Pasamos del silencio,
del "Dilo con tu silencio"
de los años 80,
al clamor.
¡Libertad, libertad!
Ese sueño de que algún día
la plaza estuviera llena
se cumplió con el asesinato
de Miguel Ángel Blanco.
En ese clamor de manos blancas,
de "Aquí tienes mi nuca",
de "Vascos sí, ETA no",
fue algo épico, heroico
e importantísimo para entender
lo que vino después.
(Teléfono)
(Sirena)
(Lluvia)
La mayoría de la sociedad vasca
permaneció impasible, en silencio,
mirando para otra parte.
En las ciudades y pueblos vascos
se hablaba poco, en silencio.
No se hablaba de política
excepto entre amigos
o con conocidos muy próximos.
Nadie se atrevía, por así decirlo,
a levantar demasiado la voz,
porque...
había que vivirlo también.
Bien por miedo,
bien por indiferencia,
bien por interés,
bien por lo que sea.
Había una situación política
complicadísima,
había mucha prevención,
había mucha desorientación.
Y la gente desarrollaba
mecanismos de defensa
y de adaptación.
En altavoz no quiero.
-No. Solo le oigo yo, no se preocupe.
-No, no.
-No.
Es...
Usted, con su presencia aquí...
-Sobre todo,
lo que yo echaba mucho en falta
era el que nos sintiéramos
todos libres
y cada uno pudiera expresar
lo que quería.
Y había que protestar.
Mucha gente
lo hacía en silencio en sus casas,
incluso a la hora de votar.
Otros, sin embargo, tenían ese miedo
de expresarlo públicamente, ¿no?
En la fábrica, en la universidad...
Donde uno trabajaba
era donde se notaba más,
porque estaban
quienes querían imponer era visión
de una patria
donde solo hubiera vascos vascos.
Con siete, ocho apellidos vascos
o asimilados,
renunciando incluso al lugar
donde nacieron ellos o sus padres.
Había una grandísima justificación
del terrorismo,
especialmente de ETA y grupos afines
en la sociedad vasca.
Era una sociedad absolutamente
atemorizada, amedrentada
y el miedo es un arma estupenda
para tener callada a la gente.
Aterrorizar a la sociedad
es fantástico,
así está todo el mundo callado
y puedes hacer lo que te dé la gana
entre comillas.
Hay una estadística que se ha hecho
hace unos cuantos años
que dice que el 70 por ciento
de los vascos
jamás se movilizó contra ETA.
Yo lo veo bastante delicado.
Son temas muy serios.
Muy serios que, en fin,
no compartimos
el 99 por ciento de las personas,
pero, vamos...
Hay mucho respeto y bastante miedo
metido en el cuerpo.
En aquella época también había
en la propia prensa,
en los medios de comunicación,
una división.
Había quienes, de alguna manera,
criticaban, denunciaban...
Y otros que justificaban.
Llodio es un pueblo de tamaño medio
dentro de lo que puede ser
el País Vasco.
Era un pueblo marcado probablemente
por una presencia...
importante de la izquierda
"abertzale"
y, por tanto,
una presencia importante
de los movimientos políticos
que apoyaban o que legitimaban
o que justificaban la violencia
de ETA en este caso.
He tenido miedo, porque he tenido
conciencia de que me podían matar.
En un par de ocasiones
acudí a la Ertzaintza
a que me leyeran los últimos detalles
de la ficha que tenía en ETA.
Tenía que superar la presión
del día a día, pero me parecía
que estaba mucho más cómodo
diciendo lo que pensaba
que callándomelo.
Yo he tenido vecinos que se quejaban
de que hubiera inhibidores,
que yo tuviera inhibidores
y que no podían abrir el garaje.
Yo tengo un inhibidor
porque si hay una bomba,
nos libramos todos.
"Si hay una bomba, será para ti.
A mí déjame que abra
la puerta del garaje con mi mando,
que me tienes ya hasta las narices".
No sería...
acertado afirmar
que la sociedad vasca
en aquel momento
estaba reaccionando de una manera
y de una forma mayoritaria
en la movilización
contra la violencia.
Probablemente,
si hubiera sido así,
a lo mejor hubiéramos acortado
un poco más el tiempo
que tuvimos de violencia.
Todas las mañanas te levantabas
con un atentado,
con un coche bomba,
con un secuestro.
(Sirenas)
(HOMBRE) ¡Hijos de puta!
-"La explosión,
que se produjo al paso
de una furgoneta de transporte
de personal de Capitanía General,
partió en varios trozos
el vehículo militar
y sembró el pánico entre los vecinos
y transeúntes de la zona.
Los cadáveres de las víctimas
han tenido que ser rescatados
de entre los hierros retorcidos
de la furgoneta
en la que perdieron la vida".
-¡Hijos de puta!
(Sirenas)
Era una vida como una chica joven
que quería ser periodista.
Tenía la aspiración, sobre todo,
o el deseo
de ser reportera de guerra.
E irme muy lejos,
porque es verdad que la situación
me cansaba un poco.
Cuando entrabas en la emisora,
el hacer esa ronda de llamadas
para saber si había pasado algo.
Cuando pasaba,
que por desgracia era muy frecuente,
pues salir pitando
y cumplir
con lo que la información te exigía.
En 1980 asesinan
al jefe de mi padre,
Juan Manuel García Cordero,
y ya toda la perspectiva de mi vida,
de mis circunstancias,
empieza a cambiar.
Mi padre era una persona
que vivía con dos escoltas
en su cotidianidad
por representar a los intereses
de una empresa española
en el País Vasco.
Es ese "Otro día, Dios mío".
Y venga...
Sabías cuándo entrabas a trabajar,
nunca cuándo salías.
Yo estaba en casa con mi madre
haciendo la comida, esperando
y de repente sonó el teléfono.
Y cogí yo.
Podía haber respondido mi madre.
Y una voz con la que he estado
soñando mucho tiempo
me dijo: "Baja deprisa,
que a tu padre le ha pasado algo".
