Fuera de emisión
(Murmullos)
(Martillazos)
(VOZ MASCULINA) "¡Silencio, por favor!".
"Señores del jurado,
han asistido ustedes durante cinco días
al desarrollo de un proceso largo y difícil,
asesinato en primer grado y con premeditación".
"Esa es la acusación".
"La más grave que se puede presentar en una corte criminal".
"Han oído ustedes a los testigos,
les han leído y explicado los artículos de la ley
que se aplican en estos casos".
"Ahora tienen el deber de formarse una opinión
tratando de separar los hechos de la hipótesis".
"Un hombre ha muerto".
"La vida de otro está en juego".
"Yo les invito a deliberar entre ustedes
con honestidad y sin escrúpulos".
"Si hay en sus espíritus
una duda en la culpabilidad del acusado,
una duda razonable,
deben dar un veredicto de inocencia".
"Si por el contrario no tienen ninguna duda,
entonces deben en conciencia
declarar al acusado culpable".
"Les recuerdo que en ese caso
el tribuna no admitirá recurso alguno
y que la sentencia de muerte será irrevocable".
"El veredicto tiene que ser unánime".
"Si no obtienen esa unanimidad
tendrían que renunciar y sería nombrado otro jurado".
"Esto es todo, señores".
"Tienen que hacer frente a una gran responsabilidad".
"Les doy las gracias".
(Murmullos)
-"¡El jurado se retira a deliberar!".
(Música dramática)
(Continúa la música)
(Continúa la música)
(Música suave de jazz)
(Toses)
Qué calor, ¿eh?
Se achicharraba uno ahí dentro.
Esta mañana antes de venir he visto el parte meteorológico
y según parece es el día de más calor del año.
(Toses)
Les dejo, señores.
Creo que todo estará en orden.
Si necesitan algo llamen a la puerta.
Yo voy a estar detrás.
¿Nos cierra con llave? -Claro.
¿No lo sabía usted? -No.
Es la ley. -¿De verdad?
¿Qué está haciendo usted?
Es verdad. Tenemos que votar.
Sí, vamos, no tenemos otra cosa que hacer.
¿Nos tenemos que sentar por orden?
¿Qué piensa del asunto?
Interesante, ¿verdad?
Hemos tenido suerte que se tratara de un crimen.
Yo tenía miedo que fuera un robo, una agresión o algo por el estilo.
Es de lo más aburrido.
Oiga, ¿no es eso el Centro Building?
Sí.
Ya ve, yo he nacido aquí y no he entrado nunca en él.
¿Y qué me dice usted de la historia de la navaja?
Se creía ese niño que nos la íbamos a tragar.
Probablemente.
Basta con mirarle la cara para darse cuenta enseguida.
Tiene usted un buen constipado. -No lo sabe usted bien.
Los catarros de verano son espantosos.
Bueno, ¿qué, jefe? ¿Empezamos?
Nada.
Le estoy dando un vistazo a los cierres de anoche.
Sí, corredor.
Sí, vamos. Tengo dos entradas
para el partido de béisbol de esta tarde.
Yankees contra Cleveland.
Parece ser que tienen un chico nuevo, un tal Moyevski,
que es un toro por lo que dicen.
Oiga, ¿cómo... cómo nos sentamos?
¿Por qué?
Muy bien.
¿Qué impresión le ha causado el fiscal?
¿Cómo dice? -Yo lo he encontrado genial.
Qué manera de abatir todos los triunfos, uno tras otro.
En orden.
A mí me ha impresionado mucho. -Sí, ha estado muy hábil.
Bueno, ¿qué, empezamos la representación?
De todas formas
no es fácil imaginarse a un chico matando a su padre así.
¡Chas!
Si se piensa en las circunstancias. -No diga tonterías.
La verdad es que dejamos que esos chicos se vuelvan salvajes.
El viejo sigue ahí dentro.
Sí, señor.
Oiga, ¿es usted del Yankees?
No, del Baltimore.
¿Del Baltimore? Anda, mi madre.
Eso son ganas de dar la cabeza contra la pared.
Venía a buscarle. Aquel es su sitio.
Perdónenme.
Del Baltimore solo sirve el grandullón de la primera base.
Pensaban que no me estarían esperando.
Creo que es costumbre votar primero.
Eso. Primero vamos a votar.
Así podremos irnos enseguida a casita.
Sí, eso ya lo sabemos.
Siempre lo mismo.
