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'Gente en sitios', la pequeña gran joya del cine español se estrena en Toronto

  • Juan Cavestany dirige una delicia surrealista sin apenas medios
  • Participa el mayor reparto del cine español en años
  • Entrevistamos a Juan Cavestany antes de viajar a Canadá

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Escena de 'Gente en sitios', de Juan Cavestany

Gente: Juan Cavestany. Sitio: Toronto. El cineasta y dramaturgo presenta en el Festival de cine internacional el estreno mundial de su última película. Como uno de los múltiples personajes que habitan la cinta, Cavestany se mostraba extrañado antes de partir -“voy de mendigo y con pudor”, dice.

Lo cierto es que Gente en sitios es una película pequeña, mínima, grabada son una cámara de mano como cualquier película casera. Pero también contiene el mayor reparto del cine español del año (o años): Maribel Verdú, Santiago Segura, Antonio de la Torre, Adriana Ugarte, Eduard Fernández, Javier Gutiérrez, Raúl Arévalo, Irene Escolar, Alberto San Juan, Martiño Rivas, Ernesto Alterio, Carlos Areces o Tristán Ulloa entre otros. Y, sobre todo, participa del enorme talento de Cavestany para construir escenas deliciosas, misteriosas y confusas. El único heredero de Luis Buñuel cruza surrealismo y humor para seguir indagando en la veta creativa de sus películas (Dispongo de barcosEl señor) o de sus obra teatrales (El traje).

El Festival de Toronto, puerta de lo más interesante que llegará a las pantallas en los últimos meses del año, lo ha incluido en la sección Vanguard,  destinada a las obras que aporten luz sobre el futuro del cine.

PREGUNTA: ¿Cuál es el plan de rodaje para contar con tantas localizaciones y actores?

RESPUESTA: Ha sido complicado y fácil porque hemos rodado a lo largo de varios meses. No había plan de rodaje, lo he hecho cuando me lo han permitido mis otras ocupaciones, rodando una escena por semana. Ha sido muy flipante como todos los actores que he llamado han querido participar. A todos les ha intrigado, más que por lo que yo he hecho, por cómo les planteé la película. Además, se hace poco cine, y lo que se hace en televisión es sota, caballo, rey.  

Una de las mayores frustraciones del cine es localizar porque depende de cuestiones económicas o de permisos. Y una de las mayores liberaciones es que voy a rodar donde me apetezca. Es uno de los mayores placeres de la aventura del cine: encontrar los sitios.

P: Da la impresión de que te diviertes mucho rodando en la línea de Dispongo de barcos y El señor.

R: Dispongo de barcos es un viaje paranoico a rincones un poco oscuros. El señor tiene algo más de divertimento pero solo con un actor, una experiencia muy ermitaña. Gente en sitios es una reacción a eso. Una de las fuentes  son ideas mías, retales de cosas, de proyectos que no salieron o ideas sueltas. Había otras escenas que estaban inspiradas con la realidad. Y otras que surgían del encuentro con gente que me venía con ideas concretas. La película es una especie de diario de lo que han sido estos seis meses.

P: “El misterio es el elemento clave de toda obra de arte”. Esta frase de Luis Buñuel, con quien se te identifica,  podría ser tu divisa.  

R: No conocía esa frase, pero cuando he dado talleres subrayo ese concepto ¿De qué va todo? Del misterio. Lo que me interesa y motiva como espectador es lo misterioso, lo que no es aparente, lo que está oculto. La relación con Buñuel es directa en esta película. El origen de Gente en sitios es esa reacción a El señor que te contaba antes, también un taller de José Sanchís Finisterra sobre Kafka que me descubrió el mundo de fragmentación de su obra, y, la otra pata sería esa película fantástica de Buñuel que es El fantasma de la libertad, una película de piezas, aunque no tan fragmentada. Y la influencia en comedia es  El ángel exterminador. Se me quedó marcada a fuego de pequeño: ¿Por qué no pueden salir de la cassa? En no entender nada estaba todo el disfrute de la cosa: el qué está pasando, qué va a pasar como pregunta elemental y necesaria del drama, de la experiencia dramática como espectador. Creo que hay una búsqueda constante de algo.  Los actores me preguntaban ¿esto de que va?  Y les decía, “siempre tenemos que transmitir la sensación de movimiento hacia algo, hay una pulsión hacia algo, no hay escenas contemplativas mías como autor.

