(Trueno)
(Trueno)
(Martilleo)
(Martilleo)
"¿No me has visto?
No.
¿Qué haces?
Ojeas un álbum de fotos.
Pareces incluso feliz.
¿Todavía no me has visto?
Bien."
(RÍE)
"¿Te ríes?
¿De qué te ríes?
Hoy estás de buen humor, ¿eh?
Pues a mí no me hace ninguna gracia.
Un paso más y a ver qué dices que haces."
¿Qué haces?
No te he oído entrar.
-¿Dónde estabas? -Aquí, en el salón.
Ah, claro, en el salón. El salón está ahí.
-Y el dormitorio ahí. -Donde siempre.
Claro, donde siempre.
-¿Qué haces? -Pues...
Mirar fotos.
¿Quieres verlas? ¿Las vemos juntos?
Ven, siéntate aquí.
¿Quién es esta niña?
Yo.
¿Qué dices?
Sí. ¿Nunca has visto esta foto?
Tenía tres años. Haciendo equilibrio sobre una piedra.
Era tan niña. La piedra todavía anda por ahí fuera.
Se me daba muy bien hacer equilibrios.
Si de mayor quería ser...
¿Cómo se llaman estas mujeres
que con una cuerda, desde muy alto...?
Ahorcadas.
No, hombre, no.
¿Estás segura?
¡No me líes!
Que van por encima de la cuerda,
de una punta a otra o de un árbol a otro y...
Y dan volteretas en el aire en los circos
y unos saltos impresionantes. Dobles mortales, triples mortales,
-cua... -Cuartos mortales.
Eso, cuartos... mortales.
Pues eso, que de pequeña quería ser...
¿Cómo dijiste?
Ahorcada.
Sí, ahorcada. Ahorcada con... con faldellín de gasa
y zapatillas de punta.
Es que de pequeña era tan frágil, tan ligera.
Para volar más alto,
para hacer tonterías de niña.
Suerte que mi padre sabía lo que me convenía
y me sacó todas esas burradas de la cabeza.
Mira, te... Aquí está esta otra foto.
Sabes que no me interesa.
Solo esta. Solo... solo esta.
Mira, aquí estoy en la puerta del último colegio donde estudié.
Papá les decía a todos los profesores que tenían que tratarme con cuidado,
que era muy sensible.
¿Tú sabes que yo soy muy sensible?
-Tienes que tratarme con cuidado. -No tendrás queja.
No.
Entonces cállate.
-¿Qué te pasa? -Que me aburres. Tú y tus fotos.
Un día cogeré el álbum y lo tiraré por el balcón.
¡No!
Era una broma. Solo una broma para enfurecer un poquitín
a mi niña sensible.
Idiota.
A ver el cuello.
¿Ves? No hay nada como el agua oxigenada
para quitar el óxido.
Por estas cosas te quiero.
Por estas pequeñas cosas que haces por mí,
para mí,
solo para mí.
Pero a mí me gusta hacértelas.
¿Te he enseñado las fotos de las vacas?
-Míralas. -No, no. Dijiste que solo una foto.
Ya van a ser dos.
Pero ¿no tienes curiosidad por ver cómo las he colocado? Mira.
Muy bonitas, haces unas fotos muy bonitas.
Gracias.
(MUGE)
(MUGE)
(MUGE)
(CROA)
(MUGE)
-(CROA) -(MUGE)
(CROA)
La próxima vez que llueva sacarás más fotos.
¿Será pronto?
Lo intento, coño, ¡lo intento! Pero ¡me irritas!
¿Quién es esa mujer?
Era de mi padre, pero ya no.
No sé.
¿Por qué no se abrazan?
¿Cómo que "por qué no se abrazan"?
Ella...
No sé, ¿no lo ves? Está...
ladeada como rehuyéndole.
¿Pues si no lo sabes tú, quién lo va saber?
Me acuerdo.
¿No le dijiste una vez que tenías una tía a la que querías mucho?
¿Tía?
