Subtitulado por Accesibilidad-TVE.
¿Pueden detectar las palomas
enfermedades humanas?
¿Tienen remordimientos las ratas?
¿Qué aves construyen nidos
de hasta 50 kilos?
¿Es cierto que a los ratones
les chifla el queso?
¿Pueden las gimnastas
del equipo olímpico español
ser tan flexibles
como las cucarachas?
Una ciudad no parece
el sitio más adecuado
para descubrir animales salvajes.
Polución,...
ruido...
y miles de humanos dispuestos
a echar a cualquier intruso
que no sea una mascota.
Hay una gran desconexión.
Los que viven en las
zonas más urbanizadas
no ven nada salvaje en muchos días
que no sea una paloma o una rata.
Si pierdes la conexión
con la naturaleza,
pierdes una fuente
de enorme placer.
Precisamente este entorno tan
modificado por la mano del hombre
genera oportunidades
que algunas especies
están dispuestas a aproverchar
y nosotros a observar.
Una ciudad como Madrid
puede acoger más de 100 especies
autóctonas de vertebrados
y a un número
casi incontable de invertebrados.
Los parques urbanos, por ejemplo,
aunque son espacios artificiales,
son un polo de atracción
para algunos animales.
Otras especies aprovechan
las estructuras
que los humanos hemos creado
para vivir en condiciones
mucho mejores
que las que tendrían
en un entorno natural.
Vamos a lanzarnos a la jungla
de asfalto a encontrarlas
y a descubrir qué animales
se han adaptado mejor
a las grandes urbes
y se han convertido
en la verdadera fauna urbana.
Sin duda, unas de las especies
más emblemáticas
de las ciudades españolas
es la paloma doméstica.
Aunque no hay cifras exactas,
se calcula que Madrid o Barcelona
alojan a más de 80.000 ejemplares
en sus calles.
No son muchas si tenemos en cuenta
que a finales de los años 90
se estima que solo en Barcelona
había más de 180.000.
La superpoblación
puede representar un problema.
En Barcelona, por ejemplo,
se ha puesto en marcha
una prueba piloto para controlar
el exceso de palomas
con anticonceptivos.
Se han instalado dispensadores
de alimentos
que contienen pienso
con nicarbazina,
una sustancia que impide
la ovulación de las hembras.
¿Pero por qué hay tantas palomas
en las ciudades?
¿Qué encuentra esta especie
en estos espacios
aparentemente hostiles?
Las paredes verticales
de los edificios
y sus numerosas hoquedades,
se asemejan al hábitat natural
en el que vive su pariente salvaje:
la paloma bravía.
El ancestro silvestre
de la paloma doméstica
construye sus nidos
en sitios poco accesibles
como roquedos y barrancos,
un hábitat parecido al que generan
los edificios urbanos.
Por eso no vemos nunca polluelos
en las ciudades.
La paloma tiene un vuelo rápido
y directo, con batidas potentes.
Como su pariente urbana,
la bravía es muy territorial
y no realiza
grandes desplazamientos.
Quizás no sean los animales
más agradables de la ciudad
pero han demostrado
unas capacidades increíbles
en el diagnóstico de enfermedades.
Investigadores
de la Universidad de California
han revelado que las palomas
pueden identificar tumores
en mamografías humanas.
Les mostraban imágenes de tejidos
sanos y enfermos para entrenarlas.
Las mejor adiestradas
acertaban un 99% de los nuevos casos
que les planteaban.
Pero por mucho que sepan
identificar tumores,
difícilmente aprobarían
la carrera de medicina.
Su cerebro es minúsculo,
del tamaño de la punta de un dedo.
Aún así, han demostrado
una inteligencia visual increíble.
La clave está
en la estructura de sus ojos.
Tienen 5 receptores distintos
de colores.
Los humanos disponemos solo de 3.
Hay que tener buena vista
para encontrar semillas y granos
que se confunden con el suelo.
Pero lo más curioso es que,
a pesar de su extraordinaria
capacidad visual,
no saben completar figuras.
Mientras que muchas aves
y los primates
podemos deducir
en cuál de estas opciones
el cuadrado y el triángulo
están bien encajados,
las palomas no lo consiguen.
No saben completar
figuras mentalmente,
algo que para nosotros
es tremendamente obvio.
