Música, baile, naturaleza y literatura, museos...Desde Hemingway a Antonio Gades, pasando por el Guggenheim o el Palau de les Arts de València. Aquí podrás disfrutar de los mejores documentales.
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(MEGAFONÍA) "Bienvenido al aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid Barajas".
Mi nombre es George Clarke y tengo 68 años.
Mi madre, que fue bisnieta de Manuel José,
se aseguró de que estuviéramos informados
y orgullosos de dónde procedemos y quiénes somos,
especialmente, de nuestra herencia española.
Tengo un hijo que tiene 39 años, una hija que tiene 38
y también tengo una nieta de 7 años.
-¿Quién es Manuel José?
-Manuel José es mi tatarabuelo.
Eso significa que él es tu tataratatarabuelo.
Y él procede de aquí, de Segovia, de Valverde del Majano.
-Muy bien.
Muchas gracias. -De nada.
Fue a Nueva Zelanda en 1833
o 1834, sobre esa fecha.
Consiguió trabajo en un barco cazando ballenas
y un buen día arribó a nuestra pequeña bahía
llamada Port Awanui,
en la costa este.
Y allí vivió el resto de su vida
con la tribu maorí de los ngati porou,
y tú eres una pequeña ngati porou. -Qué interesante.
-Entonces, ¿quién es aquí la pequeña ngati porou?
-¡Yo!
-Y una descendiente de José. -Soy yo.
Saludos, me llamo John Manuel.
Soy tataranieto de Manuel José y Tapita.
De Manuel José y Tapita desciende Mapaku.
De Mapaku desciende Rapata.
De Rapata desciende Henare y de Henare desciendo yo.
Quinta generación.
Me gusta ser quien soy.
Mi parte maorí y también mi parte española.
Ambas van de la mano dentro de mí.
Me siento cómodo con ambas identidades, muy cómodo.
Fiesta. -Amor.
-Hola. -Familia.
-Gracias. -Reunión.
-Manuel José.
-Valverde.
-España. -Paniora.
Todos estos son descendientes de la hermana de Manuel José.
Ellos son la conexión que es tan importante para nosotros.
Especialmente, esta mujer.
Ella sabía mucho de la antigua generación
que vincula nuestra familia con la generación anterior a Manuel José
y con su hermana más joven.
Sí...
Aquí dos familiares.
Sí, murió en 2016.
Según la costumbre maorí,
debe haber una barrera entre los vivos y los muertos.
Cuando entras en un cementerio, los espíritus allí están vivos.
Y cuando sales, ellos deben quedarse,
y los vivos deben mantenerse separados.
Siempre hay una barrera entre los vivos y los muertos.
El agua te purifica y preserva esa barrera.
Nosotros aquí en Valverde desconocíamos absolutamente
quién era Manuel José.
Y Diana debió haber conocido muy bien a los Paniora
porque les había ya entrevistado.
Había hecho con ellos una serie de reportajes
sobre las reuniones que se celebraban cada 10 años.
Al entrevistar a la persona más mayor de Nueva Zelanda de los Paniora,
la tía Sui,
ella dijo: "Yo recuerdo que mi antepasado,
que he oído hablar a mis abuelos,
que era de España, de Castilla,
y de Segovia". O sea, ellos tenían esa idea.
Y dice: "¿Y nos dijo nada de algún lugar?"
Dice: "Yo creo que nos habló
de un valle verde, de Valverde".
Entonces, tenían ya los datos. Era Castilla y León,
era Segovia,
y entonces llamaron...
Miraron primero en un mapa
y vieron que el único pueblo que se llamaba Valverde,
Valverde del Majano, era este donde estamos.
Manuel de Frutos, hijo de José y María Huerta.
(CANTAN)
Es importante para nosotros ser Panioras
y escuchar lo que nuestros ancestros,
nuestros abuelos, nos han transmitido cuando éramos jóvenes,
que siempre fue: "Recuerda tu herencia española".
Ellos estaban muy orgullosos de ella.
Y nos dijeron muchas veces todo lo que nuestro ancestro Manuel José
afrontó cuando llegó a Nueva Zelanda.
Y de qué parte de España había venido.
Y a lo largo de sus vidas,
nuestros padres se aseguraron de transmitirnos
todo lo que sabían sobre nuestra herencia española.
Durante mi infancia,
España era esa tierra lejana y misteriosa
con la que siempre sueñas y a la que nunca has podido ir.
Hasta que un día mis padres nos dijeron:
"¿Sabéis una cosa?
Si cavas un agujero aquí, en Nueva Zelanda,
y cavas y cavas, llegarás a España".
Nosotros, como niños que éramos, pensamos:
"Tenemos que ser buenos chicos
y reunirnos con nuestros primos españoles".