Yo supe inmediatamente que mi padre
había sufrido un atentado.
La siguiente escena
es llegar al sitio
donde había sido el atentado,
ver un charco de sangre,
ver gente mirando parada
y yo recuerdo gritar: "¿Dónde está
mi padre? ¿Dónde está mi padre?".
Acaban de pasarnos un despacho
que habla de un atentado
en San Sebastián con dos heridos.
Al menos uno de ellos
se encuentra grave.
Se trata del delegado
de la compañía Telefónica
en Gipuzkoa,
don Enrique Cuesta Jiménez.
Tener que ver a una persona
como nos ha tocado muchas veces,
tirada en el suelo,
cubierta con una manta
o con un chorro de sangre
y cosas por el estilo...
Esas son cosas
que te las guardabas para ti.
Cuando llegabas a casa,
generalmente...
salían. Salían,
pero tú al día siguiente
tenías que estar otra vez en marcha,
porque al día siguiente estaban
las reacciones, el funeral,
el entierro...
Y de nuevo volver a empezar,
porque había habido otro atentado.
Al funeral fue mucha gente,
muchos telegramas,
pero luego llega un momento
en el que ante semejante "shock"...
¿Cómo podían decir
que asesinaron a mi padre
por el bien del País Vasco
cuando mi padre se sentía vasco
y había llegado con 20 años,
mi madre era vasca y yo era vasca?
Yo decía: "¿Están diciendo
que han matado a mi familiar
por liberarme de algo?".
Mi idea cambió absolutamente,
porque tuve que asumir
la responsabilidad
de sacar adelante a mi familia.
Mi hermana tenía 14 años,
mi madre cayó en una depresión
de la que yo creo
que jamás se recuperó del todo
y yo era la fuerte en ese momento.
Entonces, dejé mis estudios
de periodismo,
decidí volver a casa
y mi objetivo fundamental
era encontrar cierta paz
y cierta estabilidad
en el seno de mi familia.
No podemos obviar
que en esos tiempos
las víctimas éramos apestadas.
Se nos culpabilizaba
de lo que nos habían provocado
los terroristas.
Había cosas injustificables,
como que ante una persona
que había fallecido
se impidiese celebrar un funeral
en determinados templos
aduciendo que no pertenecía
a esta parroquia,
no sé qué, no sé cuántos,
y, sin embargo, no hubiese problemas
para cualquier otra celebración
de otro signo, ¿no?
Los funerales de mi padre
durante 10 años
se realizaron
en una capilla clandestina
de la parroquia de Santa María,
en San Sebastián,
porque el cura al que...
al que recuerdo
con muchísimo cariño,
se arriesgaba a hacer
un funeral muy íntimo
en el que se nombraba a mi padre
y se decía la verdad.
Quiero destacar el daño,
el daño moral
que causó el obispo Setién
cuando...
no encontramos
la más mínima compasión.
De ese reconocimiento
de los derechos de las personas,
sean las víctimas del terrorismo,
sean los presos también.
¿Por qué? Porque eso propiamente
no es materia de negociación.
Yo creo que formaba parte
de esa equidistancia
que intentó mantener
esa parte de la Iglesia.
El hecho de que el País Vasco
sea una de las comunidades autónomas
donde menos creyentes
y practicantes hay
se debe a que durante esos años
no se cultivó la fe,
sino que se practicó
la política desde muchas iglesias.
Yo no sabía qué había que hacer,
pero sabía que había que hacer algo.
Yo sentía una necesidad
de acercarme a otras víctimas,
sentía la necesidad
de conocer otras historias.
Yo sentía una frustración
por la inhumanidad
que suponía todo aquello.
Desde el punto de vista
de la víctima y el dolor
y de la injusticia que se producía.
Y por eso decidí hacer algo,
dar un paso.
Ese momento
en el que ella pasa de sufrir
la pérdida de su padre,
con los sentimientos,
con la reacción
que tienes que experimentar
ante ese acontecimiento
y que eso lo canalizas
hacia una expresión pacífica
de rechazo y tal, eso es...
Yo tenía 24 años.
Yo decido ir
a unas jornadas del IPI,
del Instituto
de Prensa Internacional,
en San Sebastián en abril de 1986
y, entonces,
cuando terminan las jornadas,
levanto la mano y digo
que yo soy víctima del terrorismo,
que yo quiero unir
a las víctimas de todo terrorismo,
que la sociedad debe movilizarse.
De repente, un día
Cristina Cuesta en un acto dijo:
"¿De las víctimas
quién se acuerda?".
Y de repente la gente empezó
a levantar los ojos y a decir:
"Es verdad. ¿Quién se acuerda
de los familiares de las víctimas?".
Queremos encontrar algún punto
de humanización entre las personas
que viven en Euskal Herria.
Que arrinconemos un poco
el odio y la intolerancia,
independientemente de lo pasado
en nuestra historia,
y sepamos mirar al mañana
positivamente y constructivamente.
Y tengo la suerte también de que hay
unos 20 locos maravillosos
que se unen a esta causa,
a esta minicausa en ese momento,
y en mayo de 1986
creamos la Asociación
por la Paz de Euskal Herria,
la primera asociación
en contra de todo terrorismo
liderada por víctimas
que se forma en el País Vasco.
"Los comandos autónomos de ETA
asesinan en San Sebastián
al delegado de Telefónica
Enrique Cuesta.
Cuatro años después, su hija Cristina
promovía la Asociación
por la Paz de Euskal Herria.
Intentaba unir a los directa
o indirectamente afectados
por cualquier tipo de violencia
en Euskadi
con un objetivo común:
la pacificación".
Yo conozco a Cristina Cuesta y sé
que la hija de un asesinado por ETA
ha puesto en marcha
junto con otras víctimas también
y con otras personas
un movimiento
de estas características.
Es un movimiento
que tiene como expresión
el silencio
para protestar por la violencia,
marcado carácter pacifista,
no violento.