Siempre tiene que haber uno que dé la lata.
¿Y ahora qué hacemos?
¿Hablar?
¿Hablar otra vez?
Y muy peligroso.
Era lo bastante hombre como para apuñalar a su padre.
Ocho centímetros de pleno acero en pleno pecho.
No... No hay la menor duda. Yo...
Yo me convencí enseguida.
Desde el primer día.
¿Entonces qué quiere?
¿Hablar de qué?
Hay once hombres que están de acuerdo.
¿De qué vamos a hablar?
Una pregunta.
¿Cree usted en la historia de ese chico?
¿Cómo puede ser?
Pero ha votado usted inocente.
¿Pero quién ha dicho que hayamos votado porque sí?
Ah, entonces ha sido porque hemos votado deprisa.
Escuche, el chico es culpable.
Y aunque hablemos durante un año yo no cambiaré de opinión.
¿Equivocarnos?
Es como si imaginásemos
que nos caía el techo de esta sala en la cabeza.
No hay nada que imaginar.
Oiga, pensamos honestamente que es culpable.
¿Qué más da que tardemos cinco minutos en decidirlo o más?
(Música dramática)
Yo me quedo esa hora.
Estupendo.
Bueno.
Anoche,
me contaron un chiste divertidísimo.
¿Y para qué estamos?
De eso nada.
No le debemos nada. No me asusta decirlo.
Ha tenido un juicio honesto.
¿No?
¿Cuánto cree usted que cuesta un juicio?
Ha tenido mucha suerte.
Sabe lo que quiero decir, ¿verdad?
Somos todos adultos.
Hemos oído los hechos, todo está en regla.
¿No me irá a decir, sabiendo como es, que cree al chico?
Yo los conozco.
¿Saben?
He pasado toda mi vida entre chicos como él.
No se les puede creer ni una palabra de lo que cuentan.
Han nacido mintiendo.
Eso es absurdo.
¿Cómo?
Usted cree que es el único que sabe la verdad.
Me parece que hay muchas cosas que usted ignora, caballero.
¡Bah!
Es por la marca de miel.
Solo un poquito de miel y te sientes muy bien. ¿Qué tal?
Usted no pierde el tiempo.
Perdón.
Tengo la manía de dibujar. Me aclara las ideas.
Tengo una idea.
Bueno, naturalmente yo siempre digo lo que se me ocurre en el momento.
Pero puesto que somos nosotros los que tenemos
que convencer a este señor, ¿por qué no lo hacemos por orden?
Bueno, repito que no es más que una idea, ¿eh?
No, mejor por orden de numeración.
Yo estoy completamente de acuerdo con usted.
A mí lo que me choca es que la historia
que cuenta el chico no tiene ninguna base.
Dice que en el momento del crimen estaba en el cine.
Pero cuando le preguntaron una hora después no pudo responder
qué película vio, ni qué actores trabajaban.
Además nadie le vio entrar ni salir del cine.
Nadie.
¿Y qué me dice de la mujer que vive al otro lado de la calle?
Si el testimonio de esa mujer no prueba nada
es que ya no sirven las pruebas.
Es verdad, ella vio el crimen.
Una mujer está tumbada en su cama y no puede conciliar el sueño.
Se asa de calor. Tiene la ventana abierta.
Mira por ella y de repente ve,
justo enfrente de su casa, al otro lado de la calle,
al muchacho apuñalando a su padre.
Eran las 0:10.
Conocía al chico desde pequeño.
¡Lo dijo!
¿Qué más quieren?
Además juró que vio el crimen.
De acuerdo, pero ese tren no llevaba viajeros.
Iba vacío. No olviden eso.
Y las luces del tren estaban apagadas.
El técnico nos probó que se podía ver perfectamente
a través de las ventanillas de un tren sin luz
lo que pasa al otro lado.
Eso está probado.
¡Usted se cree muy listo!
Por favor... Por favor... -¿Quién se ha creído que es?
Por favor...
Al Número Cinco.
Pues yo... -¡Más fuerte!
Yo paso.
¿Yo? Bueno, yo...
Yo no estoy preparado. No sé mucho de esto.
Creo que me convencieron demasiado pronto. Yo...
Yo buscaba el motivo...
Es muy importante. Si no existe el motivo pues...
no hay asunto. De todas formas
el testimonio de los vecinos me pareció muy importante.
Dijeron algo de una pelea entre el chico y el padre
alrededor de las 19.
No.
Puede que me equivoque.
