Sábado a las 14.00 horas
(Música)
(Música)
Cuando la encina pasa de los 100 años
crece anualmente menos de un milímetro el grosor.
Crece mucho en los primeros años y así, poco a poco.
No llega nunca a los 5 milímetros del anillo de crecimiento.
Ese que vemos ahí, podemos hablar de un diámetro de 55 o 60.
Pasa de los 150 años esa encina de ahí.
Esta que estamos viendo aquí
puede tener un diámetro de 40 cm o 45.
Ya tiene 100 años seguramente.
Aquella que vemos allí al fondo, un poco más pequeña,
parece que tiene algún problema sanitario,
pero es mucho más delgadita.
Puede tener sus 50 años.
Van evolucionando.
Es lo que decimos,
tenemos tres clases diamétricas de edad totalmente distintas,
que es lo que conforma una dehesa, una masa irregular totalmente.
La edad de la encina la vemos realmente
con los diámetros que tienen.
Hablábamos antes de 35 o 40.
Realmente esto nos lo está dando la forcípula.
Nos da 30 centímetros.
Es lo que decimos,
encinas de este diámetro pues podemos hablar tranquilamente
de que pasan de los 100 años, posiblemente.
Esta, sin embargo,
estábamos viendo de lejos que podría ser lo mismo
y, sin embargo, el diámetro está en 64 centímetros.
Aquí hablamos de que esta encina posiblemente tenga más de 200 años.
Y a partir de 15 se habla de que el ganado vacuno
no le accede,
ya empiezan a no ser capaces de llegar a las ramas altas.
Al no llegar a las ramas altas no puedes tirar de ella,
porque es que podrías partir una rama principal.
Imagínate un retinto en pleno verano,
que no tenemos nada de comida.
Un retinto llega aquí,
te coge esta rama y tira con la fuerza que tiene una vaca
y parte de la rama principal.
Y después, coge la otra, que rompe otra principal, y al final,
acaba rompiendo la encina por la mitad.
O metemos una retinta,
que la característica de ese ganado...
Una vaca retinta nos puede pasar de 1.000 kilos
cuando está como madre.
Lo que se vende son generalmente terneros y demás, pero ahí están.
Las madres están durante muchísimos años en la dehesa
y realmente multiplican por dos
a cualquier semental de los que tengamos aquí en peso.
Yo, realmente,
no soy de los que siga de continuo el toreo,
pero yo este animal lo llevo conociendo en la dehesa
y en su ambiente toda la vida.
¿Qué otro significado tiene este animal
que no sea el ámbito taurino?
Si desaparece el ámbito taurino estamos hablando
de que desaparecería otra especie más.
Aquí hay una selección genética.
Hay una selección de las mejores reses.
La res que no vale, pues acaba siendo carne,
igual que cualquier otra ganadería de vacuno que tengamos,
que específicamente está hecha para carne.
Sabemos que hay ciertos ejemplares
que no pueden tirar para adelante en la lidia del toro.
No se van a quedar aquí por abandono,
no va a venir un león de la sabana a comérselo,
el depredador somos nosotros como humanos.
El tema principal es ese,
el que haya una evolución y un equilibrio.
Ese equilibrio se está rompiendo por la superpoblación del ganado
dentro de este tipo de extensiones de dehesa,
dentro de este ecosistema,
porque con el ganado está conviviendo
muchísima fauna silvestre,
tanto de aves, como de mamíferos, como de insectos, como...
Y flora.
Aquí hay una diversidad de flora tremenda también,
de todo tipo.
No solamente es el suelo, sino el hongo que tienes,
las bacterias, microorganismos,
que van descomponiéndose y van haciendo suelo de verdad.
Un árbol no nace encima de una piedra,
necesita nutrientes, como vemos en estos suelos.
Veis suelos negros porque tienen el aporte de materia orgánica
que produce el ganado.
Simplemente las cacas de las vacas están haciendo
que el suelo tenga mayor riqueza en materia orgánica,
que cualquier planta es lo que está buscando.
Está claro.
Si buscamos mayor economía...
La economía te lo está dando en una ganadería
las cabezas de ganado que tienes y las que puedas mantener.
Y muchas veces, no somos coherentes porque, además,
los años no son iguales nunca.
Este año podemos tener muchísimo pasto y me aguanta...
Esta finca, vamos a hablar de que tiene 500 hectáreas
y me está aguantando 500 cabezas porque había muchísimo pasto,
pero realmente, como venga un año malo,
la comida que hay en el campo no da ni para 100.
Cuando la economía es la ganadería
y las cabezas de ganado superpoblamos siempre la finca.
Nos vamos siempre al máximo exigido por legislación y demás
y no estamos pensando en que estamos destrozando
un ecosistema realmente por superpoblarlo, es así.
En el caso del toro bravo, yo las ganaderías que conozco,
la mayoría tienen densidades muy bajas,
porque necesitan que el toro campee,
necesitan muchas hectáreas para que se mueva el animal
y coincide con eso.
