¿Te parezco loca?
Loca por no haber gritado
todo lo que mi pecho necesita.
Vienen.
Tengo que contenerme
para no clavarte... ¡Dios!
(ESCUPE)
Déjala.
He venido para que me mate.
Porque yo me fui con el otro.
Me fui.
Tú también te hubieras ido.
Yo era una mujer quemada...,
llena de llagas
por dentro y por fuera,
(LLORA) Y tu hijo...
Tu hijo era un poquito de agua...
del que yo esperaba hijos,
tierra...,
salud.
Pero el otro...
El otro era un río oscuro,
lleno de ramas...,
que acercaba a mí
el rumor de los juncos...
y su cantar entre dientes.
Yo no quería.
¡Óyelo bien!
Yo no quería.
Tu hijo era mi fe.
Pero el brazo del otro me arrastró
como un golpe de mar,
como la cabezada de un mulo,
y me hubiera arrastrado siempre.
Siempre.
Siempre.
(Música lenta)
(RÍEN)
De los cuatro muleros,
de los cuatro muleros,
de los cuatro muleros,
mamita mía, que van al agua,
que van al agua...,
el de la mula torda,
el de la mula torda,
el de la mula torda,
mamita mía,
me roba el alma,
me roba el alma.
Está lloviendo en el campo.
Está lloviendo en el campo.
Mamita mía, mi amor se moja,
mi amor se moja.
Quién fuera un arbolito,
quién fuera un arbolito,
mamita mía,
lleno de hojas, lleno de hojas.
Ay, que te...
(Tarareos)
(Relincho)
¡Arre!
...saben.
(TARAREA)
¿Que haces? Que te van a ver.
Oye...
Para. ¡No, para!
No, no, no. Para.
Quita, quita, quita.
Niña, mira,
han llegado los manteles.
Mira, ¿has visto qué lino?
Y los bordados.
Cómo se nota tu madre.
¡Mi madre!
Voy a buscarla
antes de que se me haga tarde.
(Tarareos)
Del caballo grande...
que no quiso el agua.
(TARAREA)
Mira.
Hoy está como una dalia.
¿Y tú?
Llevo más de dos meses poniendo
herraduras nuevas al caballo
y siempre se le caen.
Se las arranca con las piedras.
¿Y no será que lo usas mucho?
No.
Casi no lo utilizo.
Ayer me dijeron las vecinas
que te habían visto
al límite de los llanos.
¿Eras tú?
No.
Eh.
Estuve con los medidores del trigo.
Siempre entretienen.
Me hace falta un vestido.
Y al niño, una gorra.
-Pero ¿quién da esas carreras
al caballo?
Está ahí abajo,
con los ojos desorbitados,
como si viniera del fin del mundo.
Yo.
Yo se las doy.
Perdona;
tuyo es.
-¿Sabes que piden a mi prima?
¿Cuándo?
Hoy.
-Creo que la madre del novio
no está muy satisfecha con la boda.
Y quizá tenga razón.
Ella es de cuidado.
Hija.
Padre.
¿Estás contenta?
(Llaman a la puerta)
-Han traído el vino.
-Ya voy.
-Felicidades, niña...,
por tu boda.
Gracias.
¿Qué te pasa, niña?
¿No eres feliz?
¿Quién es usted?
Te traigo un regalo...
y un consejo.
¿Qué?
Con un cuchillo,
con un chuchillito
que apenas cabe en la mano,
pero que penetra frío
por las carnes asombradas
y allí se para,
en el sitio donde tiembla,
enmarañada,
la oscura raíz del grito.
¿Quién es usted?
¿Qué hace aquí?
No te cases
si no lo amas.
Fuera de esta casa.
(Música tétrica)
Nana, niño, nana,
del caballo...
grande
que no quiso...
el agua,
que no quiso el agua.
El agua era negra
dentro de las ramas.
Cuando llega...
al puente...,
se detiene...
y canta.