Hasta se planteaban la protesta
cuando era, por ejemplo,
un miembro de ETA
quien moría a consecuencia
de su propia actuación.
Cuando le explotaba una bomba,
que se dio en algunos casos.
"En 1986, pequeños grupos
comenzaban a manifestar
públicamente y en silencio
su repulsa a la violencia
ante cierto asombro y escepticismo
de la sociedad vasca.
Hoy, la asociación cuenta solo
con algo más de 100 miembros,
pero sus actividades
ya no provocan sorpresa
a una sociedad que ha asumido
el rechazo de la violencia".
(Campanas)
Nosotros no queríamos ser
acción de un día.
Nosotros, fuéramos cinco,
fuéramos cien, fuéramos dos mil,
lloviera o nevara,
íbamos a estar
en la plaza de Gipuzkoa
con una pancartita muy sencilla
pero muy entrañable que ponía:
"Dilo con tu silencio,
aquí estamos".
Éramos poquísimos. Verdaderamente...
Es que dábamos mucha pena
porque eran, nada,
quince personas
sujetando una pancarta.
Al principio éramos 20,
dependía un poco del atentado.
Pero siempre, además, para nosotros
era importante la constancia.
Las autoridades, el alcalde,
en las primeras concentraciones
yo creo que nos trataban
como de "Están un poco locos
estos ciudadanos,
no van a aguantar mucho.
Con lo complicado que es todo
y con lo que está pasando,
esto no va a tener
mucha repercusión".
Tendría que pasar mucho tiempo
hasta que nos tomaran en cuenta.
Será posible vislumbrar
nuevos derroteros
por los que la sociedad avanzará.
Apostamos por un proyecto de paz
integrador.
Algo pasó en los años 80,
porque paralelamente a mi
iniciativa, en Vizcaya
había grupos
que se manifestaban también
después de una muerte violenta,
de un asesinato.
"A lo largo de la mañana
se han realizado
concentraciones silenciosas
en protesta por este nuevo atentado
convocadas por la Coordinadora
Gesto por la Paz
y la Asociación
por la Paz de Euskal Herria.
Para esta tarde están previstas
más de 40 concentraciones
similares a esta
en distintas localidades
del País Vasco".
Yo es en el año 88, 1988,
cuando me incorporo
a Gesto por la Paz.
Yo trabajaba y colaboraba
con el Movimiento
de Objeción de Conciencia,
con el movimiento antimilitarista.
¡Eo, eo, eo, la mili por correo!
¡Eo, eo, eo, la mili por correo!
De alguna forma, para mí
el paso hacia la militancia
en este otro tipo de pacifismo
vino desde la concepción de que era
la otra cara de la misma moneda.
Entre no apoyar la violencia
y enfrentarse a la violencia,
criticar la violencia
y exigir que la violencia cesara
había una diferencia.
Nosotros éramos una pequeña minoría
también, los que nos movilizábamos.
"Se han concentrado
hace más de una hora
en una plaza céntrica
de la capital vizcaína
para mostrar
su rechazo a la violencia.
Los concentrados han permanecido
en silencio y portaban una pancarta
en la que figuraba el lema
'¿Por qué no la paz?'".
De la misma manera que Gandhi peleó
por la independencia de la India
a través de métodos no violentos,
de alguna forma veníamos a decir:
"Quien quiera defender
cualquier idea política,
también la independencia en Euskadi,
tiene un camino, que es este
y no puede ser el otro,
el de la violación
de derechos humanos que suponía
el asesinato,
la extorsión, etcétera".
Era un planteamiento
básicamente ético,
fundamental, indispensable
en esos tiempos, ¿no?
Nuestra primera reivindicación
era el derecho a la vida,
el derecho al respeto
de la dignidad humana.
Un objetivo principal
es la reconciliación,
cómo entendemos la reconciliación.
Es una gran palabra que hay
que encarnar y vivir desde dentro.
Todo el mundo sabía
que las concentraciones silenciosas
se convocaban
a una hora determinada.
Los responsables del grupo
tenían la pancarta en la mano,
la extendían,
hacían ese gesto sencillo
de extender la pancarta,
y la gente se colocaba detrás.
Detrás o en círculo,
en función de las costumbres
que podían tener en cada grupo.
Se guardaban
los 15 minutos de silencio
y se plegaba la pancarta.
Y ya está, la gente se dispersaba.
No había más. Ese era el gesto,
que es como fue conocida
esta concentración silenciosa.
Tenía esa sencillez, esa humildad.
En la primera creo recordar
que no llegamos a la decena
de personas.
Tenía la...
dificultad de ser la primera vez
que nos exponíamos en público
ante nuestros convecinos,
ante nuestros conocidos
en el centro del pueblo
con una pancarta que protestaba
por el asesinato
cometido a la víspera.
Y contra una organización
que era la que había cometido
el asesinato,
contra la que muy poca gente
alzaba la voz.
Está muy bien
lo de poner la otra mejilla,
yo soy creyente y practicante,
pero creo que a veces
hay que poner la otra mejilla
también diciendo: "Hasta aquí
hemos llegado y ya no más".
Entonces, creo que Gesto por la Paz,
que me parece que hicieron
una labor estupenda y fantástica,
se quedaba un poco
en lo testimonial,
porque solo por estar
las cosas no van a cambiar.
Hay que estar y hay que actuar,
y yo soy más de estar y de actuar.
El silencio me ha parecido que es
la mejor herramienta
para expresar la repulsa.
Nosotros siempre sosteníamos
que el silencio
era lo que aglutinaba,
lo que permitía
que se reconocieran
todas las personas
que compartían
el rechazo a la violencia,
la defensa del diálogo
y los derechos humanos.
En la década de los 90
hay muchos cambios.
El movimiento pacifista
va creciendo.
El hartazgo social
contra el terrorismo también.
Hay acontecimientos muy dramáticos
que movilizan a la sociedad.
Y quiero recordar que por parte
del mundo de ETA
se plasma lo que ellos llamaron
"la socialización del sufrimiento".
