FUERA DE EMISIÓN
Tenemos que tener más cuidado. -¿Más?
-¿Qué le pasa a Flavia? Está muy blanca.
-Flavia. -(VOMITA)
-No llegamos.
-Tú y yo teníamos un trato: yo a mis estudios
y tú a tus rastrojos, y sanseacabó. -Pero yo no quiero que sanseacabe.
-Me gustaría hablar sobre mi madre,
como van a hacer otras chicas.
-¿Qué va a pasar con mis estudios cuando tengamos hijos?
-Los dejarás, claro.
-Te espero a las 12 en la capilla y te lo cuento todo.
-Yo sé dónde puede estar tu madre, ven a la calle de los Arcos.
-Quiero hablar contigo a solas.
Están aquí. No voy a dejar que te pase nada malo.
¿Por qué me pediste que volviera?
-No te preocupes, Manuela, por tu academia, que de cara a tu madre
seguiremos estando juntos, pero se acabó, esto no tiene sentido.
Voy a quitar la mano y no vas a decir ni mu.
-¿Con Tomás Peralta?
-Todavía no lo sabe, ¿verdad? -¿El qué?
-Tomás y Roberta son novios.
Pongamos el nombre de una mujer para esta calle.
-Pero ¿cómo vamos a hacer eso? -¿Dónde está mi madre?
-Ni lo sé ni me importa,
así que arrea pa dentro y no me hagas cabrear.
-¡Suéltame! ¡Suéltame!
-Flavia, estás embarazada.
-¿Está seguro? -¿No te alegras?
-Me prometió que no se lo iba a decir a nadie.
Dichosos los ojos.
-Haberme dicho que te interesaba meterte en sus bragas.
-Pero ¿tú qué quieres? ¿Eh?
Esquizofrenia, esto es lo que creo que puede tener Elías.
¿A que ve y escucha cosas que tú y yo no?
Quiero irme a casa.
-Ha llegado el momento por el que tanto tiempo hemos trabajado.
¿Pensaba que iba a ser parte de su indecorosa revolución?
Tengo algo que contarte.
Lo único que has hecho es mentirme.
-Hija, por favor, escúchame. -Yo ya no soy tu hija.
No quiero volver a saber nada más de ti.
(Aplausos)
¿Te acuerdas de ese caso del que te hablé?
El de ese hombre que amenazó a su vecino con una escopeta.
Pues el hombre se ha presentado al juicio con la escopeta, gritando,
insultando y amenazando a todo el mundo.
Y, como es normal, la Guardia Civil lo ha apresado.
Yo no sé qué se pensaba.
Así que ahora, no solo lo voy a juzgar por un doble delito
contra la seguridad y la libertad, sino que también por desacato
y alteración del orden público.
Perdona. Perdóname, soy muy pesado con las cosas del juzgado.
(RÍE)
¿Y tú qué tal en la academia?
Menos mal.
(Sintonía de "La otra mirada")
(Suena un timbre)
-No sé, pero está fenomenal pintado.
-Me parece una idea buenísima. -Qué ilusión.
-A mí me gustaría ir de hada. Con las alas
bordadas de dorado.
-Sencillita, como siempre.
-¿Te pasa algo?
-Me duele un poco la tripa.
-¿Otra vez?
-Estoy bien.
Luego subo a descansar y se me pasa.
¿Que solo hay mujeres?
Luego nos quejamos que coser solo es cosa de mujeres.
¿Y cuál es ese motivo?
¿Y lo vamos a mantear?
Pero si aquí hay de todo, ¿no?
-A mí me lo tienen que hacer a medida, como todo me queda corto.
-Me gusta este.
-Te va a quedar enorme.
-Sí, pero a diferencia de la señorita, yo sé coser.
-Pues a mí no me gusta nada.
Yo quiero algo más festivo, más brillante.
Algo que esté a mi altura, y a la de mi acompañante, claro.
-¿Con quién vas a ir? -Con Elías.
-¿Tú no decías que no querías nada con el jardinero rarito?
-Vale, sí. Él es distinto, y no es de buena familia.
