2008-2010
¿Me acusarán de asesinato?
Yo no sé nada.
Prefiero morir, me llevaré dignidad a la tumba.
No te diré nada.
Subtitulado por Teletexto-iRTVE.
¡Venga, que te vienes con nosotros!
Buenas noches, padre.
No me alegro de verle.
Y ha esperado a esto para decirlo.
¿Se lo dijo antes de ayudarle a huir?
¿Tan idiota se cree que soy?
¿Y piensa que acusando a un prófugo vamos a soltar a su hermano?
No se coge a dos sospechosos y se elige a uno.
Da gracias a que la Iglesia te protege.
¿Y las pruebas?
¿Quién?
¿Tu amigo el anarquista?
Ah, no, nosotros.
Tendríamos que haberlas robado de casa Márquez.
O tal vez nos ayudó alguien de la casa.
O esa persona las puso allí para que acusáramos a tu hermano.
¿Quién pudo hacerlo, padre?
¿Quién?
Julio, deja eso, por favor.
Disculpa por hacerte esperar aquí. Abajo la cosa está revuelta.
-¿Pasa algo? -Adelina y su sobrina.
Esa chica es un desastre.
Adivina quién carga con todo.
-¿Qué te pasa, Vicenta?
No estás así por la casa.
-Julio.
¿No nos estaremos equivocando?
¿No iremos demasiado rápido?
¡Julio, aquí no, por favor, que nos pueden ver!
-No, Vicenta, no nos estamos equivocando.
Ya hemos esperado demasiado.
¿Se puede saber qué te pasa hoy?
-Que no descanso bien.
Estoy pendiente de esa criatura.
Hablaré con Vicenta.
-Rosalía no se ha vuelto a levantar de noche.
-Ya, Justiño.
Pero todo el mundo sabe...
...que si andas dormido, te lleva la Santa Compaña.
-Bastante tiene Vicenta con el juicio.
Ya sabes cómo quería a Pablo.
-¡Qué bien la conoces, Justo!
¡Qué pena lo vuestro!
-No empieces, Adelina.
¿Qué os pasa?
-Nada. ¿Qué nos va a pasar?
-Os calláis según entro.
-Bueno, me voy a dormir. Buenas noches.
-Lo del juicio le tiene trastocado.
Ya sabes cómo quería a Pablo.
-¡Qué lástima!
-¿Qué ha pasado?
¡Qué desastre!
No veo cuál es el problema.
Lo van a declarar culpable.
Es un anarquista. Lo va a juzgar un tribunal militar.
Hasta el abogado será militar.
No ha podido conseguir a nadie que lo defienda.
Ya lo ven condenado.
¿No exageras?
Y Salvador, un reo anarquista.
Es su hermano.
¿Quién le va a hacer caso?
Supongo que todos lo necesitamos.
Sí.
Un guardia civil ha desaparecido.
Puedes estar tranquilo.
Las cosas se resolverán de una manera satisfactoria.
Este hay que acortarlo un poco.
Y a este hay que despejarle el escote. Me lo pondré esta noche.
Amalia.
-Perdóneme, señora.
Es que...
Ya sabe usted por lo que estoy pasando.
-Lo siento mucho.
Si hay algo que yo pueda hacer...
-Podría hablar con su marido.
Decirle que ayude a mi hijo.
No ha hecho nada de lo que se le acusa.
-Amalia, no lo entiendes.
No puedo pedirle eso al señor. Ya sabes cómo es.
-Usted no tiene hijos.
¿Se imagina lo que es tener un hijo inocente en la cárcel...
...y venir aquí sabiendo que hay alguien que puede hacer algo por él?
-No estás bien, Amalia.
Lo mejor es que dejes de venir mientras todo esto se pasa.
-¿Y los vestidos?
-Le dices a Consuelo que ella me los traiga.
-¿Hablará con su marido por lo de mi Salvador?
-Ya veremos.
Vete y descansa.
Menos mal que Rosalía no se ha vuelto a levantar.
-Yo no la he oído.
-Mientras sea cosa de un día, no hay de qué preocuparse.