Y ahora mismo, donde nos encontramos,
es una finca de ese tipo
y por eso estamos viendo lo que vemos.
Vemos que sigue habiendo regenerado la encina,
sigue habiendo una evolución constante dentro del encinar,
y también por la filosofía del propietario,
hay que tenerlo muy claro.
Nunca vas a pensar...
Una encina, como hablábamos antes, 300 años.
Si yo no voy a conocer una encina con 300 años,
pero si tú no piensas en poner una encina
que dentro de 30 años evolucione, que esté ahí,
no se la va a encontrar
el que venga detrás de ti dos generaciones.
Encontrará un desierto directamente,
es lo que va a encontrar.
Sí, los árboles que estamos viendo en la dehesa son preciosos,
muy bonitos, pero son árboles que tienen ya
una media del orden de 200 años de media y más allá.
Y sabemos que la vida útil de una encina
o el turno de edad del decaimiento de una encina
empieza a los 250, hacia los 300 años.
Estamos con un encinar y una dehesa,
no solamente de encinas,
de alcornoque y encinas, que están decayendo,
tienen unas edades grandísimas
y no están apareciendo ejemplares más jóvenes
que estén sustituyendo a los que van decayendo.
¿Qué es lo que pasa?
Se están juntando muchísimos problemas,
que se están viendo ahora realmente.
Se habla mucho de la seca de la encina.
La seca de la encina la produce un hongo, una fitóftora,
de la cual hay un montón de especies
y cepas que se están estudiando poco a poco para saber cómo afecta.
En realidad,
esta fitóftora está en el suelo desde hace muchísimos años,
lo que pasa es que está empezando a afectar ahora.
Yo opino, como técnico,
que realmente es por esa edad que tiene ya el encinar.
No es lo mismo que un hongo ataque a una encina que tiene 50 o 60 años,
a que ataque a una encina que tiene 300 años.
La virulencia va a ser mucho más fuerte.
Aparte de eso, tenemos otros factores,
de los que se estaba hablando, los hemos observado antes.
El Cerambyx cerdo, que es un insecto que su gusano,
por así decirlo, la larva,
pues vive dentro del tronco de la encina
del orden de tres años, de dos y medio a cuatro,
y realmente, su mandíbula son como un taladro.
Tú ves una encina o un alcornoque
que está afectado por ese tipo de xilófagos,
y es un auténtico colador, pierde toda la consistencia.
Si sumamos los hongos que tenemos en las raíces,
a ese deterioro que tenemos en la madera ya,
que le está afectando también a sus ramas,
con todos estos efectos de tiempo y edad,
pues estamos ante una dehesa que está muy, muy envejecida
y lo que necesita es, cuanto antes,
que empiece a aparecer regenerado, y no que venga de golpe tampoco,
hay que planificarlo bien,
mediante proyectos de ordenación de montes y cosas así,
que te puedan decir:
"Quiero una masa irregular", porque yo el encinar,
no quiero que todas las encinas tengan la misma edad,
porque si no, pasaría lo que nos va a pasar ahora,
que todas van a ir a la muerte directa y segura.
Lo suyo es que tengamos encinas con una variabilidad de edad total.
Un ganado con más intensidad es lo que hace que no proliferen,
que no sean capaces de reproducirse por su fruto,
porque consumen el fruto y consumen la plántula.
La plántula que está saliendo la consume también el ganado.
La única forma es que tengamos menos densidad.
Cuando te encuentras una finca como en la que nos encontramos,
que tiene cercados cada 100 o 150 hectáreas,
está perfecta.
Hay variedad de productos que no son forestales ni son ganaderos
que están totalmente en desuso y quizá lo que falta también es eso,
potenciar todos los valores que tiene.
Simplemente, un valor que tiene grandísimo
es el turístico.
La visual que tenemos y los paisajes
que nos regala la Dehesa no lo tienen muchos ecosistemas.
Eso es un potencial económico también de una dehesa
Y hay que saber explotarlo. La diversidad como hablábamos antes.
Hay mucha gente de Alemania que viene a ver un pajarito.
Que no nos lo podemos imaginar,
hay gente que se desplaza desde Alemania para ver un pájaro.
Hay gente que, científicamente,
se desplaza miles de kilómetros para ver un pajarito o un hongo,
que vienen a ver una seta específica
porque se da solo en la Dehesa, y está muy por estudiar,
o sea, que posiblemente aparezcan hasta cosas nuevas
dentro de la Dehesa porque faltan estudios todavía.
La balanza...
quien lo equilibra es realmente este tipo de ganadería,
al no ser intensiva.
Para mí, la tauromaquia es la tauromaquia
y realmente este ganado está hecho
para ese fin en concreto,
y la Dehesa es un ecosistema perfecto
que convive con ese tipo de ganadería.
Si desaparecen las ganaderías taurinas,
posiblemente, esto pasaría a ser una explotación
de un tipo de ganado vacuno,
pero con muchísima más intensidad.