¿Quién dirá,
mi niño,
lo que tiene...
el agua,
con su larga cola
por su verde sala?
Eh, ah.
Eh,
ah.
Eh,
ah.
Eh, ah.
¿Cómo estás?
Bajé a la tienda y vine a verte.
¡Vivimos tan lejos!
Hace veinte años que no subo
a lo alto de la calle.
Tú estás bien.
¿Tú crees?
Hace dos días,
trajeron al hijo de mi vecina
con los dos brazos cortados
por la máquina.
¿A Rafael?
Sí.
Y ahí lo tienes.
Muchas veces, pienso en tu hijo
y en el mío;
están mejor donde están,
dormidos...,
descansando.
¡Calla!
Eso son invenciones, no consuelos.
Pasan los meses, y la desesperación
me pica en los ojos
y hasta en las puntas del pelo.
Cuando yo llegué a ver a mi hijo,
me mojé las manos de sangre...
y me las lamí con la lengua.
Porque era mía.
Tú no sabes lo que es eso.
Mujer...
No callaría nunca.
A ti todavía te queda uno.
Piénsalo.
¿Qué hacen aquí
en vez de venir conmigo a las viñas?
¿Y qué hace una vieja en las viñas?
Vieja...
Vieja, requetevieja.
Tu padre sí que me llevaba.
¿Al fin compró aquella viña?
Tuvo suerte.
Ahora, se casará.
¿Tú conoces a la novia de mi hijo?
Buena muchacha.
Sí, pero...
Que la conozca a fondo
no hay nadie.
Pero es buena.
Vive sola con su padre allí...,
tan lejos.
Acostumbrada a la soledad.
¿Y su madre?
Hermosa, pero nunca me gustó.
Pero cuántas cosas sabéis
las gentes.
Tú me preguntaste.
¿La chica tuvo un novio?
Tendría ella quince años.
Él se casó hace dos años
con una prima de ella.
¿Y quién fue el novio?
¿Qué Leonardo?
El de los Félix.
Los Félix.
Usted sabe que mi novia es buena.
Sí.
¿Entonces?
Si... No lo sé ni yo misma.
Yo sé que la muchacha es buena
y trabajadora.
Pero siento, cuando la nombro,
como si me dieran una pedrada
en la frente.
Me voy.
Que pronto llegará mi gente
del campo.
No te opongas
a la felicidad de tu hijo.
A nosotras nos toca callar.
Son tonterías.
Yo se que usted querrá a mi novia.
La querré.
Es que...
me quedo sola.
Primero fue tu padre...,
que me olía a clavel,
y me duró tres años apenas.
Luego, tu hermano.
Solo me quedas tú.
Y siento que te vayas.
Ya, ya, ya, ya.
Que estás muy mayor para besos.
Y a ver si me alegras la vida
con seis nietos,
o los que quieras tener.
Que tú padre no pudo hacérmelos
a mí.
El primero para usted.
Pero que sea una niña.
Vamos, prepárese,
que son horas de camino.
¡Va!
¿Mucho tiempo de viaje?
Cuatro horas.
Es que habéis venido
por el camino más largo.
Yo ya estoy vieja para andar
por las terreras del río.
Se marea.
Adelante.
Buena cosecha de esparto.
En mi tiempo,
ni esparto daba esta tierra.
Ha sido necesario castigarla,
y hasta llorarla,
para que nos dé algo provechoso.
Pero ahora da; no te quejes.
Yo no he venido a pedirte nada.
Tú eres más rica que yo.
Las viñas valen un capital.
¿Una copita?
No.
Lo que siento es
que las tierras estén separadas.
Si pudiéramos,
con veinte pares de bueyes,
traer tus viñas aquí
y ponerlas en la ladera...
¡Oh, qué alegría!
¿Para qué?
Cuando yo me muera, vendéis aquello
y compráis aquí al lado.