Es más de pueblo que las amapolas,
pero cuando me mira...
creo que me estoy enamorando, pero amor de verdad.
-¿Entonces sois novios o algo?
-Sí. Bueno, no, no.
-¿Sí o no? -A ver, novios, novios...
El otro día tuvimos una cita, pero no fue del todo bien,
aunque me cogió la mano. -Que no os habéis besado, ¿no?
Te cogió la mano y ya.
-Mira, para que vosotras sepáis, las grandes historias de amor
se tejen poco a poco, que no tenéis ni idea de romanticismo.
Pero ¿cómo que es tu hermana?
Tu hermana de verdad.
¿Por qué no me lo habías dicho antes?
-Porque no lo sabía ni yo, Tomás.
Pero ya está, no quiero hablar más del tema.
Oye, no se lo digas a nadie, por favor.
(Llaman a la puerta)
No, no me apetecía.
¿Usted también lo sabía?
Es increíble, todo el mundo lo sabía menos yo.
No quiero ir a clase de Teresa, no voy a ir.
Pues me voy, ya está. Si yo no quiero estar aquí.
Perdona, Luisa, pero te estaba esperando fuera.
¿Sí?
Seguramente alguna de las chicas lo habrá cambiado de sitio.
Venga, no le des más vueltas.
Vamos a tomarnos un pescaíto frito, de estos de chuparse los dedos.
(RÍEN)
¿Sabes?
A mí me habría encantado ser padre.
Yo no soy muy entusiasta de los carnavales,
no me gusta disfrazarme.
Pero si quieres, puedo ir a ese baile contigo.
Por cuenta del caballero.
¿Me disculpas un momento?
¿Qué haces aquí? ¿No ves que estoy acompañado?
-Pero como no se te ve el pelo, no me dejas otra.
Quieren que hagas otro trabajo aquí en Sevilla.
-No, no, os dije que era el último trabajo,
así que dejadme en paz. -¿Tiene algo que ver la señora?
¿No te habrás encaprichado?
-Déjame en paz, y no quiero volver a verte, ¿está claro?
Sí, sí.
Bueno, ¿y ese baile, de qué hay que ir disfrazado?
-Margarita y María Jesús se los van a arreglar ellas mismas.
Y las demás ya tienen todos los buenos.
¿Y si voy de monja?
Tengo una prima segunda que es clarisa,
quizá me pueda dejar la túnica.
¿Estás llorando? ¿Qué pasa, te has pinchado?
Flavia.
Llevas unos días de lo más rara.
Si es por lo de Roberta y Tomás, mira,
que cada uno haga lo que quiera con su vida.
-No, no es eso.
Estoy embarazada.
-¿Qué dices?
-Por favor, no se lo digas a nadie, Enrique no lo sabe.
-Tranquila.
Tranquila.
Es normal, es mucho cambio.
A lo mejor nuestras madres no lo llevaron bien al principio.
-Es que yo no quiero ser madre, o por lo menos no ahora,
y menos con Enrique.
-Pero es tu marido, Flavia. -Pero yo no le quiero,
ni le he querido nunca.
-Ya lo sé,...
pero estás casada con él.
¿Y si hablas con Teresa, o con doña Manuela?
Quizá ellas te puedan aconsejar.
-Nadie puede ayudarme.
-¿Tú ya tienes tu disfraz, Flavia? -Estoy en ello.
-Tranquila, ya lo hago yo. -Yo puedo.
-María Jesús,... ¿tienes un momento?
-Sí, claro.
-Le he estado dando vueltas,
y como tú tuviste una relación formal y seria con Arcadio...
-Seria, seria... -Bueno, el caso
es que necesito tu consejo.
He decidido que voy a besar a Elías en la fiesta del carnaval.
Es el momento perfecto.
-No sé,...
es que no creo que sea el mejor momento.
-Pero ¿por qué no? Estáis juntos, os gustáis,
hay música, hay baile.
-Es que va a ser mi primer beso.
-Que yo ya he besado a otros chicos, vamos, que tengo experiencia,
más que tú seguramente, pero este tiene que ser especial, perfecto.