Peligraría la proliferación de la Dehesa, está clarísimo,
está clarísimo.
¿El tema que decimos animalista?
Realmente, yo me pongo en la piel de un ganadero
que tenga este tipo de ganado.
Si desaparece este tipo de actividad,
este ganado no tendrá uso de ningún tipo.
Iría en extinción, igual que tenemos las encinas.
O actuamos ante ello, o al final...
¿Con el toro bravo?
El listado sería interminable.
Podemos hablar de los más curiosos que conviven con el toro bravo.
Empezamos siempre por la vista del humano.
Lo que más nos llama la atención siempre es en tamaño.
Pues, podemos estar hablando desde ciervos, jabalíes, gamos...
los que más llamarán la atención de los silvestres,
aunque sean especies cinegéticas también,
pero aparte, avifauna...
te estás encontrando desde un buitre a un águila imperial
o un águila real campando en la Dehesa.
Podemos ver águilas perdiceras, culebreras...
Muchísimas variedades, que el listado es interminable.
O sea, que la Dehesa no está haciendo
que se quite la diversidad, sino que es al revés.
Hace que prolifere mucho más la diversidad.
(Aplausos)
(PÚBLICO) ¡Olé!
(Aplausos)
(PÚBLICO) ¡Olé!
(Aplausos)
(PÚBLICO) ¡Olé!
(Aplausos)
Para sacar a mi familia del barrio que yo vivo,
para poder comprarle a mi padre una casa,
y porque yo quiero ser torero porque me gusta.
Además, lo llevo dentro.
Aquí no hay chavales, nada más que uno de mi bloque,
se llama Rafael.
Quiere ser torero, pero al final no pudo, no le gusta.
Mis amigos me dicen que vaya para adelante, que siga así,
que puedo ser algo en la vida, ser algo en el mundo del toro,
que no lo deja, que siga para adelante,
que saque a mis padres de este barrio,
porqué ellos también quieren ser algo
y lo están intentando,
a lo mejor en el fútbol, en el cante...
cualquier cosa que les guste a ellos.
Un poco regulín, la verdad. Te soy sincero.
Yo no tengo miedo.
pero yo no siento ese miedo a que venga un novillo...
que no... no siento: "Ay, qué miedo".
No, yo siento un respeto, que sé que me puede hacer daño,
y un respeto.
Yo... sacar a mi familia de aquí, eso es lo primero.
A mi familia, a mis padres.
Sacarlos de aquí y después,
poco a poco, lo que venga, para adelante.
Sí, claro.
Donde yo he nacido.
Esta casa yo no la vendería, porque es donde yo he nacido.
Yo esta casa la tendría como un pequeño...
cómo digo yo...
De ahí he salido yo torero. No sé si me entiendes.
Esto es como si fuera algo ya muy antiguo.
Digo: "Esto lo voy a tener yo guardado".
De aquí ha salido todo lo que...
de aquí, mi profesión.
Sí, el maestro me metió en los carteles de la escuela,
de Sevilla, de la Maestranza, para repartir folletos.
Me puso ahí y he visto todas... llevo ya dos años.
Y he visto todas las corridas de toros aquí en Sevilla.
¿Qué siento? Una cosa...
Digo: "Qué alegría".
Cuando veo a los toreros entrando por las puertas, ese...
¿cómo te digo yo? Ese...
Toda la gente allí con los toreros, hablando, los empresarios, todo.
Digo: "Qué alegría, quiero estar ya mismo así.
Qué alegría, pero me lo tengo que currar también".
Y siento...
(RESOBLA) Una inspiración en el cuerpo...
Digo: "Qué alegría, yo tengo ganas ya de estar ahí
vestido de luces y darlo todo.
Tengo ganas de llegar aquí para que sepan lo que soy".
Los cojo y...
Y lo cojo y siento como un gusto, un cariño.
Digo: "Qué alegría, que yo estoy aquí
como si fuera la familia de los...
los toros...". ¿Entiendes?
Para mí, los toros, es como si fuera una familia aparte.
Que me veo en el Callejón de Sevilla.
Un día soñé con el maestro Curro.
Estaba yo vestido de luces con el maestro Curro y Curro Romero,
y los tres salimos por la puerta grande.
Los tres por la Puerta del Príncipe de Sevilla.
Y ese sueño lo he soñado ya dos veces.
Dos veces.
Pues cuando fui a la escuela del maestro Curro.
Por mi padre que...
y por un chaval, por un hombre que llevaba a su hijo a la escuela.
estaba...
Yo ahí tenía 13 años.
Yo entré con 13 años a la escuela.
No. No tenía nada.
Yo lo he llevado dentro.
Yo he nacido para eso. Quiero ser torero.
Yo quiero...
yo quiero ser torero, quiero morir en las plazas.
Yo quiero darlo todo.
Ya, a partir de este año, nada más que empiece a torear,
yo voy a darlo ya todo.