¿Vender? ¡Bah!
Comprar,
comprarlo todo.
Hala, hijo, ve a buscarla.
Que tenemos temas que tratar.
Tú sabes a lo que vengo.
Sí.
¿Y qué?
Me parece bien.
Ellos lo han hablado.
Mi hijo tiene y puede.
Mi hija también.
Buenas.
Acércate.
¿Estás contenta?
Sí, sí lo estoy.
Naturalmente.
Mírame.
Se parece en todo a mi mujer.
¡Qué hermoso mirar!
¿Tú sabes lo que es casarse,
criatura?
Un hombre, unos hijos...
y una pared de dos varas de ancho
para todo lo demás.
Yo sabré cumplir.
Claro..., claro que sí.
Aquí tienes los regalos.
Gracias.
Ven.
(RÍEN)
Mi madre quería
que te diese este regalo.
Son antiguos.
De azófar.
¿Te gustan?
Cuando me voy de tu lado,
siento un despego grande,
así como un nudo en la garganta.
Cuando seas mi marido,
ya no lo tendrás.
Estoy deseando ser tu mujer
y quedarme a solas contigo,
y no oír más voz que la tuya.
Y no ver más que tus ojos.
Y que me abraces tan fuerte,
tan fuerte...,
que, aunque me llamase mi madre,
no pudiera despegarme de ti.
Tengo los brazos fuertes.
Te voy a abrazar
cuarenta años seguidos.
(Relincho)
Madeja,
madeja.
¿qué quieres hacer?
Jazmín de vestido,
cristal de papel.
Nacer...
a las cuatro,
morir a las diez.
Ser hilo...
de lana,
cadena a tus pies.
Y nudo que apriete
amargo... laurel.
Madeja,
madeja,
¿qué quieres decir?
Amante...
sin habla,
novio...
carmesí.
No se puede estar ahí dentro,
del calor.
-En estas tierras,
no refresca ni al amanecer.
Mi madre era de un sitio
donde había muchos árboles.
De tierra rica.
Así era ella de alegre.
Sí.
Pero se consumió aquí.
Como nos consumimos todas.
El sino.
El sino.
Echan fuego las paredes.
-Vas a estar preciosa.
Ay, dichosa tú,
que vas a abrazar a un hombre,
que lo vas a besar,
que vas a sentir su peso.
Calla.
Y lo mejor es cuando te despiertes
y lo sientas a tu lado, y que te roza
los hombros con su aliento.
¿Te quieres callar?
Ay.
¡Pero niña...!
Una boda, ¿qué es?
Una boda es eso y nada más.
Una boda es una cama,
un hombre...
y una mujer.
No pienses cosas agrias.
¿Tienes motivo?
¿Es que no te quieres casar?
Dilo.
Todavía te puedes arrepentir.
Son nublos.
Un mal aire en el centro.
¿Quién no lo tiene?
¿Tú quieres a tu novio?
Sí...,
claro que lo quiero.
(SUSPIRA)
-Amante...
sin habla...,
novio...
carmesí.
(LLORA)
(Campanas)
¡Vivan los novios!
(TODOS) ¡Vivan!
(Aplausos)
-¡Vivan los novios!
(TODOS) ¡Vivan!
-¡Vivan!
(Alboroto)
¿También están esos aquí?
-Mujer, son familia.
Hoy es día de perdones.
Me aguanto,
pero no perdono.
Vamos a dejarlo.
-Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo
de nada?
Es verdad.
Pero oigo "Félix"
y es llenárseme la boca de cieno
y tengo que escupir por no matar...
Compórtate.
¿Qué ganas con eso?
Nada.
Pero tú me entiendes.
¿Me puede traer alguien
a los muertos?
Y ellos, prisión.
¿Qué es prisión?
Allí, beben y fuman.
Shhh.
Vale.
Tienes razón, hay que callar.
Que luego, la gente critica.
-¡Qué alegría, hijos míos!
