La alimentación genera entre el 25% y el 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La ganadería está entre los sectores más contaminantes: las vacas causan tres cuartos de las emisiones ganaderas.

En todo el planeta, la mitad de los gases de efecto invernadero emitidos la recogen entre la vegetación terrestre y los océanos. Por eso, tan importante como reducir las emisiones es conservar los bosques.

El plástico forma parte de nuestra vida diaria mucho más de lo que nos gustaría. Un estudio hecho en Australia sugiere que las personas se comen cada semana el plástico equivalente en peso a una tarjeta de crédito.

Una familia media puede pagar hasta un 10% en el recibo de la luz con "gestos de ahorro energético" muy simples. No es una hipótesis, se puede poner en práctica y es fácil.

Hablamos de eficiencia energética en edificios y viviendas. Reducir la huella de carbono de las construcciones es una de los principales objetivos de la UE contra el cambio climático.

Para lograr un mundo más sostenible para todos, es necesario que las sociedades progresen hacia modelos de trabajo que protejan el medio ambiente, y de paso la conciliación de la vida laboral y familiar.

En muchos países, también España, el transporte es el sector que más emisiones de gases de efecto invernadero produce. Solamente el tráfico rodado (sin aviones, barcos, etc.) representa el 27% del total de las emisiones.

Los humedales son una solución natural al cambio climático. Son fuente de agua potable, materias primas y biodiversidad, y permiten la agricultura en su entorno. Pero sufren por la contaminación, la sequía, la construcción y las especies invasoras.

La misma conciencia ecologista que despertaron en su tiempo Félix Rodríguez de la Fuente o Jacques Cousteau la estimulan ahora jóvenes activistas como Greta Thunberg. Pero la educación ambiental debe partir de las aulas antes que de los medios.

Adaptarse al cambio climático (o mitigarlo) supone un desafío para llegar a un diseño más sostenible de las poblaciones humanas. Sobre todo si se cumple la previsión de que en 2020 el 80% de la población mundial vivirá en ciudades.

Nuestra sociedad de consumo supone una agresión al medio ambiente. La ONU recuerda que producir bienes para satisfacer nuestras necesidades causa el 62% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Se atribuye a Einstein la frase de que si desaparecieran las abejas, a la humanidad le quedarían cuatro años de vida. Sin ser tan extremos, si estos insectos vitales en la polinización tienen problemas, perderíamos mucho más que la miel.

La línea donde empiezan las áreas desérticas está cada vez más al norte. Terrenos cada vez más secos son más pobres, menos habitables y más vulnerables a los incendios.