-Tú tómatelo con naturalidad, que el primer beso
no tiene por qué ser perfecto. -¿Y la beso así sin más?
-Claro, tú espérate al momento.
No tiene por qué ser todo planificado.
-A las 10 en punto, justo en el centro de la pista de baile,
él me mirará, yo le miraré...
y nos daremos un beso de película.
-Cuando Arcadio me besó...
-Este va a ser mucho mejor.
-Seguro que ella no se espera que sea el mejor beso de su vida.
-Será el mejor beso de nuestras vidas, va a ser increíble.
Muchas gracias, María Jesús, me has ayudado mucho.
-Pero si no he dicho nada. -Gracias.
Es que se me atascan los reyes Godos
y me hago un lío con las fórmulas de Química.
No volverá a pasar.
Es lo que más quiero en el mundo.
-No has tocado la comida, ¿no te gusta?
-Es que no tengo mucha hambre. -Está cansada,
se pasa las noches estudiando.
-No es una vida fácil para una mujer casada.
No sé cómo se lo has consentido.
-Pídele otra cosa, no le gusta. -Que no tengo hambre.
En breve tendré que volver solo me han dado una hora de permiso.
-No entiendo esa tozudez de seguir estudiando,
y menos en ese sitio. -Tráigale otra cosa a la señora.
-Que no tengo hambre.
-Una sopa, que te suba un poco el color.
-¡Que no tengo hambre! -Hija.
-¿Cómo se te ocurre hablarle así a tu madre? Discúlpate.
-Me vuelvo a la academia.
Gracias por la comida.
-Tendrá un mal día. Disculpen.
Perdón.
¿Decorar un salón?
Para mí, ninguna.
-Pues a mí me parece divertido,
porque puedes ser otra cosa distinta y pasártelo bien.
Pues yo creo que sirven para fingir, para ocultarnos ante los demás.
-Mira, Teresa sí que sabe de eso.
No nos podemos fiar de alguien que lleve máscara.
Para exigir respeto, primero hay que darlo.
El momento siempre lo eliges tú.
No.
¿Qué quieres, darme pena?
¿Cómo voy a estar bien después de todo lo que me has dicho?
Me has apartado de ti, me has hecho sentir como si no te importase nada.
Y me has mentido a propósito.
porque preferiría no saber nada de lo que me has contado.
Bueno, mujer,... alguna cosilla seguro que haces bien.
Déjame que piense...
Espera.
¿Qué haces ahora?
Anda, termino de recoger y pensamos en cosas que hagas bien,
que alguna habrá.
-¿Qué es ese potingue? -Miel, aceite de oliva
y una yemita de huevo.
Lo usaba María Antonieta.
-Ya, pues huele fatal. Anda, chicas, iros a acostar ya.
-Y con esos ingredientes, ¿tú estás segura que es una receta
para la cara y no de rosquillas?
-Lo he leído en "La bella dama". ¿Queréis probar?
-No, yo no quiero. -Yo tampoco, a mí me salen granos.
-Venga, iros ya a dormir. -Pues yo sí quiero.
-¡Ah! ¿Qué haces?
-Lo que yo decía: rosquillas.
Y no me des.
-Tú a mí tampoco.
-Quieres guerra, ¿eh? -No, no queremos guerra.
-¡Repipi! -¡Bruta!
-¡Malcriada! -¡Machorra!
-Mira que sois...
-Oye, por favor, estaos quietas ya.
(RÍEN)
-Para, para.
(Se cierra una puerta)
-Te debe haber hecho algo muy gordo.
-Es solo un muñeco.
-Bueno, simboliza algo importante para nosotras, las mujeres.
Y para Teresa.
¿Tiene algo que ver con lo que ha pasado en clase?
-Es personal.
-Yo creo que Teresa es buena maestra,
y muy buena persona.
Tiene su carácter, pero yo la veo una mujer de frente.
No entiendo qué te pasa con ella.
-Pues que es mi hermana.
-Pues no os parecéis.
-Solo somos hermanas por parte de padre.
Es una historia muy larga, no me voy a poner a explicártela ahora.
Ahora tengo una hermana y me sigo sintiendo igual de sola.
