1980
-Fuera. Venga, borracha.
Eh, toma.
-Buena está la moza.
(RÍEN) -¡Suelta eso, desgraciado!
La madre que los parió. ¡Canallas!
¡Eso es mío! ¡Dámelo!
-Venga, míralo. -¡Ah!
-¿Me permite ayudarla?
-Me llamo Evaristo Feijoo.
-Puedo buscar un coche.
-Como usted quiera.
¿Qué te pasa conmigo? ¿Te aburro?
(HABLAN A LA VEZ)
Parece que Mendiry se ha corrido hacia Viana.
-Descuide. No saldrán de las Vascongadas y Navarra.
Todos los jefes no van más que a hacer su pella.
Cuando haya un gobierno que quiera comprarlos, acabará la guerra.
-Pero... -No hay más que hablar.
El país está lleno de pillos.
-Aquí no hay más que mucha hambre.
La guerra no se acaba nunca porque los militares...
...se encuentran muy a gusto en ella.
Yo la he visto muy de cerca. Nadie está por la paz.
Mientras unos y otros sigan satisfechos con ella,...
...acabarán jorobándonos.
-Qué fuerte está el señor capellán.
-Hay novedades.
Se lo digo a ustedes en gran reserva.
-¿Pero qué es? -Sagasta está disgustado.
Me lo ha dicho su secretario.
-Como que tiene dolor de muelas.
-El motivo no lo sé.
Lo único que me permito decir es que esto está muy malo,...
...pero muy malo, y que hay mar de fondo.
-Amigo, confiese usted que la noticia que nos ha traído...
...no pasa de ser una sandez. -Bueno, señor don Evaristo,...
...usted crea lo que quiera, yo me lavo las manos.
Pero lo que yo sostengo es que antes de un mes...
...está el príncipe Alfonso en el trono.
-No, eso nunca. Prefiero que vuelvan los cantonales.
Pero ¿ustedes se imaginan que venga el príncipe Alfonso?
Y detrás doña Isabel. ¡Bonito porvenir!
Pero, yo pregunto, ¿qué gente tiene el príncipe de su parte?
A ver, contésteme. Respóndame. -Nada, cuatro gatos.
-Los que no supieron defender a su madre cuando la echamos.
Y, ahora, si quiere, don Basilio, pasamos lista...
...a esos personajes del alfonsismo.
Vamos, vengan ratas. -El alfonsismo es un crimen.
-Pero un crimen de lesa nación, ahora,...
...cuando no se sabe lo que saldrá de la guerra.
Si don Carlos no fuera un necio, estaría ya en Madrid.
-¿Y eso qué tiene que ver? ¿Qué prueba?
Lógica, señores, lógica.
-Nada, que no viene acá el niño ese. Yo pongo mi cabeza.
-Pero si don Alfonso... -Que no viene.
Ya se convencerá, al tiempo. -Deme razones.
-Que no viene, al tiempo. -Pues al tiempo.
-Que no, hombre, que no. -Lo que ustedes oyen...
...ustedes lo han de ver. Y pronto, muy pronto.
-Estaba arreglándose, pero quiere ver a la niña.
-Ya viene para acá.
-Anda...
-Dice que lo que pide a la Virgen es no separarse...
...nunca de la señorita...
Para estarla mirando siempre.
-Por eso he querido venir porque usted la viera.
Nos tiene mareados con los que se comían el maná...
...y con tantos animales como metió Noé en el arca.
Lee mejor que mi marido.
-No me la nombre, ha vuelto a beber.
Cada día la recogen en cualquier rincón de Madrid.
¡Qué vergüenza!
Para ver si doña Guillermina tenía proporción de meterla...
...en cualquier parte, donde la sujetaran.
Ya sé que en Las Micaelas no puede ser;...
...pero cualquier casa de orates.
Al menos para que no diera malos ejemplos.
-Oh, la puerta del paraíso.
Qué manos te abren.
-Dichosos los ojos, don Manuel.
-Estás hecho un pollo.
-Vamos tirando. ¿Y usted? -Así, así.
-Siempre por esas tierras de extranjis teniendo aquí...
...tanta gente que le quiere.
Perdone, ya me iba.
-Cada vez que vengo a España la encuentro más tocada.
Ayer me desplumó nada más llegar a casa.
Ahora pretende que le compre un piso.
-¿Dónde está ese antipatriota?
-Hola, padrino.
Está usted hecho un muchacho.
-¿Y tú? Me dijeron que estabas delicado.