Es que ahora, en el mundo del toro, no me llegan a mí.
es Roca Rey, ese es mi fan.
Y me gustaría conocerlo, la verdad, y estar con él.
Morante también.
Morante es muy parecido a Curro Romero.
El maestro Curro Camacho es lo mejor del mundo,
el que tiene más arte...
La verdad, yo lo quiero mucho.
Yo le tengo mucho aprecio y, para mí,
es como si fuera mi segundo padre, porque todo el día conmigo,
se preocupa, dónde estoy, dónde no estoy,
"no faltes a la escuela"...
El maestro Curro conmigo es lo mejor del mundo. La verdad.
Muy buenas señores, atentos,
atentos todos.
Vamos a empezar el curso en serio y además...
En vez de, no el curso,
también el estreno de esta pedazo de obra
que ha hecho el ayuntamiento por nosotros.
Esto que veis,
el terreno que estáis cansados de verlo lleno de matojos,
mierda y de todo, por fin,
el ayuntamiento de Sevilla se ha hecho cargo de nosotros
y lo que ha hecho es una maravilla.
Ha dejado limpio el terreno,
tenemos 4500 metros cuadrados de albero.
-"Lolillo Soto se enteró un día que había una escuela taurina
no lejos de las 3000 viviendas.
En el entorno de un complejo deportivo
conocido como "Amate".
Una escuela donde la humildad y el romanticismo son
las únicas matrículas.
En este tablero de sueños
un apasionado del toreo imparte consejos.
Su nombre, Curro Camacho.
Matador de toros que tuvo cierto cartel en los años 70.
Este espíritu apasionado lleva 13 años de lucha por sacar toreros
y formar hombres partiendo de los valores
impregnados en la profesión.
Aquí el que llega solo abona 25 euros al trimestre
para estar asegurado, nada más.
Camacho no se cansa de bregar con las administraciones
para que le hagan caso.
Este es uno de esos espacios semiocultos
en las esquinas del toreo donde habitan marginados
que desde su pequeñez transmiten la mayor de las grandezas.
También a ellos, algunos iluminados que hablan de justicia social,
tratan de privarles del único sueño del que disponen.
-Soy un gran rebelde, me rebelo contra lo imposible.
Y para mis alumnos y mi escuela, voy a luchar hasta que me maten.
La filosofía es la que yo quiero darle,
la que meto la cabeza a los niños
que de momento les digo que lo primero es la técnica
y que toreen con mucho arte,
aquí lo que queremos es que sean buenas personas
y buenos hombres del día de mañana.
Aquí no roneamos de nada, porque nada tenemos,
en otras escuelas tienen de todo, mejor para ellos,
así les va, a esta le va muy bien tal como somos,
pobres, humildes pero los tenemos bien puestos.
No hay quien pueda con nosotros,
es la mejor escuela que hay en Andalucía.
He pedido por Facebook a todos los toreros
que al que le sobre una muleta o un capote que la eche
porque no podemos comprarlo, como veréis,
los carros están rotos,
no podemos arreglarlos porque no tenemos dinero.
No tenemos ninguna ayuda,
todas las escuelas en España tienen ayuda, todas, la mayoría.
En otras escuelas, les irá muy mal porque no torean nunca,
ni van al campo,
ellos saben que...
Torean aquellos chavales a los que apuntan a la escuela,
pertenecen a ella, pero no van a la escuela.
Son gente con padres con mucho dinero
y les cubren los gastos.
Aquí los niños saben que en otras escuelas no torean.
Las fuentes de financiación de la escuela,
por lo menos de la mía y creo que de todas,
es lo que le pertenece a cada escuela, a cada año,
dinero que la Junta de Andalucía pone en
la Federación andaluza de las escuelas taurinas.
A mí me pertenece como a todas las escuelas,
1600 euros,
que claro está, hay que pagar 600 a la Federación
para estar inscrito.
Hay que pagar 600 euros y se hace con mucho gusto
y hay que hacerlo.
Nos sobran 1000 euros.
Es para bocadillos,
mantener durante un año a los chavales,
torear, prepararlos en el campo.
Después tenemos una rifa.
Aquí hay chavales que tienen algunos padres
que con suerte están bien, ofrecen un jamón, un queso...
Yo ayudo con lo que puedo
y hacemos una rifa y lo mío es de arte.
Los rifo y se hacen 800 euros.
Estos se gastan automáticamente para que los niños toreen,
es la única forma que tienen de aprender.
Los ganaderos se tienen que poner de acuerdo
en que el futuro del toreo está aquí.
No se pueden pagar 400 euros por torear a una vaca.
Si una escuela quiere ir a un tentadero,
tienen que ir, comprar la bravura
y yo no puedo comprar bravura todos los días.
Ni las demás escuelas.
Pero cuando tengo un poco de dinero, compro bravura,
No hay ganadero que me diga: "Curro,
vente con los chavales que voy a encerrar dos vacas
y os las regalo para que los niños aprendan".
Para que mañana me compren mis toros
si son figuras del toreo.
