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Muere el físico que acuñó el término 'agujero negro'

  • Entre otros logros, John Wheeler participó en el proyecto Manhattan que desarrolló la primera bomba atómica

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La vida de John Wheeler se apagó este domingo, 13 de abril. El físico estadounidense moría a los 96 años en su casa de Nueva Jersey debido a una neumonía, según la BBC. Wheeler era considerado uno de los físicos teóricos más destacados del siglo XX en Estados Unidos.

John Wheeler nació en Florida en 1911. Su meteórica carrera le llevó a obtener el doctorado de física a los 21 años en la Universidad John Hopkins. A los 24 años, después de contraer matrimonio, se transladó a Copenhague donde se inició en la física cuántica de la mano del premio Nobel Niels Bohr. Además, con tan sólo 27 años, Wheeler conseguió una cátedra en Princeton desde donde impulsó la incorporación del estudio de la gravitación al resto de la física.

Creador de términos

El nacimiento de la célebre expresión "agujero negro" se produjo en 1967 durante una conferencia en Nueva York. El científico estadounidense inventó el término para describir un objeto tan colapsado de actividad gravitatoria que no deja escapar los fotones de luz.

Pero la aportación a la ciencia de Wheeler es más prolífica. Uno de sus hitos científicos fue su participación en el projecto Manhattan, que desarrolló la primera bomba atómica; sin olvidar que el visionario físico fue uno de los últimos colaboradores de Albert Einstein.

En 1973, Wheeler publicó junto con dos colegas el libro de divulgación 'Gravitation'. A través de las casi 1.300 páginas, se popularizaron fenómenos muy complejos gracias a sus explicaciones muy claras y con humor.

El agujero sin pelo

Una de las anécdotas de la vida de Wheeler se debe a su inventiva para el lenguaje. Su metáfora 'un agujero negro no tiene pelo', que expresa que desde la esfera imaginaria que envuelve el agujero negro no puede sobresalir ninguna propiedad magnética, armó gran revuelo en 1969 y le valió la crítica de los editores de revistas científicas.

Para muchos de los colegas de Wheeler resultaba difícil de creer que este hombre de espíritu comedido, gentil  y conservador fuera consciente de las posibles interpretaciones obscenas de su término. Aún así, la atrevida metáfora fue, poco a poco, adoptada por la comunidad científica.

Al respecto de este incidente, su alumno y premio Nobel, Richard Feymen, sentenció "algunos piensan que Wheeler se ha vuelto loco en los últimos años, pero lo cierto es que siempre ha estado loco".