-Me canso un poco, algo tengo aquí.
Pero dicen que es nervioso.
-Oh, siempre tan extranjerote.
-Y no quiere nada con nosotros.
-Ya saben ustedes que no transijo con la patria.
Mientras más la visito menos me gusta.
Aquí sólo hay tres cosas buenas:
las uvas de Albillo, el Museo del Prado...
...y la Guardia Civil.
-¿Qué me dices del rey que hemos traído?
-Es guapo chico, viaje con él en el tren,...
...le regalé un magnífico reloj y le dije que iba a gobernar...
...el país de la ingratitud y la envidia.
No creo que pueda barajar a esta gente.
-Hola, muchacho.
Ahora en serio.
Yendo de aquí para Francia, en cuanto pasa uno la frontera,...
...no te pica ni una pulga.
-Pero ¿qué tendrán que ver las pulgas?
Como si en Francia no las hubiera.
Es un resultado del aseo general.
Vaya a San Sebastián, se lo comen a usted vivo.
-Por Dios, qué argumentos.
-¿Y las casas? ¿Por qué en este país...
...la gente está en las calles y en las tabernas?
Porque las casas son inhóspitas.
-Pero ¿crees que por ahí hay quien duerma hasta mediodía?
Yo no digo más que cuando paso la frontera recibo...
...las más tristes impresiones. No veo qué admirar,...
...no veo más que groserías, salvajismo, pobreza.
Hombres liados en mantas, mujeres flacas.
No lo duden, nuestra raza está mal alimentada y no es ahora.
-Habla con mi sobrino, que se entere de nuestra necesidad.
-Puedes sacarle lo que quieras, inténtalo.
Lo que importa que le saques el dinero. Yo me voy.
-¡Eh!
-Anda que si no anda lista, se la lleva por delante.
-¡Qué tapada va usted!
Se llama Fortunata. Yo soy Evaristo Feijoo.
¿Adónde va usted?
-¿Por aquí?
Capellanes, Rompelanzas, Olivo, Ballesta, San Onofre,...
...Hortaleza, Arco.
-Venga.
-Usted no está buena. Le ha pasado algo gordo. Confíe en mí.
-¿Honrada? Como voy a dudar.
No faltaba más.
-¡Arre!
-Puede usted pasar, venga.
-¿Cómo se encuentra?
-No, no me cansaré de mandarle flores.
Y menos ahora que puedo verla.
Hoy más que ayer y mañana más que hoy. Por sabido.
-No habrá sido tanto.
-Pruebe a hacerlo.
-¿De quién? ¿De Santa Cruz?
Desde hace tiempo.
-No se ha corrido que digamos.
¿Qué quiere que le diga yo?
-Pues allá va. Eso de devolver el dinero...
...es un romanticismo impropio de estos tiempos.
Sólo se devuelve lo que se ha robado.
Y usted tenía derecho a eso y a muchísimo más.
Ahora escúcheme bien.
-Me he propuesto sacarla del terreno de la tontería...
...y fijarla en el terreno práctico.
-Conseguirá que él se ría un poco más.
¿Tiene usted ahorros?
-Pues eso y nada. ¿De qué va a usted a vivir?
-¡Magnífico! Lo que no veo claro es que para ser honrada...
...sea preciso no comer.
¿Acaso piensa trabajar? ¿En qué?
Al menos con esos 4000 reales tiene tiempo de pensarlo.
Conque a guardar ese dinero y no hablemos más del asunto.
-La tengo.
He estado en Roma, en Filipina, en la India,...
...en las pequeñas islas de la Polinesia...
Pero cuando echo la mirada atrás, hacia lo que he vivido,...
...los paisajes de los cinco continentes se desvanecen.
Y sólo queda el recuerdo de las noches de luna en Cuba.
En aquellos manglares, que son como jardines en el mar.
Cuba, eso es lo único que se me prendió a la cabeza.
Lleva toda la tarde intentando decirme algo.
-Pero algo quiere decirme.
-¿Qué es?
-¿Quiere decirme lo que haría?
-Es usted más tierna que el requesón.
-No, si no me dice nada que yo no sepa.
Las personas como usted suelen llevar una vida de perros.
No hay mayor desgracia que tener el corazón demasiado grande.
El estómago, el cerebro, el hígado grande...
...son males también, pero menores.
Yo le recortaré el corazón para que haya equilibrio.
...pero es la única manera de que no sea una desgraciada.
Este mundo es una gaita con muchos agujeros...
...y hay que templar para que suene bien.