Una mala noche la tiene cualquiera.
-Recoge. La señora no come. -¿Otra vez?
-Sí, otra vez. Haz lo que te digo.
-Vicenta, ¿es verdad eso que dicen por ahí...
...de que el hermano del cura mató a nuestro Pablo?
-Sí, Adelina.
Eso dicen.
Por eso a Encarna se le cierra el estómago.
-¡Qué horror, Vicenta!
¡Santo Dios, imagínate!
La pobre Victoria.
-Sólo de pensarlo me pongo mala.
¿Has visto a Justo?
-Salió antes.
Está escribiendo esa carta a su enamorada.
-Y yo pensaba que andaba revuelto con lo de Pablo.
Tiene la cabeza en poner cuatro letras de amor.
-Vicenta, cada uno mata los demonios como puede.
-Sinceramente, no creo que sea el momento de hacerlo.
-Tú tampoco has dejado de ver a Julio.
-Pero hay muchas cosas que no me planteo.
Justo debería hacer lo mismo.
Todavía estamos de luto. -¡Ejem!
Voy por el lápiz.
¿No tenía tu hermana otro hombre en el que fijarse?
Le van a dar garrote.
No deberías tomarte esto tan a la ligera.
Si ha confesado, por algo será.
Ese hombre te dejó viuda.
-Señorita Encarna.
-Yo me marcho, que tengo mucha faena.
Padre Ángel, luego me paso a ver a su madre.
¡Alicia!
Alicia.
-¿Qué pasa?
-Salvador.
Ha confesado.
¿Has oído lo que te he dicho? -Perfectamente.
No vuelvas a nombrar a Salvador.
-No puede ser. ¡No puedes creer que él lo haya hecho!
-Si ha confesado, no importa lo que piense.
-Nunca podría hacer algo así. -Todos somos capaces de todo.
De ahí, tanta prisa para irse a América.
Espero que sea el último hombre que me engañe.
-Alicia, él te quería.
-Está claro que no era hombre para mí.
-¡No puedo creer...! -¡Se acabó, mema!
Salvador es hombre muerto.
¿Sigue diciendo a todos bien alto que es inocente?
Ese día Salvador volvió a casa y comió conmigo.
Pero no quieren creerme.
Piensan que una madre diría cualquier cosa para salvar a su hijo.
Pero es la verdad.
Seguro que apenas come.
¿Le llevaste la ropa que te dejé?
A ver cómo nos lo encontramos mañana.
¿Cómo quieres que me quede en casa?
Menos mal...
...que tú estarás a su lado.
Hijo.
Vamos a rezar juntos por tu hermano.
No tengo nada para ponerme esta noche.
-No has mirado bien en el armario.
-Amalia tenía que arreglarme un vestido, pero está...
Lo de su hijo me tiene preocupada. -¿Por tus vestidos?
-No te rías de mí. Tómame en serio.
-Con esa facha, no sé si será posible.
-Si puedes hacer algo para ayudar a ese chico, deberías hacerlo.
-¿Por qué no hablas de lo que sabes y evitas ponerte en ridículo?
-Yo puedo hablar de buenos sentimientos.
-Es un asesino confeso.
Mató a alguien y lo hemos cogido.
-Yo solo digo... -¡Tonterías!
Ocúpate de tus asuntos y cumple con tus obligaciones.
-¿Mis obligaciones? -¡Sí!
¡Empezando por vestirte decentemente y terminando por no crisparme!
Si tuviera un juicio normal, tendría alguna oportunidad.
-A los militares les gustaría tener a todos los obreros en el banquillo.
-No hay juez que lo saque.
-¡Basta!
Si no hacéis nada, cerrad la boca. -¿Qué hacemos?
-Nada, no hagáis nada. Seguid cotilleando como viejas.
Hasta que os cojan a todos y no quedéis ninguno.
-¿Por qué nos iban a coger? -Porque sois obreros.
Han decidido que ellos o vosotros.
Por eso le han cogido.
-Vamos. -¡Déjame!
¿Creéis que lo mató?
-El patrón está muerto. Eso no se lo inventó nadie.