Sí, una hermana de tu padre.
Hace poco me enseñaste esa foto y me dijiste que era tu tía.
¿Te dije cómo se llamaba?
Está puesto detrás de la foto.
Siempre escribes los nombres detrás de las fotos para no olvidarte.
Es verdad.
¿Y qué pone?
Ma... Ma...
Ma... Ma... Margarita.
-Margarita. -Sí.
Eso es, ahora me acuerdo.
Margarita, mi tía, se llamaba como yo. Margarita.
Es que... me emociono.
Hacía mucho que no miraba estas fotos.
Me gusta mirarlas.
Me pongo triste, pero me gusta mirarlas.
Cariño,
dentro de poco volverán a llover vacas.
Qué bien.
Sí. He leído en el periódico que la tormenta ha girado
y está de vuelta.
Qué alegría. ¿Me traerás un carrete de la ciudad?
Dalo por hecho.
Entonces mi padre se llamaba Kodak.
(SILENCIA)
Te he traído un regalito.
¿Un regalito para mí?
Claro. ¿Para quién sino?
Para ti, solo para ti.
¿Un regalito... pequeño?
Un regalito...
Un carrete de fotos.
Es pequeño, pero no tanto.
¿Hoy es mi cumpleaños?
Que yo sepa no.
-¿Y qué día cumplo yo años? -No lo sé, Margarita.
-Sí, hombre. ¿Cómo no lo vas a saber? -El 29 de febrero.
No, no. Es más a principio del otoño. Es...
el...
-¡Es un carrete de fotos! -No.
¿Entonces qué es? Dímelo. No sé, me rindo.
¿Qué es? ¿Qué es?
Míralo.
Ahí lo tienes.
¿Para mí?
Pero no es un regalito.
-¿Qué es? Dime qué es. -¡Ábrelo!
Una piedra.
La piedra.
Tu piedra.
Si cuando la vi fuera, me dije: "Es su piedra".
La piedra de la foto.
Y te la he traído. Fíjate que yo no suelo fijarme en las piedras,
pero te la tenía que traer.
¿Te gusta?
¿Te quieres subir?
Sí.
Ten cuidado.
Recuerda: la pierna.
La derecha.
Sí, la derecha.
Venga.
A ver si todavía te queda equilibrio.
Es que ahora me da miedo
porque de pequeña tenía las dos piernas.
Venga, no seas miedica.
No, no, no soy miedica.
Me subo.
No me sueltes.
Mírame.
"Pareces la niña de tres años que nunca más volverás a ser."
(RÍE)
"Y qué lejos estás de esa niña,
aunque a ti te parezca que estás tan cerca.
Qué vergüenza."
(RÍE)
"Nunca te he visto una sonrisa tan amplia.
Y caes al suelo.
En redondo y de lado."
(RÍE)
Me duele.
¿Dónde, en la pierna mala?
No, no. Esta es la buena.
Creo que me he hecho daño. (RÍE)
Qué tonta eres. Qué tonta eres.
Ayúdame, mi amor.
Venga, Margarita. ¿Para qué tienes las manos, mujer?
Es que me duele, ¡que no puedo!
(Teléfono)
"El teléfono.
No.
Tus ojos.
El sonido.
No.
El teléfono no está sonando."
(Teléfono)
"¿Qué miras?
No me inmuto.
El teléfono no suena por tercera vez."
(Teléfono)
"Me estoy poniendo nervioso.
El teléfono no vuelve a sonar."
¡Ah!
Gracias, cariño.
-Venga, no pasa nada. Ya está. -No, si pasa.
-Ya está. -Sí pasa que me...
pues que me duele la pierna. Pero no me quejo.
No me quejo.
¿Has oído?
¿El qué?
Hace un momento.
-Si estábamos... -Mira, mira.
Mira qué cielo tan extraño.
¿Lo ves?
Se aproxima la borrasca.
¿Pequeña o que llovían vacas?
Mi amor, escúchame. Luego te veo.
Te tengo dicho que no me llames aquí. No puedes llamar.