Si yo estoy tieso, ellos también.
Estos son niños, yo tengo 73 años y me importa una leche todo,
porque no voy a dejar de torear
pero estos niños tienen una ilusión tremenda
por ser figuras del toreo.
Por llegar a la Maestranza y pegarle 20 pases a un toro.
¿Cómo? Enseñándolos, creyéndoselo, haciéndoles creer, practicando.
Si no practican, no pueden ser toreros.
Y mientras encierran vacas a los toreros...
Encierran vacas hasta toreros que hace 30 años
que se tenían que haber ido, y están ahí y les encierran vacas.
A las escuelas no les hacen ni un favor.
Ni uno.
Como no sea comprando. Con nombres ilustres.
Ganaderías de superlujo.
De las que más se torean en España, que te cobran 400 euros.
Mal hecho.
Les tengo dicho a los padres
que cuando haya un niño que no quiere estudiar,
que está emborricado con la escuela y no estudia,
lo castigamos para que no venga en una semana o dos
hasta que no pruebe.
Esa es mi forma porque desgraciadamente no pude estudiar
y me costó mucho dinero a los 20 años
aprender a leer y a escribir.
-"Hoy será un día grande para los cerca de 20 aspirantes,
alguno con un pequeño grado de discapacidad,
a los que se da calor y valor para que se sientan integrados."
-Qué alegría conocerle. -No, no me digas eso.
-Cómo no voy a estar aquí. -Buenas tardes, maestro.
-Un placer, un verdadero placer.
De aquí tiene que salir más de una figura del toreo.
-Por lo menos 1 mozo, maestro.
-Me alegro de verte. -Enhorabuena.
-Muchísimas gracias.
-Hoy hemos tenido una gran sorpresa en la escuela "Amate",
la presencia del maestro Curro Díaz que ha tenido la gentileza
y todo lo que se le puede decir es poco,
de visitarnos y charlar un poco con los chavales
que están llenos de ilusiones, que lo han pedido muchas veces,
"El maestro Curro es el que nos gusta".
Y es el que ha estado aquí.
-Es un verdadero placer venir aquí y ver a tanto torero,
con tanta ilusión
y seguro que de aquí sale alguna figura del toreo.
Seguro. De verdad,
mi máxima admiración por el esfuerzo que estás haciendo
y que estoy a vuestra disposición, para lo que queráis preguntarme.
-¿Cuándo y por qué te empezaron a gustar los toros?
-Fui un día a un tentadero
y me puse delante de una becerra la primera vez
y lo que me causó, la sensación que me causó torear,
me enamoró.
Hasta el día de hoy,
es un veneno que no he sido capaz de quitarme.
Yo me cambiaría por vosotros y por poder empezar con esa ilusión
que tenía en ese momento.
-Maestro, ¿qué sensación guarda de la primera vez que toreó?
-La primera vez que toree fue un día de reyes,
la primera vez que me vestí, tendría 10 años,
fue un día de reyes.
Fíjate lo que son las cosas, cuando terminé,
le corté un rabo a un becerro y en ese momento creía que era,
el que había descubierto el toreo.
Mira que sensación más bonita.
Te das cuenta después y ves lo duro y difícil que es esto
pero sí que recuerdo la ilusión
y cuando llegué al hotel,
creía eso, que era el rey del mundo.
No me cambiaba por nada.
-¿Cuál es su torero favorito después de usted?
-Por la época en la que me tocó vivir,
tengo un vago recuerdo de haber visto
a José María Manzanares,
que en paz descanse. A José Fuentes.
Esos fueron los primeros contactos, ya casi de retirada.
Esos fueron los primeros contactos que tuve con el mundo del toro.
Fíjate en qué dos me fijé.
Ahora mismo, en la actualidad,
mirad la cantidad de toreros que hay.
Buenos y en los que fijarse.
-¿Qué plaza es la que más le gusta de todas?
-Pues, la plaza es según te haya ido,
hay plazas que son muy bonitas por fuera
y por dentro no te han funcionado y no les tienes buen recuerdo.
Cualquier plaza, cuando has toreado a un animal, es bonita.
Venimos aquí a Sevilla y vivimos aquí
y ¿qué plaza hay más bonita que la de Sevilla?
Después tienes triunfos en Madrid...
Y Madrid tienes muchos problemas
y da muchos dolores de cabeza pero es una plaza
en la que todo el mundo sueña con torear
y con triunfar.
-¿Qué se siente al torear en plazas tan importantes, maestro?
-Mucha responsabilidad.
Los días previos son muy duros.
Después, cuando llega el día y ruedan las cosas y funcionan,
creo que todo el sufrimiento y todos los dolores de cabeza
y las noches de insomnio se compensan.
No solo compensan, darías tu vida por volver a vivir esos momentos.
El día más especial que he tenido en mi vida fue en el campo,
en casa de Ignacio González,
había sufrido una cornada muy fuerte aquí en Sevilla
que me había dejado invalido de una pierna
y yo creía que nunca iba a volver a torear.
y...