¡Qué alegría!
-Estás preciosa.
-Sí, preciosa.
Enhorabuena.
-¿Verdad que sí?
Hay mucho que celebrar.
Sí.
(Música tétrica)
Felicidades.
Gracias.
Vamos.
No.
Adelántate.
-¡Guapa!
Enhorabuena.
¿A qué vienes?
A ver tu casamiento.
También yo vi el tuyo.
Amarrado por ti.
Mentira.
¿Y tu mujer?
Estas palabras no pueden seguir.
¿Es que tú y yo no podemos hablar?
Tiene razón,
yo no debería hablarte siquiera.
-¡Eh!
¡Vamos!
¡Vamos!
¡Viva el novio!
(TODOS) ¡Viva!
(TODOS) ¡Viva!
¿Quién he sido yo para ti?
Dímelo.
Abre tu recuerdo.
Pero dos bueyes y una mala choza
eran poco.
Casi nada.
Vete y espera a tu mujer
en la puerta.
-¡Pero falta la novia!
¿Alguien la ha visto?
Después de mi casamiento,
he pensado noche y día
de quién era la culpa.
Y cada vez que lo pienso,
aparece una culpa nueva
que se come a la otra.
Pero siempre hay culpa.
Ahora es tarde.
Un hombre con su caballo
sabe mucho...
y puede mucho,
para estrujar a una muchacha metida
en un desierto.
Pero yo tengo orgullo.
Por eso me caso.
Y me encerraré con mi marido,
al que voy a querer toda mi vida.
El orgullo no te va a servir
de nada.
No te acerques.
Callar y quemarse es
el castigo más grande
que nos podemos echar encima.
¿De qué me sirvió a mí el orgullo
y el no mirarte,
y el dejarte despierta
noche tras noche?
De nada.
¿Has visto a mi marido?
-Espérate aquí, voy a buscarlo.
Porque tú crees que el tiempo cura
y que las paredes tapan.
Y no es verdad.
No es verdad.
Cuando las cosas llegan
a los centros,
ya no hay quien las arranque.
No puedo oírte.
No puedo oír tu voz.
Es como si me bebiera
una botella de anís
y me durmiera
en una colcha de rosas.
Me arrastra...,
y sé que me ahogo...,
pero voy detrás.
Niña.
Y sé que estoy loca...
y que tengo el pecho podrido
de aguantar.
Debes irte ahora mismo.
Esta es la última vez
que voy a hablar con ella.
Yo me casé,
tú te has casado.
Ya está todo hecho.
Cambia esa cara.
Tú vete por el camino.
Iré a caballo.
¿Por qué me miras así?
Tienes una espina en cada ojo.
Vamos.
No sé lo que pasa.
Pero pienso...,
y no quiero pensar.
Una cosa sé.
Yo ya estoy despachada.
Pero tengo un hijo.
Y otro que viene.
Niña, niña.
Vamos, tu marido te espera.
¡Vamos! ¡Vamos!
(Música lenta)
(TODOS) ¡Vivan los novios!
-¡Vivan!
-¡Viva la novia!
(TODOS) ¡Viva!
-¡Vivan los novios!
-¡Viva la novia!
-¡Guapa!
-¡Viva la novia!
-¡Novia guapa!
-¡Enhorabuena!
-¡Guapa!
(TODOS) ¡Que se besen!
¡Que se besen! ¡Que se besen!
(Vítores)
(TODOS) ¡Otra! ¡Otra! ¡Otra!
¡Otra! ¡Otra!
(Vítores)
-¡Guapa!
-¡Guapa!
¡A comer!
-¡Novios! ¡Guapos!
¡Vivan! ¡Vivan los novios!
(Tarareos)
A ver.
Corre.
-Toma.
-Gracias.
Anda.
-Gracias.
Déjame.
-No quiero interrumpir.
Espere un momento.
Prima.
Enhorabuena.
