42 largos días, pastores españoles (vascos, navarros o castellano leoneses), conducían estos grandes rebaños de sur a norte y de norte a sur anualmente. La llegada del mayor número de pastores se produjo entre la primera decada de 1900 y hasta 1960.
Son historias, quizá olvidadas, quizá ocultas, de vivencias, padecimientos y peripecias, que hoy, muchos años después queremos conocer subidos al Atlantic Express.
