Enlaces accesibilidad
Libros

Juan Manuel Gil: "La literatura no nos salva la vida, como mucho, del aburrimiento"

  • El escritor presenta su última novela tras ganar el Biblioteca Breve con Trigo limpio
  • La flor del rayo funde ficción y realidad en una parodia sobre la escritura y la vida

Por
El escritor almeriense Juan Manuel Gil
El escritor almeriense Juan Manuel Gil

El escritor y profesor Juan Manuel Gil (Almería,1979) ganó con la arriesgada novela Trigo limpio el Premio Biblioteca Breve 2021, un ensamblaje libérrimo entre humor y drama empapado de nostalgia tierna. Originalidad pura y aproximación consciente al surrealismo que encandiló a critica y público situando el foco en el autor.

Gil aleja cualquier pizca de nerviosismo aparejado al éxito: "La presión procuro que venga del compromiso con el lenguaje, en defender a ultranza el entusiasmo que siempre me ha provocado", y ha amasado un hilo de esta experiencia para componer su último libro, La flor del rayo (Seix Barral), que nos interpela sobre un escritor hipocondríaco atorado en la página en blanco tras ganar un prestigioso galardón.

El narrador emprende una "estrafalaria y obsesiva" investigación para hallar la "historia" que retorne el sentido a su vida acompañado por su fiel escudero, Boludo, un perro con sus propios ritmos. Esperpento "valleinclanesco" del bueno en un juego de espejos que funde con sutileza bien encajada ficción y realidad, en una reflexión sobre el amor y sus quebrantos. El título del libro refiere a la huella fosforescente que deja el impacto eléctrico de un rayo, un regusto de memoria que se amolda a la buena literatura.

PREGUNTA: La flor del rayo es muy cervantina porque parodias la autoficción escribiendo sobre autoficción. Lo estiras hasta sus últimas consecuencias porque el meollo de la historia es el apagón creativo de un escritor tras ganar un premio, ¿cómo concebiste este doble salto?

RESPUESTA: Intentando hacer una especie de canto a la ficción y a la imaginación. La mejor puerta para entrar en la ficción para mí siempre es la realidad. Es lo contante y sonante, lo que nos rodea.

En este caso me sirvió para entrar en la historia una imagen que sucedió realmente. Un día paseando con mi perro vi una escena un tanto inquietante en una casa que yo consideraba abandonada. De repente, vi a una a una familia cenando jubilosamente dentro. Eso para cualquier persona puede ser una escena sin más, pero para mí es una pregunta. Es una historia amputada que el escritor va a intentar crearle su prótesis, su respuesta. Un juego entre la realidad y ficción que acaba siendo todo ficción.

P: ¿Cuánto le debe la Flor del rayo a Trigo limpio con la que ganaste el prestigioso Biblioteca Breve?

R: La idea de La flor del rayo ya la empecé a garabatear en mi cuaderno antes de que me entregaran el propio premio una vez terminado Trigo limpio. Están muy solapadas. Lo que pasa es que aproveché el rebufo del propio galardón porque en la promoción un periodista me pregunto, ¿podrás con la presión? Aquella pregunta en un primer momento me la tomé con ligereza, pero me di cuenta de que lejos de sentirme presionado era el disparadero de la historia.

Necesitaba poner a un narrador que se sintiera angustiado por una cuestión parecida y que pudiera contar la historia que yo tenía en la cabeza. En ese sentido, una pregunta que versaba sobre el bloqueo fue el mejor acicate para seguir escribiendo.

“Una pregunta sobre el bloqueo fue el acicate para escribir”

P: “La luz se fue una noche pero la que volvió no era la misma”. Abordas cómo el éxito te transforma y de alguna forma puede devorarte, ¿qué has aprendido sobre la construcción del hecho literario?