Le pedí el favor a Ignacio González que era mi apoderado,
es como si fuese mi hermano,
de probarme en el campo y no habían pasado ni 20 días
o 25 días de la cornada tan grave.
Y volver a torear,
y la sensación que te daba volver a hacer algo
que creías que no volverías a hacer,
creo que ha sido el día más importante de mi vida
y la sensación más bonita que he tenido en mi vida.
No necesariamente, por eso hablábamos antes,
no necesariamente una plaza con muchos espectadores.
Estábamos solos y esa sensación nunca la olvidaré,
volver a torear.
-Maestro, ¿qué le gusta más,
torear con capote o con muleta?
-Yo con la muleta toreo más relajado,
más despacio.
Con el capote, es más difícil torear,
Torear con capote es muy difícil.
Me he sentido a gusto con el capote pero por regla general,
en mi caso,
consigo torear más despacio con la muleta.
Pero torear con capote, cuando sales a un toro,
es muy bonito.
No quiero irme sin deciros algo,
no soy nadie para daros un consejo
porque muchas veces no los he aceptado
pero esta es la profesión más bonita del mundo,
la más difícil
pero todo lo malo que yo haya pasado en mi vida,
por un momento en el que haya disfrutado
delante de la cara de un toro, ha valido la pena.
Sois unos privilegiados de empezar una profesión,
de disfrutarla.
Sed vosotros mismos
y dignificad una profesión tan bonita
como es la de ser torero. Mucha gracias.
(APLAUDEN)
(Música)
(Música)
(PÚBLICO) ¡Olé!
(Vítores y aplausos)
(Música)
Este cortijo, que ahora está hundido,
era un cortijo impresionante.
El más emblemático de la zona.
Aquí pastaban los toros de Baltasar Ibán
y vivía don Baltasar Ibán.
Esta finca de Vega Blanquilla
siempre decían las personas de la zona
que tenía algo especial, que tenía alma.
Cuando don Baltasar se la tiende a mi abuelo, el gitano de Casares,
don Salvador Gavira, pues mi abuelo entra con mucha ilusión,
con la ganadería que había comprado en el centro de España
y se trae esas vacas desde la parte de Valladolid, de Pedraja,
se las trae aquí a la provincia de Cádiz.
Cuando pasan los años,
mi padre puede llegar a comprar las 100 hectáreas que quedaron
de esa magnífica finca que ahora está bajo aguas
con su cortijo.
El cortijo de Vega Blanquilla y la finca de Vega Blanquilla.
Es un paraje impresionante,
un ecosistema lleno de toda especie de aves y, por supuesto,
es el corazón, el pleno corazón del Parque de los Alcornocales.
En el año 2015, el 1 de enero,
pues llegó a un acuerdo familiar para el histórico hierro
de Antonio Gavira con la sangre del encastre Marzal,
se lo queden mis dos hermanos y yo me quedo con todas la madres
o con el 90% de las madres de la ganadería.
Todos los machos y una cuota de hembras
se las quedan mis dos hermanos.
Yo arranco con un lote de vacas viejas.
Unas 120 aproximadamente, pero sin camada.
No tenían ningún macho que venderte.
Al final, sabía que cuando parieran esas vacas,
esperando tres años,
iba a poder comenzar mi andadura normal como ganadero,
pero, ¿cómo vivía yo esos tres años?
¿Cómo emprendía una partición sin tener ingreso a tres años?
Pues, sencillamente,
con la cultura de saber los oficios que me enseñó mi padre.
Aprovechando la corcha, aprovechando la leña,
haciendo la gestión holística donde se guardan las parcelas,
se secuestran las parcelas para la producción de heno.
Aprovechando el coto, lidiando alguna novillada,
y, de pronto, han pasado tres años
y me encuentro con que ya empiezo a tener corridas de toros.
Pero, claro,
con la sangre de la vaca y del toro de Antonio Gavira.
Para tener una ganadería ahí arriba y competir,
tienes que tener una gran finca.
Y yo la tengo. Gracias a Dios.
Esta ahí la de Vega Blanquilla, es un ecosistema increíble,
con muchísimos recursos,
pero no tenía las instalaciones para el bravo.
Con una piara de vacas mansas o con una piara de cabras,
me era mucho más fácil gestionarlo.
E introducir aquí,
criar aquí los machos suponía una dificultad
porque necesitaba una inversión superior.
Una inversión que jamás lidiando corridas de toros
se puede llegar a pagar y amortizar convenientemente.
¿Cómo se hace eso?
Lo primero que tienes que tener es un proyecto para la finca.
Estudiarla, hacer tu maqueta, saber dónde van a ir los cerrados.
¿Cómo vas a aprovechar el monte?
En mi caso, el arma es el agua.
