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Si Hopper escribiera Madrid

  • La vida es un cuadro de Hopper en el debut de Carlos Langa como novelista
  • Una historia sobre la soledad y el fracaso, pero también sobre la esperanza

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Detalle de la portada de 'La vida es un cuadro de Hopper', de Carlos Langa.
Detalle de la portada de 'La vida es un cuadro de Hopper', de Carlos Langa.
  • Titulo: La vida es un cuadro de Hopper.
  • Autor: Carlos Langa.
  • Primera edición: Abril 2021.
  • Editorial: Plaza & Janés.
  • Páginas: 384.

"Yo quise ser Tom Sawyer, aunque seguramente estaba más cerca de convertirme en Muff Potter."

Esta frase, cargada de desesperanza, es la confesión con la que se nos presenta Pablo, el protagonista de La vida es un cuadro de Hopper, la primera novela de Carlos Langa.

Pablo es un treintañero recién llegado a Madrid con poco más que lo puesto y el sueño de convertirse en actor. No tiene un plan B. A duras penas puede decirse siquiera que tenga un plan más allá de ir sobreviviendo “hasta que suceda cualquier cosa que lo cambie todo”. Esta esperanza es el faro que ilumina sus pasos en la gran ciudad, aun cuando tiene la certeza de que ese algo nunca sucederá.

La angustia y la soledad que transmiten los cuadros de Hopper (que dan título y contexto a los capítulos) impregnan ese Madrid por el que el protagonista deambula sin rumbo. Desde las alocadas y vacías noches de desenfreno, a la precariedad económica y laboral que le toca vivir. Sin embargo, en medio de toda esa miseria emocional conocerá a dos personajes que le darán una nueva visión de sí mismo y que cambiarán su vida: Elia, una guarda jurado del Museo Thyssen, y el fantasma de Pío Baroja.

Portada de la novela 'La vida es un cuadro de Hopper'

Portada de la novela 'La vida es un cuadro de Hopper' P&J

Al igual que sus paseos por Madrid, la vida de Pablo no tiene rumbo. Llega a la ciudad huyendo de su barrio, de su pasado, de una vida marcada por el fracaso, las privaciones y las dificultades. Su sueño de ser actor no es más que un vago pretexto para justificar su llegada a la capital y la huida, condenada de antemano, de sí mismo.

El fatalismo parece acompañar al protagonista en cada paso que da (“a veces pensaba que solo había ido a esa ciudad para tener un bonito marco en el que fracasar”, llega a decir), pero, aun así el amor se hace un hueco en su vida. Es amor es, en cierto modo, acomplejado porque, durante el verano en el que transcurre la novela, Pablo tiende a situarse en un plano de inferioridad respecto de los demás. Según su percepción, todo el mundo tiene vidas apasionantes, éxito en el trabajo, viaja… menos él, que se siente atado a trabajos precarios y lastrado por sueños imposibles.

Con una mezcla de existencialismo, humor, crítica social y tintes de realismo mágico, Langa hace que la historia fluya de forma natural. “Todo es un aprendizaje mate hacia la nada”, dice Pablo al principio del libro, pero incluso en esa nada hay esperanza y en ese aprendizaje mate puede haber destellos de brillantez.

De Instagram a la novela

La vida es un cuadro de Hopper surgió a raíz de los diálogos que Carlos Langa ponía en su cuenta de Instagram a los cuadros del pintor estadounidense. El tono de estas conversaciones ficticias, a un tiempo triste e irónico, es el que podemos leer en la novela.

La pandemia retrasó el lanzamiento del libro durante un año en el que, como publicó Michael Tisserand en Twitter, “Todos somos pinturas de Edward Hopper ahora”.