-Yo te entiendo, Roberta.
También me he sentido sola en muchas ocasiones.
Y tampoco he tenido una figura de unos padres como referente.
Pero tienes que darte cuenta de que no lo estás.
De que tienes una hermana que se preocupa por ti.
Que no será perfecta, pero si no fuera por ella,
yo estaría en la calle.
No la apartes de tu vida.
-¿No puedes dormir?
Anda, hazme un hueco.
-¿Cómo voy a ser madre si solo quiero estar con vosotras?
Cuando todo esto se sepa tendré que irme de aquí.
-¿Por qué no hablas con Enrique?
-Me dijo que cuando tuviésemos hijos dejaría mis estudios.
Lo tiene todo decidido.
Estoy cansada, Candela.
No puedo dejarles que sigan decidiendo por mí.
Y menos sobre mi cuerpo.
-Lo sé.
Es muy injusto.
-Me contaron que hay unos sitios a las afueras de Sevilla.
A lo mejor Inés sabe algo. -No.
No, no. Y si te pasa algo, ¿qué?
Encontraremos otra manera.
-Ojalá hubiese otra manera.
-Por favor, Flavia, prométeme que no vas a ir ahí.
Que hablarás con Teresa, doña Manuela o con quien sea.
-(ASIENTE)
Ten paciencia, los hermanos pequeños somos así,
puñeteros.
Mi hermana Isabel...
Yo siempre le buscaba las cosquillas y ella se defendía.
Me daba collejas, pellizcos, qué bruta era.
Pero había que entenderla a ella también.
Era una cría, y por ser la mayor, le tocó cuidarme.
¿Ves esto?
Me lo enseñó para no tener que depender de una mujer.
También me enseñó a ser aseado, noble, ahorrador...
Y a ver que todo lo que merece la pena en la vida,
se consigue con esfuerzo y sin rendirse.
Y luego, cuando vinieron los pequeños,
me tocó hacer lo mismo con ellos,
porque mi hermana ya se había casado.
Entonces la entendí.
Pero también entendí que si mi hermana me sigue queriendo
y me perdonó los dolores de cabeza que le di,
es porque la sangre tira.
Vas a ser una hermana estupenda, Tere.
Estoy seguro.
(Llaman a la puerta)
¿Se puede? -Sí.
-¿Vas a lo del pelele? -Sí. ¿Y tú?
-No.
Le he pedido permiso a Teresa para quedarme estudiando.
-¿Quieres algo?
-Tengo un problema. Bueno, yo no, una conocida.
Sabe qué hacer pero no dónde ir.
-O te explicas mejor, o no entiendo nada.
-¿Tú conoces esos sitios donde ayudan a mujeres,...
mujeres que tienen una situación que no desean?
-Ya. Y yo como soy negra tengo que conocerlos, ¿no?
-No, no, yo.. Da igual.
-Sí, espera.
Los conozco.
Pero no te los recomiendo, no son ninguna tontería.
Una mujer muy cercana a mí tuvo también un problema
como el de tu "conocida".
Su jefe le obligaba a hacer algo más que limpiar.
Un día tuvo que ir a uno de esos sitios y no volvió.
Para ir allí hay que tenerlo claro.
¿Tu conocida está segura?
Bueno, parece que ya estamos en Carnaval.
Sí, claro.
Pero no te diré nada, no quiero arruinar la sorpresa.
¿Qué haces aquí?
Te dije que me dejarais en paz.
-Necesitamos que saques más material.
-De eso nada.
Déjame tranquilo de una vez, porque si no...
-¿Qué vas a hacer, llamar a la Guardia Civil?
-Luisa se ha dado cuenta de que falta material.
No me voy a arriesgar.
-Precisamente, si no lo haces,
la primera persona en enterarse en qué has andado metido, será ella.
Me basta con cruzar esa verja.
Lo queremos mañana.
(RÍEN)
Al final va a tener su gracia lo del muñeco.
Siento haberme comportado como me comporté ayer.
Cuando estoy enfadada no pienso lo que digo.
(ASIENTE)
¡Una, dos
y tres!