Yo porque esto forma parte
de nuestra profesión.
Hay otros compañeros
que están en Yugoslavia y están
en otros sitios del mundo.
Esto forma parte
de nuestra profesión.
Amenazados hemos estado siempre.
Algunos se tuvieron que marchar.
A algunos los destinaron
a otras corresponsalías y tal
al amparo
de "Te vamos a cambiar de destino".
Todos sabíamos que se marchaban
porque detrás había una amenaza
y la empresa había tomado
la decisión de sacarlos de aquí.
Nos insultaban,
no nos sentíamos queridos
por determinados sectores,
pero plantábamos cara.
No pasábamos miedo.
Mucha gente del partido
llevaba pistola
como medida de autoprotección,
pero no teníamos la sensación de ser
diana directa
de la banda terrorista.
O sea, no pensábamos
que nos iban a matar.
Sí me pasó una vez
aparcar el coche, una cosa
tan sencilla, en el garaje de casa,
y no me atrevía a cruzar la puerta
que daba al descansillo,
a la puerta del ascensor.
Me quedé bloqueado.
Entonces, en aquel momento dije:
"Esto no.
O sea, esto no puede ser así.
Reacciona y no tengas ese miedo".
Sería horrible vivir con ese miedo.
Yo entiendo perfectamente a la gente
que salió en ese momento.
Yo, más tarde,
en el año 2000 salí por amenazas.
Pero en ese momento
no nos lo planteamos.
Se celebra en el polideportivo
de Anoeta, en San Sebastián,
un recital de música
bajo el lema "Contra el miedo".
En él, cantautores
como Joaquín Sabina, Aute o Labordeta
han querido mostrar su solidaridad
al cantante Imanol,
amenazado de muerte
por la organización terrorista ETA.
-"Intelectuales,
artistas, políticos...
Ciento cincuenta folios
contenían las firmas de apoyo,
de solidaridad
con el cantante amenazado".
¿Cómo podíamos vivir con ese estrés,
con ese pensar
"¿A quién van a matar hoy?"?
Porque, además,
no te podías olvidar,
porque, a todo esto,
nos pusieron escolta.
Entonces, ya vivías con dos personas
absolutamente ajenas a tu vida,
a las que no conocías de nada
pero con las que convivías
más que con tu familia.
Había momentos que eran una locura.
Si salíamos después de una reunión
a tomar un café,
podíamos estar
10 concejales en una cafetería
y 20 escoltas en el exterior.
Aquello parecía un ejército.
Era una cosa
totalmente desproporcionada.
En Euskadi estamos todos amenazados,
estamos mucha gente amenazada.
Desde este punto de vista,
la libertad de expresión,
de ser de un partido político
es algo que todavía hay que pelear
y hay que luchar por ello.
Yo siempre pensé
que el que a mí me pasara algo...
Bueno, vamos a decir
que lo tenía asumido,
pero que les pudiera pasar
a mis hijas,
como ya pasó en otras ocasiones,
pues me producía
una angustia importante, sí.
(Aplausos)
ETA era la vanguardia del movimiento
de liberación nacional vasco,
es decir, la vanguardia
del pueblo vasco.
Eso se expresa en el espacio urbano,
en la calle.
# ¡Odio a mi patria! #
-"Son una tribu
con identidad exclusiva
en el País Vasco.
Tienen entre 15 y 29 años".
Incidentes callejeros,
zonas a las que era peligroso
acudir,
autobuses quemados,
ataques a vehículos franceses...
Evidentemente,
era un ambiente muy enrarecido.
"Son los hijos malos de una sociedad
que, como elemento específico,
ha producido un llamado 'movimiento
de liberación nacional vasco'
con objetivos concretos alcanzables
por medio de la violencia".
-# ¡Odio a mi patria! #
Ese tipo de violencia
que hemos visto en imagen
es una violencia organizada
y es una violencia
que tiene una finalidad clara,
que es la de quebrar
o al menos poner en cuestión
normas elementales de convivencia.
Nosotros durante muchísimos años
en los que hubo secuestros,
a mediados de los 90,
estuvimos en las calles
reivindicando
que había personas secuestradas.
Entonces, esto fue una provocación
para el mundo de la violencia
y pasaron al ataque social.
Un ataque que se produjo
porque nos tiraban piedras,
nos tiraban huevos,
nos insultaban...
Fue una etapa durísima, durísima,
que se determina
en las contraconcentraciones.
¡Fascistas!
¡Policía asesina!
¡Policía asesina!
Aquello era un mundo
absolutamente surrealista.
Gente que estaba protestando
porque una persona
estaba secuestrada
y otra persona que gritaba
a los que protestaban
y recordaban la situación
de los presos y demás.
¿Qué? La edad que tiene
y tener que decirnos...
-La que tendrás tú.
-Tengo un nieto en la cárcel
que es lo mejor de mi casa.
-No, ¡tú! Porque es un criminal.
-Yo soy de aquí.
-¿De dónde crees que soy, rica?
-Nacida en la calle Garibai.
¿No te joroba esta mona?
-Es un círculo vicioso.
-No se me olvida tu cara, ¿eh?
No se me olvida, guapa.
-¿Quieren violencia?
Tienen violencia.
-Cabrona.
-Si no estuviesen como están armados,
ya verás como iban a salir todos.
-¡Eso es mentira!
Nos jode que está la juventud.
-No te voy a confundir
con la melliza. Ya sé quién eres tú.
Se produjo sobre todo
en la época en la que ETA encadenó
tres secuestros
a mediados de los años 90.
"La de esta mañana
junto a la catedral de San Sebastián
ha sido una más
de las muchas iniciativas
de solidaridad con los secuestrados
por ETA y con sus familias.
Con carteles de 'Basta ya'
y contando al unísono
desde uno hasta quinientos,
varios cientos de personas
han querido recordar
que dos ciudadanos de este país
están privados de libertad".
-Ciento ochenta y cuatro,
ciento ochenta y cinco...
