¿Saben? Todas las personas tienen algún misterio,

y si mantenemos los ojos bien abiertos,

estos se desvelan ante nosotros.

¡Qué nervios, qué nervios!

Irma está leyendo una novela de misterio,

y yo estoy deseando que deje ya de leer,

y me cuente lo que ha pasado hoy. Venga, venga, cuéntame qué pasa.

Venga, Irma, cuéntamelo ya.

(Música)

No les miento si les digo

que Irma me parece cada día más interesante.

¿Será por las gafas? ¿Porque lee mucho?

¿O porque lleva gafas y lee mucho, sabe muchas más cosas?

(Música)

(RÍE) Ahora puedo elegir.

¿Pero me dejas tus gafas?

(Música)

¿P-p-p-pero qué hace? No lo recojas,

que todavía no he elegido. Irma es un misterio,

me muestra todos los libros, luego me los quiere quitar,

y ahora ya está otra vez llamando a la abuelita

para que la saque de paseo.

¡Uy! ¡Uy!

No sé si será por las gafas,

pero Irma cambia de humor continuamente.

A veces está triste, otras divertida,

o muy enfadada.

¡Pero qué sucias tienes las gafas!

Claro, por eso se pone triste, cree que no ve.

¡Ya lo tengo!

¿Lo ves, Irma? Solo había que limpiarlas.

Seguro que es la abuelita, y el dentista,

y también puedo oler a Pelayo,

que, por cierto, ya va necesitando un bañito.

¡Pelayo, Pelayo, mira qué chulis son las gafas de ese niño!

¡Caramba! Esto de ver tantas gafas distintas me encanta.

¿Verán también diferente?

Voy a preguntárselo a Pelayo. ¡Pelayo, Pelayo!

¿Tú cómo crees que ve la gente detrás de sus gafas?

¿Lo habías pensado, Pelayo?

Jopé, viendo lo adormilado que está últimamente,

empiezo a entender por qué la abuelita y el dentista

me llevan tanto al parque con ellos,

para que les proteja.

(Música)

¿Pero qué es lo que veo? ¡Unas gafas gigantes!

¡Enormes!

(Música)

(RÍE) A mí me quedarían genial.

(Continúa la música)

¡Despierta, amigo! Vamos a ver a través de las gafas.

Ahora parezco supermisteriosa.

¡Ah, me pillaron!

¿Pero cómo es posible que la abuelita

haya ido y venido tan rápido?

Sus gafas son la monda.

¿P-p-pero qué es lo que pasa?

Ahora están allá,

y a no ser que den un salto y vuelen,

no pueden plantarse aquí de pronto e irse hasta allá en un plis plas.

¿Cómo lo harán? ¡Cómo mola!

Me encantan las cosas que se ven por estas gafas.

¡Es emocionante!

¿Quieres mirar tú, Pelayo?

¡Guay! Nunca había visto mariposas tan grandes.

Yo quiero unas gafas como estas.

(ASUSTADA) ¡Pelayo, socorro!

¡Las gafas del dentista son mágicas!

Las enormes gafas del dentista no son mágicas,

por lo visto, sirven para acercarnos aquello que es difícil de ver

porque está lejos, o para observar a seres muy tímidos o asustadizos.

Cleo, la espía, y voy a averiguar qué pasa en este barrio.

(Música de espías)

(RÍE) ¡Qué mona está la abuelita!

¡La abuelita tiene un monstruo en la cabeza!

¡Tengo que protegerla, tengo que salvarla!

¡Atrás, malvado!

(GRITA)

¡Ja!

Te salvé, abuelita.

(RÍEN)

(Música)

Ahora nadie me ve.

(Continúa la música)

Esto de posar con un trozo de pelo de otra persona, es rarito.

Aunque es poco castigo si tengo en cuenta

que le he arruinado el moño a la abuelita.

(RÍE) Es un misterio que el dentista no encuentre sus prismáticos.

Como con estas gafas se puede ver todo de cerca,

mañana se las devuelvo para que pueda buscarlas mejor.

¡Ah! Se me olvidó decirles

que si se ponen estas gafas al revés,

se ve todo superchiquitito.

Me encantan los misterios.

(Música créditos)

(Continúa la música)