R: Me he aproximado a la otra cara de la creación y como en ocasiones los escritores ponemos todas las monedas en el mismo platillo de la balanza de la literatura. Pensamos que escribiendo nos sentimos plenos, y encontramos el camino hacia el que nos dirigimos por decirlo de manera metafórica, creemos que el resto de nuestra existencia también va a encontrar esos pasos.

El escritor de la novela se empeña en buscar una historia para ordenar todo, desde su relación con los padres, su pareja y el vecindario, pero se da cuenta de que quizá no es suficiente para que la vida vaya cómo nos gustaría. Entre otras cosas porque la obligación de la literatura no es salvar nuestra vida, como mucho, es salvarnos del aburrimiento.

P:¿El gran tema de La flor del rayo es el amor y su pérdida?

R: Uno de los grandes temas del libro es el amor, el desamor y la manera de gestionarlo. Lo ciegos que en ocasiones estamos cuando lo tenemos tan próximo, a ras de piel. Es muy fácil que se evapore y el aroma que deja ese amor se difumina y se convierte en irreconocible, que es lo que le pasa a nuestro narrador.

Pero también trata sobre el amor por los seres queridos y la pérdida, también sobre el amor profundo que siente el escritor por la literatura. Donde hay amor siempre hay miedo a que desaparezca, a que sufra la otra parte. Todo eso se convierte en viga maestra de La flor del rayo.

P: Las conversaciones del protagonista con la psiquiatra, con sus padres o su mujer son hilarantes. A ti como escritor te han asemejado a Eduardo Mendoza, ¿cómo se empapa un texto de humor sin caer en el esperpento?

R: Es uno de los grandes retos de escribir literatura en el que uno de los ingredientes importantes sea el humor. Para mí la manera de manejarlo es ser consciente de que detrás de mi humor siempre hay una fragilidad. Ese humor esconde algo que me incomoda y así lo mantengo a raya para que no se me vaya al esperpento. Lo he averiguado mientras escribía y lo he averiguado mientras lo leía.

Por otro lado, el humor me parece una herramienta utilísima a la hora de ofrecerle un espejo a la realidad que yo quiero retratar en la novela, en este caso el método estrafalario de un escritor que no duda en atravesar cualquier línea con tal de apresar su propia historia. Y entonces, cuando tú llevas al extremo ese método de escritura, te encuentras con una especie de disparate o parodia.

“La mejor puerta para entrar en la ficción es la realidad”

P:¿El bloqueo del escritor es una falacia, un recurso literario o realmente está ahí?

R: El bloqueo del escritor es algo que debemos analizar con naturalidad porque es algo consustancial a la creación, incluso en algunos ámbitos que no tienen que ver con la manifestación artística. Hay momentos de parálisis pero sencillamente se trata de poner el foco en otro lugar. Yo siempre digo que el escritor está escribiendo, incluso cuando no lo está haciendo, porque está ordenando, conectando, mirando, intentando explorar por dónde tirar.

En este sentido no he sufrido grandes parálisis, pero sí he tenido mi momento y siempre lo he colocado como un momento fértil que me está llevando a otro lado. Lo que pasa es que el cine, la literatura, lo hemos utilizado como tema y con el paso del tiempo se puede convertir en una especie de cliché.

P: Se publica mucho y de todo tipo de géneros, ¿crees que es un momento dulce o una maraña donde es difícil perderse?

R: Es cierto que se publica muchísimo. En los últimos tiempos encuentro a escritores que verdaderamente me fascinan [Cita a los autores Alex Parra y Jaime Arracó], pero la cantidad hace que el bosque sea tan espeso en ocasiones que lo que genera en el lector pasional es una sensación de ansiedad, de que no llegas a todo, pero los libros que te tengan que llegar lo harán en su momento.

Obviamente, un equilibrio entre curiosidad, ganas de saber y también creer un poco en en la suerte que hay en todo lector de encontrar el libro en el momento adecuado con tus emociones y tu vida en un estado determinado. Eso hace que los libros cobren un protagonismo en tu existencia porque leerlo todo es absolutamente imposible.