Sí, no fue a las 19, fue a las 20.
Evidentemente no prueba nada, pero...
es una de las piezas del mecano.
Además, oiga, que yo no he dicho que fuera una prueba.
Esas dos últimas bofetadas pudieron hacer rebosar el vaso.
Todo tiene un límite.
No, no, no.
¿Yo?
Yo ya no sé qué decir.
Creo que se ha dicho ya todo.
Podríamos seguir discutiendo hasta mañana y no cambiaría nada.
El chico es un granuja.
Lo saben ustedes igual que yo.
A los diez años
compareció ante un tribunal de menores
porque dejó tuerto de una pedrada a su maestro.
Luego robó un coche y lo metió en un correccional.
Más tarde lo detuvieron dos veces por pelear con navaja.
Yo creo que el chico es una joya.
Yo hubiese hecho lo mismo que su padre.
Nos estamos desviando del tema.
Sabemos que el chico viene de un barrio infecto,
pero ese no es el problema.
No estamos aquí para juzgar
que los tugurios son nidos de criminales.
Estamos aquí para decidir si es culpable o no.
Que ha nacido en un tugurio
y que los tugurios inspiran el crimen lo sé, lo sabemos todos.
Y que esos chicos son una amenaza para la sociedad.
Pero insisto en que es... -Un momento, amigo,
no corra tanto.
Yo creo que hay que insistir en eso
de que los chicos de los barrios bajos
son criminales en potencia.
Y no creo que se diga nunca lo bastante.
¿Lo dice usted por mí?
Yo pasé toda mi juventud en una de esas callejuelas infectas.
Y, no obstante, no creo... -Bueno, despacio, amigo.
Yo también he jugado
en uno de esos callejones llenos de basuras.
¿Creen ustedes que todavía llevo el olor?
Yo no he dicho...
Sí, era una alusión.
No, pero no hablaba de usted. No sea tan susceptible.
Yo lo comprendo perfectamente.
No, claro, tiene razón.
¿No es él el que nos ha obligado a quedarnos aquí?
Pues que diga lo que tiene que decir.
Quiere dejar de jugar a...
He dicho jugar, jugar.
¿Pero han visto ustedes otra igual?
No le haga caso.
Lo está haciendo muy bien. Nadie dice lo contrario.
Vuelva a sentarse.
Desde luego, hombre, desde luego lo hace perfectamente.
¡Ay!
Bueno, ¿quién habla?
¿El qué?
Usted sabe que cuando un tipo de esos
no hace la pregunta es porque sabe la respuesta
y teme meter la pata.
Acaba de describir a mi cuñado.
¿Que están equivocados?
Los testigos si se equivocan ya no son testigos.
Han prestado juramente. ¿Qué está usted buscando?
No, hombre, no.
Nadie puede estar seguro de ello. Esto no es una ciencia exacta.
De acuerdo.
El jurado puede examinar las pruebas de convicción
cuantas veces quiera.
Y la navaja es una prueba
bastante fuerte de convicción, ¿verdad?
Tratemos de ver mientras tanto cómo va el asunto.
Primero,
el muchacho reconoció que salió esa noche de su casa a las 20
después de que le pegara su padre.
No, pegara no, golpeara.
El chico dijo golpear.
Es distinto, ¿no?
Después de que le golpeara su padre.
Segundo,
fue directamente a una tienda que hay cerca de su casa
a comprar una navaja.
Tercero,
la navaja tiene un mango con un cincelado muy particular.
Cuarto,
el comerciante que se la vendió la identificó.
Y dijo que era la única de esa clase que había tenido su tienda.
Quinto, hacia las 20:45
el chico estuvo con unos amigos delante de un café.
¿Está de acuerdo con todo eso?
Bien.
Estuvo con esos amigos durante una hora.
Y se separó de ellos hacia las 21:45.
Los amigos vieron la navaja durante ese tiempo.
Sexto,
cada uno de ellos identificó el arma del crimen
como la misma navaja.
Séptimo, el chico volvió a su casa sobre las 22.
Y aquí es donde su versión
y la de la Corte difieren sensiblemente.
Él dice que se quedó hasta las 23:30
y que se quedó para irse
a un cine de esos que no cierran en toda la noche.
Dice que volvió a su casa sobre las 3:15
para encontrarse con su padre muerto y la policía que le esperaba.
No tenía ya la navaja.