Hay una concatenación de secuestros
y la campaña del lazo azul
promovida por Gesto por la Paz
ponen en evidencia la necesidad
de la derrota de un terrorismo
que está asfixiando
a gran parte de la sociedad.
"El lazo azul
ha sido utilizado para exigir
el fin del secuestro y expresar
los deseos de paz del pueblo vasco.
No solo las instituciones,
también los ciudadanos de a pie
lo han exhibido
a pesar de los ataques
de los partidarios de la violencia.
Incluso traspasó
los límites de Euskadi
para simbolizar el apoyo mayoritario
de la sociedad española
a la lucha de los vascos
contra el terrorismo".
A una persona en concreto de Gesto,
de la organización,
se le ocurrió la idea de utilizar
la similitud del lazo con una "A",
que simbolizaba el "askatu",
que es "libre" en euskera,
y que pintó Agustín Ibarrola
en los carteles,
contribuyendo de esa manera,
sumándose a la propia campaña.
Nunca como en esta ocasión
he sentido la sensación
de que, al pintar,
se hace un ejercicio supremo
de libertad.
Hay un riesgo o un miedo
por parte del mundo de ETA
y de la propia ETA
de esa incapacidad de controlar
a la sociedad.
"El lazo se podía ver
en las solapas, en pancartas,
colgando de edificios
o sobre la arena de las playas.
Volvió a ser el símbolo de protesta
de la sociedad española".
Las concentraciones fueron a más.
Cuando empezaron los secuestros
en los que ciudadanos vascos,
tipo Aldaya o Iglesias,
fueron secuestrados,
eran sus propios compañeros,
comité de empresa,
los que convocaban
las concentraciones.
Aquello, entre comillas,
se popularizó un poco más.
¿Qué conseguía? Yo creo que era
una visibilización absoluta.
Yo creo que el lazo azul,
desde el punto de vista simbólico,
fue un éxito,
pero también fue un revulsivo
para la otra parte.
Llevar el lazo azul se convirtió
de repente en un...
"Con un par". Hay que ir
por la calle con un lazo azul
a sabiendas
de lo que aquello significaba.
"Las personas que han participado
en las movilizaciones
originadas por el movimiento
pacifista Gesto por la Paz
han asegurado en alguna ocasión
a los medios de comunicación
que han sido objeto de chantajes
y amenazas por todo el País Vasco".
Fue un paso más
en la exhibición de valentía
o de audacia por parte
de una parte de la ciudadanía
en Euskadi en aquel momento.
Muy contento. En casa, muy bien.
-A la tarde nos explicarás más
de estos días.
-Lo que haga falta.
-Bien.
-Os debo muchas cosas.
-¿Has hablado con tus compañeros?
-Mucho de familia. Todavía tengo
el corazón pegando fuerte.
(Campanas)
El secuestro de Julio Iglesias
había sido en los meses anteriores
al otorgamiento
del Príncipe de Asturias.
El reconocimiento
del premio Príncipe de Asturias
fue un reconocimiento importante
a una trayectoria de resistencia,
de defensa de unos valores
y unos principios fundamentales
y a una semilla
que fue cuajando con el tiempo
y que demostró
que no todos los vascos
o callábamos o éramos cómplices.
Un espaldarazo
a lo que venían realizando.
Fue una labor que no era fácil.
En aquel momento era enfrentarse
a todo un mundo
que tenía su peso en la sociedad.
Por primera vez, trascendió
la imagen, la idea, el mensaje
en el resto de España de que existía
en el seno de la sociedad vasca
una parte al menos de ella
que reaccionaba contra la violencia.
Yo creo que eso fue
lo que sintetizó, lo que simbolizó
la entrega del premio,
que, al mismo tiempo,
constituyó un impulso
muy fuerte y muy intenso
de nuestra proyección
en el resto de España,
con todo lo que eso conllevó.
Fue un momento emocionante
la entrega del premio.
Había partes del discurso
que eran valientes,
donde se apelaba
a que se crearan
cauces de expresión democrática
para todas las opciones políticas.
Una paz y una convivencia
para siempre
deben basarse
en los derechos humanos,
los principios democráticos
y la tolerancia de opciones plurales.
Una paz para siempre
sustentada en estos pilares
implica una opción seria
por la reconciliación.
A partir, yo creo, del asesinato
de Gregorio Ordóñez en 1995,
el movimiento pacifista evoluciona
hacia un movimiento por la libertad.
¡ETA asesina!
¡ETA asesina!
¡ETA asesina!
-¿Dónde están los derechos humanos,
me parece a mí?
Ya es que hay que hablar algo, vamos.
Estamos muy callados aquí.
Gregorio, que era
un personaje extraordinario
en todos los aspectos,
era una amenaza clara,
porque era alguien
que alzaba la voz,
que tenía un mensaje
claro y diáfano.
Esto no se acaba en seis días
ni en seis meses.
Esto va a durar todavía muchos años.
Y todavía hay gente en HB
que está dispuesta a dar el salto.
Además, del entorno de personas
que son presos de ETA,
que son presos porque son criminales,
de ese entorno
es del que más fácilmente
se capta nueva gente
para seguir alimentando
esa barbarie asesina de ETA.
Yo siempre le decía:
"No te voy a votar en la vida".
Él me decía:
"No me votes, no hace falta".
Pero te ganaba por la cercanía.
Es que te ganaba, daba igual.
Cuando matan a Gregorio Ordóñez
en San Sebastián
no solamente arrebatan
la vida de un ser humano,
que es fundamental, sino también
de un representante político.
Arrebatan la posibilidad
de que esa persona
pudiera ser votada
en las próximas elecciones.
Cuando a Gregorio
lo insultaban por la calle,
él nunca se quedaba callado.
Están rabiosos los seguidores de ETA,
han perdido el norte...
Si alguna vez lo han tenido, claro.
Lo que está claro
es que los que sobran
son ellos, no nosotros.