Una posible explicación
a este fenómeno
es que las palomas vuelan.
Y para volar
hay que ser lo más ligero posible.
Completar figuras
requiere cerebros más grandes,
con más neuronas.
Un peso en sus cabezas
que han tenido que ahorrar
para poder volar.
Hay muchos factores que condicionan
la vida de los habitantes
de las grandes urbes.
Por ejemplo, la temperatura,
que es más elevada
que en las zonas que las rodean.
¿Por qué en las ciudades siempre
hace más calor que en el campo?
Algunos estudios apuntan
que la diferencia de temperatura
puede ser
de más de 6 grados de media.
Este fenómeno se conoce como
"isla de calor"
y se debe al efecto albedo.
Parte de la radiación solar
que llega a la superficie
de nuestro planeta
se refleja de nuevo
hacia la atmósfera,
el resto lo absorbe la Tierra.
El efecto albedo se produce
en las ciudades y en el campo
pero de forma diferente
debido a la composición del suelo.
El pavimento conserva el calor
mientras que la hierba
utiliza la energía del sol
para la evapotranspiración,
es decir, libera agua,
de ese modo refresca el ambiente.
Por eso el hormigón está a 26 grados
y la hierba a 22.
Las ciudades, además,
emiten muchos gases
con efecto invernadero
que impiden que el calor,
que ha rebotado en el asfalto
escape hacia la atmósfera.
Así que vuelve a bajar y, por eso,
la temperatura todavía sube más.
En las ciudades, el principal gas
de efecto invernadero es el CO2,
que emiten en grandes cantidades
los vehículos que utilizan
combustibles fósiles.
Vamos a recrear a pequeña escala
cómo actúa la contaminación.
Si mezclamos vinagre,...
con bicarbonato...
podemos obtener fácilmente CO2.
Con una lámpara de infrarrojos
simularemos la radiación solar.
Vemos que en el recipiente
donde hay CO2
la temperatura es más alta.
A gran escala, esto contribuye
a que las ciudades
sean islas de calor.
Las emisiones de CO2
de origen humano
no han dejado de aumentar
desde finales del siglo XIX
y se aceleraron a finales del XX.
Hemos pasado de unas 300 partes
por millón de este gas en 1900,
a más de 400 en la actualidad.
Naturalizar las ciudades
y apostar por energías limpias
no solo haría nuestros veranos
más soportables,
también ayudarían a reducir
los efectos del cambio climático.
Las cloacas son otro invento humano
que algunas especies han colonizado.
Las ratas son habituales
en el subsuelo de las ciudades
y Barcelona es la primera gran urbe
que está elaborando un censo
para saber cuántas viven aquí.
Todavía no se conoce
el resultado del estudio.
De momento, vamos a ver
si nos encontramos con alguna.
Como las palomas,
encuentran en las ciudades
un hábitat ideal para vivir.
Recovecos donde construir
sus madrigueras
y abundante comida
que los humanos tiramos por doquier.
Las ratas tienen mala fama.
Durante el SXIV se las culpó
de extender la temible peste negra,
en realidad, eran sus pulgas
las que transmitían la bacteria
que provocaba esta enfermedad.
Además, un estudio reciente
liderado por investigadores
de la Universidad de Oslo, demostró
que no eran las pulgas de la rata
sino las de otro rodeor,
el gerbillo,
las responsables de la infección.
Las ratas son neofóbicas, es decir,
temen las cosas nuevas.
Se muestran precabidas
y desconfiadas
ante aquello que no conocen.
Por eso resulta difícil
acabar con ellas con veneno.
Ante un alimento nuevo
prueban un poco
y esperan a si les produce
algún efecto tóxico.
Parece que huelan el peligro
a la legua.
Desde tiempos inmemoriables,
donde viven humanos, viven las ratas
así que si no representan
un riesgo sanitario
quizás sea más aconsejable
acostumbrarse a su presencia
que temerlas.
Además, se parecen más a nosotros
de lo que podemos imaginar.
Adelante, por favor...
En 2014, científicos
de la Universidad de Minnesota
realizaron un experimento
muy interesante
que demostró que las ratas,
como los humanos,
se arrepienten cuando toman
decisiones equivocadas.
Los investigadores presentaban
distintas opciones de comida
a las ratas,
unas más apetecibles que otras.
