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Laurent Gounelle, experto en 'coaching'

"Un buen jefe es el que anima a sus trabajadores para que se sientan bien"

  • No me iré sin decirte adónde voy, entre los primeros puestos en ficción
  • Gounelle habla con RTVE.es de miedos, amores, fracasos y errores

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Laurent Goudelle, hoy, en Madrid.
Laurent Goudelle, hoy, en Madrid.

No me iré sin decirte adónde voy (Planeta, 2011) es un viaje con forma de novela sobre los sentimientos que tenemos los seres humanos, una entretenida caricatura de los miedos que tanto nos marcan la vida.

Caricatura que, por cierto, ha vendido en Francia más de 1 millón de ejemplares y que en España ya va por la décima edición. En RTVE.es nos hemos preguntado el porqué de tanta euforia y quién mejor para explicárnoslo que su autor, Laurent Goudelle.

Economista de carrera, Goudelle dejó hace unos años los números para irse a EE.UU. a especializarse en coaching, que es lo que realmente le apetecía. Allí se hizo experto en lo que en español podríamos denominar “desarrollo personal” y, cuando volvió a Francia, montó su propia empresa. Pero poco después la vendió para dedicarse a escribir. Fruto de esta última decisión es este segundo libro. El primero no pasó tampoco desapercibido: El hombre que quería ser feliz fue bestseller internacional.

- Tu libro, según se explica en él, no es de autoayuda. ¿Qué es un libro de autoayuda entonces?

Los libros de autoayuda son para mí las guías prácticas que te dicen lo que tienes que hacer; y lo malo que tienen, desde mi punto de vista, es que esos consejos luego se te olvida llevarlos a la práctica. Yo creo que a través de la novela llego mejor al público, porque la gente se acerca al personaje que yo he creado y se identifica con él y con sus sentimientos.

Gente que va al trabajo como si fuera al matadero

- Uno de comentarios que hace Alan, el protagonista, es que la gente va a trabajar como si fuera al matadero… Y esto no me digas que es ficción. ¿Qué nos pasa?

Pues sí, la gente va muchas veces al trabajo como si fuera al matadero por muchas razones. Y éstas vienen de uno mismo y también de la empresa.

Lo cierto es que muchas personas querrían dejar su trabajo y no lo hacen porque ahora, por ejemplo, no es buen momento; pero también ocurre que tienen miedo a lo desconocido, a realizar sus sueños. Y luego tenemos a las empresas, que cada vez fomentan más el individualismo, porque piensan que lo importante es el resultado individual, y reducen la pausa café –por poner un ejemplo– y las personas se sienten solas, porque no comparten nada con sus compañeros. Normal que sientan que van al matadero.

Y te doy un dato: la semana pasada salió una encuesta en Francia que decía que una tercera parte de los empleados quiere dejar su trabajo. ¡Esto es lo nunca visto! Y cada día hay más ejecutivos que se marchan, que dejan sus trabajos para dedicarse a otra cosa aunque ganen menos y que reducen su tren de vida y hacen lo que deseaban.

- ¿Por qué las empresas piensan tan poco en los trabajadores?

Pues yo creo que porque antes las empresas eran de los empresarios y cuando éstos tomaban una decisión sabían a qué trabajadores afectaba, porque los conocían.

Ahora las empresas son de unos financieros que ni están allí físicamente y encima toman decisiones inhumanas sin parpadear.

"Los psicópatas de traje ni parpadean"

- Claro, y es ahí cuando llegan “los psicópatas de traje”…

(Se ríe, a pesar de la poca comedia que lleva la pregunta). Sí, es que esos "psicópatas de traje" aplican lo que les dicen los financieros, sin parpadear tampoco y sin pensar en sus trabajadores.

- ¿Por qué hay tantos malos jefes? ¿Qué crees que debe caracterizar a un buen jefe?