Uy.
Qué bonito es.
Se parece a su padre.
Gracias por venir.
La navaja, la navaja.
Malditas sean todas
y el bribón que las inventó.
Y las escopetas, y las pistolas,
y el cuchillo más pequeño.
Bueno...
Todo lo que puede cortar
el cuerpo de un hombre hermoso,
con su flor en la boca...,
Madre, calle usted.
que se va a las viñas,
y ese hombre no vuelve.
¿Vamos a acabar?
(Tarareos)
¡A beber!
¡Eso me gusta!
Los hombres, hombres;
y el trigo, trigo.
Al olivo, al olivo,
al olivo subí.
Madre,
¿hace cuánto que no baila?
-Por coger una rama,
del olivo caí.
Del olivo caí,
¿quién me levantará?
Una gachí morena,
que la mano me da.
En ninguna boda se vio tanta gente.
Tu padre sembró mucho
y ahora, recoges tú.
Una gachí morena,
que es la que quiero yo.
(Aplausos y vítores)
-Muchas gracias.
-Tiene la Tarara
un vestido verde...
-¡Ole las cosas bonitas!
lleno de volantes
y de cascabeles.
La...
-¡Así se baila!
Tarara, sí;
la Tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Tiene la Tarara
unos pantalones
que, de arriba a bajo,
todo son botones.
La Tarara, sí;
la Tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
-¡Que guapa eres!
-¡Morena!
-¡Guapa!
-¡Ole!
Ay, Tarara loca,
mueve la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.
La Tarara, sí; la Tarara, no.
-¿Qué te pasa mujer?
Son felices.
Hoy, todos son felices.
Nada,
que me quedo sola en mi casa.
Al menos, nos darán hijos,
y alguna hija.
Ahora, solo tienes que esperar.
Mi hija es ancha
y tu hijo es fuerte.
La Tarara, niña,
que la he visto yo.
¡Sed felices!
Por los que están...,
y por los que no.
-¡Vivan los novios!
(TODOS) ¡Vivan!
Sed felices.
(Música lenta)
Te quiero.
Te quiero.
Abrázame, no me sueltes.
No te voy a soltar.
(Continúa la música)
-Tenía esa espina;
por fin me la ha vendido.
Ahora tendremos
todas nuestras tierras juntas.
¿De qué habla padre?
De Leonardo.
¿Qué de Leonardo?
¡Tendrás la herencia completa!
Esa huertecilla que tenía metida
entre mis tierras,
por fin me la ha vendido.
Dice que se quiere ir lejos,
que ya no le queda nada aquí.
Se va con su mujer y niño
a las montañas a vivir.
¿Qué te pasa?
No es nada, padre.
¡Mírate!
Si te viera tu madre,
estaría tan feliz.
¿Usted cree?
¿Dónde vas?
¿Te acompaño?
No.
Quédese con los demás.
(TOSE)
(Música dramática)
(OFF) "Esa luna...".
"Esa luna..."
"La luna deja...
un cuchillo...
abandonado
en el aire...
que, siendo acecho de plomo,
quiere ser
dolor de sangre".
Dejadme entrar.
Vengo helada,
por paredes y cristales.
Abrid tejados y pechos,
donde pueda calentarme.
Tengo frío.
Tengo frío.
Tengo frío.
Mis cenizas de somnolientos metales
buscan la cresta del fuego
por los montes y las calles.
Pues esta noche,
tendrán mis mejillas
roja sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire.
No haya sombra
ni emboscada,
que no puedan escaparse.
Que quiero entrar en un pecho,
donde pueda calentarme.
Un corazón para mí,
caliente,
que se derrame
por los montes de mi pecho.
Dejadme entrar.
Dejadme.
-¡Hija!
Pero ¿qué haces aquí?
¿Qué haces aquí?
¿Qué te pasa, mi niña?
Tengo miedo, tengo miedo, padre.