Algunos roedores eran pacientes
y esperaban a que llegase
su plato favorito.
Pero si tras la espera les ofrecían
un alimento poco atractivo
se arrepentían
por no haber elegido antes.
Los científicos
podían distinguir este sentimiento
a través de la actividad
de su cerebro.
A este experimento le llamaron
"la cola del restaurante".
Los humanos también lo sufrimos.
Si en nuestro restaurante favorito
hay mucha cola, nos vamos a otro.
Pero no sin sentir
una cierta frustración.
Los ratones suelen caernos
más simpáticos que las ratas.
A diferencia
de sus parientes más grandes
son muy curiosos e investigan
constantemente el territorio.
Tienen un oído muy fino.
Pueden percibir sonidos en un rango
4 veces mayor que los humanos
y doblan el de los perros.
Pero su sentido más agudo
es el olfato.
Gracias a él se reconocen
entre ellos
y pueden detectar
alimentos en mal estado.
En el imaginario popular
los ratones adoran el queso
y harían cualquier cosa
por un pedazo de este manjar.
Pero un estudio
de la Universidad de Manchester
ha revelado que en realidad
prefieren alimentos ricos en azúcar.
Parece que el olor del queso
es demasiado fuerte
para su refinada nariz
y que solo lo comen
si no encuentran
una alternativa mejor.
Su miedo a los gatos
también es legendario,
pero en este caso, cierto.
Científicos del centro
de investigaciones
Scripps Research Institute
de California
han descubierto
que la saliva de los gatos contiene
unas proteínas llamadas MUPS
que provocan una reacción de terror
en los ratones al olerlas.
Cuando los investigadores
impedían a los ratones
detectar estas proteínas,
los roedores
se acercaban confiados al gato,
que no desaprovechaba
una ocasión así.
El gato es otra especie
que encontramos en las ciudades
y no como mascota.
También vive en la calle.
En Madrid se estima que hay,
nada más y nada menos,
que unas 400 colonias
de gatos callejeros.
La mayoría son asilvestrados.
Ellos o sus progenitores
en algún momento
fueron gatos domésticos.
En los entornos menos urbanos
pueden suponer un riesgo
para otras especies de mamíferos,
aves, reptiles y anfibios
ya que son
unos excelentes cazadores.
Los gatos preservan
gran parte de las características
de comportamiento
de sus primos félidos salvajes
como el lince o el gato montés.
Un estudio
de la Universidad de Edimburgo
los definió como leones en miniatura
en referencia a su personalidad.
A excepción de los guepardos
todos los félidos
pueden retener sus garras
dentro de una vaina protectora
cuando no las necesitan.
Al gato le sirven para rascarse,
cazar
y trepar con una agilidad asombrosa.
El problema
es que debido a su anatomía
solo las pueden clavar
en dirección ascendente
y los obliga a bajar marcha atrás.
(Maullido)
Algo que no siempre consiguen.
(Maullido)
Como las ratas,
los gatos cohabitan con los humanos
desde tiempos inmemoriales.
Aunque hay indicios de convivencia
hace ya 9.000 años
sin duda fueron los egipcios
los que iniciaron
el proceso de domesticación
hasta las mascotas
que conocemos hoy en día.
A priori, estos félidos
no parecían ser buenos candidatos
para ser domesticados.
Los individuos salvajes
son cazadores territoriales,
solitarios y no viven
en comunidades jerárquicas.
Es probable que los marineros
embarcasen a los gatos en sus viajes
para luchar contra los roedores.
En el antiguo Egipto
determinados animales
eran representados
como seres divinos.
Halcones, ibis, cocodrilos o gatos
eran momificados tras su muerte.
Gracias a técnicas radiológicas
se ha podido identificar
el contenido de las momias.
La que vemos
tiene más de 2.000 años
y está envuelta
con 10 capas de vendas.
Esta es la diosa Bastet
que simbolizaba el hogar
y la alegría de vivir.
La convivencia con los gatos
ha dado lugar a numerosas leyendas
entre los egipcios
y también
en otras culturas más lejanas.
Un buen día, el dios nórdico Thor
descubrió que le habían robado
su poderoso martillo.
