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New York City Ballet en el Teatro Real: explorar "los límites de la danza" a través del legado y la innovación

  • La emblemática compañía actúa por primera vez en Madrid en su primera gira tras la pandemia

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"The Times Are Racing", de Justin Peck (New York City Ballet)
"The Times Are Racing", de Justin Peck (New York City Ballet)

La New York City Ballet debuta en Madrid. La compañía de danza estadounidense, una de las más prestigiosas del mundo, cumple 75 años en 2023, pero solo había actuado en el Liceu en los años 50. Ahora llega al Teatro Real en un hito que no solo salda una deuda con Madrid, sino que también supone superar la pandemia: es su primera gira desde 2018.

Las cinco funciones (entre el 23 y 25 de marzo) miran al pasado histórico y al presente de la compañía. Creada en 1948, la New York City Ballet está ligada al coreógrafo ruso George Balanchine (1904-1983), su fundador y figura capital de la danza moderna. Dos piezas de Balanchine, Serenade y Square Dance, abren el programa que completa The Times Are Racing, de Justin Peck, actual coreógrafo residente de la compañía. “Es un hito para nosotros volver a girar y España”, explica el director artítstico del New York City Ballet, Jonathan Stafford.

Cuando Balanchine llegó a Nueva York en 1934, depuró en bailarines americanos su experiencia rusa y parisina en Serenade, donde, a través de la música de Tchaikovsky, inventó lo que pasó a llamarse “ballet abstracto”. “Balanchine decía que había que ver la música y escuchar la danza”, dice Stafford, que sostiene que el legado de Balanchine y Jerome Robbins – el otro pilar de la compañía y creador de West Side Story - siguen siendo los hombros de gigantes sobre los que se aúpan todavía.

"Serenade sigue siendo uno de nuestros ballets más emblemáticos, con 25 bailarines en escena”, detalla Stafford, que fue bailarín de la compañía ocho años, primer bailarín otros ocho hasta su retirada en 2014.

"Serenade", de G. Balanchine, (New York City Ballet). Erin Baiano

Siguiendo cronológicamente la evolución de la NYCB y Balanchine, la segunda pieza, Square Dance (1957), muestra cómo el coreógrafo fue asimilando e incorporando la cultura estadounidense. “Con música de Arcangelo Corelli y Antonio Vivaldi expresa bien lo que Balanchine observó: es un trabajo más intricado, y más rápido de pies, inspirado en el folclore. También un ballet más brillante y menos oscuro que Serenade”, explica Stafford.

Una compañía fundada en la experimentación

Por último, el presente que mira al futuro. The Times Are Racing es la pieza de 2017 de Justin Peck, también exbailarín de la NYCB, que cierra el programa, “Representa la mirada al futuro y el carácter innovador. Es una obra muy juvenil y energética, llena de un dinamismo que no está presente en las dos anteriores”, describe.

“Balanchine y Robbins nos dejaron un legado de experimentación sobre el que se fundó la compañía y que sigue resonando en el público actual. Pero, al margen de esas coreografías emblemáticas, creamos cada año seis coreografías nuevas para traspasar los límites de la danza clásica”, expone como líneas maestras de su labor de cuatro años al frente de la compañía.

"Square Dance", de G. Balanchine (New York City Ballet). Paul Kolnik

La llegada de la compañía España es especial para el bailarín Gonzalo García, que ejerce como director de repertorio tras quince años como bailarín de la NYCB y subraya la excepcionalidad de las actuaciones. “Volver a tu tierra cuando trabajas fuera no ocurre mucho. Trabajar detrás del escenario es algo muy especial porque se trabaja de una manera tan sofisticada que no se ve en muchos teatros”, avisa.

El gran nombre de la danza española ligado a la NYCB, el actual director de la Compañía Nacional de Danza, Joaquín de Luz, ha aprovechado la visita de sus excompañeros para invitarles a que se asomen a actuaciones de flamenco. “No tendré mucho tiempo”, se disculpa Stafford, “pero Joaquín ha invitado a los bailarines”. El coreógrafo resume la esencia de su compañía: “Movimientos audaces, tratar de mostrar un nivel fresco y dinámico y explorar los límites de la danza”.