Si yo puedo utilizar el monte por todos sus recursos
para que mi vaca brava, para que mi novillo bravo,
incluso mi toro bravo, patee el monte, coma la bellota,
la carrasca, la metedura del acebuche, y, sin embargo,
solo con la gestión de alambrado
puedo hacer que a una hora determinada
salga a beber.
Para soltarlo o para encerrarlo.
Teniendo claro cómo son las querencias de los animales,
tienes que tener un diseño de todos los cercados
que quieres hacer.
Una vez que tienes eso, pasas a la parte más arquitectónica.
Los corrales, la casa, las instalaciones.
Es importante.
Porque no es lo mismo la exigencia para lidiar en primera
donde tienes que pesar los toros cada 15 días,
si ves si estás haciendo la ganancia a días,
tener un poco de mentalidad incluso de ganadero de manso,
increíble que el ganadero de bravo actual
tenga que pensar como el manso de hoy.
Porque nuestra exigencia de la báscula es tan enorme
que tenemos que saber si nuestra inversión en el toro
nos va a permitir llegar a los 500 kilos
y poder llegar a Madrid o a una plaza de primera.
A la par de eso, viene el entrenamiento.
La exigencia con la duración que le pedimos hoy al toro
tiene que ser rigurosísima en los tiempos de entrenamiento,
no llevar a una plaza importante el animal que no te está cumpliendo
el poder en el entrenamiento.
En mi caso,
tengo unos corrales que no son adecuados ahora mismo
para el toro de 500 kilos que entra y que es capaz de romper una chapa
o que hay que manejarlo
desde un sistema de puertas correderas
y no con puertas abatibles y con cuerdas
como se hacía antiguamente.
Pero es que se hacía antiguamente, mi educación ha sido ahí.
Yo he embarcado muchísimas corridas de toros con mi padre,
incluso con mi abuelo.
¿Cómo maneja en esta ganadería, en esta finca tan enorme,
los ganados?
Sencillamente, siendo un buen conocedor.
Yo me he criado al lado de los mayorales.
Como lo hizo mi padre.
Yo he vivido el toro día a día. A caballo.
Tengo golpes por todo el cuerpo.
Cojeo de una pierna, me duele este hombro.
Pero solo la afición y la fe en que voy a lograrlo
me quita todos esos dolores.
Al final, hay una tradición oral.
A mí me han enseñado.
Me han enseñado mayorales y vaqueros muy buenos.
Mis becerras las tientan las escuelas taurinas,
porque el director de la escuela, a través de la diputación,
hace ciclos para enseñar a los toreros jóvenes.
Llevo ya casi 35 años trabajando en esto.
Tengo mucho que enseñar.
Y ahora lo hago tentando mis becerras
con los alumnos de las escuelas de Cádiz, en este caso.
Me paseo por todos los pueblos, promociono el mundo del toro.
No me importa no tener la plaza todavía.
Consigo hacer el tentadero, en este caso,
a través del tentadero público.
Cuando tengo que torear algún toro a puerta cerrada
o sacar algún semental, tengo la ganadería de Torrestrella,
de Don Álvaro Domecq,
tengo la de Fuente Rey, de Fermín Bohórquez.
Ellos me ayudan.
Para ser estricto en la selección
te lo tiene que permitir tu bolsillo y tu cartera.
Eso es fundamental.
Si tienes 150 vacas y quieres tener 250,
o compras por fuera, en mi caso no va a ser así
porque quiero guardar la pureza del encastre,
tengo que abrir un poco la mano para después retroceder.
En mis mejores tiempos de ganadería Gavira,
le daba tanta importancia al comportamiento como las hechuras.
Se desechaban vacas con ocho y nueve de nota
porque no echaban en el toro de raza morucha.
Estrecho en sienes, tocado arriba, un poco degollado y la desechaba.
Porque al final tenía muy claro
que el toro que transmite más bravura
es el que está en las hechuras de mi casa,
aunque le iba a ganar más dinero a un toro más grande,
con más pecho, más palurdón, que coja los 500 kilos antes,
que me permite un entrenamiento sin estar obsesionado con esos kilos
y, sobre todo, que tenga más toro de placer a la primera.
La transmisión de bravura dentro de mi encastre
está en una morfología muy concreta.
Subir poco a poco en musculatura y en tamaño,
sabía que me iba a costar la vida entera.
Pero, poco a poco, creo que lo voy logrando.
Según el estudio del genoma de esta ganadería
que hizo Julio Fernández,
fantástico veterinario de la Unión de Creadores,
descubrió que a todos los niveles celulares,
mitocondriales, desde el plasma, etcétera,
resultaba que esta ganadería
tenía una distancia genética increíble.
Como los encastre es más puros.
Y entonces,
sobre esa base científica tenía que investigar hacia atrás.
¿Por qué?
¿Por qué tenía esa distancia genética tan grande?
Esta ganadería se cruza con un toro del Club torero en el año 85.
En el año 30 se le echan dos toros de Pablo Romero
y un toro del Conde de la Corte.
Precisamente, por este ganadero, Marzal, que compró la ganadería.