Todos lo tenemos,
pero no se lo digas a tu marido.
Debes estar contenta.
¿Sabes cuánto ha costado la boda?
Sí, lo sé.
Pues venga, vamos adentro,
que hay que aprovechar el tiempo.
Ya se están marchando
los de los llanos de abajo.
Adelántese usted, padre.
No tardes.
No.
(Palmas)
-¡Guapa!
-¡Ole!
Todo irá bien.
No más caras amargas.
No más.
No más carreras al caballo grande.
No más.
¿Te acuerdas del día de nuestra boda?
Yo salí de mi casa...
que me cabía todo el campo
en la boca.
(Tarareos y música)
Dice la nuestra novia:
¿Cómo se llama la cabeza?
No se llama cabeza,
sino campos espaciosos.
Ay, mis campos espaciosos.
Pase la novia y bese al novio.
Dice la nuestra novia:
"¿Cómo se llama el cabello?".
No se llama cabello,
sino seda de labrar.
Ay, mi seda de labrar.
Ay, mis campos espaciosos.
Pase la novia y bese al novio.
Dice la nuestra novia:
"¿Cómo se llama la frente?".
No se llama frente,
sino espada reluciente.
Ay, mi espada reluciente.
Ay, mi seda de labrar.
Ay, mis campos espaciosos.
Pase la novia y goce al novio.
-La novia, el novio.
-Dice la nuestra novia:
"¿Cómo se llaman las cejas?".
No se llaman cejas,
sino cintas del telar.
Ay, mis cintas del telar.
Ay, mi espada reluciente.
Ay, mi seda de labrar.
Ay, mis campos espaciosos.
Pase la novia y bese al novio.
-La novia, el novio.
-Dice la nuestra novia:
"¿Cómo se llaman los ojos?".
-Los ojos.
-No se llaman ojos,
sino ricos miradores.
Ay, mis ricos miradores.
Ay, mi cintas del telar.
Ay, mi espada reluciente.
Ay, mi seda de labrar.
Ay, mis campos espaciosos.
Pase la novia y bese al novio.
-La novia, el novio.
-Dice la nuestra novia:
"¿Cómo se llama la cara?".
-La cara.
-No se llama cara,
sino rosa del rosal.
Ay, mi rosa del rosal.
Ay, mi dátil dactilar.
Ay, mis ricos miradores.
Ay, mi cinta del telar.
Ay, mi espada reluciente.
Ay, mi seda de labrar.
Ay, mis campos espaciosos.
Pase la novia y bese al novio.
-La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
La novia, el novio.
(Música suave)
Shhh.
Ya pasó, ya pasó, ya pasó.
Ya pasó.
Tengo un golpe en las sienes.
Lo que quieras.
Pero no puedes estar así
esta noche.
Una novia de estos montes
debe ser fuerte.
Hijo, con ella hoy procura
estar cariñoso
y, si la notas arisca,
hazle una caricia
que le produzca un poco de daño,
un abrazo fuerte, un mordisco
y luego, un beso suave.
Que ella no pueda disgustarse,
pero que entienda
que tú eres el macho, el amo,
Como no está tu padre, debo ser yo
la que te explique estas cosas.
(EBRIO) Yo siempre haré
lo que usted mande.
Voy a buscarla.
¿Dónde está mi novia guapa?
(Relincho)
Una boda preciosa.
Pero me tengo ir.
-¡Otra copita!
-No, no, no, una copa no.
Se han ido.
A caballo.
Abrazados como la exhalación.
Floja,
delicada, mujer de mal dormir.
-No.
Mi hija, no.
¡Sí, tu hija sí!
¡Planta de mala madre!
(LLORA)
Pero ya es mujer de mi hijo.
¿Quién tiene un caballo ahora mismo?
¿Quién tiene un caballo?
(GRITA) ¿Quién tiene un caballo?
Que le daré todo lo que tengo:
mis ojos...
y hasta mi lengua.