-¡Qué más da!
Un obrero mata a un patrón y todos somos culpables.
-¿Qué ganas poniéndote así por ese infeliz?
-No creo que fuese él.
Pero no hay nada que hacer. Ya está decidido.
-Dentro de un mes, diréis que lo hizo. Y luego, que se lo merecía.
Sólo eso os dejará vivir tranquilos.
Porque ninguno de vosotros va a hacer nada.
Ya os han ganado.
Ya han hecho de vosotros unos cobardes.
-¿Qué te pasa, hija?
Adelina se empeñó en que te trajera frisuelos.
No quería discutir con ella.
Estás helada.
¿De dónde venías?
Es por Salvador, ¿verdad?
¿Cómo está el padre Ángel?
¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?
¿Qué quieres que pase?
No hay nada que hablar.
Adelina habla demasiado.
Son demasiadas cosas, Victoria.
Yo tenía mi vida, la casa.
A vosotros.
Y, de repente, aparece Julio.
Después de 20 años.
No quiero volver a equivocarme.
No puedo.
Tenías razón.
No es un vestido muy afortunado.
¿No vas a decir nada?
-Trato de cumplir con mis obligaciones.
Una de ellas era estar callada.
-Isabel.
No deberías venir a la recepción.
Sí, ya he tomado la decisión. No vendrás.
-Ya estoy arreglada.
-Estás un poco alterada. No estás en tu mejor día.
La gobernadora no ha venido. Te disculparemos.
-Estoy perfectamente.
-Puedes quedarte rezando por el alma de ese asesino.
-No me basta con rezar. -Entonces lee.
Buenas noches, querida.
-No necesito tu permiso para ir. Soy tu mujer.
Podría ir a la recepción si yo quisiera.
Puedo hacer lo que quiera sin darte explicaciones.
Si yo quiero... -¡No vas a querer!
Porque sería la última vez.
Le daré recuerdos a todos de tu parte.
Buenas noches.
Gobernador, encantado de volver a tenerlo con nosotros.
-Me alegro de saludarlo. ¿Qué tal los astilleros?
-Si le soy sincero,...
...vivimos momentos difíciles.
-¡Qué me va a contar!
-Señor marqués.
Señor.
El cura está abajo.
Si me disculpa un momento.
¿Cómo se te ha ocurrido invitar al cura?
Para que Isabel se pierda esto, debe estar con un pie en la tumba.
-Ha sido solo una indisposición.
-Esta tarde tenía muy buen color.
-Una indisposición de última hora.
-Ni la marquesa, ni mi mujer, ni la delegada.
Una epidemia afecta a las damas.
No la disculpes, Gonzalo, lo entiendo.
Victoria, está bellísima.
Siento que nos reúnan circunstancias tan tristes.
Siempre he admirado la entereza.
Más en una mujer que no tiene por qué mostrarla.
Espero que la solución a esto mitigue su dolor.
No me ofende. Al revés.
Admiro sus palabras y las agradezco.
He venido a hacer justicia.
Y tiene mi palabra de que nada me apartará de mi camino.
Tome.
-Gracias, hija.
Vete a descansar, que ya has hecho bastante.
-¿Cómo voy a dejarla sola?
La que tiene que descansar es usted.
-¿Y cómo quieres que lo haga...
...sabiendo por lo que estará pasando mi hijo?
-Yo tampoco puedo dejar de pensar en eso.
Alicia ha hecho más que yo.
-Es una buena mujer.
Pero no era para mi hijo.
Si te hubiese conocido a ti antes,...
...no habría dado tantos tumbos.
Y ahora, podríais estar casados y...
¡Qué pena!
-Tranquila.
Señor marqués.
-Un mensaje para el delegado.
Al guardia civil desaparecido lo han encontrado muerto en el bosque.
Esa fiesta era un aburrimiento. -¿En serio?
-No te lo puedes ni imaginar.
¿Te encuentras mejor?
-Sí, mucho mejor, gracias.
-¿Y tus pantalones?
-No era una buena idea.
