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Un premio justo a Caballero Bonald

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Página 2 - Entrevista: J.M. Caballero Bonald

Me van a permitir que no dedique estas líneas a glosar la figura de José Manuel Caballero Bonald dado que ya lo han hecho otros en estas últimas horas y poco más hay que añadir.

Recordar que es uno de los grandes poetas vivos españoles, que pertenece a una de las generaciones literarias más productivas del siglo XX, la de los 50, junto a ilustres como Juan Marsé o Francisco Brines, es algo que ya habrán leído en los resúmenes de prensa o, sin ir más lejos, en esta misma web de TVE.

Pero sí me van a permitir que recuerde brevemente su paso por 'Página 2', en enero de este mismo año, a raíz de la publicación de su último poemario, el biográfico Entreguerras (Seix Barral).

Siempre hemos entonado un mea culpa desde el programa por lo poco que hablamos de poesía, algo que por otro lado suele ocurrir, en general, en los medios de comunicación. Pues bien, la publicación de este libro nos pareció un buen momento para intentar redimirnos.

Recuerdo que el poeta llegó jovial y con toda la generosidad del mundo al encuentro, lo que es de agradecer cuando hay que rodar un programa de televisión. Conocía 'Página 2' y me consta que desde que le plantearon nuestra invitación, no puso ningún problema en viajar hasta Barcelona para ser entrevistado y regresar el mismo día a Madrid.

Fue una charla plácida, instructiva y entrañable, donde el escritor andaluz, a sus 86 años de edad, nos regaló lo que, en nuestra profesión conocemos como perlas periodísticas. Bonald afirmó que "la poesía no se alcanza nunca del todo, y es una manera de aproximarse a lo que está detrás de la realidad".

En relación a si el poeta debe ser un escritor comprometido, prefirió hablar más de "compromiso estético" ya que lo que debe hacer el poeta es escribir de la mejor manera posible. Recuerdo que no se mostró especialmente contento con el estado de salud de la poesía española actual. De hecho fue rotundo al afirmar que ese estado de salud es "precario".

Renuncia a su condición de novelista

Discurrió el encuentro por otros derroteros. Hablamos de su condición de novelista, de la que afirmó haber renunciado, ya que ha dejado de tentarle como ejercicio creativo.

Pero me van a permitir que a modo de despedida y homenaje, les confiese dos impresiones que me quedaron grabadas en aquella tarde que pasamos juntos en la sala de espejos del Liceo barcelonés.

Una tiene que ver con la tristeza que se percibía en su mirada al hablar del maltrato sufrido con respecto a su fracasado ingreso en la Real Academia Española de la Lengua, una de esas injusticias que algún día alguien deberá explicar.

Y la otra tiene que ver con la sonrisa ladeada que dibujó y el brillo que iluminó sus ojos al referirme a él como a un poeta de barra. Les puedo asegurar que por esa mirada de escritor octogenario pasaron por un instante los rostros de Carlos Barral, Gil de Biedma, Ángel González y todos esos autores amigos con los que durante años consiguió que las noches fueran interminables, entre rimas y tragos, siempre a la búsqueda del último bar.