¿Qué hay más atrás? ¿De dónde viene esa pureza?
Si uno ve el cuadro de encastres, primero ve que Gavira no está,
está Marzal, claro, es la misma raza.
Pero ve que hay una línea directa con el encastre castellano.
Se supone que está extinguido.
¿Y por qué yo tengo esa diferencia en mi ganadería
en todos los niveles del ADN que encaja perfectamente
con la explicación de que aquí hay sangre de ese encastre perdido?
Los ganaderos hablamos mucho, pero el ADN no engaña.
Esas marcas del ADN son imborrables.
Cierto es que todos los propietarios de este encastre se arruinaban.
Tenían la ganadería a 15, 20, 30 años.
No podían competir con otros encastres
que eran más bravos.
Morucho castellano, era una cosa mezclada, impura.
Y, sin embargo,
cómo el refresco de sangre le daba equilibrio
durante también una década
para que el ganadero pudiera subsistir.
No conseguía la reformulación y vendía la ganadería.
Hasta que llega mi padre y da con la fórmula exacta
donde con un 15 o 20%, en este caso, con el toro de Salvador,
consigue un toro capaz de competir con otros.
Yo creo que tengo una raza en peligro de extinción.
A mí no me importa que ahora no me lo reconozca
el Ministerio del Interior,
ya lo hará,
porque la marca genética no se va a borrar.
Soy capaz de aumentar la pureza de este encastre, soy capaz.
Yo estoy enamorado del toro de Antonio Gavira,
estrecho en sienes, tocado arriba,
es que así tenemos los dibujos del toro de raza castellana.
Así es.
¿Tiene futuro este encastre? ¿Se ha perdido?
No se ha perdido. Está en la casa de Gavira.
Mi objetivo principal
es que la rentabilidad de la finca hable por sí misma.
Tengo que ser una empresa productiva.
Esa es la parte que me conecta con la realidad.
Es evidente que yo sigo en este oficio, no solo por afición,
tengo una devoción a mis mayores.
Sobre todo, mi padre.
Entonces, ahí viene la parte pasional.
La parte del bodeguero.
La parte del criador de galgo. La parte del criador de caballos.
Hay una recompensa porque sueñas un toro con unas hechuras,
sale a una plaza, embiste como tú quieres
y eso no lo cambias y por el torero que lo torea.
Porque sabes que el esfuerzo no ha sido instantáneo.
Ha sido a lo mejor un esfuerzo o un recorrido de diez años,
de 15 años, de 20 años,
ese pequeño momento, a veces, es el pago de una vida entera.
Cuando ven llegar a su casa
mi hijo Salvadorito, mi niña Lucía o Blanca,
fijaros que buena vaquera me ha salido,
y me ven muy cansado o dolorido o trabajando los fines de semana,
ahora ellos no lo entienden.
No entienden por qué su padre no lleva una vida normal.
Con vacaciones, con horas libres, no lo entienden.
No entienden que para pasar más rato con la familia
tiene que ser la familia la que venga al campo.
Y esté a lado de su padre.
Incluso que trabajen al lado de su padre
para poder pasar más tiempo, ahora no lo entienden.
A mí me pasó lo mismo.
Cuando yo estaba al lado de mi padre, no lo entendía.
Me rebelaba, porque resulta que en esta sociedad,
el valor del compromiso es algo que hay que eludir
porque da dolor de cabeza, o porque duele.
La educación en el trabajo y la laboriosidad
es esencial para conseguir el objetivo
que uno se traza en la vida.
Es fundamental.
Cuando ellos sean mayores se darán cuenta
que la dedicación que tenía su padre
y que tuvo su abuelo Antonio Gavira,
y que tuvo su bisabuelo,
Salvador Gavira, el gitano de Casares,
ese ejemplo vital en el trabajo será una huella imborrable
donde no sean capaces de eliminar
ya a tres generaciones conservando una raza.
Que eso les pese,
pero solo lo voy a lograr si doy la vida entera por ello.
Solo hablando con mi día a día y con mi trabajo,
poder convencerlos
de que en el futuro ellos también sean ganaderos.
(Música)
Tendido cero profundiza esta semana en la dehesa como espacio natural privilegiado y en la importancia del toro bravo como su principal guardián, coincidiendo con la cumbre del cambio climático.
Un ecologista no taurino profundiza en este hábitat de flora y fauna productor de oxígeno y sumidero de emisiones de CO2 contra el efecto invernadero.
La actualidad se detiene en plazas americanas antes de recordar las actuaciones de Finito y Morante en la feria de Castellón, las de Daniel Luque y Ginés Marín en plazas francesas, la sacrificada Escuela sevillana de Amate así como la historia de uno de sus alumnos, Lolillo Soto, aspirante que vive en la zona marginal de las tres mil viviendas de la ciudad hispalense.
La ganadería gaditana de Salvador Gavira y las ilustraciones del libro 'Toro y Tauromaquia' completan el contenido del espacio taurino de TVE.