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Sant Donís o el día de los enamorados valencianos

  • Cada 9 de octubre es tradición regalar a la persona amada unos dulces envueltos en un pañuelo (la mocadorà)
  • De los obradores valencianos salen 30.000 kilos de mazapán en forma de pequeñas frutas y petardos

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Los mazapanes que se regalan los enamorados en el 9 de octubre en Valencia tiene forma de frutas y petardos
La tradición de la mocadorà se remonta a época medieval y se ha conservado hasta nuestros días

La ciudad de Valencia y el área metropolitana tienen su particular 14 de febrero, su propio San Valentín. Es el 9 de octubre y la onomástica, San Dionisio o Sant Donís en valenciano. Estos días, los escaparates de pastelerías y confiterías se llenan de unos pequeños dulces, mazapanes con forma de frutas o petardos, de vivos colores y bocado apetecible. La tradición señala que el enamorado o enamorada regale a su pareja unos cuantos mazapanes envueltos en un pañuelo, o mocador. De ahí la denominación de mocadorà al obsequio, que se remonta a la época medieval.

Cuenta Vicent Baydal, historiador y cronista de la ciudad de Valencia, que no hay una gran investigación concluida que revele todas las incógnitas sobre el origen de la tradición. “Sobre el siglo XV, debido a la influencia islámica que existía en el Reino de Valencia, había un uso del azúcar en territorio valenciano que no era habitual en el resto de Europa. Así, en las festividades, eran comunes los regalos en forma de dulces, mazapanes y demás”. Estos obsequios se fueron vinculando a la celebración del 9 de octubre, día en que Jaime I y sus tropas entraron a la ciudad de Valencia en 1238 y que se conmemora desde un siglo después cuando, en 1338, Pedro el Ceremonioso instauró la celebración.

Frutas de la huerta y petardos

Un poco más adelante en la historia, los dulces fueron adquiriendo formas definidas. En especial, dos muy vinculadas al ideario valenciano. Por un lado, la pirotecnia, concretamente los petardos denominados piuleta y tronador, y, por otro, las frutas de la huerta valenciana. Estas representaciones han llegado hasta nuestros días.

Existen muchas teorías al respecto de la tradición, pero, según Baydal, no hay documentación clara del hecho que fuese una protesta contra la supresión de Los Fueros. “Lo que sí que es destacable”, afirma Baydal, “es que, a partir de 1707, después de la batalla de Almansa y la derrota en la Guerra de Sucesión, los valencianos pierden sus instituciones y se inicia un período de represión en el que se intenta hacer olvidar todas las tradiciones anteriores. Por ejemplo, el 9 de octubre deja de celebrarse de forma institucional a partir de 1708. Sin embargo, las clases populares mantienen la mocadorà, a pesar de la ausencia de actos oficiales en el día de los valencianos”.

Hoy en día, una vez restaurada de forma oficial la celebración del 9 de octubre desde los años 30 del siglo XX, se ha generalizado la mocadorà, que ha sobrevivido a diferentes generaciones.

Un Sant Donís marcado por la pandemia

Los pedidos por internet se han convertido en un 15% o un 20% del total

Sin embargo, ni siquiera las tradiciones más arraigadas permanecen ajenas a los efectos del coronavirus. En el caso de las pastelerías y su día grande en Valencia, tampoco. “Hemos tenido un poco de miedo a la hora de producir”, confiesa el confitero Carlos Jericó. “Sin embargo los clientes han mantenido los pedidos habituales y no hemos notado un gran descenso en los encargos”. Eso sí, se impone el método telemático. “Los pedidos por internet se han convertido en un 15% o un 20% del total: los clientes que ya teníamos online repiten y se han ido añadiendo nuevos, sobre todo en los últimos meses. Nos llama mucho la atención la gran cantidad de pedidos que enviamos fuera de nuestras fronteras”, afirma Jericó, cuyo escaparate ha sido reconocido como el mejor por el Gremio de Maestros Confiteros.

Aparecen, también, variantes al mazapán clásico. Teresa Ricart, desde Trufas Martínez, propone un Sant Donís para los más chocolateros. “Las frutitas las hacemos en chocolate, rellenas de praliné”, afirma Ricart. “Es fruta liofilizada, el color y el sabor lo da la propia fruta y las hacemos con fresa, manzana, piña, plátano, ciruela… y naranja, por supuesto”. O Salvador Pla, considerado el mejor pastelero del mundo en 2018 y que aporta desde Pastelería Monpla una figurita con forma de calabaza, elaborada con calabaza asada y algo menos de azúcar y almendra de lo habitual.

La tradición se está fortaleciendo y expandiendo

Cambian las costumbres, pero no el alcance de la mocadorà. Más bien todo lo contrario. Según Vicent Baydal, “la tradición se está fortaleciendo y expandiendo. Antes esto era más típico de la huerta de Valencia, sobre todo, porque estaba vinculada a la conquista de la ciudad, pero últimamente también se celebra en otras poblaciones”. Y es que ni guerras ni épocas de represión ni pandemias pueden acabar con el más dulce de los bocados valencianos.