Así que cogimos una pala y salimos al patio de casa
y empezamos a cavar.
Mi madre salió y nos preguntó: "¿Qué hacéis ahí con la pala?"
Y contestamos: "Estamos cavando,
queremos ir a España a ver a la familia".
Ella se sorprendió mucho y nos dijo: "¿Sí? ¿De verdad?"
Y entonces pensó: "¿Cómo podría hacer
para que estos chicos dejen de agujerearme el jardín?"
Entonces nos dijo:
"¿Sabéis que los toros allí son bravos y fieros
y, seguís cavando, podrían salir por ahí?"
Y eso hizo que dejásemos de cavar.
Era algo muy nuestro.
España siempre estuvo ahí y nosotros formábamos parte de ella.
A mí me sorprendió bastante el interés que tenían los Paniora
por saber sus antecesores, de dónde provenían.
Ese interés que parece que parece que los mayores,
tener esa espinita que, si no lo descubrían,
se morían con algo pendiente.
-Nos lo transmitieron así y nosotros bastante sorprendidos
por tanto que nos daban con sus gestos.
Porque, aunque no nos entendíamos,
pero esas maneras de acogerte, la cara, de tocarte y eso,
para ellos era muy... Es la manera que nos entendíamos
y muy emocionante. -Por gestos.
Porque con palabras...
-Con unos gestos que, verdaderamente, transmitían mucho.
-Yo creo que es emoción.
La palabra clave es emoción.
Fuerte por su parte y ya por la nuestra
porque no teníamos, en principio, esas motivaciones,
pero bueno, al final todo se llegaba a contagiar, mutuo.
Para ellos era algo como más pendiente.
Nosotros desconocíamos eso. Entonces, bueno, no...
-No sabíamos que había aquello
y ellos lo llevaban buscando toda su vida.
-No sabían dónde estábamos.
Nosotros no teníamos conocimiento de ello.
-El interés de ellos era mucho mayor.
-Yo creo que si, desde aquí y desde Nueva Zelanda,
intentamos mantener esto,
va a seguir, pero también es verdad
que, cuando vinieron por segunda vez, porque ellos volvieron en el 2012,
digamos que, dentro del grupo, había dos tipos de personas.
Las personas mayores,
que venían con ese sentimiento de conocer la tierra
de su antepasado, dónde nació Manuel José,
y las personas jóvenes,
que en vez de estar tanto tiempo en los monumentos, en la iglesia,
en el cementerio, estaban en el bar.
Es distinto.
Quizás sea difícil de mantener todo esto
con la profundidad que hay ahora.
Pero, bueno, espero que con la colaboración
y después del hermanamiento,
con la colaboración del ayuntamiento de aquí y el de allí,
esto que se ha creado es algo muy bonito como para que desaparezca.
Entonces, yo creo que seguirá, sin ninguna duda.
Nuestra familia es realmente grande,
y por eso es muy muy importante para mí
conocer la identidad de mi familia
y conocer todas las conexiones con la familia de Manuel José.
Por eso hemos sido muy afortunados
al haber reconstruido el vínculo con Segovia.
-Creo que, desde que se estableció el vínculo
con nuestra familia en España,
este se ha fortalecido entre los Paniora de Nueva Zelanda.
Sé que cada vez hay más gente que quiere saber quiénes son,
con quién están conectados en España.
A veces me preocupa que nuestros familiares españoles
se vean desbordados por la visita de miles de Panioras de Nueva Zelanda
porque los neozelandeses somos muy viajeros.
Nos gusta viajar
porque vivimos lejos de cualquier otro país,
y por eso viajar para nosotros es algo natural.
Creo que nuestros familiares en España podrían llegar a sorprenderse
del número de visitantes de Nueva Zelanda en los próximos años.
-No podría explicar qué son,
y en qué consisten los vínculos familiares
y la importancia de ser una familia.
Cuando nos reunimos, aunque no vivamos cerca,
en el momento en el que estamos juntos,
se produce una fuerte conexión entre nosotros.
Supongo que es la conexión Paniora.
Cuando te encuentras con alguien, se manifiesta ese vínculo.
Si eres un José, aunque nunca nos hayamos visto,
de algún modo, se produce una conexión instantánea y real.
La cuestión ahora es qué hacemos,
hacia dónde nos dirigimos,
cómo seguimos adelante.
Y parte de esta preocupación
es que nuestra familia se ha extendido por el mundo.
Ahora somos una familia global.
Somos conocidos en este país, en Nueva Zelanda,
como la mayor familia conocida.
Y además,
sumamos una buena parte de la tribu ngati porou.
Debemos ser capaces de lograr, de alguna manera,
que los jóvenes se identifiquen con lo que somos,
y de trasladar esta identidad a la era moderna de los medios digitales.