-Más alto, más alto.
¡Una, dos y tres!
¡Una, dos y tres!
¡Una, dos y tres!
(RÍEN)
¡Una, dos...!
-¡Bien!
A dónde hemos llegado, banderines,
con lo que ha sido el Carnaval en esta institución.
-Está precioso, hija. Muy original.
-Esta mujer ya no sabe cómo llamar la atención.
-Roberta, te ha quedado precioso. -¿Podemos hablar un momento?
Quería pedirle perdón por lo del otro día.
-Ahí está. Deseadme suerte.
Buenas noches.
Estás imponente.
Lo llevo puesto. Voy de cartero.
(RÍEN)
¿Me concedes el honor de ser mi pareja en la fiesta?
¿Seguro que vas a estar bien?
¿No quieres bajar un ratito? -No tengo ganas de fiesta.
-¿Has pensando qué vas a hacer? ¿Vas a hablar con alguna maestra?
-Mañana hablaré con doña Manuela.
-Luego subo para contarte todos los cotilleos, ¿sí?
-Candela.
Estás preciosa.
(Música)
Al final me quedó bien tu disfraz.
Y si no llega a ser por mí, lo llevarías arrastrando.
No. No pasa nada, Tere, no hay nada de qué hablar.
No me mires así, soy más moderno de lo que piensas.
¿Sigues sin querer hablar del tema? -¿Qué quieres saber?
-Pues yo sí.
Si tienes alguna hermana más que yo no sepa.
(SUSURRAN)
Buenas. ¿Es la casa de doña Elisa?
-Sí, pasa.
(Llora el bebé)
-Yo soy María.
-Flavia.
-Todo va a salir bien, Flavia.
Hasta ahora, ¿eh?
(Música)
Manuela, ¿puedes venir un momento? Quiero que saludes a Los Montálvez.
Tengo negocios con ellos,
y quieren saludarte.
Vamos, por favor.
(Música)
-¿Te he dicho que estás muy guapa? -Sí,
pero gracias otra vez.
Tú también estás muy guapo.
Son casi las diez ya.
-¿Tienes que irte a algún lado?
-No. Estaba esperando a que me lo pidieses tú, pero...
Mira, da igual.
¿Bailamos?
-De acuerdo.
-Así. Así.
Me alegro mucho de que estés aquí conmigo.
Gracias por venir.
¿Sabes? Llevo tiempo pensando en algo que me apetece hacer.
-Yo también.
-Estoy muy a gusto contigo. Y me gustaría demostrártelo.
-No.
Ahora no.
-¿Cómo que no? ¿Y si no es ahora, cuándo?
-Están aquí.
Ya vienen.
El cielo... se va a caer.
Lo sé.
-(RÍEN) -Elías.
-Elías. -Elías, ¿estás bien?
-¡Dejadme!
-Elías, ¿estás bien? -(RÍE)
-Ya están aquí.
(Violín)
¿Estás bien?
-Basta.
Dejadme. ¡Basta!
-Margarita, ¿qué ha pasado?
-Nada, que se ha agobiado con tanta gente.
No, voy yo.
(ESCUCHA VOCES DISTORSIONADAS)
-¿Estás bien?
¿Estás bien?
-Elías, estoy aquí, tranquilo.
Estoy contigo.
-Tenía que salir de ahí, vienen a por mí.
-¿Quieres salir a tomar el aire?
-No me van a dejar en paz nunca. Yo quería...
-Deja que te abrace.
No te preocupes, estoy contigo,
voy a estar contigo.
Con cuidado...
Ve a jugar allí con tu hermano.
Perdona, es que no tenía con quién dejarlos.
Hoy es Carnaval.
¿Has estado en Venecia?
-Nunca he viajado al extranjero.
-Pues te encantaría. Yo fui con mi marido
de viaje de novios.
Es una ciudad donde todo parece que brilla.
Sus casas,
sus góndolas, sus canales...
Si cierro los ojos, parece que estoy allí.
Mira, ciérralos, ya verás.
Parece que oigo las risas de los enmascarados de un baile cercano.
Y el sonido del agua chocando contra la quilla de las góndolas.