Usted no sabe de la misa la media.
Parece que acaba de nacer y que le han soltado en el mundo.
Resulta que no sabe por dónde anda.
Quiere devolver el dinero que le dan...
...y se chifla varias veces por la misma persona.
Bonito porvenir.
Pero yo le enseñaré a usted una cosa que no sabe:
vivir.
¿Me permite que hablemos de usted?
-¿Qué camino va a seguir?
-Ahora, cuando empiece a hacer vida normal.
¿Piensa pedir perdón a su marido?
-¿He dicho algún disparate?
-¿Incluso la miseria?
¿Conoce algún trabajo honrado que produzca dinero?
...con su marido o a la calle con Juan, Pedro o Diego.
A ver si sale algún primo.
-¿Comiendo o sin comer?
-¿Por qué? Porque no quiere usted pensar en ellas.
Eso de la honradez, no hay nada que se diga...
...tan fácilmente y que resulte tan difícil.
-¿Sin volver con su marido?
-Yo quiero que me escuche sin temer a su verdadera situación.
No tiene más remedio que aceptar el amparo de un hombre.
Tiene que echarse por ahí a ver si pesca un desconocido,...
...por las calles, los teatros, los paseos.
Bien. Imagine que ha salido,...
...ha echado el anzuelo, nota que ha picado y tira.
¿Qué ha pescado? A mí. Sí.
Ya estoy fuera del agua, dando coletazos.
No, no, hablo seriamente.
Soy algo viejo, pero sin vanidad, creo que sirvo para todo.
Y por dentro y por fuera, valgo más que muchos muchachos.
No tengo nada que hacer.
Vivo de mis rentas. Soy sólo en el mundo.
Me doy buena vida y puedo dársela a quien me acomode.
Usted es quien tiene que decidir.
Dentro de mi propuesta, será todo lo honrada que quiera.
Buscaremos una casa discreta donde podremos encontrarnos...
...y reservar nuestras relaciones.
Cuanto más honrada sea, mejor.
Viviremos alejados del escándalo.
Te dejaré absoluta libertad. Podrás entrar y salir...
...y hacer lo que te dé la gana, sin faltarme.
Quiero que seas leal conmigo como yo lo seré contigo.
En cuanto te canses, me avisas.
(TOCA EL ORGANILLO)
-Tenía tanta prisa por venir...
...que olvidé traerte flores.
-Es la primera vez que ocurre, pero será la última.
¿Cómo te encuentras aquí?
-Lo mejor es que uno sea un santo,...
...pero como no estamos por ello, tendremos formalidad...
...y no daremos malos ejemplos.
La tranquilidad dentro y el decoro fuera.
Intentaremos hacer un pequeño paraíso.
...vengo más horas a estar contigo.
No es que te vigile, sino que estoy a gusto.
Y que al viejo solitario ya no le gusta la soledad.
Quédate ahí.
Cada día estás más guapa.
No transijo con el robo ni con la mentira...
...ni con nada que sea vil y cobarde.
Tampoco transijo con menospreciar la disciplina militar.
En eso soy muy severo.
Pero en todo aquello que se relaciona con el amor...
...no me entra en la cabeza que pueda haber delito alguno.
Para mí los mandamientos son ocho. Los otros dos no me entran.
Dicen que alguien hizo un robo o que mató o que calumnió...
...o que armó cualquier escándalo y me indigno y protesto.
Pero vienen y me dicen que tal mujer faltó a su marido...
...o que tal niña se fugó de la casa con el novio...
...y me quedo tan fresco.
Por decoro, debido a la sociedad,...
...hago que me espanto y digo: "Qué barbaridad, señores".
Pero en mi interior me río. Digo: "Ande el mundo...
...y crezca la especie, que para eso estamos".
Sé muy bien que no existen fidelidades absolutas.
Y sé también que, en esta parcela de la vida,...
...decir humanidad es lo mismo que decir debilidad.
-Quiero decir que lo comprendería.
No vendría con un revólver para pegarle un tiro.
Recogería el sombrero y me iría de tu casa.
-¿Quieres saberlo?
-Pues... Sería la primera vez en una vida muy larga...
...que una cosa así...
...me escocería, me haría daño.
¿Satisfecha?
-Sí. No quería despertarte.
Pero me quedé a verte dormir.
-Como una niña.
-Estabas dormida.
-Pensaba en mi desgracia de no tener 20 años menos,...
...de no haberte conocido antes.
Te habría evitado esas perradas que te han hecho.
