Poderes cruzados e intereses definen el futuro de Estados Unidos: ¿la democracia vira hacia la oligarquía?

• EE. UU. frente a desafíos y cambios que definirán su futuro en el mundo
• Entender a Donald Trump no es tarea fácil porque su batalla no es militar, sino comercial

José Antonio Gurpegui, presenta su tercera novela Tiempo de Sangres.

Escribir sobre las relaciones internacionales de Estados Unidos es adentrarse en un caleidoscopio de influencias, intereses y poderes cruzados que han dado forma no solo al país, sino al mundo. Por ello, José Antonio Gurpegui, experto en Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin y la Universidad de Alcalá de Henares, lo hace un tanto más fácil. A lo largo de los últimos siglos, se observa cómo este gigante ha evolucionado, desde sus raíces puritanas hasta el complejo escenario global que define su presente.

La historia se repite más de dos veces

Primero conviene entender sus orígenes en una conversación con Gurpegui. Pensar en los puritanos que, en el siglo XVII, llegaron desde Inglaterra cargados de ideales que entremezclaban religión y política. Querían construir una “ciudad en la montaña”, un faro de virtudes desde el cual irradiaban su visión de un mundo perfecto. Ese deseo de ser un ejemplo moldeó su pensamiento desde entonces. A medida que la nación creció, esta singularidad se afianzó aún más. ¿Pero cómo explicar sus contradicciones? Se puede conducir a los 16, votar a los 18, pero dios te perdone si bebes antes de los 21. El mismo país que proclamaba libertad y democracia fue el que justificó la esclavitud en sus inicios. Una dualidad que sigue marcando en cierto modo para imponer sus valores.

Amistad de Estados Unidos con Europa y su legado económico

Estados Unidos siempre ha sabido cuándo y cómo actuar. Durante la primera mitad del siglo XX, el Plan Marshall ejemplifica esta visión estratégica. Cuando Europa estaba devastada tras la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. no solo ofreció ayuda, sino que usó esa crisis para fortalecer su economía, obligando a los europeos a consumir bienes estadounidenses. “Somos los salvadores”, proclamaban entre líneas, pero detrás había un cálculo frío que mostraba, una vez más, ese equilibrio entre idealismo y pragmatismo.

"El problema de Trump es el tiempo y China tiene todo el tiempo del mundo"

El contraste con España resulta fascinante. Mientras los ingleses desarrollaron relaciones coloniales bien definidas, España trataba a sus territorios americanos como provincias de ultramar. Aun así, había un elemento de improvisación en el modelo español que nunca existió en el británico ni tampoco en el estadounidense. Estados Unidos siempre operó bajo el esquema de control eficiente, ya fuera mediante doctrina (como la Monroe, que relegaba a Europa de América) o expansión territorial.

Evolución hacia un siglo XXI incierto

Es aquí donde la reflexión se torna más crítica. La posición hegemónica de Estados Unidos, que parecía indiscutible desde inicios del siglo XX, ahora oscila. Entender a Donald Trump, el personaje que polariza, impacta y redefine una historia ya compleja, no es tarea fácil. Es pertinente detenerse en los signos más recientes de su política para analizar su legado.

Trump no solo abandonó ciertos compromisos tradicionales, como su frialdad hacia la OTAN o el alejamiento de los acuerdos ambientales; también marcó un giro hacia el Pacífico y, sobre todo, hacia China. Al escucharlo insistir en los aranceles y centrar su atención económica en las tierras raras con minerales fundamentales para la creación de dispositivos electrónicos como el litio, queda claro que su batalla no es militar, sino comercial. China, no Rusia, es ahora vista como el rival más fuerte.

Por otro lado, uno no puede evitar recordar la división interna que desató su discurso. El asalto al Capitolio no fue solo un acto físico; fue una manifestación de la fractura ideológica que vive un país donde, para muchos, conceptos como democracia y libertad ya no tienen el mismo significado compartido.

¿Cae el imperio estadounidense?

Mientras se leen estas palabras, queda la pregunta de cuán sostenible es el papel de Estados Unidos como líder global. La historia ha demostrado que es un país construido sobre una idea de excepcionalidad. Su narrativa, esa que combina Manifest Destiny (su derecho a la expansión de sus valores), principios ilustrados y democracia, está profundamente arraigada en su identidad. Pero también está enfrentándose a nuevos retos, desde el auge asiático hasta las tensiones internas que pudieron ser ignoradas en otros momentos, pero hoy parecen insoslayables.

Quizá la mayor lección que deja este análisis de las relaciones internacionales de Estados Unidos es que nada está escrito en piedra. Desde los puritanos hasta Trump, cada capítulo ha traído desafíos y cambios que, aunque marcados por el pasado, requieren nuevas soluciones. ¿Qué vendrá después? Difícil saberlo. Pero su capacidad de reinventarse, muchas veces subestimada, indica que no debemos dar por sentado el final de este imperio. La historia, al final, siempre se escribe en tiempo presente.

Escuela de Reporteros

Todo reportero que se precie, y más si su ámbito de insaciable curiosidad es el mundo mundial, ha de pasarse la vida estudiando. Leer, leer y leer es tan importante como vivir, porque el lenguaje es su materia prima, la herramienta para intentar contar y descifrar la realidad.

Este espacio es un cuaderno experimental para quienes cursan el Máster de Reporterismo Internacional auspiciado por RTVE Instituto y la Universidad de Alcalá. Cada vez que alguien relevante pase por sus aulas o dicte una clase magistral habrá una crónica que dará cuenta de lo más valioso, lecciones para nutrir la mirada, en realidad los cinco sentidos.

*César Cruz Requejo es alumno de Máster de Formación Permanente en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE. Esther G. Pérez, redactora jefa de Sociedad, ha supervisado la elaboración completa de este texto.