Acudió a pedir ayuda a Frejya,
la reina de los gatos,
que llegó cruzando el cielo
con su particular medio de transporte
un carro tirado por dos felinos.
Frejya le prestó a Thor
su capa mágica de plumas
con la que descubrió
que su martillo lo había robado
el rey de los gigantes de hielo
y que lo había escondido
en el lugar
más profundo de la tierra.
Para devolvérselo, el gigante exigió
que Frejya se casase con él.
Cuando Thor le transmitió la demanda,
la diosa de los gatos
reaccionó tan airadamente
a tan deshonesta proposición
que Thor no tuvo más remedio
que vestirse de novia
para recuperar su preciado martillo.
El calor que desprenden las cocinas,
los restos de comida y la humedad
componen el hábitat ideal
para un invertebrado
que suele provocar pavor
y asco a los humanos.
Aunque existen unas 5.000 especies
de cucarachas
descritas en la naturaleza,
las que podemos encontrar
en un hogar
suelen pertenecer solo a 3.
Una de las claves
de su supervivencia
es que pueden pasar
largos períodos sin comer.
Y aunque no digieran directamente
la celulosa
de los alimentos vegetales,
alojan bacterias
en su sistema digestivo
que degradan este compuesto.
Las cucarachas
están en nuestro planeta
desde hace
más de 300 millones de años
y es posible que sigan aquí
cuando los humanos ya no estemos.
Un estudio reciente
de la universidad de California
investigó por qué es tan difícil
matar a una cucaracha pisándola.
Su secreto: es porque tienen
un exoesqueleto duro
pero muy flexible.
De este modo
pueden comprimir su cuerpo
de una forma increíble
sin morir.
Por eso, también pasan sin problema
por debajo de las puertas.
Las cucarachas, además,
están entre los insectos
más rápidos del planeta.
Pueden ir a la escalofriante
velocidad de 5'5 km por hora.
Vale, dicho así
no parece ningún record,
pero si lo comparamos
con el tamaño de su cuerpo
es más rápida que el guepardo,
el animal terrestre más veloz.
(MÚSICA)
La gimnasia rítmica
es un deporte que requiere
fuerza física, flexibilidad,
destreza y coordinación.
Y nuestro equipo olímpico
tiene todas esas cualidades.
(APLAUSOS)
Sus integrantes ganaron
la medalla de plata
en los JJOO de Río de Janeiro
20 años después
de la última conseguida
por un equipo español.
Supongo que el momento
cuando ganasteis esa medalla
fue uno de los más increíbles
de vuestra vida deportiva.
¿Cómo lo recordáis?
La verdad que parece
como si fuera ayer.
Fue una emoción muy intensa,
es el máximo sueño de un deportista
subirse a un pódium olímpico
y nosotras con muchísimo trabajo,
superando muchos obstáculos,
lo hemos hecho realidad.
Quién nos lo iba a decir.
Yo no sé si os gustan mucho
las cucarachas...
(RIEN)
No mucho.
Estos animales...
una de las cosas
más espectaculares que tienen
es que tienen
una flexibilidad increíble
y en relación al tamaño que tienen
también son muy, muy rápidas.
Alcanzan velocidades enormes.
Son dos características
que para gimnastas
como vosotras tan importantes
velocidad, flexibilidad...
Bueno, a ver, creo que has ido
a preguntarle lo de la cucaracha
a la que más pánico tiene
(RIEN).
-Hemos comprobado que son muy rápidas
-Sí, eso lo hemos comprobado, porque
nos hemos encontrado aquí una...
Y yo creo que sí,
que la flexibilidad,
sobre todo en este deporte,
es algo muy importante.
Hay algunas que ya nacen con ese don
y otras que tenemos que trabajarlo
un poco más.
Las cucarachas, en este caso,
no necesitan entrenar...
¡Qué suerte!
(RIEN)
En eso os vencen.
Y aparte, durante toda su vida,
son flexibles.
¿Pasa lo mismo con vosotras?
¿Sois flexibles siempre,
desde que nacéis con ese don
o se va perdiendo con la edad?
¿Se va endureciendo el cuerpo?
A medida que vas cumpliendo años
la vas perdiendo
porque como esta flexibilidad
es trabajada, se pierde antes.
¿Se pierde antes?
Sí. En cambio, si naces así,
ya te dura toda la vida,
prácticamente.