¡Anda detrás!
No, no, no vayas,
que esa gente mata pronto y bien.
Pero sí.
¡Corre!
Y yo, detrás.
Tú y tú, vamos.
Salid todos de aquí.
Vamos a ayudar a mi hijo.
¡Fuera de aquí!
Por todos los caminos.
Ha llegado la hora de la sangre
otra vez.
Dos bandos.
(Llanto de bebé)
Tú, a tu casa.
Valiente y sola, en tu casa.
A envejecer
y a llorar.
Pero la puerta cerrada.
(Música dramática)
(GRITA)
Shhh. Calla.
Desde aquí, yo me iré sola.
Vete.
Quiero que te vuelvas.
Calla, te digo.
Con los dientes...,
con las manos,
como puedas,
quita de mi cuello honrado
el metal de esta cadena,
dejándome arrinconada
allá en mi casa de tierra.
Y si no quieres matarme
como a víbora pequeña,
pon en mis manos de novia
el cañón de la escopeta.
Ay, qué lamento.
Qué fuego me sube por la cabeza.
Qué vidrios se me clavan
en la lengua.
Calla, porque nos persiguen cerca
y te he de llevar conmigo.
Pero ha de ser a la fuerza.
¿A la fuerza?
¿Quién bajó primero las escaleras?
"Yo las bajé".
"¿Quién le puso al caballo
bridas nuevas?".
Yo misma.
"Verdad".
"¿Y qué manos me calzaron
las espuelas?".
"Estas manos,
estas manos que son tuyas,"
pero que al verte quisieran quebrar
las ramas azules
y el murmullo de tus venas.
Te quiero.
Te quiero.
"Te quiero. Aparta".
Aparta.
Y si matarte pudiera,
"te pondría una mortaja
con los filos de violetas".
"Ay, qué lamento".
"Qué fuego me sube por la cabeza".
"Qué vidrios se me clavan
en la lengua".
"Porque yo quise olvidar,
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía".
Es verdad.
¿No lo recuerdas?
"Y cuando te vi de lejos,
me eché en los ojos arena".
"Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta".
"Con alfileres de plata,
mi sangre se puso negra,
y el sueño...
me fue llenando las carnes
de mala hierba".
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
"y de este olor"
que te sale de los pechos...
y de las trenzas.
"Qué sinrazón".
"No quiero contigo cama ni cena,"
no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
"y me dices que me vuelva,
y te sigo por el aire
como una brizna de hierba".
(No arranca)
(LLORA)
No podrán escaparse.
¿Tú los has visto pasar?
Saliendo de la colina.
¿No los oyes?
(Gemidos)
¿Estás segura?
¿Ves este brazo?
Pues no es mi brazo.
Es el brazo de mi hermano,
y el de mi padre
y el de toda mi familia
que está muerta.
Ve.
Voy.
Que siento los dientes
de todos los míos clavados aquí
de una manera que hace
que no me dejen respirar tranquilo.
(Llanto de bebé)
He dejado a un hombre duro
y a toda su descendencia
en mitad de la boda
y con la corona puesta.
Para ti será el castigo,
y no quiero que lo sea.
Déjame sola.
Huye tú.
No hay nadie que te defienda.
Pájaros de la mañana
por los árboles se quiebran.
La noche...
...se está muriendo
en el filo de la piedra.
Vamos al rincón oscuro,
donde yo siempre te quiera,
que no me importa la gente...
...ni el veneno que nos echa.
Y yo dormiré a tus pies
para guardar lo que sueñas.
Desnuda,
mirando al campo,
como si fuera una perra,
porque eso soy.
Que te miro,
y tu hermosura me quema.
¿Adónde me llevas?
Adonde no puedan ir
estos hombres que nos cercan.
Donde yo pueda mirarte.
Llévame de feria en feria...,
dolor de mujer honrada,
a que las gentes me vean.