-Los medios electrónicos en mi época eran esto.
El teléfono.
-El asunto es entender
cómo está conectada globalmente nuestra familia.
Tenemos que concienciar a la gente joven
para que busquen su lugar en la familia.
Cuando la guerra ha estallado más allá de nuestras fronteras,
nosotros nunca hemos vacilado para dar un paso al frente
e ir voluntarios a la lucha.
Corea, Malasia, Borneo, Vietnam, Dien Bien Phu,
servicios secretos, Ejército de Tierra, Mar y Aire,
cuerpos especiales...
La lista es interminable y hoy en día continúa.
El peligro no nos importa.
-Es algo que está en nuestros genes.
Es nuestro carácter guerrero.
-Creo que esta es la razón
por la que somos tan diferentes de otras razas,
y muchos saben lo diferentes que somos por ese motivo.
Aquí, para la gente maorí,
el rugby es una parte natural de su vida.
Como puedes ver cuando viajas a lo largo de la costa este,
se trata de una zona rural muy aislada.
Y el rugby es el único deporte que se sigue jugando los sábados
y en el que los ngati porou y los maoríes triunfan.
No puedo imaginar la cultura maorí sin rugby porque van de la mano.
La genealogía es importante para conocer quién eres,
de dónde vienes
y de quién desciendes.
Y, sobre todo, para saber cuál es tu vínculo,
el de tus padres y tus ancestros
con la tierra.
Y así saber quién eres,
de dónde vienes y a qué familia perteneces.
Es algo muy importante.
Aquí es donde celebramos todas nuestras reuniones.
Bodas, bautizos, debates...
Asuntos relacionados con la comunidad,
pero, sobre todo, velatorios.
Cuando alguien muere, se abren las puertas.
Los velatorios son el uso principal del "marae".
También es una iglesia.
Es un vestuario para el rugby. Ahí están las duchas.
Cuando los jugadores no tienen duchas en el campo, vienen aquí.
Estas son las principales funciones de este lugar
y, además, toda la vida social.
Esto es un parlamento, en este lugar debatimos.
Y en esos días se levanta polvo.
Cuando hay una discusión, se levanta mucho polvo.
Y cuando eso ocurre, es que ha sido una buena reunión.
Esto es lo que llamamos "marae atea",
el lugar de Tumatauenga, el dios de la guerra.
(HABLAN EN INGLÉS)
El tatuaje maorí es muy importante
porque es una rareza.
Un tesoro que ha sido transmitido por nuestros ancestros
y por eso es tan importante para nosotros
mantener vivo el arte del "moko".
Además, mantener vivas nuestras historias,
nuestra herencia cultural.
Una gran parte del "moko", del "ta moko",
se identifica con el "whakapapa",
con el vínculo genealógico que mantenemos con la tierra
y con los ancestros.
-El significado del diseño del tatuaje que llevo
es mi "whakapapa", mi genealogía.
En un lado está el "whakapapa" o genealogía de mi padre,
en el otro la genealogía o "whakapapa" de mi madre.
-Solo es una parte de mi viaje personal, supongo.
Primero aprendiendo el idioma
y después
adentrándome en el mundo maorí.
Sí.
Cuando comencé a aprender la lengua,
supe que tatuarme formaría parte del proceso.
-Cuando perdí a mi padre, mi padre murió,
decidí dedicarle un "moko kauae"
para recordarle.
Mis abuelos y mis padres
y todos los demás descendientes de Manuel José,
llegaron a este sitio, a la bahía de Tokomaru
en busca de trabajo.
Un trabajo que era físico,
todo hecho a mano, al que se adaptaron muy bien
porque ellos eran gente de campo y trabajaban muy duro.
Y su labor aquí era acarrear lana,
trabajar en el muelle,
y también en la industria del congelado.
Tengo aquí algunas fotos.
Esta de aquí es donde ellos vivían,
hacia el acceso oeste de la bahía de Tokomaru.
Aquí se muestra cómo llegaron. Había un muelle.
Este es el antiguo muelle.
Y la única forma de llegar en esa época a la bahía de Tokomaru
era por barco o bote.
Este pueblo fue fundado por balleneros.
Por eso no es extraño que los descendientes que vinieron aquí
con el mismo propósito que la gente que ya había,
tuvieran el mismo origen.
Como Manuel José, que llegó en un barco ballenero.
Recorrer la costa este, ¿no es algo bonito?
Esta es mi oficina todos los días.
Y haber regresado a mi hogar
para vivir y para tener mi propio negocio,
es como un sueño hecho realidad. Estar aquí y estar con mis padres.
Mis padres son mi hogar, donde quiera que se encuentren.
Y mis hijos.
Mis hijos están muy orgullosos de ser ngati porou
y de ser españoles.