Actualmente, cuando uno es jefe tiende a pensar que debe hacer cosas que son de todo menos positivas: controlar a los trabajadores, presionarles para conseguir resultados, trazarles objetivos imposibles de realizar en el tiempo dado, mirar al minuto los tiempos de descanso…

Hay que hacer lo contrario: ser un buen jefe es respetar al trabajador, escucharle –porque lo que pueda decir él puede ser tan importante o más que lo que el jefe diga–, lograr que los trabajadores se sientan satisfechos y realizados, lo cual no quiere decir que no haya que ser exigentes. Hay que cuidarlos.

La empresa, para mí, es un lugar en el que todos están –o deberían estarlo- motivados por el mismo proyecto. El jefe, pues, debe ser un animador para conseguir que la gente se sienta bien y dé lo mejor de sí.

- ¿Por qué nos olvidamos del presente?

Olvidamos el presente por culpa muchas veces de la sociedad de consumo. Te dicen que compres algo para ser feliz y, claro, al final te crees que, si no lo consigues, eres un desgraciado y no paras de pensar en el momento en que te comprarás la tontería en sí.

"Hay que descargar las mochilas emocionales"

-Tú que eres experto en mochilas emocionales… ¿Qué tenemos que hacer para descargarlas?

Pues hay que saber dejar la mochila en el suelo y saber que lo pasado, pasado está y no darle más vueltas. No hay ninguna infancia feliz, salvo la de George Bush. Pero los demás, los que no somos Bush, tenemos que abrir la mochila y sacar peso. ¿Cómo? Pues hablando, comunicando, expresando, desahogándonos.

- ¿Tan convencido estás de que la vida es bella?

¡Claro! La vida es preciosa. Y no necesitamos nada para que sea bonita. No necesitamos ni teléfonos modernos ni coches. Con sólo mirar lo que hay alrededor y respirar debería bastarnos.

Y te digo más: una crisis como ésta nos tiene que enseñar eso, que, aunque no podamos pagar la casa de nuestros sueños, da igual. Eso, la casa, no es lo importante. Hay que trabajar menos y ocuparnos de la familia y de nuestras relaciones.

- ¿El ser humano puede cambiar?

Bueno, hay cosas que podemos cambiar. Pero la sustancia, el ser, no se puede cambiar ni se debe. Hay que aceptarse.

- ¿Por qué somos celosos?

Los celos vienen de las comparaciones. Si yo me comparo con los otros y veo que los demás son más queridos que yo, siento celos. Francia, por ejemplo, es un país muy vertical: todos nos comparamos con los otros y nos colocamos entre el de arriba y el de abajo, y esto es sencillamente aberrante. Si uno se quiere a sí mismo no tiene celos. Ése es el remedio para los celos. Quererse.

- ¿Cómo han de ser las relaciones de pareja para que sean buenas o para que duren?

Lo primero que yo destacaría es el respeto. Ha de haber claramente un respeto hacia el otro. Lo segundo es compartir valores comunes, aunque cada uno tenga sus manías y sus inquietudes.

Por otro lado, es importante también saber que el amor pasional, el que sentimos cuando tenemos 18 años, desaparece. Y además, hay que ver todo lo que el otro es y no solo lo que nos imaginamos que es.

La comunicación, obviamente, es también decisiva. Hay que hablar de los sentimientos que tenemos hacia el otro, de las dificultades, y hay que saber expresar los problemas que se tienen con el otro… La manera en que hacemos las cosas es decisiva. Y doy un consejo: reemplacemos los reproches por las demandas, por las solicitudes.

"Las grandes empresas respetan poco los valores"

- ¿Nadie nos impone nada?

Sí, claro que sí. Lo importante es que seamos fieles a nuestros valores, sin dejar que los demás -por ejemplo, la empresa- los pise. Hoy en día, en las grandes empresas se respetan poco los valores muchas veces. Y esto crea grandes problemas de salud mental.

- Muchos seres humanos se pasan la vida intentando complacer a los otros… ¿qué les falta?

En esta sociedad creo que hay demasiada gente que depende de la mirada de los otros, de lo que los demás piensan. Y esto está muy mal. Hay que disociar lo que “yo soy” de lo que “yo hago”. Si algo me va mal, eso no cambia lo que soy. Y la gente lo confunde. Y también confunde el ser y el tener.