También yo quiero dejarte,
si pienso como se piensa.
Pero voy donde tú vas.
Tú también.
Da un paso.
Prueba.
En Viena, hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana.
En el museo de la escarcha,
hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals,
toma este vals.
Toma este vals
con la boca cerrada.
En Viena, hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals,
toma este vals.
Toma este vals
que se muere en mis brazos.
¡No!
(Tarareos)
Ay, ay, ay, ay.
Toma este vals,
toma este vals.
Toma este vals
del "te quiero siempre".
Mi alma en fotos y azucenas,
y en las ondas oscuras
de tu andar.
Ay, ay, ay, ay.
Toma este vals,
toma este vals.
Toma este vals
que muere en mis brazos.
(GRITA Y LLORA)
(GRITA)
(Gritos)
(Gritos)
(Tarareos)
Ella no tiene culpa,
ni yo.
¿Quién la tiene, pues?
Calla.
Calla.
Aquí estoy.
Aquí estoy, véngate de mí.
Mira que mi cuello es débil;
te costará menos trabajo
que segar una dalia de tu huerto.
¿Qué me importa tu muerte?
¿Qué me importa a mí nada de nada?
Benditos sean los trigos,
porque debajo están
los cuerpos de mis hijos.
Bendita sea la lluvia,
porque moja la cara de mis muertos.
Benditos sean los trigos,
porque debajo están
los cuerpos de mis hijos.
Bendita sea la lluvia,
porque moja la cara de mis muertos.
Benditos sean los trigos,
porque mis hijos están debajo.
Bendita sea la lluvia, porque...
Ten piedad de ti.
¡Calla!
No quiero llantos.
Vuestras lágrimas
son lágrimas de los ojos nada más,
y las mías vendrán
cuando yo esté sola.
Y saldrán de las plantas
de mis pies,
de mis raíces.
Debería contestarme mi hijo.
Pero mi hijo...
es ya un brazado de flores secas.
(LLORA)
Vente a mi casa;
no te quedes sola.
Hemos de vivir días terribles.
No quiero ver a nadie.
La tierra y yo.
Mi llanto y yo.
He de estar serena.
Soy tan pobre.
¡Tan pobre!
Una mujer que ni siquiera tiene
un hijo que poderse llevar
a los labios.
Déjame llorar contigo.
Llora...,
pero en la puerta.
(Música dramática)
(LLORA)
Y te sigo por el aire
como una brizna de hierba.
(Continúa la música)
(Música créditos)
Añadir comentario ↓
Yo la quiero ver, pero en mi país (México) no está disponible :(
Vaya película más chula, el estilo me recuerda mucho a monic donde hacen diferentes tocados para novias clásicas. El año pasado por ejemplo creo que hicieron algo para la obra de teatro que hacían en Gran Vía.
Pobre García Lorca, si levantara la cabeza...
Me ha gustado mucho. Un trabajo maravilloso de fotografia, luces. Musica delicadamente escogida. Creo que uno no debe esperqr un relato de esta película si no entender la ¿emoción¿
No se si la pelicula es mala o no pero tambien sin animo de ofender me he reido con lo que cuentas. No creo que vaya a verla y la verdad actores susurrando todo el rato no me parece para nada real. Pero bueno a fin de cuentas no iba a verla pero si me he reido del comentatio adi que algo positivo me lleva jjajjaja.
Qué película más mala, por Dios. Lo digo sin afán de acritud, que conste, pero es que difiere muchísimo de la obra de García Lorca. No hay por dónde coger esta película; está bien que sea una adaptación e incluya cosas que en el libro no sale, pero ¿los diálogos? ¿por qué susurran, en vez de hablar? además, a la Novia la he visto demasiado cariñosa con el Novio, cuando en el libro no es para nada así. En fin, que me esperaba otra cosa, y más teniendo en cuenta que los protagonistas son actores de la talla de Inma Cuesta o Asier Etxendia.