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Cine

'El triunfo', teatro y comedia humanista por la reinserción de los presos

  • Se estrena la película de Emmanuel Courcol, mejor comedia del año en los Premios del cine europeo

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Imagen de 'El triunfo', de Emmanuel Courcol.
Imagen de 'El triunfo', de Emmanuel Courcol.

Una representación de La Illiada a cargo de unos presos en el centro penitenciario de Meaux convenció a Emmanuel Courcol de que debía rodar El triunfo, su película premiada como mejor comedia en los Premios del Cine Europeo y en la que explora el papel del arte en la reinserción de los presos.

El triunfo eleva el nivel de las comedias francesas que todos los años llegan a la cartelera por su mimado guion y un optimismo humanista equilibrado con cierto realismo. Su trama no es una fantasía: es una versión libre de una historia real ocurrida en Suecia en los años 80 cuando un director teatral, Jan Jönson, elaboró un montaje con presos que giró exitosamente por escenarios del país.

Courcol traslada a Francia la trama. Etienne (Kad Meran), un veterano actor que aún aspira al éxito, consigue un trabajo alimenticio como profesor de un taller teatral para presos. La obra, Esperando a Godot, de Samuel Beckett es también una involuntaria metáfora de la vida carcelaria: un continuo esperar, un callejón sin salida, un absurdo. O como dice el personaje a sus alumnos: “Hombres ociosos esperando a alguien que no llega, ¿no os suena?”.

La cárcel, un mundo dentro del mundo, es una realidad oculta para la mayoría y su conocimiento depende en gran medida de las representaciones culturales, a menudo cargadas de exageraciones narrativas. “Como todo el mundo, no conocía bien la cárcel. Hasta que yo mismo hice un taller en la mayor cárcel de París y mis ideas preconcebidas cambiaron”, explica el director. “Primero, con los presos: no son gente a la que tener miedo, sino completamente normal y, sobre todo, contentos por conocer gente de fuera. No hay sensación de peligro”, describe el director en una entrevista para RTVE.es.

"El arte es vital para los presos"

Su experiencia, plasmada también en un documental, le ha convencido de que queda mucho camino por avanzar. "La película plantea una pregunta a la sociedad. Creo que el arte es siempre algo absolutamente necesario. Incluso más necesario si hablamos de presos, se podría decir que es vital. No lo saben porque lo ignoran, pero una vez se lo ofreces se dan cuenta de que tocan algo esencial".

Courcol, de 64 años, fue actor y no esconde su identificación con el protagonista. "He vivido como actor las frustraciones, los sueños que no se cumplen, la espera del trabajo, la necesidad de reconocimiento. También Kad Meran lo entendía bien: fue famoso ya mayor, hizo todo tipo de trabajos. La gloria le llegó tarde, pero lo normal es que la gloria no llegue", reflexiona.

De hecho, esa es la cuestión central de El triunfo: ¿qué es el éxito?. "Sí, el título es irónico. Para los presos suponen una serie de triunfos, también el de la libertad. Y para Ettienne es un triunfo inesperado porque se autorrealiza a través de su experiencia como profesor". Lo que es innegociable para Courcol es el humanismo."Me gusta hacer películas que llevan esperanza. Creo que todo es ya es bastante desesperante y sombrío. Que los demás que hagan eso, pero yo quiero hacer una película así".

“La cultura tiene un peso enorme en las prisiones francesas”

Hace 10 años, los hermanos Taviani ganaron el Festival de Berlín con César debe morir, en la que presos de una cárcel de máxima seguridad interpretaban a Shakespeare como acto terapéutico. ¿Qué puede hacer el teatro por la reinserción?

Irene Muscari, coordinadora cultural de instituciones penitenciarias y reinserción en Francia, fue quien introdujo a Courcol en la realidad carcelaria y en sus programas teatrales. “Llevo 14 años y todo puede ser mejorado, pero la cultura en las cárceles de Francia tiene un peso enorme. Hay obstáculos, porque la cárcel no está hecha para la práctica artística, de alguna manera estamos forzando el sistema”.

Para Muscari, los beneficios tienen incluso aplicaciones puramente pragmáticas. “El reto actual es que la cultura debe participar no solo en la reinserción social de los detenidos, sino a la reinserción profesional también porque puede enseñar las reglas del trabajo a una persona que lleva años sin acceder al mercado laboral”.