¿Nena, te estás volviendo loca? No puedes llamar...
-¿Qué haces? -Nada.
-Estabas... -Estaba comprobando que...
-Hablabas. -Pero con nadie, solo comprobaba.
¿Y?
Sigue sin funcionar.
Vale.
-¿Cómo estás? -Triste.
La lluvia de ayer fue preciosa, ¿no crees?
Sí.
Fue preciosa, pero duró muy poco.
-¿Y por eso estás triste? -¡No!
-No. -¿Entonces qué es?
Que estoy triste por otra cosa.
Estoy muy feliz pero estoy triste por otra cosa.
-Porque no puedes hacer fotos, ¿no? -Sí.
Sí porque... es que no tengo carrete.
Bueno, pues...
yo voy a ir a la ciudad y te voy a comprar un carrete.
Un carrete no, te voy a comprar dos carretes
para que tengas muchas lluvias de vacas en álbum de fotos.
-¿De verdad, cariño mío? -Sí.
Gracias. Gracias. Gracias, mi amor. Gracias.
¿Cómo está la pierna?
¿Qué?
La pierna.
Pero si nunca me preguntas cómo está la pierna.
Que cómo está la pierna.
Duele.
Normal.
Podía haber sido peor.
Te podías haber matado.
¿Sí?
Pues sí. Con la caída te podías haber matado.
He tenido suerte.
Bastante. Pero a quién se le ocurre a tus años.
Es que me hacía ilusión.
Pero perdóname, cariño, que he estropeado tu regalo.
-Bueno, no pasa nada. -No volveré a subir, te lo juro.
-Es que me hacía ilusión. -¡Que no pasa nada!
Me hacía ilusión.
Lo sé.
¿Dónde lo has guardado?
-¿El qué? -La piedra.
¿La piedra?
En el horno,
porque no sabía dónde guardarla y digo: "La voy a dejar en el horno".
Sí, no. Ahí está muy bien.
El teléfono sigue sin funcionar.
Sí, sigue sin funcionar.
Podías llamar... a ver si lo arreglan.
Voy a ir ahora a la ciudad, voy ahora.
Si vas a la ciudad, por favor, no te olvides de traerme
mi carrete de fotos. Bueno, no, los carretes de fotos.
Y... y llama al técnico para a ver si arregla el teléfono.
-Pero cada vez que voy nunca está. -Pero llámale antes... ¡No!
(LLORA) No me pegues.
¿Cómo que no te pegue?
Pero ¿cuándo te he levantado yo la mano?
¿Yo cuándo te he levantado la mano?
No me hacen falta motivos, ¿me oyes? ¡No me faltan ganas!
Perdóname.
Perdóname.
Ya sé que me lo merezco, me lo merezco todo pero...
Fernando, Fernando.
-Fernando. -¿Qué?
-Que hace mucho que no... -¿Que no qué?
-Que tú y yo no... -¿Que no qué?
Que ya no...
Que ya no me tienes ganas.
Ganas de...
Pero ¿qué barbaridades dices? Claro que te tengo ganas.
Ah, ¿sí?
Otra vez.
¿Otra vez?
Sí, otra vez, Margarita. Esta mañana lo hemos hechos dos veces.
¿Tú con...?
Pero cómo que "tú con".
Ya, pero no me acuerdo. Sería con otra...
(DOLORIDA)
Perdona.
-Vale, para ya. -Perdona. (LLORA)
-¡Para ya! ¡Para ya! -Me asustas.
Pero ¿cómo que te asusto? ¡Te asustas tú sola!
Perdóname, cariño, perdóname.
No tienes ninguna consideración conmigo, ninguna.
Yo no sé cómo te aguanto, Margarita, ¡no lo sé!
¿Alguna vez has pensando todo lo que yo hago por ti?
¿Te lo tengo que recordar otra vez?
Claro que sí, claro que te lo tengo que recordar
porque eres idiota. No te acuerdas de nada.
-Que sí... -¿Sí qué?