-No me gusta el uniforme de Hugo. -Ni a mí.
-Venga.
Que ya te he visto fumar y a mí no me gusta fumar solo.
La madre de Hugo...
...solía encendérmelos.
Aprendió a fumar para no dejarme solo.
Pero nunca en público. Eran otros tiempos.
Le hubiese gustado conocerte.
-¿La quería mucho?
-Sí.
Tuve mucha suerte.
Los matrimonios son una lotería. No sabes con quién te casas...
...hasta que no puedes hacer nada.
Hay que resistir y no perderse.
Es para toda la vida.
Pero, ¿tú no sabías fumar?
A ver.
Tienes que tragarte el humo.
Como si bebieras agua.
Primero, una caladita corta.
Así.
A la salud del señor gobernador.
-Hacía mucho que no brindábamos juntos.
-Me tenías muy abandonada.
-Sabes que siempre estás en mis pensamientos.
¿Por qué brindamos tú y yo?
-Por la libertad de los hombres inocentes.
-De mí, un inocente no tiene nada que temer.
-Hay muchas cosas que no van a salir en ese juicio.
Por ejemplo, que el marqués de Castro...
...estaba enfrentado a Pablo.
Y Gonzalo sabe deshacerse de sus enemigos.
-¿Y qué más?
¿Que el reo era tu amante y que estuvisteis a punto de dejar el país?
Me sorprendes, Alicia.
Nunca pensé que pudieras querer así. De alguna manera, es afortunado.
-Es un buen hombre.
-Pero ¿es inocente?
-Iré al tribunal y diré que estuvo conmigo.
-Te meteré en la cárcel por perjurio y obstrucción a la justicia.
-Muy bien.
-¿No hay nadie en esta ciudad que crea en la justicia?
¡Virgen santísima!
¡Esto es lo que no te deja dormir!
-No, tía.
-¿Para qué sirvieron tantas monjas?
-Señora.
-¡Tú te callas, sinvergüenza!
¡Lo mato a él y después a ti!
-¡Tía! -¿Qué pasa aquí?
-Ya lo ves, Justo.
Ya ves por qué se levanta por las noches.
-Rosalía. -No hice nada malo.
-¡Que te calles!
¡Y tú, cúbrete!
¿Qué llevas ahí?
Una cartilla.
-Es culpa mía. -No.
Yo me empeñé en que aprendiera a leer.
-Que aprenda a hablar. -¿Eso es lo que hacéis?
¿Por qué no se lo contaste a tu tía? -¿Me iba a dejar?
-¡Claro que no!
Vamos, si se entera Vicenta...
-Pues mira, acaba de enterarse.
Mañana van a condenarme a muerte.
Y todo habrá acabado por fin.
No.
No para mí.
Esta vez no puedes salvarme, Ángel.
Estás del lado de tu hermano.
¿Conoces al arroyo que pasa al norte de la fuente del cura?
Síguelo.
Detrás el bosque se hace más espeso.
"Avanza siempre en dirección sur".
"Si no lo ves y él está en el bosque,...
...él te encontrará".
¿Y qué pinto yo ahí?
Eso pasa cada día, páter.
Sólo hay que considerar lo que es mejor para el mundo.
Ese guardia civil murió porque era él o yo.
Luchar, siempre.
Entregarse, nunca.
Tu hermano sí que tiene ideales.
Lo está demostrando.
Piensa lo que quieras.
Victoria ha vuelto y quiero que la mesa esté perfecta.
Así no me ayudas, me distraes. -¿Así?
-Julio, dame... ¿Quieres darme...?
Julio, por fa...
Julio.
Compórtate, que nos pueden ver.
-Nos vamos a casar.
-No digas tonterías. -Vicenta, nos vamos a casar.
-Es muy pronto y estamos de luto.
Hay que resolver lo de Pablo.
-Te trataría como a una reina.
-Déjame acabar.
-Irías de mi brazo a las terrazas.
Como las señoras.
-¿Quién te ha dicho que quiero ser una señora?
-¿No quieres?
-Me conformo con ser feliz.
-Pues entérate, Vicenta.
