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Gonzalo Torrente Ballester, 25 años de la muerte del escritor más cervantino del siglo XX

  • El autor gallego produjo una larga y variada obra literaria que no fue reconocida hasta su vejez
  • Consiguió una gran popularidad tras la emisión en TVE de la serie Los gozos y las sombras, en 1982

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Imprescindibles - Gonzalo Torrente Ballester

Hijo de un marino, fue niño en la Galicia de principios del XX, en una aldea, Serantes, de los alrededores de Ferrol. Vivió su infancia en ambiente valleinclanesco, con un pie en lo medieval y otro en las grandes rutas navales, escuchando historias de tesoros, fantasmas y bandidos. Alternaba con los mendigos y hablaba con viejas que fumaban pitillos a escondidas.

 “Mi abuela veía a Jesucristo con cierta frecuencia” le confesaba a Joaquín Soler Serrano, en una ahora imposible entrevista en el programa A fondo de TVE. Corría el año 1976 y el escritor disfrutaba modestamente del éxito repentino de La saga/fuga de J.B. Estaba a punto de jubilarse como profesor de instituto en Salamanca. Se quejaba de que la jubilación coincidiría con el inicio de la universidad de sus hijas pequeñas y su economía no estaba para bromas.

El impacto de la guerra civil

Su padre vivió en el mar, ya lo hemos dicho, pero él siempre tuvo los pies en la tierra (por obligación, se puede decir, y la necesidad de mantener a 11 hijos de dos matrimonios) y todas sus aventuras, que no fueron pocas, las vivió con el lenguaje y los libros. Aprendió a leer y escribir solo, aseguraba, y aunque fue alumno en institutos y universidades, su brillantísima cultura la adquirió siempre por libre, como lector curioso y voraz que era.

Durante su juventud coqueteó con la izquierda y el galleguismo, aunque en el verano del 36, cuando las cunetas de Galicia se llenaron de fusilados, supo acercarse al círculo de escritores falangistas que capitaneaba Dionisio Ridruejo. Nunca fue un falangista muy ortodoxo, también hay que decirlo.

Su amistad con Ridruejo y los suyos quizá le evitó problemas mayores, pero no le salvó de la censura, que nunca le perdió ojo. Su primera novela, Javier Mariño, de 1943, fue secuestrada a las dos semanas de estar en las librerías. Otras obras como El golpe de Estado de Guadalupe Limón fueron toleradas, pero tampoco hicieron excesiva gracia al Régimen.

25 años de la muerte de Torrente Ballester, uno de los grandes novelistas del siglo XX

En sus escritos se rastrea con facilidad un tono vagamente anarquizante – reflujo quizá de su primera juventud – y una veta sensual que no le abandonaría nunca. Además, como buen lector de vanguardias y temprano y buen conocedor de Joyce o Kafka, jugaba con herramientas que desconcertaban a la mayoría de los lectores españoles de la época.

Así hablaba uno de los censores de su novela La saga/fuga de J.B.:

«De todos los disparates que el lector que suscribe ha leído en este mundo, éste es el peor. Totalmente imposible de entender (…) Este libro no merece ni la denegación ni la aprobación. La denegación no encontraría justificación, y la aprobación sería demasiado honor para tanto cretinismo e insensatez. Se propone se aplique el SILENCIO ADMINISTRATIVO».

Los libros y los viajes de un escritor constante

En 1962, siendo profesor de la Escuela de Guerra Naval y crítico teatral de RNE, firmó un manifiesto en apoyo a los mineros asturianos en huelga, perdió ambos trabajos y tuvo que buscarse la vida. Hasta que se asentó en Salamanca, dio clases en institutos de Galicia y Madrid.

El documental realizado por Luis Felipe Torrente y Daniel Suberviola, con participación de TVE, ofrece un retrato cercano de Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999), autor de 'Los gozos y las sombras' o 'La saga/fuga de JB'.

En 1966 se marchó a EEUU, profesor invitado en Albany, en la Universidad de Nueva York, donde estuvo casi cuatro años. Allí se aburrió mucho, escribió mucho, reflexionó mucho en la novela como artefacto literario. Volvió con La saga/fuga de J.B. bajo el brazo.