Sí que... que sí me acuerdo. (LLORA)
Eres una irresponsable.
¡Una irresponsable como no hay otra en el mundo!
Y yo tengo una santa paciencia, Dios mío, tengo una santa paciencia
porque tengo que cargar contigo.
¿Tú alguna vez te has pensado, has pensado alguna vez
lo duro que es para mí tener que cargar con mi vida y con la tuya?
-¿Eh? -(LLORA)
¡Qué coño vas a pensar! ¡Qué vas a pensar si no has pensado nunca!
¡Sí, soy tonta! ¡Tonta! (LLORA)
Tonta es poco.
Toda tu irresponsabilidad es una responsabilidad extra para mí.
No puedo más, no puedo más.
El que diga que no me esfuerzo, el que diga que no me esfuerzo
contigo yo lo mato. Lo mato, ¿me oyes?
¿Tú sabes por qué hago esto? ¡Mírame!
¿Sabes por qué lo hago?
¿Porque... porque me quieres?
¿"Porque me quieres"? ¡Sí, porque te quiero, imbécil!
Porque te quiero y así me lo pagas.
Soy mala.
-Sí, mala. Muy mala. Y culpable. -Soy mala, soy muy mala...
Eres culpable. Culpable de todo lo que nos pasa.
Todo es por tu culpa, Margarita, por tu culpa.
Esta discusión que estamos teniendo aquí es por tu culpa.
-No... -Porque siempre equivocas
y yo ya estoy harto, harto, ¿me oyes? Harto, Margarita.
Nos casamos, tú y yo nos casamos.
¡Nos entregamos el uno al otro!
Y tú no haces más que.. me cargas de...
(LLORA)
¡De rabia!
¡De rabia!
¡De compromiso y de peso!
Yo no puedo más. ¡No puedo más!
Yo no soy tu padre.
No, no. No eres mi padre. No eres mi padre...
Encima quieres que te haga el amor.
Pero ¿cómo quieres que te haga el amor?
¡Yo no puedo hacerte el amor con todo lo que me lanzas!
No tengo ganas de hacerte el amor.
Esta mañana lo hemos hecho.
Dos veces.
Sí, dos veces.
Qué bien.
Me he quedado muy a gusto, sí.
-Cariño. -¿Qué?
Yo también me he quedado muy a gusto.
Mami.
"No debí dejarte a solas."
-¿Eres tú? -"Me confié."
Mamá.
¿Estás ahí?
Soy...
"Por suerte, llegué en el momento preciso."
-No si no... -¿No crees en mí?
Sí, sí que creo en ti.
-Claro que creo en ti, sí, sí, sí. -¡No crees en mí!
"No sé si es la primera vez que lo haces,
quiero creer que sí.
Si lo hubieras hecho antes,
me habría dado cuenta.
Tarde o temprano me habría dado cuenta,
pero te aseguro que será la última vez que lo haces.
Ahí, de pie,
sin nada que te sostenga.
Sostenida por las dos piernas,
por tus dos piernas,
aferrada al teléfono."
¿Quién te quiere más que yo?
Nadie.
¿A quién quieres más que a nadie?
(SUSURRA) A ti.
¿Y no confías en mí?
¿Totalmente?
-Sí. -¿Solamente?
Sí.
¿Y así me lo pagas?
No me lo demuestras.
-Pero vas a esforzarte, ¿verdad? -Sí.
-(GRITA) ¿Verdad? -¡Sí!
Sí, sí, sí.
Te voy a ayudar a esforzarte.
Vamos a asegurarnos de que hacemos las cosas bien.
-Cariño. -Espera un momento.
-¿Ahora qué? -¿Qué vas a hacer?
Volarte la pierna.
"Me miras como nunca me has mirado, ¿qué estás viendo?"
¿No lo entiendes?
Así nunca más volverás a dudar de qué pierna te falta.
(Martilleo)
¿Fernando?
¿Fernando?
¿Cariño?
¿Qué?
Que creo que se ha salido una rueda.