Y dijo que la debía haber perdido
por un agujero que tenía en el bolsillo
entre las 23:30 y las 3:15 por la calle o en el cine.
La Corte cree que no fue al cine.
Nadie le vio salir de casa.
Ningún espectador se fijó en él, nadie le reconoció.
Cuando se le preguntó qué película había visto
no supo qué contestar.
Entonces...
Voy a decirles lo que pienso yo.
El muchacho se quedó en casa.
Tuvo con su padre otra agarrada.
Le apuñaló hacia las 0:10.
Y después se fue de casa.
Pero antes se preocupó de no dejar huellas en la navaja.
¿En serio cree usted
que se le cayó por el agujero del bolsillo
y que alguien se la encontró, la recogió
y fue derecho a apuñalar al padre así por las buenas?
Mire este arma.
Es una navaja muy particular.
No he visto nunca otra igual.
Ni el vendedor tampoco.
Dijo que no había otra parecida.
Y que no había duda
de que la navaja que le compró el chico era el arma del crimen.
¿Está de acuerdo en eso?
(Música de tensión)
(Música dramática)
¿Qué es esto? ¿Cómo...?
¿Dónde la encontró?
Está prohibido por la ley comprar o vender armas de esta clase.
¿Me permite?
No cambia nada. Es una coincidencia.
Es increíble que otro haya matado al viejo
con una navaja igual que la del muchacho.
Pues claro, hay una posibilidad entre un millón.
Pero poco probable.
Esa es la única verdad.
Y ninguno de nosotros cambiará de parecer.
Y si usted sigue en sus trece tendremos que renunciar.
Y tendrán que volver a juzgar al chico.
Y lo condenarán. Me apuesto la cabeza.
Pues decídase.
No nos vamos a pasar aquí toda la noche.
No sería más que una noche.
Y estamos jugando con la vida de un hombre.
¿Ah, sí? Perfecto.
Pues entonces instalémonos ya
como si estuviéramos en nuestra casa.
Escúchenme.
No comprendo por qué se ha armado este lío con la navaja.
Y no creo que sea tan importante.
Tenemos dos testigos.
¿Qué más quieren?
Oigan,
tengo tres garajes que se pueden ir a paseo
mientras perdemos el tiempo aquí con tonterías.
Vamos a terminar pronto para largarnos.
Sin embargo lo de la navaja le pareció muy importante al fiscal.
Se pasó todo el día hablando...
Yo estoy de acuerdo. Empecemos.
No, no.
(Música dramática)
¿Qué me dicen a eso?
Otro que se ha rajado.
¿Quién ha sido? Quiero saberlo.
Era una votación secreta. Estábamos todos de acuerdo.
¿Quién se ha creído que es usted para hablarme así?
¿Eh? ¿Quién?
¿Pero quién se ha creído que es?
Bueno, bueno, está bien. -¿Pero han visto?
Está bien. Siéntese. -Siéntese.
Por favor... -Olvídelo, no tiene importancia.
Es un hombre irritable.
Bueno, ya está bien de gritos.
¿Puedo decir una cosa?
Siempre he admirado que en este país
los hombres puedan tener una opinión propia.
Por eso me vine a vivir aquí.
En mi país, me da vergüenza decirlo...
¡Ya está bien!
¿Viene usted a contarnos la historia de su vida?
Oiga, ¿qué le hizo cambiar de parecer?
No, él no ha cambiado.
He sido yo.
¿Quiere saber por qué?
No, no me interesa. -De todas formas se lo voy a decir.
Si me lo permiten.
¿Estamos obligarlos a oírle? -Necesita hablar.
Gracias.
Este señor se ha enfrentado a todos nosotros.
Él no ha dicho que el muchacho fuera inocente,
sino que no estaba seguro de que sea culpable.
Pues bien, hace falta mucho valor
para afrontar solo aunque sea por una buena causa
las burlas de los demás.
Luego se ha puesto en nuestras manos.
Ha jugado limpio.
Yo he notado que necesitaba ayuda y se la he dado.
Respeto sus motivos.
El muchacho que estamos juzgando puede que sea culpable...
Pero me gustaría seguir discutiendo.
Por eso lo he hecho.
Ahora somos diez a dos.
(Música jazz suave)
Estoy hablando. No me parece correcto...
Señores, ¿qué les parece? ¿Seguimos?
¿Un descanso? ¿Para qué?
Yo creo que deberíamos renunciar.
El voto de este señor nos ha hecho polvo.
¿Qué podemos hacer?