Torrente Ballester viajó bastante - para los años que le tocaron vivir y menos de lo que él hubiera querido- se embebió de todo, pero nunca se dejó deslumbrar por nada. Al llegar a Madrid, en su juventud de los años 30, se sentó en la tertulia de su paisano Valle Inclán y nunca se sintió un provinciano. Contaba que, de niño, en Ferrol, sabía bien que enfrente de su casa estaba Nueva York. Sus últimos años de vida los pasó en Salamanca, convertido en un elemento más del rico paisaje cultural de la ciudad.

El reconocimiento que tanto tardó en llegar

Torrente Ballester tuvo un reconocimiento tardío y eso siempre le dolió y siempre que pudo lo dejó dicho. En 1972 publica La saga/fuga de J.B., una novela fantástica, desmesurada, sorprendente, que rompe con las rigideces realistas y salta sobre la ola del boom, que por esos años llegaba a España con García Márquez, su Macondo y la legión de seguidores de la literatura hispanoamericana.

Torrente Ballester nunca mostró ningún recelo con la literatura en castellano que venía del otro lado del Atlántico, aunque su veta mítica y fantástica tenía una raíz muy distinta. Los narradores gallegos de entonces (de Valle Inclán a Cunqueiro, pasando por Cela, claro) jugaban en ligas diferentes y no tenían nada que envidiar a nadie, todo lo contrario. Su Castroforte del Baralla no es una imitación de Macondo, ya estaba ahí, envuelta en la niebla, como quinta capital gallega maravillosa y soñada.

La saga/fuga de JB la escribió en seis meses, aunque tardó en pensarla 4 años, decía. Cincuenta años después, la novela sigue siendo un puro gozo cervantino, una joya a descubrir todavía por tantos y tantos lectores. Quizá sea su novela más redonda, pero Torrente Ballester, naturalmente, escribió mucho más.

Tenía un Don Juan que siempre lloró como novela incomprendida y narraciones diversas, sorprendentes, como La princesa durmiente va a la escuela, cuento de hadas lleno de cargas de profundidad, censurada y sin editor durante más de treinta años; La isla de los jacintos cortados, en la que se plantea que Napoleón, en realidad, fue un invento de los enemigos de Francia; o Quizá nos lleve el viento al infinito, novela de espías con desconcertantes juegos borgianos.

Los gozos y las sombras, de la indiferencia al éxito arrollador

Entre 1959 y 1962 publicó la trilogía de Los gozos y las sombras, el retrato social y sentimental de una pequeña ciudad gallega en los años de la Republica, que pasó sin pena ni gloria para los primeros lectores y que veinticinco años después vivió un inesperado y tremendo renacimiento, con la emisión en TVE de una serie de televisión basada en el texto.

Imagen de Charol López como Clara Aldán, en la serie de TVE Los gozos y las sombras

Charo López interpreta a Clara Aldán, en Los gozos y las sombras

En trece episodios de una hora de duración, los personajes interpretados por Charo López, Carlos Larrañaga y Eusebio Poncela consiguieron un éxito tal que las novelas se reeditaron y vendieron en un raro fenómeno editorial.

Torrente Ballester consiguió, ya por fin, definitivamente, el reconocimiento de crítica y público que tanto había querido. Ya había cumplido los setenta y dos años, eso sí.

No dejó desde entonces de publicar ni de recibir premios. El Príncipe de Asturias, en 1982. El Cervantes, en 1985. El Planeta, en 1988 (cómo llama la atención ahora ver que en los 80 ganaban este premio escritores como él, la verdad).

Más estrellas que en el cielo - Entrevista a Gonzalo Torrente Ballester

En 1989 publica Crónica del rey pasmado, una divertida comedia (con algo de fantasía y la mala uva habitual) ambientada en la corte de un Felipe IV que quiere ver desnuda a su mujer. La adaptación cinematográfica, El rey pasmado, de Imanol Uribe, llegó en 1991 y tuvo un gran éxito de público y consiguió 8 premios Goya.

Se llamaba Gonzalo Torrente Ballester, murió hace 25 años y era un narrador excepcional, cervantino de pulso moderno y arriesgado, de los más interesantes de la España de la segunda mitad del siglo XX. Sus libros siguen en las librerías, se sigue leyendo y ese, quizá, es su mayor reconocimiento.