Se habrá aflojado, habrá que apretarla.
Mala pata.
-Es lo que pasa por ir con prisas. -Ya.
"Qué bajita pareces, qué pequeña."
Es que quería cocinar.
Voy a por un destornillador.
¿Me has construido la escalerilla?
¿Qué escalerilla?
Para poder cocinar.
No, no he tenido tiempo.
Es que tanta comida fría sienta muy mal en el estómago.
Pero he hecho algo mejor.
¿Sí?
-Sí. -¿Qué?
He bajado los fogones.
¿Qué?
Sí, al ras del suelo para que puedas cocinar.
-¿Eso has hecho? -Sí.
¿Y mi piedra?
¿El qué?
El horno, ¿qué has hecho con el horno?
Margarita, ¿tú quieres cocinar o no quieres cocinar?
-Sí. -Pues te he bajado los fogones.
Muy bien.
Eres un manitas.
No quiero que uses la escalerilla.
Si te da vértigo, ¿qué hacemos?
-¿Vértigo? -Sí.
Tienes vértigo, te mareas.
Es verdad.
Sí, así no tendré vértigo.
Mientras cocinas aprieto lo de las ruedas, ¿vale?
Luego iré a la ciudad a la colchonería para que no tengas
-que dormir en el suelo. -Vale.
¿Has visto cuántas cosas hago por ti?
-Oye. -¿Qué?
¿Y otra escalerilla para poder subir?
A ver, a ver, Margarita.
Mírame.
No quiero que te subas a escalerillas.
Tengo miedo de que te caigas,
-además... -Tengo vértigo, sí.
Es verdad, es verdad.
No me lo recuerdes que solo de pensarlo...
-No te pongas histérica. -No, no.
Además, no hace falta que vayas a la ciudad hoy,
si puedo dormir en la alfombrilla suave y peludita.
-¿Suave y peludita? -Sí.
Nunca me has pedido que me quede.
-¿No? -No.
Es que siempre vas a la ciudad por mí.
Estás yendo siempre a la ciudad por mí.
Me lo haces todo, Fernando.
Me consientes.
Me consientes como una princesa y yo no quiero molestarte tanto.
Son mis responsabilidades, puedo prescindir de ellas.
Nena,
soy tu marido.
Tus responsabilidades,
son mis responsabilidades.
Eres tan grande.
-No quiero que bajes al sótano. -Vale.
Y tampoco que subas al piso de arriba.
-Vale. -¿Vale?
Sí.
Tenemos dos días juntos, ¿verdad?
Para variar.
¿Quieres que vaya por el destornillador
o quieres arrastrarte por toda la casa?
Perdona por ponerme triste.
No me gusta que estés triste.
-Perdona. -Nena, me das grima.
Perdóname.
Tápate la cara, tápate la cara.
Ahí, ahí.
No te entiendo nada, nena.
Mejor estate calladita.
(SUSURRA) Un, dos, tres.
(SUSURRA) Un, dos, tres,
palomita blanca es.
Un, dos, tres, palomita blanca es.
Un, dos, tres,
palomita blanca es.
Un, dos, tres,
palomita blanca es.
"Confías en que vuelva,
no lo haré.
Iré directamente a la ciudad."
Un, dos, tres,
palomita blanca es.
¿Dónde estás?
"Estoy lejos,
muy lejos.
Cuando vuelva, te encontraré tirada en el suelo,
abrazada a mis zapatos, harta de llorar,
de sufrir por pensar que te he abandonado."
¿Fernando?
"Cuando regrese."
¿Cariño?
"Te pondrás tan contenta."
Fernando.
Cariño, ¿dónde estás?
(LLORA) ¡Fernando!
¡Fernando!
¿Qué haces con mis zapatos?
¿Te has quedado dormidita?
Sí, me he quedado dormida.
Qué frío está el suelo, me ha cogido el frío.
¿Cariño?
¿Qué?
¿Quién es ella?
Me llamo Coral.
Qué labios más bonitos tienes.