El ciudadano de a pie,
el honrado, es el que se va a quedar,
y los que sobran y sacaremos
a patadas van a ser a ellos.
(RESOPLA)
Esa misma mañana
habíamos estado con él
en una rueda de prensa
en el ayuntamiento.
Yo cubría la información municipal
además de la información política
y prácticamente
vivíamos a diario con él.
Era un hombre que tenía
una capacidad de trabajo
impresionante
y que representaba
a muchos ciudadanos
que no se atrevían a decir
lo que Gregorio decía.
Y con vuestra ayuda
y la de miles y miles de donostiarras
vamos a conseguir lo que ya exigimos:
que la basura empiece a funcionar
por donde debe funcionar,
por las cloacas.
Esa mañana habíamos tenido
rueda de prensa.
Cuando posteriormente
llego a la emisora,
empiezo a sacar los cortes
de voz para los programas.
(Disparo)
Y me viene una persona y me dice:
"Han asesinado a Gregorio".
A ver, por favor.
El encontrarnos comiendo en La Cepa
un día a las 15:00
no era nada anormal,
porque íbamos, picábamos un poco
y volvíamos al ayuntamiento.
Entró un terrorista
y le descerrajó un tiro en la nuca,
porque ni siquiera
nos sentábamos mirando a la puerta.
Salí corriendo detrás.
Pero salí corriendo detrás
no por nada de...
sino porque me pareció
en esos nanosegundos
tan indignante que alguien se atreva
a disponer de la vida de otro
que dije:
"Le tengo que agarrar por la solapa
y decirle: '¿Tú quién te crees?'".
Yo me quedé...
congelado,
porque había estado con él
a la mañana.
¿Cómo que han asesinado a Gregorio?
De la vida de los demás
dispone Dios, y punto.
Tú no puedes matar a nadie,
esto no se hace.
Salí corriendo detrás,
porque fue un instinto,
tampoco lo pensé, ¿eh?
Y La Cepa tiene un pequeño escalón.
Al llegar a ese escalón, él se cayó.
Cómo no, había estado lloviendo
en San Sebastián, había chirimiri.
Entonces, cuando él
se cayó al suelo, yo reaccioné.
Pensé: "Tampoco... ¿Adónde voy?
Si mata a uno,
a mí también me puede matar".
Y lo vivimos intensamente por eso,
porque luego hubo que cubrir
la llegada del féretro
al ayuntamiento,
la capilla ardiente
en el salón de plenos
del ayuntamiento,
la salida del féretro al cementerio,
los funerales...
Fueron días absolutamente intensos.
(Cámara de fotos)
(Aplausos)
Decidimos salir a las calles
a manifestar
nuestra repulsa por el atentado,
por supuesto, pero también,
y es algo que desde hoy
tiene mucho significado,
vamos a la sede de Herri Batasuna
a exigirles
responsabilidades políticas,
porque el mundo de Batasuna
está dando cobertura
social, política... al terrorismo.
Hay que luchar por...
por que desaparezcan
todos esos sinvergüenzas.
Y es la primera vez que,
con carteles muy naífs
de "Basta ya",
nos posicionamos
delante de la sede de Herri Batasuna
en San Sebastián
a pedirles explicaciones.
El efecto que ese asesinato,
que tuvo
tantísima proyección pública
y que generó
tanta conmoción en el País Vasco
por quién era la propia figura,
por quién era Gregorio Ordóñez...
Hola. Oye, perdona.
-Sí.
-¿Nos dices por qué motivo
has dejado el ramo de flores
y a quién representas?
-Pues, mira, yo soy un fontanero
y me parece una vergüenza. Sin más.
Fue unos días antes
de la manifestación
que nosotros organizamos
todos los años,
organizábamos todos los años,
en torno al 30 de enero,
fecha del aniversario
de la muerte de Gandhi.
"Centenares de personas
se han manifestado en silencio
respondiendo a la llama hecha
por la Coordinadora
de Gesto por la Paz,
que aglutina
a varios movimientos pacifistas".
Fue una manifestación que desbordó
todos los límites de lo que...
En fin, donde realmente
la gente se volcó.
Yo creo que este tipo
de manifestaciones
son una muestra de que sí existe
una voluntad en Euskadi
para que consigamos la paz.
Yo viví las prisiones nazis,
vi a un preso
recién salido de Mauthausen
o alguna cosa así.
Aquello era absolutamente doloroso
e insoportable,
ver a una persona
maltratada de esa forma.
Me pareció horrible e indignante
y, en fin, un ejemplo
de la barbaridad de ETA,
de las barbaridades que cometían
contra las personas.
-"...ha permanecido secuestrado
532 días José Antonio Ortega Lara.
Como ven, se trata de una lonja
abandonada aparentemente,
una lonja situada junto al río Deva,
en Mondragón, un lugar muy húmedo.
En la tercera planta,
en el tercer subsótano
de ese edificio
ha sido localizado el zulo".
Yo recuerdo
el secuestro de Ortega Lara
con mucha claridad,
porque nosotros los fines de semana,
incluso me acuerdo que en Navidades
fuimos a acompañar
a los funcionarios de prisiones,
porque fue un calvario
que afortunadamente
se resolvió bien.
Por la fortaleza también
y la humanidad y la...
la grandeza de Ortega Lara.
"Ese es el momento
en el que sale del vehículo
acompañado de su esposa,
Domitila Díez.
Ortega Lara viste una sudadera roja,
como comprueban,
lleva barba abundante y en su rostro
quedan huellas del sufrimiento vivido
durante su cautiverio, 532 días".
Hay una diferencia de 15 días
desde que la Guardia Civil
libera a Ortega Lara
y el secuestro
de Miguel Ángel Blanco.
Miguel Ángel entra en lo que era
mi segunda legislatura
siendo para él novedad
la acción política,
porque anteriormente no había estado.
Y, por lo tanto,
llegaba como un chico joven,
como un chaval con mucha ilusión
de colaborar
en la mejora de su pueblo.
