Irma está tan triste últimamente que lo ve todo con malos ojos.

Seguro que le han puesto gafas para que vea con buenos ojos.

Aunque yo no creo que mejore.

Como por la mañana Irma se levanta adormilada

y olvida ponerse las gafas, yo estoy muy pendiente de ella

para que no se deje nada importante antes de salir.

Mira, Irma, aquí está el estuche. Lo voy a poner en tu mochila.

¿Se podrá ver con las gafas a través de los muebles?

¡A formar! Vamos, Irma, que hay que guardarlo todo.

No puedes llegar tarde al cole.

Me temo que Irma no olvida ponerse las gafas.

Yo creo que ni las ve.

(RÍE) Me resulta mucho más cómodo alcanzárselas

que organizarle la mochila.

¡Oh, no! ¡Ah!

¡Ah! ¡Socorro!

¿Eh? ¡Ah!

Ahora entiendo por qué pone esa cara tan seria

cuando las lleva puestas.

Es por el mareo.

Irma está siempre pegada a la tablet, a todas horas.

Ni siquiera quiere ir al parque con sus amigos.

Su mamá dice que no debe esconderse detrás de sus gafas.

Aunque yo creo que realmente se esconde detrás de la tablet.

Irma, no llores, que te vas a estropear las gafas.

(RÍE) Venga, Irma, ráscame la barriguita.

Y te estropearás también los ojos y el día.

(RÍE)

Como siga llorando nos vamos a ahogar.

(RÍE)

¡Uy! Tienes las gafitas empañadas. ¿Me las prestas, Irma?

Seguro que me quedan genial.

¡Hola, abuelita! ¡Hola, hola!

¡No, abuelita! Que si se pone a llorar,

puede inundar la casa.

¡Hala! La abuelita también quiere ser como Irma.

Y si quiere ser como Irma, ¿por qué nunca ha tenido brackets?

(RÍE) Seguro que a ella el dentista se los regala.

(RÍE) ¡Qué guay, qué guay! ¡Ey! Que yo también quiero jugar.

Jopé, abuelita, que no todo se resuelve comiendo.

Que no, abuelita, que no. Yo quiero tener gasas también.

¡Ah, ah!

¡Por fin!

¡Pero si veo fatal!

No entiendo por qué Irma dice que está fea con las gafas.

Si ni siquiera puede verse bien con ellas.

(RÍE) Mira que lista la abuelita, si tiene dos gafas en una.

¿Y para qué le servirán? (RÍE)

Irma le ha confesado a Clara que se siente fea con las gafas.

Y Clara le está explicando todas las ventajas de llevarlas.

Con gafas se ve mejor y se pueden apreciar más las cosas bellas

que de otro modo nos pasarían desapercibidas.

Y como no las ves, ni las vives ni las sientes.

Clara dice que ella al principio de llevar sus gafas

estaba convencida de que la protegían de los demás

y eran como un escudo.

Que se quedaba mirando fijamente a la gente

convencida de que no la veían.

(RÍE) Mira que creer que si llevas gafas los demás no te ven...

Si no te las pones, desaparece todo a tu alrededor.

Y si te las pones, desapareces tú.

Por eso veía tan mal con las gafas de la abuelita.

¡Estaba desapareciendo!

¡Pelayo, Pelayo! ¿Tú no quieres tener gafas?

Pelayo dice que mirar directamente al sol puede dañar los ojos.

Y que si ves una estrella fugaz, debes pedir un deseo.

Pelayo sabe un montón de cosas y a mí me encanta oírlas todas.

Aprendo un montón con él.

Yo creo que Irma no lloraba porque la castigaran sin tablet,

sino porque necesitaba descargarse.

(Truenos)

A mí cuando llueve, no se me ocurre pensar que el cielo está triste.

Incluso del disgusto de Irma pueden surgir cosas bonitas.

Su mamá ha colgado esta noche un papelito en el corcho.

Es la estrofa de una canción que viene muy bien para animarla.

Dice que si los ojos no tuvieran lágrimas,

el corazón no tendría arco iris. Y es verdad.

A Irma después de llorar tanto se le han limpiado los ojitos

y ahora ve diferente.

Aunque a mí, lo que más me gusta

es que la gente llore, pero de risa. (RÍE)

(Música créditos)