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El mito de Antígona viaja a la guerra civil en el Festival de Mérida

  • La actriz y cantante extremeña Bebe protagoniza la obra
  • La 57 edición del festival presenta tres versiones del clásico de Sófocles

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El Festival de Teatro de Mérida versiona la tragedia cumbre de Sófocles

El ‘año Antígona’ del Festival de Mérida ha echado a andar con Antígona de Mérida, una revisión del mito ambientada en la guerra civil. El clásico de Sófocles se representa en tres versiones distintas en el año del estreno de Blanca Portillo como directora del festival. La cantante y actriz Bebe es la Antígona moderna en un reparto que completan Celso Bugallo, Pepe Viyuela y Helio Pedregal.

El autor extremeño Miguel Murillo propone una atractiva revisión que traza una analogía entre historia y mito: en los combates sucedidos en agosto de 1936 sobre el puente romano de Mérida muere un joven (un supuesto Polinices); su hermana Margarita (Antígona), desobedeciendo el bando, recupera el cadáver del campo de batalla para enterrarlo dignamente. El capitán de la Legión (Creonte) enfurece y condena a la joven. La potencia de la propuesta reside en que los personajes de la obra se encuentran presos en las mismas ruinas del teatro romano, invirtiendo los términos del juego teatral, y convirtiendo al espacio escénico en el espacio real. El espectador súbitamente parece haber viajado en el tiempo. “¿Dónde está el público? ¿Quienes son los actores? ¿Nosotros?”, se pregunta un miliciano en escena.

Helena Pimenta, nueva directora de la Compañía nacional de teatro clásico, dirige una obra que cuenta con más de veinte actores y que se aprovecha la desnudez de las ruinas para intensificar la verdad del drama.

El teatro como salvación

La anécdota dramática fuerza el mito hacia lo verosímil: el lenguaje es corriente, las palabras de Sófocles apenas se encuentran en el texto de Murillo. Lo que queda es Antígona (Margarita) como símbolo de la desobediencia civil hacia las leyes injustas. En palabras del clásico:

Si acata las leyes, la justicia que a los dioses jurara, la patria enaltécese entonces; indigno es en cambio cuando osa infringirlas. No quiero que a mi altar se aproxime o consiga conocer mi pensamiento el que proceda de este modo, jamás.

Mito al margen, la obra expone la función del teatro y la cultura como fuente de entendimiento. Identifica a la II República con esa utilidad: los personajes/actores añoran el estreno en 1933, durante la primera edición del fetival, de Medea de Séneca, en versión de Miguel de Unamuno, a la que asistió el presidente de la república, Manuel Azaña. El viejo profesor que interpreta Celso Bugallo (Mar adentro, Amador) personifica esa fuerza: "Es un personaje muy ligado a mi vida. Ama el teatro y ha sabido aleccionar a sus alumnos. Defiende una institución milenaria: el teatro. Está convencido de que es una herramienta útil para todos nosotros".

Su antagonista en esa dialéctica es el Capitán Sierra/Creonte, representación del poder tiránico e injusto, que da vida Helio Pedregal. "El teatro nos invita a la esperanza, a la reconciliación; nos invita a dedicarnos a las maravillas y evitar las tragedias. El valor esencial del teatro es que los rincones oscuros se iluminen", explica Pedregal.

Pepe Viyuela aprovecha su vis cómica en su papel de actor ciego (trasunto de Tiresias) "que no quiere ver la realidad; mi personaje no entiende que un escenario se vivan escenas de destrucción".

Las otras Antígonas

Antígona de Mérida, que se representa hasta el 17 de julio, es solo la primera de las tres funciones que recogen el mito en esta edición. El 20 de julio se estrena La Antígona del siglo XXI, adaptación de Isidro Timón y Emilio del Valle protagonizada por Ana Allen. Y el 11 de agosto, el plato fuerte: Antígona, la adaptación del texto de Sófocles por Ernesto Caballero, con Marta Etura, Antonio Gil, María Botto, Antonio Amarilla y, en un pequeño papel, la directora del festival, Blanca Portillo.