P: Los personajes viven desnortados, extrañados, no saben decir ni comunicar lo que les pasa. 

R: Pero el que está desnortado, no sabe qué decir, es porque quiere decir algo. Para mí es un tipo que quiere encontrarse en el mundo. Que estamos desnortados o desorientados ya lo sabemos, lo que temo con las cosas que hago, y que me frustraría mucho, sería quedarme con que he contribuido a que todo es un caos y estamos perdidos. Eso me parecería un ejercicio pobre por mi parte. Lo que me motiva es buscar qué es lo que estamos intentando. Es parte de la misma bola, pero es lo que mantiene la bola en tensión.

P: El llamado cine low cost se difumina. Ya no se sabe si es una reacción a la industria o la única opción posible.

R: Me preocupa la denominación low cost, no me gusta nada aunque tampoco quiero ir de renegar etiquetas. Low cost me remite a algo de calidad inferior. Es extraño. Para mí, lo valioso es vencer la inercia del momento, de lo depresivo, de la inviabilidad de las cosas. Lo que yo estoy haciendo es sobrepasar eso, salir y hacer pelis. Pero tiene un lado oscuro: que estamos por un lado demostrando, entre comillas, que se puede hacer con menos y existe el peligro de que mañana alguien le vaya a un actor de mi película y le diga: “oye pero si has estado haciendo una peli por nada. Bájate el precio de la sesión”. Me aterrorizaría que eso pasara.

P: Aunque no se consuma masivamente, ese cine de presupuesto muy bajo tampoco tiene un retorno económico claro.

R: El peligro es que se produzca un abaratamiento de todo. El gran reto es conseguir romper la barrera de lo comercial. No estamos consiguiendo llegar masivamente. Al final, las películas están hechas para que se vean. No me gustaría que lo del low cost se quedara en películas para ti y tus amigos. Que sea algo posible industrialmente todavía no ha pasado. Para mí, Gente en sitios es un intento de abrir una veta hacia lo comercial, que no es más ni  menos que la gente lo pueda ver.

P: Que la gente lo vea y que tenga un retorno para el autor son cosas que ya no tienen relación directa.

R: Lo que pasa es que esto está sucediendo en el momento más difícil para que ocurra este retorno, la gente no va ni a ver El llanero solitario.  Ahora ya no estamos sufriendo los efectos, estamos ya en el páramo de después. Es difícil imaginar cómo reconducir esto. Decir bajarse una película es ya sinónimo de encontrar, coger. Es lo normal.

P: Parece que el grueso de la narración se ha pasado a la televisión y el cine queda para lo más experimental.

R: Claro, en el cine está el megaespectáculo, que también está en miedo crisis, y el nicho de la autoría. Y lo intermedio, la escritura dramática potente, la narración, la trama, el género, está en la televisión. No creo que el cine esté en crisis, creo que la falla está en el mercado. Creo que la ficción audiovisual está en auge. El boom de la tele viene del cine, pero curiosamente para mí también bebe del teatro. Coyunturalmente, en España la genta va menos al cine y como el teatro no sufre eso, se ha visto beneficiado. Me alegro por el teatro, me da pena por el cine y tengo expectación por la tele. El estado de la ficción hay que medirlo por las tres cosas. Y viendo las tres, es bueno.

P: ¿Quieres continuar en esta línea?

R: Si quiero, pero estoy en ese dilema: ¿Con esto contribuyo a la industria o desarmar más lo que hay? Uno hace lo que puedo. Tengo la sensación de que he aportado algo a la gente que ha trabajado en esto. A Maribel, a Eduard, a Raúl. A mí eso me hace querer seguir indagando. Me gustaría seguir con este formato,  pero también me gustaría tener un poco más dinero y hacer algo más convencional. Con el formato de producción de gente en sitios se puede perfeccionar y puede acabar  encontrando otras vías o plataformas de explotación.