Es el carmín.
"Megareflection".
Coral va a pasar unos días con nosotros.
-Pero... -No rechistes que está hablado.
La casa está muy desordenada,
está todo sin limpiar, no he tenido tiempo.
Disculpe el desorden.
La habitación de invitados está arriba
y no he podido subir así.
No he podido.
-Margarita. -¿Qué?
¿Qué te ha pasado?
La rueda, que se ha aflojado la rueda.
Cariño, ¿has ido por el destornillador?
Estaba en el porche.
¿Y me vas a apretar la rueda?
(RÍE) Sí.
Tenemos una invitada, nena.
No voy a estar apretándote la rueda ahora.
Mañana, ¿de acuerdo? Seguro que hay un momento para apretarla.
Sí.
Mañana habrá un momento también, pero es que quería ir a la cocina.
Bueno,
pues ve.
Arrastrándote, no pasa nada por un día que te arrastres,
nadie se ha muerto por arrastrarse.
No.
No, nadie se ha muerto, pero no sé si a ella le molestará.
A mí no me importa.
Arrástrate todo lo que quieras, como en tu casa.
Venga.
Pues nada, me voy a la cocina.
Permiso.
Hemos traído la cena.
Voy a la cocina.
A ver, a ver,
¿qué ha dicho Coral?
¿Qué ha dicho Coral?
Coral ha dicho que hemos traído comida.
Voy a buscarla.
Qué ilusión,
cariño, la comida preparada.
La comida
y una botella de champán.
¿Champán y comida?
No hacía falta, de verdad.
Fernando me ha preparado los fogones para que pueda cocinar.
Es un tesoro mi Fernando.
¿Tienes el regalo?
-Sí. -¿Un regalo?
Qué ilusión.
Qué bien que cenes con nosotros, Coral.
¿Qué hay para cenar?
Ostras.
¿Te gusta tu regalo?
Ya está.
Prueba.
¡Prueba!
Prueba.
Así, así, ¿lo ves?
Gracias.
Gracias.
Gracias, cariño.
¿Qué te pasa?
-Te noto cansada. -Sí.
Estoy cansada, casi no dormí esta noche.
Ya, es que apenas cenaste.
No se puedo uno ir a la cama con el estómago vacío.
Fueron las ostras.
¿El qué?
Que me sentaron mal.
Nena, hay que cambiar la alimentación.
Nada de carne.
Las ostras son carne.
-Pero ¿qué dices? -Sí.
No, las ostras son marisco.
Fruto del mar.
Claro que sí.
Mira Coral,
Coral es vegetariana
y come ostras.
Si las ostras fueran carne, Coral no las comería.
Eso lo sabemos muy bien tanto Coral como yo, nena.
Tiene razón.
Tienes razón.
Además, estaban deliciosas.
¿Entonces de qué te quejas?
Y estás cansada porque anoche apenas cenaste.
Por eso estás cansadita.
¿Cansadita?
Pues cansadita, no pasa nada.
Otro día cenarás mejor.
Además, hicisteis mucho ruido.
¿Nosotros? ¿Cuándo?
Por la noche.
Intentamos no hacer ruido.
¿Os quedasteis hablando hasta muy tarde?
No.
Pues me lo pareció desde la alfombrilla.
Aunque algo dormiríais,
porque no parecéis tan cansados como yo.
Incluso tenéis buena cara.
Se duerme bien en la cama, ¿no?
-Mucho. -Ya.
¿Sabes lo que creo?
Que estabas excitada y por eso no podías dormir.
Como teníamos una visita.
Puede ser.
Qué ilusión.
Cariño, a veces solo ves las cosas negativas, nena.
Llega a cansar
tanto pesimismo.
Mira Coral.
Mírala, ¿eh?
¿Has visto qué alegre es?
Gracias.
Y si por lo que sea me siento triste, me pongo a bailar.
(RÍEN)
-Ya -Oye..
¿Y si bailamos?
-¿Ahora? -Sí.