Te hubiera protegido...
...y quizá te hubiera podido hacer feliz.
-No, porque mis ideas no han variado en eso.
Sigo pensando que el casarse es estúpido.
Y me iré al otro barrio sin apearme de ello.
Sé que es condición precisa del amor la no duración.
Y comprometerse a ser fiel toda una vida...
...es ponerse grilletes y hacerse prisionero...
...el uno del otro.
Lo que llaman infidelidad es un fuero de la naturaleza...
...que quiere imponerse al despotismo social.
No, no me hubiera casado contigo.
Te hubiera querido y hubiera intentado hacerte feliz,...
...pero sin pensar en toda una vida...
...ni en años o en meses. Ni siquiera en semanas.
Día a día, sin comprometernos a nada,...
...para que nunca dejáramos de ser libres.
-No tienes que entender nada.
Soy un viejo chocho que piensa en voz alta...
...y que le gusta que le escuchen.
-Voy a marcharme.
No quieres que me vaya.
-Qué ha notado estos días. Por qué me ha hecho llamar.
-Es muy sencillo, doctor.
Yo siempre he andado derecho.
Ahora, para hacerlo, tengo que pensarlo y proponérmelo.
Antes, oía divinamente.
Mi vista me permitía en la Habana...
...distinguir las señales y colores de las banderas...
...del vigía del Morro desde el castillo de Atarés.
-Eso sería muy difícil, ¿no?
-Sí, muy difícil, pero yo las veía.
-Y ahora no ve ni oye bien. Le duelen los huesos, se cansa...
...y empieza a alquilar coches para trayectos que hacía andando.
-Así es. -Bueno, querido don Evaristo.
No creo que tenga que explicarle nada.
A lo que le preocupa yo lo llamaría un bajón.
Tiene usted los huesos duros y muchas navidades encima.
No ha entrado jamás en una botica ni ha probado medicina alguna.
Bien, ahora no le queda más remedio.
-Ha sido una locura. -¿El qué?
-Nada, nada. Estaba hablando conmigo.
Tienes que haber notado, de un tiempo a esta parte,...
...que mi salud no es buena.
¿Cuántos años crees tú que tengo?
Yo me conservaba en mis apariencias.
Pero, de improviso, la naturaleza me ha abandonado.
Ya no puedo rebelarme contra ella. Es preciso que me olvide de mí.
Y que me preocupe por ti, yo poco puedo durar.
-Soy como un reloj que tocó su última campanada.
Y aunque anda un poco todavía, ya no da la hora.
Tengo que pensar. Hay que prevenir. Mirar por ti.
Asegurarte contra la tontería.
No me moriré sin dejarte arreglada una vida práctica.
(TOSE)
Llegamos a hacer un paraíso.
Pero cualquiera tiene que saber que los paraísos del hombre...
...duran poco si son auténticos.
Tendrías que echarles muchas monedas...
...para que no dejara de tocar.
-¡Toma, toma! -¡Dale!
-¡Doña Fortunata!
¡Doña Fortunata!
-Don Evaristo, que no puede venir, que me acompañe usted.
-Siéntate.
Por qué vienes tan fatigada.
-No es nada de particular.
El médico se empeña en que no salga.
Pero estoy mejor que estos días de atrás.
Me cuido porque me quedan cosas por hacer.
Y de eso quería hablarte.
Es posible que no te guste mucho lo que te diga.
Pero no hay otro remedio.
Resultado de lo mucho que cavilo por ti.
Es preciso que vuelvas con tu marido.
Lo haremos posible. De eso se trata.
Es cuestión de estrategia.
Por qué no. Te tengo miedo, Fortunata.
Si te dejo sola, te arrastrarán otra vez las pasiones.
Y volverás a caer en la vida mala.
Necesitas un freno legal. Y ese es el que quiero que tengas.
Te asusta vivir con tu marido porque no le quieres.
Pero todo eso se arregla.
No quiero calentarte más la cabeza por hoy.
Ni calentármela yo.
La cosa está aprobada, en principio.
Después de una temporada, las relaciones de Fortunata y Juan Santa Cruz vuelven a enfriarse. Jacinta se ha enterado de ellas y consigue la promesa de su marido de despedirse definitivamente de la otra mujer. Fortunata, de nuevo sola, conoce casualmente a un hombre mayor, coronel retirado, llamado Evaristo Feijoo.
Contenido disponible hasta el 29 de abril 2030.
Histórico de emisiones:
19/05/1980
18/07/2011
28/08/2017