-"Ermua tiene una población
de 18 000 habitantes.
La mayoría proceden
de la gran inmigración industrial
de los años 60".
-Nos conocíamos todos:
dónde habíamos nacido,
qué familia teníamos,
el tipo de profesión...
Muchos aspectos personales
absolutamente
de cada uno de los que participábamos
de la vida social y política.
Conocía al padre y a la madre
de Miguel Ángel
y a su entorno familiar, sí,
porque Ermua no deja de ser
un municipio más bien pequeño.
Trabajé en la Caja
y conocía a muchísima gente.
Me llamó primero un concejal
desde la Policía Municipal
diciendo que había guardias y gente
preguntando por Miguel Ángel,
que no aparecía y no aparecía.
A eso de las 18:00,
un momento después
me llamó el delegado del Gobierno
para decirme que ETA
había secuestrado a Miguel Ángel
y que, en fin,
la cosa estaba muy complicada.
Porque ya unos minutos después
nos contaron que estaban pidiendo
el acercamiento
de todos los presos, en fin...
-A las 15:20
se tiene constancia
de que sale del domicilio familiar
para coger un tren de cercanías
que le llevaría a Éibar.
No llega a la empresa donde trabaja
y puede, de alguna manera,
confirmarse la desaparición
de Miguel Ángel Blanco.
Yo, de hecho, me entero
del secuestro,
de que habían secuestrado,
de que ETA había secuestrado
a Miguel Ángel,
a un concejal de Ermua,
de boca del ministro del Interior
de entonces, Jaime Mayor Oreja,
porque nosotros teníamos
una reunión.
Gesto había concertado una reunión
con el ministro de Interior
para hablar
de política penitenciaria.
Dedicamos el rato que estuvimos
a esbozar lo que debía
y tenía que ser
la reacción y la respuesta social
ante el reto que suponía
el envite de ETA, la amenaza de ETA.
Llegamos y estuvimos allí
prácticamente 48 horas
viendo cómo llegaba el padre,
el hombre asediado
por un montón de periodistas,
no sabía nada, cómo se entera,
las primeras reacciones
del pueblo...
(Aplausos)
Todas las peticiones
para que no se llevase a efecto
la amenaza que había puesto
sobre la mesa ETA.
Las manifestaciones
que hubo en Bilbao.
(Aplausos)
¡Libertad!
¡Libertad!
¡Libertad!
-Que abran los ojos y vean
lo que es el pueblo vasco.
No es lo que quieren ellos,
sino toda esta gente.
Y que ya vale de torturas, joder.
-¡Libertad!
Tenía que haber necesariamente
una muestra,
una gran demostración popular
en el País Vasco
que dejara bien claro a ETA
que no estábamos dispuestos
a aceptar ese chantaje
y que exigíamos esa libertad.
Que fuera la última vez
que tuviésemos que salir a la calle
y que los vascos
somos honrados y trabajadores.
No son vascos
los que tienen a ese hombre.
-Creímos, en esa reflexión
que hicimos literalmente
en un cuarto de hora,
que la apuesta tenía que ser a tope,
que no nos íbamos a callar,
que no nos iban a callar
y que íbamos a pedir la liberación
de Miguel Ángel a gritos,
llamándoles asesinos,
movilizando a la sociedad
y, por lo tanto,
librando un pulso contra ETA
en el que nosotros también
tuvimos conciencia
de que era difícil la liberación
de Miguel Ángel,
pero lo que iba a ser imposible
para ETA era callarnos.
-Estés donde estés,
queremos que sepas
que estamos contigo,
que todos te apoyamos
y te esperamos...
Recuerdo perfectamente dónde estaba,
cómo iba vestida,
mis palabras, cómo estuve pendiente
de la radio, de la televisión,
cómo no pude ir
a la manifestación de Bilbao
y estaba escuchando y decía:
"Madre mía".
(Aplausos)
¡Libertad!
Fue espectacular,
estaba todo el mundo.
Y fue un grito de exigencia a ETA.
Fueron dos días
de atención continua, permanente
e intensa a lo que sucedía
en torno al secuestro.
Nosotros desde el minuto cero
dijimos que Miguel Ángel
era una persona,
que tenía derecho a vivir,
a tener una opción política
y que a nadie se le asesina por eso.
Poner el foco en la persona
me parece que fue
un elemento que se entendió bien
y que cambió un poco
la forma de gestionarse
por parte de la política
o de la sociedad...
la gestión contra ETA, ¿no?
-Miguel Ángel es un chaval normal,
absolutamente normal,
de veintitantos años
y, desde luego,
segar la vida de un chaval de estos
sería una cosa
absolutamente irracional
e incomprensible.
Además, también recuerdo
la esperanza que mantuvimos,
porque de eso se habla menos.
Hubo esperanza.
Hubo la esperanza de que ETA
se diera cuenta que seis millones
de españoles en las calles
eran lo suficientemente importantes
para que no cumplieran su amenaza.
Colaboraban los ciudadanos,
se tomaban iniciativas.
¿Por qué no hacemos
una noche con velas
en recuerdo también,
como los presos americanos,
que hacen una vigilia
la noche previa a la ejecución?
-"Cinco mil velas encendidas
han alumbrado
la vigilia en esta plaza,
lo mismo que ha ocurrido
en otras ciudades españolas.
Miles de personas,
muchísimas jóvenes,
que esta noche
han querido acompañar así
la soledad de Miguel Ángel
allá donde se encontraba,
entre la congoja y la esperanza
de que ETA no cumpliera su amenaza".
Y era esa crónica anunciada
del crimen,
la imagen, una persona joven...
Se daban todos los ingredientes
para que hubiera
una auténtica explosión social
en la reacción en toda España.
Y a las 16:00 estar oyendo la radio
y que le habían matado.
Entonces, aquello fue...
(Aplausos)
¡Libertad!
Por la radio empezó a oírse
que había aparecido una persona
con un disparo en la cabeza
en Lasarte.