Esta va a ser tu vida. Te voy a tratar como a una reina.
-Estando de luto no puedo pensar en bodas.
-Todo llega, Vicenta.
-Por favor.
Julio, por favor.
Déjame acabar, Julio. Ya, Julio.
Julio, por favor.
No había necesidad de devolvérmelo con tanta prisa.
-Es su dinero.
-¿Por qué me lo traes tú?
-Amalia está en cama.
Y Ángel es un sacerdote.
-Y la curiosidad es más grande que cualquier vergüenza.
-Tengo que preguntarle algo.
-Tú dirás.
-¿Le regaló Salvador una alianza?
-No.
Nunca me dio un anillo de boda.
¿Alguna otra pregunta?
Nuestra visita se va y yo vuelvo a la cama.
-La alianza es lo único que echaron en falta los Márquez.
Y no ha aparecido.
Lo demás pudo ponerlo cualquiera.
Pero sólo el asesino puede tener esa alianza.
Y Salvador no la tenía.
Buenos días.
-Pudo venderlo.
Al fin y al cabo, era lo más comprometido.
-Salvador es inocente.
-Estaba siempre borracho y buscando dinero para irse a América.
Ese día no estuvo conmigo.
Parece que no estuvo con nadie.
Y ha dicho que él lo hizo.
-¿No la has oído? -¡Qué más da!
-Tienes una piedra en lugar de corazón.
Salvador va a morir.
¿Qué sentido tiene que otra mujer arruine su vida?
Es mejor que piense que él lo hizo, que la engañó, que le odie.
Salvador nunca estuvo enamorado de ella.
¿Por qué tiene que entregar su vida al recuerdo de algo que no existió?
Soy yo la que debe llevar ese dolor el resto de mi vida.
¿Qué más da si es culpable o inocente?
Victoria.
¿Por qué no me avisaste?
Vaya gracia, estaría la habitación helada.
¿Qué pasa?
¿Y esto?
Dos meses más y nadie nos pondrá colorados.
Pero ¿te has vuelto loca?
¿Cómo me vas a regalar una finca?
Victoria, si tú no quieres...
Gracias, mi niña.
Él no fue, Encarna.
Él no pudo hacerlo.
Aunque lo haya dicho él mismo.
Me lo dice el corazón.
Salvador no tiene la alianza.
Tienes que ayudarle, Encarna.
Tienes que hacer algo.
Ya casi me había olvidado de preparar un buen desayuno para los señores.
-Y a mí fregarlo.
Encarna, cuando estaba sola, tenía suficiente con un tazón.
-Pues se acabaron las vacaciones. Y a cerrar la boca.
Aprende de Rosalía, que las mata callando.
-Todo el mundo trabajando. Muy bien, Victoria ha vuelto.
Rosalía.
Una tarde sí y una no podrás salir a enseñarle a leer.
-¿Cómo va a hacer eso?
-Mejor eso a que se duerma.
-A ver si va a acabar con el zarrapastroso ese,...
...que no tiene oficio ni beneficio.
-Mujer, que solo le va a enseñar a leer.
-Gracias, señora Vicenta.
Y es vaquero. -Bueno.
Y ahora que la normalidad vuelve a esta casa,...
...espero que se acaben los cuchicheos.
-Claro.
¿Por qué no nos dirá si se casa o no?
-¿A quién le importa?
Rosalía, tú escribes bien.
¿Me corriges una carta? -Sí.
-Entre todos,...
...me la vais a volver catedrática.
Siento que te perdieras la fiesta. -Tenías razón.
Me vino bien quedarme y pensar.
-Bien, me alegro de que te hayas dado cuenta.
Hagamos como si nada hubiera pasado.
-¿No desayunas?
-No, he pedido que me suban el café. Quiero llegar antes que el gobernador
-Amalia es una mujer buena.
Si podemos hacer algo por ella, debemos hacerlo.
Y lo único que podemos hacer es que tú seas justo.
¿Sabrás ser un hombre justo?
Por las leyes especiales dadas en el estado de excepción...
...y por la naturaleza social del crimen a juzgar,...
