Viernes a las 22:15 horas
Viernes a las 22:15 horas
Subtitulado por Accesibilidad-TVE.
¡Qué bien! Desayuno en la cama y un camarero joven y guapo a mi servicio.
Solo hay dos formas de hacer dinero:
trabajando, y eso francamente no es lo tuyo.
Lo siento completamente amoral.
Desde ahora todo lo que tengo es tuyo.
¿Seguro? Conmigo es peligroso lo que acabas de decir.
¡Suélteme! ¿Qué me está usted proponiendo?
Pues pasar la noche contigo. Para eso he dado dinero.
¿Por quién me ha tomado?
No te enfades, no he querido ofenderte.
Si dudas de mí, dilo de una vez.
Rosas rojas. Todas las que tenga.
No hay, resultan muy caras en esta época del año.
La más encantadora. (Ríe) La mejor de todas las mujeres.
Bueno, la verdad es que “No encontré rosas para mi madre”
es una película ciertamente extraña
y yo casi diría que sintomática de un momento en el que Rovira Beleta
está intentando buscar nuevos tonos y nuevos registros
sin acabar de encontrarlos.
Es un melodrama en el que se parte de una idea potencialmente transgresora,
de la obsesión edípica de un joven
perteneciente a una familia se supone que adinerada venida a menos.
Esa obsesión edípica por la figura de la madre
le acaba llevando a una marginalidad casi limítrofe con la delincuencia,
al mismo tiempo que le permite recorrer escenarios tan diversos
como las pensiones de mala muerte o los cabarets
y también las casas de veraneo burguesas de la isla de Ibiza.
Bueno, es una película en la que conviven cosas,
por ejemplo, la descripción de esa juventud más o menos rebelde
a veces es tan esquemática
como la que podríamos ver en una fotonovela de la época
y eso convive a veces con soluciones visuales
y narrativas tan imaginativas
como ese momento en el que el personaje de Gina Lollobrigida
y el protagonista, Renaud Verley,
viven una historia de amor en la isla de Ibiza
y se crea un efecto de simultaneidad.
En la misma escena
parece que estamos viendo diferentes estadios de esa relación amorosa
y de ese retozo amoroso de los amantes.
Quizá lo más interesante es el esfuerzo que hace Rovira Beleta
por capturar un poco la ruptura generacional
que encarnó un poco el movimiento “hippie”,
que es algo que ya se había filtrado en su anterior película,
“La larga agonía de los peces fuera del agua”,
coprotagonizada por Joan Manuel Serrat,
donde también la cultura “hippie” había dejado ahí su impronta.
Me llamó el productor.
Me dijo: “¿Quieres hacer una película conmigo?”,
y dije: “Hombre, encantado. Vamos a ver de qué se trata”.
Cuando recibí el guion, lo leí y me pareció monstruoso.
Tenía a Gina Lollobrigida contratada y al final digo:
“Bueno, te lo hago si me dejas cambiar el guion”.
“Haz lo que quieras con el guion y lo haces”.
Fidedigno no, pero sí que es un buen testimonio
de cómo la generación de Rovira Beleta
contemplaba todo ese movimiento.
Lo contemplaba con una curiosidad y también con cierto alarmismo,
a veces con ciertos tintes sensacionalistas.
En realidad los amigos que rodean la figura de Jacinto
no son exactamente “hippies”,
están un poco entre el bohemio,
entre el “hippie” y entre el futuro quinqui.
Y bueno, la verdad es que la película de Rovira Beleta
tiene un detalle que a mí me parece curioso
porque es un detalle del que no se suele hablar.
Sugiere que de alguna manera
había libertinos de clase alta que utilizaban a los “hippies”
prácticamente casi como carnaza para fines orgiásticos.
Mira, ¿qué me dices de mi “hippie”? Es un chico muy guapo, ¿verdad?
No está mal. Haría un modelo perfecto.
Es algo que en el año 69 había denunciado un periodista
en las páginas de ABC, Alfredo Semprún,
en una serie de artículos
que intentaban de alguna manera criminalizar el movimiento “hippie”.
La novela de García Blázquez se escribió en el 68,
o sea, un año antes de que aparecieran esos artículos.
O sea, que quizá García Blázquez se había documentado por su lado.
Blázquez ganó el Premio Nadal
el mismo año en que se hizo esta película
con otra novela que se llamaba “El rito”
y el año anterior el Nadal lo había ganado
una novela de José María Carrascal llamada “Groovy”,
que probablemente fue la primera novela sobre el movimiento “hippie”.
En sus primeras declaraciones para la prensa y la radio,
Carrascal dijo que en su novela
había querido mostrar la enorme vitalidad del mundo “hippie”.
“Al ganar el Nadal”, añadió,
“he visto cumplida una vieja ambición”.
Sí, o sea, es muy inhabitual ver a Gina Lollobrigida,
a Danielle Darrieux, Renaud Verley, Susan Hampshire, Maribel Martín
y Concha Velasco en la misma película.
Esta es una película de cara al reparto
porque es un reparto como no ha habido muchos
en el cine español.
Gina Lollobrigida venía de hacer una serie que era fascinante,
la de “Las aventuras de Pincho”, de Comencini,
pero estaba ya un poco en la fase de comienzo del declive de su carrera.
Cuando hay actores de nacionalidades tan distintas en una misma película,
en este caso el estrellato es español, francés e italiano,
eso delata inmediatamente la condición de coproducción.
Las coproducciones con ese tipo de reparto
siempre tienen un poco de algo insensato en esa convivencia.
Años más tarde se acuñaría el término de “europudin”
para hablar de todo eso,
de esas películas donde de repente
la producción hermana tantas nacionalidades distintas
que digamos el director tiene bastante difícil
afirmar su identidad autoral dentro de ese batiburrillo.
Elena S. Sánchez y Jordi Costa presentan la película "No encontré rosas para mi madre" (1973).
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hola buenas tardes ! no habéis subido el programa completo de : No encontré rosas para mi madre ... menos mal que me lo grabé en el TDT , cada vez que "pasáis" una joya tenemos que ir con cuidado y grabarla en el TDT porque muy estratégicamente algunos titulos maravillosos o fundamentales no se publican completos. un cordial saludo y gracias por hacer mi programa favorito de cada día. Carlos