En ese momento,
instintivamente, en vez de seguir
hacia el centro de la ciudad,
subí hacia la zona de hospitales.
Ya estando allí,
llegó la ambulancia.
Fueron momentos intensísimos,
pero muy intensos.
De esos que no se te olvidan jamás,
están en la memoria.
Era abrirse las puertas,
salir la camilla,
una persona intubada
con una manta...
En un movimiento
de estos que hace la camilla
se le ve la cara,
que estaba absolutamente...
más fallecido que vivo.
El agujero en la nuca,
del cual le salía algo de sangre.
Yo no conocí a Miguel Ángel Blanco,
pero me parecía que un concejal
de 27 años de un pueblo, de Ermua,
secuestrado 48 horas
y asesinado de rodillas
con un tiro en la nuca, ¡bah!
Yo recuerdo sentir la indignación.
No es algo
que haya sentido con frecuencia.
Pero aquel día...
sí la sentí
y fui consciente de que tenía que...
Que era una reacción lógica
humanamente comprensible.
(Campanas)
Cuando comuniqué
el asesinato de Miguel Ángel,
me produjo una...
en fin, una emoción enorme ver
que todo el mundo estaba gritando
y que aquello podía ser
como un volcán.
Yo siempre digo
que lo que en principio
se llamó "el espíritu de Ermua"
no era más
que una absoluta expresión
de cabreo de la gente.
El pueblo de Ermua
había dicho: "A este no lo matéis",
había salido a la calle,
había pedido su libertad,
y cuando se cumple la amenaza,
el pueblo reaccionó cabreado.
¡No son vascos, son asesinos!
¡No son vascos, son asesinos!
Diciendo: "No me puedo creer
que no nos hayan hecho caso.
Estamos todos,
todo el pueblo en la calle
pidiendo que lo suelten".
No sé, fue... tremendo.
¡Miguel, Miguel, Miguel!
¡No son vascos, son asesinos!
¡No son vascos...!
¡Asesinos, asesinos!
¡Asesinos!
-Iniciamos una manifestación
hacia Éibar
porque los ánimos
estaban en aquel momento
demasiado exaltados, ¿no?
-¡Miguel, Miguel!
-Las movilizaciones
fueron importantes
y fue maravilloso ver
que íbamos delante
de las "herriko tabernas"
a decirles
que hasta aquí habíamos llegado
y que no nos iban a callar.
Y fue una marea, una marea
en la que se gritaron cosas
muy importantes en las calles.
Pasamos del silencio,
del "Dilo con tu silencio"
de los años 80, al clamor.
Ese clamor de manos blancas,
de "Aquí tienes mi nuca",
de "Vascos sí, ETA no".
¡ETA, dispara, aquí tenéis mi nuca!
¡ETA, dispara, aquí tenéis mi nuca!
Fue algo épico,
heroico y yo creo que importantísimo
para entender lo que vino después.
# ...sin ira, libertad.
# Y si no la hay,
# sin duda la habrá. #
Tengo esa imagen grabada. Creo
que era la manifestación de Madrid
con esas mareas y esas manos blancas
que se alzaban,
que formaban como un tapiz
de color blanco.
¡Miguel Ángel!
La gente de toda España,
porque el asesinato de Miguel Ángel
no solo conmocionó
a la sociedad vasca,
sino que aquello ya fue
también un escalón más
y hubo una reacción social
a nivel internacional.
Yo recuerdo que hasta el papa habló,
se suspendieron los sanfermines.
Cosa inaudita.
¡Ese pañuelo es de Miguel Ángel!
¡Ese pañuelo es de Miguel Ángel!
-Yo creo que el estado de derecho
y la democracia
se fortalecieron de forma notable.
Teníamos mucha más legitimidad
que los asesinos de ETA
y así se trasladó también
a nivel internacional.
-(HABLA EN ITALIANO)
-Había muchos ciudadanos,
incluidos europeos,
que creían que aquí la patria vasca
y la independencia
y el movimiento de ETA
tenía algún tipo de legitimidad.
Estaban equivocadísimos.
Aquí había terrorismo,
había un intento de callarnos la boca
a quienes no fuéramos nacionalistas.
Y todo eso se entendió mucho mejor.
Había un problema de libertad.
La reacción
posterior al asesinato
de Miguel Ángel Blanco
solo se explica
si se tienen en cuenta
los antecedentes
de las movilizaciones en Euskadi.
La campaña de sensibilización
de la sociedad vasca germina
y va poco a poco progresando
y va madurando.
Nosotros queríamos
el respeto a los ciudadanos,
a la persona,
como base para la convivencia.
El respeto
a la pluralidad de personas
que vivimos en una ciudad
o en el País Vasco,
porque se superó el miedo,
se consiguió
darle la vuelta a muchas cosas
a través de la movilización.
Mirar a Miguel Ángel Blanco es mirar
la cara de una persona inocente,
ingenua,
que nos interpela, que nos dice:
"¿Por qué a mí?
Qué injusto esto que me han hecho".
Se ha convertido en un símbolo.
Jamás se había dado
una movilización de esa intensidad
y jamás se volvió a dar.
Esa es la realidad.
Ese sueño de tantos minutos
de silencio acumulados
mientras estábamos
con la pancarta en la plaza
y veíamos pasar a la gente,
que miraba indiferente y seguía
y nosotros estábamos ahí,
veinte, treinta,
setenta un día de mucha gente,
y decías:
"¿Por qué no habrá más gente aquí?
¿Por qué no estará
todo el mundo detrás?
¿Realmente hay tanto miedo?
¿Hay tanta indiferencia?".
Y ese sueño
de que algún día la plaza
estuviera llena
se cumplió.
Lamentablemente, pero se cumplió
con el asesinato
de Miguel Ángel Blanco.
La plaza se llenó.
Y no volvió a llenarse.
¡Miguel Ángel!
(Aplausos)
¡Miguel Ángel!
(Aplausos)
¡Miguel Ángel!
(Aplausos)
¡Miguel Ángel!