¿Lo oyes?
Y un violinista en la Plaza de San Marcos
tocando "La Chacona" de Vitali.
Allí,... el tiempo va más despacio.
Es como estar en un cuento.
(Música)
Qué torpeza la mía.
No es para tanto. Con un poco de agua se va.
Voy a por vinagre.
Los Montálvez han sido muy amables,
nos han invitado a su casa a pasar el fin de semana.
-Eso está bien, esas son las amistades
que os interesa cultivar.
-No podemos hacerles ese feo. -Claro que no.
Son gente muy influyente.
Tenéis que causarles una buena impresión.
-Nosotros siempre la damos, ¿verdad?
¿Está bien?
No parece muy habituada a fumar.
¿Me permite?
Hay que llevar un poco de humo a la boca. No mucho.
Y después, retener el humo dentro un segundo,
para que no queme. Y expulsarlo suavemente.
Pruebe ahora.
Cuando lleve cien, ya no toserá.
Bueno, no se preocupe,
se me da bien guardar secretos.
Pero...
(Ruido de cristales)
Sí.
No son para mí, me pidieron que lo hiciera.
El hombre del otro día, el de la terraza,
fabrica explosivos.
Yo trabajo para ellos.
Mi empleo es solo una tapadera.
Me obligaron a hacerlo.
No, no, eso no.
Luisa, escúchame, te lo ruego.
Mis sentimientos hacia ti son reales.
Eres lo único bueno que me ha ocurrido en años.
Luisa...
¿Has fumado?
¿Desde cuándo fumas tú?
Estás perdiendo el juicio.
-¿Qué?
Libre.
¿Y tú no vas a ir tras ella?
(Aplausos)
Flavia.
Chicos, ¿habéis visto a Flavia?
-No.
-Doña Manuela, ¿ha visto a Flavia?
La estoy buscando y no sé dónde está.
-Yo creo que sé dónde puede estar.
-¿Tú? ¡¿Qué le has dicho?!
-Ha sido su decisión.
Si lo quería hacer, nadie lo iba a impedir.
-Que Flavia está embarazada.
(LLORA)
Para mí que le han salido granos.
Seguro.
-Pero ¿no se suponía que Flavia no iba a bajar?
-¿De dónde vienes?
¿Qué te pasa?
¿Estás bien? Flavia.
Flavia, Flavia. Flavia.
-Traed algo. -Pide ayuda. ¡Flavia!
¡Flavia, mírame! ¡Flavia!
Doña Manuela, por favor, venga.
¡Ayuda, ayuda, ayuda, por favor!
¡Flavia, Flavia!
¡Doña Manuela, por favor!
Hemos venido a competir, no a mirar a las muchachas.
No le digan que fue provocado, no sé cómo reaccionaría.
-Me gustaría irme en verano a París a trabajar en un taller de costura.
-Para ser una academia, las formas dejan mucho que desear.
-¿Quieres comprobarlo por ti mismo?
Doña Carmen, yo no puedo hacerlo.
No puedo seguir huyendo.
-Si te pasa algo, no me lo perdono.
Vengo a hablar contigo. Me quedé preocupada.
-Haberte preocupado antes, cuando te fuiste sin despedirte.
¿Nunca se pone ropa de mujer o qué?
"Mejor dedícate a tus labores".
-Pero esto ya se pasa de castaño oscuro.
"Voy a vivir mi vida y nadie me lo va a impedir".
¡Quería recordarte y no era capaz! ¿Sabes cuándo dejé de pintar?
¡Justo ahí, cuando me di cuenta que ya no podía pintarte a ti!
¡Se acabó, no me vas a torear más!
¡Nos vamos ahora mismo!
Se acerca el Carnaval y tanto alumnas como profesoras empiezan a preparar con ilusión el evento en la Academia. Mientras tanto, Manuela sigue sufriendo sus problemas matrimoniales con Martín, del que se siente cada día más distanciada
Añadir comentario ↓
¿Por qué se pudo ver hasta el capítulo 18 en la app y ahora lo bloquean? ¡QUÉ FALTA DE RESPETO!¿¿