¡Sí!
Vamos, pon un disco, nena.
-¿Cuál? -No sé, el que quieras.
¿Me dejas elegir a mí?
(Música lenta)
Nena, ven aquí a bailar con nosotros.
¡Vamos!
Qué bien se os ve bailando juntos.
Gracias, nena.
No la llames nena. Solo yo la llamo nena.
A mí no me mires así.
Lo siento.
(Martilleo)
Ya hemos llegado.
¿Habéis comprado algo?
¿No lo ves?
-¿Cómo te encuentras hoy? -Mal.
Pero ¿tan mal tan mal como ayer?
-Pero. -Vaya.
Sí y me pongo a pensar en mi padre...
-Cariño, ¿quieres que te ayude? -No, no hace falta.
Tuvo un final muy triste. Su ataúd no entraba en la fosa.
Habían hecho un agujero demasiado pequeño.
Fernando lo construyó con sus propias manos.
Recuerdo la luz del atardecer entrando por las ventanas,
el aire lleno de serrín,
Fernando con la mascarilla y sus ojos...
de animal.
Al entierro fue poca gente.
Fernando me acompañó a casa.
Durante todo el camino...
no dejó de mirarme.
Sus ojos se clavaban...
dentro, dentro. Aquí.
-¿Sabes cómo mira? -Sí, claro.
Nunca había sentido nada parecido.
Y al llegar al porche, ahí mismo,
en el balancín,
me pidió la mano.
Margarita, ¿puedo preguntarte algo?
-Sí. -Íntimo.
¿Tienes algún deseo, algún capricho particular
para el día en que mueras?
Ya me lo preguntó, antes.
¿El qué?
Tu capricho.
¿Mi capricho? ¿Y te lo dijo?
-Sí. -Y ¿qué te pareció?
Muy bonito. Solo quiero escucharlo de tus labios.
Es muy bonito mi capricho.
Flores.
Muchas flores, muchísimas flores.
Quiero que me entierren rodeada de flores.
Pero no flores en ramo, no.
Quiero que todo el campo esté cubierto de flores,
hasta donde alcance la vista.
¿De qué estabais hablando?
De la casa.
De lo pequeña que se me ha quedado ahora que no tengo piernas.
Como solo me puedo mover por la planta baja.
De lo pequeña y de lo grande.
No me mientas, nena.
Estábamos hablando de los caprichos.
¿Qué tal estás hoy, nena?
Bien, con tantas flores alrededor... me animan.
¿Para qué son?
Acabas de intoxicarte.
No, no.
-No. -¿No te duele la barriga?
-Será un empacho. -"Un empacho" dice.
-Si no has probado bocado. -Igual eres alérgica a las ostras.
No tengo alergias, pero a las ostras sí.
No, no, no puede ser.
Yo nunca he probado las ostras.
De pequeña con mi madre.
Nunca he estado con mi madre.
Yo era muy chica, muy chica. Así de chica.
A las ostras.
-Y a la piña. -Otra de mis manías.
¿Qué tienes ahí?
-"Megareflection". -Le dejé mi pintalabios.
Pareces una mona.
-No digas eso. -¡Digo lo que me da la gana!
Fernando tiene razón, estás más guapa sin maquillar.
Si quieres podemos ir un día a la ciudad, a comprar ropa.
-¿A qué? -A comprar ropa.
¿Sabéis qué? ¿Sabéis qué? Se me acaba de ocurrir ahora mismo.
-Otro capricho. -Otro.
Sí, sí.
Os lo voy a contar, pero no se lo digáis a nadie, ¿eh?
-Vacas. -¿Vacas?
-¿Qué? -Sí, vacas.
Me gustaría que el día que muriera...
llovieran vacas.
(Truenos)
¿La ves?
-No. -Es enorme.
Que no la he visto.
¿No estarás quedándote también ciega, nena?
¿También?
Las ostras te intoxicaron.
Igual te están afectando también a la vista.
Además de a la vida.
¿Quieres decir que...?