Hemos sido muy afortunados
porque eso es algo que nos ha inculcado mi padre.
Mi padre está muy orgulloso de ser español y ngati porou.
Y ese es el mejor legado que deja a mis hijos.
¿Qué es lo que hay sobre el "mana" en la canción que acabamos de cantar?
"Manatanata" y "manafinua".
Todo este "mana" que heredamos,
es ser de la mejor manera que podemos ser.
Tenemos un "wairua" todos nosotros.
Incluso lo tienen los que no son maoríes.
¿Cuál es el equivalente a "wairua"?
¿Cuál es la palabra para "wairua"?
Espíritu. Esto es importante para nosotros, ¿para ser qué?
Nuestro "whanau", nuestro "hapu", nuestro "iwi"...
Esto es nuestra familia, nuestro clan, nuestra tribu.
Es lo que nos mantiene unidos.
Es una batalla continua, pero aquí intentamos inculcar a los niños
el orgullo de ser un ngati porou.
Ellos salen luego al mundo, y se comportan como tales,
y cuando vuelven, aún son ngati porou.
-Es importante plantar esta semilla,
aunque muchos de ellos, como adolescentes que son,
no comprendan su significado,
están más atentos a otras cosas maravillosas que hay en el mundo.
Pero la semilla está ahí, y cuando crezcan, se volverá más presente,
por eso es importante plantarla.
-Siento pena por los nuestros que han dejado su hogar,
y marchado hacia la dureza de la gran ciudad,
que saben que son ngati porou, y que no han regresado nunca.
Nosotros intentamos inculcar esto en los niños que crecen aquí,
porque si tienen presente que son ngati porou,
cuando se marchen serán más felices.
Fui por primera vez a España en 2005, en busca de Manuel José.
Cuando pisé el suelo español,
sentí que estaba en casa.
Me quité los zapatos,
levanté polvo,
y dije:
"Abuela, abuelo, estamos en casa, venid".
Llamé a mi abuelo, que murió en 1950, le dije: "Ven",
para respirar el aire de allí,
en España, porque en la cultura maorí nosotros sentimos
que estamos sobre la tierra, y por eso juntamos nuestras narices,
para compartir el aire que respiramos,
y por eso estábamos en casa, estaba en casa.
Tener sangre española nos ha ayudado a apreciar a otras culturas,
revalidar nuestra propia cultura mirando a los otros, y aceptándolos,
aceptando diferencias entre culturas y en la gente.
Creo que es el legado que Manuel José me ha transmitido,
poder comprender que el mundo está cambiando y es más pequeño.
En nuestra familia española, Paniora, ahora tenemos chinos, alemanes,
japoneses... Tenemos miembros de muchos países.
Legados, países, sangre en nosotros ahora,
y eso nos ayuda a mirar, a aceptar y a comprender,
y poder decir que son nuestros,
y esta es la clase de personas que habrá en el mundo de este modo,
mejores personas.
Nuestra herencia, tal y como yo lo veo,
es más que historia, es un legado personal que nos ha sido transmitido,
por lo tanto, Manuel José nos ha legado su esencia personal,
su sangre, y todos la llevamos dentro,
no podemos deshacernos de ella.
Donde quiera que estemos, y para siempre,
un análisis de ADN revelará que venimos... ¡Venimos de España!
Soy maorí, lo sé,
pero prefiero contemplarme como parte de la raza humana,
más que como parte de la raza maorí.
(HABLA EN MAORÍ)
-Amo lo que soy,
no puedo evitarlo, porque está en la sangre, en los genes.
Mis mejores recuerdos son haberme reunido con gente
a la que no conocía,
y por supuesto, hablar con mis amigos maoríes
sobre las historias de Awanui,
del olivo, y del vínculo con la tierra,
me encanta eso.
No puedo evitar ser lo que soy,
no puedo desprenderme de ello.
Más de veinte mil maoríes neozelandeses llevan sangre española y un apodo familiar que lo recuerda: se llaman a sí mismos “Panioras”, que significa “españoles” en lengua maorí. Descienden de un segoviano, Manuel José de Frutos, que emigró a Nueva Zelanda en la década de 1830. Este documental sigue el rastro que dejó, y acude al encuentro con sus descendientes, quienes se sienten muy orgullosos de su herencia española.
Más de veinte mil maoríes neozelandeses llevan sangre española y un apodo familiar que lo recuerda: se llaman a sí mismos “Panioras”, que significa “españoles” en lengua maorí. Descienden de un segoviano, Manuel José de Frutos, que emigró a Nueva Zelanda en la década de 1830. Este documental sigue el rastro que dejó, y acude al encuentro con sus descendientes, quienes se sienten muy orgullosos de su herencia española.