...el reo será sometido a un consejo de guerra con todas las garantías.
Damos por iniciado el juicio.
Por esas fechas, era normal...
...ver al acusado borracho en su taberna.
-Sí, señor, pero no era el único.
-El único que nos importa. Limítese a contestar.
-Sí, señor.
-¿Borracho hasta el grado de cometer una locura?
-Dejemos que el testigo saque sus conclusiones.
-Borracho. Yo no sé más.
-Señor abogado, ¿alguna pregunta? -Ninguna pregunta, señor.
¿Tú sabes lo que significa esto?
Eres una mujer rica. -No digas tonterías.
-No como una marquesa.
Pero no tendrás que casarte para que te mantenga tu marido.
-En esta casa, las cosas no se hacen como Dios manda.
Dejar el luto sin saber qué va a pasar en el juicio.
Y Victoria ha sido tan generosa...
Pero yo no creo que sea el momento.
-¿Entonces qué?
¿Nos casamos?
¿Reconoce estos objetos?
¿Reconoce estos objetos?
¿Está segura?
He tenido acceso a informes policiales...
...sobre un accidente en su coto de caza.
El acusado fue investigado por pensarse que estaba involucrado.
Es normal no saber todo lo que ocupa a los que nos protegen.
¿Y su opinión? ¿Cree que el acusado tuvo algo que ver?
-No puede entrar. -Tengo algo importante que decir.
Salvador estuvo conmigo aquel día. Él no pudo hacerlo.
-Esto contradice todas las declaraciones.
No se puede tener en cuenta.
-Otros deberían dar cuenta de sus crímenes.
-Está mintiendo.
-Lo dicho por esta mujer contradice a cuatro testigos.
¿Tiene el acusado algo que decir?
-Por favor, no le hagan nada.
Solo quiere protegerme.
-Sáquenla de la sala.
Prosigamos.
Debido a la naturaleza de la relación que les une,...
...la consideraremos propia de un cónyuge y no se tendrá en cuenta.
A no ser que tenga alguna objeción.
Sigamos.
-Recapitulemos lo que ha quedado claro mediante los testigos.
El acusado estaba en una situación desesperada, sin trabajo.
El dinero lo recibía de la mujer con la que convivía.
La cual regenta una famosa casa de placer.
Su estado habitual era la inconsciencia por las borracheras.
Frecuentaba cédulas anarquistas.
Y tenía relación con la banda que robó el banco de Gijón.
Uno de sus cabecillas huyó tras intentar causar una masacre.
El rencor hacia su víctima...
...nació al trabajar como minero para él.
Si no se lo transmitió su padre.
También anarquista reconocido.
Dicho rencor queda documentado cuando unos años antes,...
...participa en un atentado en casa de la víctima.
Por ello estuvo en prisión.
Se ha certificado su participación en las huelgas más violentas.
Y ha quedado demostrado...
...que el acusado intentó huir a América.
Y al ser detenido,...
...tenía objetos de la víctima que sólo pudieron ser robados.
Señores del tribunal, nunca he tenido un caso más claro.
-Habiendo escuchado a los testigos,...
...el acusado puede dirigirse al tribunal.
¿Tiene algo que decir?
Este tribunal se retira a deliberar.
¡Isabel!
¡Isabel!
¡Isabel!
Isabel.
Isabel.
Isabel.
¡Qué susto, Dios!
Por el poder que me confieren las leyes militares,...
...este tribunal ha tomado su decisión.
-Yo maté a Pablo Márquez.
Tras recibir una paliza descomunal en el calabozo, Salvador, confiesa ser el autor del asesinato. Al mismo tiempo Ángel pide ayuda a Victoria y culpabiliza a Gonzalo de todo lo que está ocurriendo. Victoria defiende a su marido.
Histórico de emisiones: 21/09/2009
Añadir comentario ↓
llegué hasta el capítulo 22 y no puedo ver ningún otro, desde que me registré para poder ver todo seguido, no me permite ver nada, ni siquiera abren los anteriores ya vistos, solo aparece la publicidad y luego la pantalla negra..