Te estás muriendo.
No.
No puede ser.
¿Cómo que no?
Que no he visto las vacas.
Pues más vale que las veas.
Estás en tu funeral.
(Truenos)
Fernando.
¿Qué?
Llueven vacas.
Y yo.
Yo también.
Ven.
Estás muerta.
No puedes llorar si estás muerta.
No, Margarita.
Puedes morir.
Puedes morir por mí.
-Que lo sepas. -Sí.
Puedes morir de verdad.
Mueres.
Has muerto.
Estás muerta.
Cariño, ¿quieres estar solo?
No.
¿Sabes?
No vio las vacas.
Quería ver las vacas y no las vio.
Pero murió igualmente.
Me quería tanto.
-Salgo. -¿Adónde?
Afuera, necesito aire.
Pero está lloviendo, muy fuerte.
Puede ser peligroso.
Me da igual, ¿no lo ves?
"Llueven vacas.
Qué poco a poco sucede todo.
Da la impresión de que la luz viaje más lentamente.
La realidad tiembla.
Se desprende el papel de regalo que la cubre
para descubrir que solo existe la relatividad.
Nuestra relatividad.
Y tú... permaneces ahí.
El suelo a tu alrededor inundado de flores.
Y Coral.
Y tú.
Las dos.
Lluvia.
Felices.
Te veo.
Un instante.
Porche.
El balancín chirría.
La lluvia y tú...
y yo corro entre las vacas que caen, corro.
Qué difícil es hablar del dolor."
Qué difícil es hablar del dolor.
Cariño.
¿Cómo estás?
Mírame a la cara, por favor.
¿Por qué te has pintado así?
Nena.
No sé qué me pasa.
Es el luto.
Cuesta, ¿lo entiendes?
Me gustaría que pensaras más en mí, ya es hora de pensar en los vivos.
No en los muertos.
-Fue mi mujer. -Ya no.
Qué sabia eres cuando quieres.
Pero con esa cara pareces una puta.
Que sepas que sigo pensando que deberíamos enterrarla.
Nena.
Siempre lloverán vacas.
¿Qué haces?
-Voy a la ciudad, ¿necesitas algo? -Me voy contigo.
-No. -Sí.
-Coral. -Me da igual.
-Coral. -¡Me voy contigo!
(GRITA)
(GRITA)
Perdona, necesito que me quieras más.
-Necesitas quererme más. -Lo haré.
Dame tiempo.
-No sé cuánto tiempo puedo darte. -Lo haré.
-De verdad. -¿De verdad?
De verdad.
Déjame que la entierre.
Hazlo.
Empezaremos de cero.
Empezaremos de cero.
Sé que es difícil.
-Imposible. -Sé que es imposible.
Pero podemos conseguirlo. Me lo dijiste tú,
antes de traerme a esta casa, ¿te acuerdas?
Todo está al alcance de la mano, de nuestras manos.
Es verdad.
Puedo llegar a quererte tanto.
A ver.
Lo haré.
¿Cariño?
¿Qué?
¿Verdad que llovieron vacas de verdad?
Claro.
Claro que sí.
Llovieron vacas.
Llovieron vacas de verdad.
Y volverán a llover.
(Música emotiva)
Fernando y Margarita son una pareja que vive en un hogar en el que él manda y ella obedece. De aquí nace un juego perverso en el que Fernando propone y Margarita acepta. Los dos llevarán este juego hasta sus últimas consecuencias.
Dirigida por Fran Arráez, cuenta con un genial reparto (Víctor Clavijo, Maribel Verdú, Laia Marull, Secun De La Rosa, Gloria Muñoz, Pedro Miguel Martínez, María Barranco, Asier Etxeandia, Mónica Regueiro, Sergio Peris-Mencheta, Carmen Mayordomo, Gemma Charines, Eduardo Noriega).
Contenido disponible en España hasta el 6 de Abril de 2026.
El administrador de la página ha decidido no mostrar los comentarios de este contenido en cumplimiento de las Normas de participación