Pero si lo vas trabajando
poco a poco, sí que se pierde.
Sandra, si hiciéramos
una competición
entre nuestras amigas las cucarachas
y vosotras,
en temas de flexibilidad
¿quién creéis que ganaría
en esta competición?
Yo creo que el equipazo
(RIEN)
¡Así me gusta!
La confianza en el equipo.
Al menos todos los años de trabajo
yo creo que sí se notaría y...
haber usado una buena técnica
y el conjunto, yo creo,
que gana sin duda.
-Es más, retamos a las cucarachas
a una competición de flexibilidad.
¡Fantástico!
¿Las podemos retar entonces?
Sí, pero yo me lo pensaría...
-Pero que estén controladas,
que estén controladas, que
luego...(RIEN)
-¡De lejos, de lejos!
Y entonces, comprobamos
dónde están los límites.
Alejandra, ¿hay algún límite?
Para vosotras,
¿hay límites de flexibilidad?
¿Podéis contorsionar vuestro cuerpo
hasta cierto punto?
¿O no hay límites
si hay ese esfuerzo?
En el mundo del deporte,
yo creo que los límites
muchas veces te los pones tú, ¿no?
Nosotras hemos intentado
no tener límites,
he intentado superar
todas las barreras
ir a por todo lo que deseábamos,
pero es verdad
que en cuanto a flexibilidad,
el cuerpo tiene sus límites, ¿no?
Anatómicamente no estamos preparados
para los movimientos que hacemos
y hay que hacer
un trabajo de flexibilidad,
pero también con conciencia.
Hay que saber
qué es importante cuidar
y no pasarse
para evitar lesiones.
La combinación
de partes rígidas y flexibles
del esqueleto externo
de la cucaracha,
le permite doblarse
y soportar grandes presiones
sin sufrir daños importantes.
Así, las cucarachas
ganan a los humanos,
ya que pueden comprimir su cuerpo
para pasar por espacios
extremadamente estrechos.
En cambio, el esqueleto interno,
los tendones y los músculos
son los que permiten a las gimnastas
realizar posturas increíbles.
Algunas especies invasoras
también encuentran
su espacio en la urbe.
La cotorra argentina ha colonizado
desde hace algunos años,
muchas ciudades
españolas y europeas.
Originaria de Sudamérica,
es un ave de jaula popular.
Las sueltas intencionadas
o los escapes
han propiciado su expansión.
Su franja climática de origen
es la misma que la de algunas
ciudades españolas.
Por eso se siente aquí
como en casa.
Se adaptan muy bien
y su único depredador natural
en la ciudad
es el halcón peregrino.
Pero la cotorra argentina
solo representa un 15%,
aproximadamente, de su dieta.
Es una especie gregaria
que se desplaza en grupos.
(TRINO)
Casi siempre
de forma bastante audible.
A pesar de su simpático aspecto
es un ave invasora
que hay que controlar.
Construye nidos descomunales
que pueden llegar a pesar
hasta 50 kg.
Una obra colosal
compuesta por más de 20.000 ramas.
A menudo los comparte
con otras especies de aves.
Incluso, con ardillas.
La ciudad es un sistema no natural
donde millones de humanos
comparten espacio
con varios millones de individuos
de otras especies.
Los animales que han sabido
convertirse en urbanitas
son los que han sido capaces
de adaptar su comportamiento
a los retos que supone
la vida en la ciudad,
como encontrar
nuevas fuentes de alimento,
evitar las molestias
que causamos las personas
o comunicarse en ambientes ruidosos.
Algunos pensadores
como el americano Lewis Mumford
o el escocés Patrick Geddes
propusieron el concepto
ecosistema urbano.
Mumford y Geddes consideraban
que, como en cualquier
otro ecosistema natural,
en la ciudad también se establecían
flujos de materia
y energía entre las especies.
Ver las grandes urbes
como ecosistemas
quizás nos ayude a encontrar
formas de vida más sostenibles
para toda la fauna urbana,
incluidos los humanos
que viven aquí.
Subtitulado por:
M Cristina Rico de Mingo
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Más sobre fauna urbana, en este caso gaviotas reproduciéndose en la urbe: https://ecologiaazul.com/2017/09/01/fauna-urbana-gaviotas-criando-en-la-ciudad/