¿Se le ocurre a alguien algo?
Creo que ya le he dicho
que yo trabajo en una agencia de publicidad.
¿Usted en qué trabaja?
Soy relojero. -¿De verdad?
Creo que los relojes europeos son los mejores, ¿no?
Pues en mi agencia...
cuando la discusión llega a un punto muerto
como estamos aquí ahora,
el primero que tiene una idea la larga
para ver si alguien sabe qué hacer con ella.
Es una tontería, pero a veces...
(Música dramática)
¿Es usted vendedor?
Usted no es malo, se lo digo yo.
Pero yo, yo soy distinto, yo tengo otra técnica.
Yo gasto bromas, bebo, doy palmadas en la espalda.
El año pasado gané 27 000 dólares vendiendo caramelos.
No está mal, ¿eh?
En serio, amigo, ¿para qué todo este lío?
¿Qué quiere usted?
Todos los que tienen buen corazón son iguales.
Pero no son capaces de llegar hasta el final.
Solo se atreven a prestar su pañuelo
para que se seque las lágrimas.
¿Para qué pierde su tiempo en todo esto?
Mande cinco dólares para una buena obra
y no se hable más.
El chico es culpable, se o digo yo.
Está tan claro como que es de día.
Vámonos a casa
antes de que nos quedemos todos roncos.
Tiene usted razón, amigo. Tiene usted mucha razón.
(Música jazz suave)
Buena colección de tipos, ¿eh?
Qué día más espantoso.
¿Usted cree que tardaremos mucho aún?
Yo creo que es culpable, ¿sabe usted?
No hay duda.
Y a mí me da lo mismo estar tres días más.
Así no trabajo.
Usted cree que no es culpable, ¿verdad?
Escuche. Yo no le conozco a usted, pero...
apostaría que es el mayor error que ha cometido en su vida.
Debería darse por vencido.
Yo no sé suponer.
No soy más que un obrero.
Es mi jefe el que hace las suposiciones.
Pero mire usted, voy a procurar hacer una.
Supongamos que usted nos hace perder la cabeza a todos
y le declaramos inocente,
y el muchacho ha asesinado a su padre verdaderamente...
Bien.
Y no olvide a la mujer del otro lado de la calle.
Estaba mirando por la ventana y lo vio.
Vio al chico apuñalar a su padre.
En efecto.
La mujer vio el crimen
a través de las ventanillas de un tren que pasaba.
Tenía seis vagones.
Y la vio a través de las ventanillas de los dos últimos.
Y recuerda los más pequeños detalles.
A esto sí que no creo que tenga nada que decir.
¿Qué responde?
¡Ja!
Ya ven ustedes cómo es.
Estamos predicando en un desierto.
Lo que se me ocurre.
Cálmese.
¿Y eso qué tiene que ver en este asunto?
No tengo la menor idea.
No lo sé. Diez o doce segundos.
Yo creo que eso aproximadamente.
¿A dónde nos quiere llevar a parar?
Bueno, de acuerdo.
Digamos diez segundos.
¿Y eso qué más da?
Yo he estado trabajando en un apartamento
que estaba cerca del tren durante tres días.
¿Qué quiere decir?
Pero no nos importaba.
Como estamos todos como cabras en nuestra profesión.
Sí, sí, estoy de acuerdo.
Yo también pienso que el viejo no pudo oírlo.
Yo creo que con el ruido no pudo oírlo.
Pues hacerse notar tal vez.
Un tipo que le habla así a un hombre de esta edad
debería estar en la cárcel.
No le han enseñado a respetar a la gente.
Yo lo voy a hacer.
Si vuelve usted a tomarle el pelo se las verá conmigo.
Continúe, por favor.
Diga todo lo que quiera.
¿Por qué cree usted que mintió el viejo?
Durante el juicio me fijé mucho en él.
Llevaba la chaqueta rota por debajo del brazo.
¿Se dieron cuenta?
Lo encontré muy raro.
Vamos, creo que no es forma de presentarse así ante un tribunal.
Es muy viejo, debe tener unos 80 años.
Andaba muy despacio.
Tardó mucho hasta llegar al estrado.
Claro, es que arrastraba la pierna izquierda.
No quería que se le notara.
Me fijé muy bien en él.
Es un hombre tímido.
Insignificante, que no ha sido nada en la vida.
Nadie le conoce, nadie se fija en él.
Nadie le pidió nunca un consejo.
Es muy triste no se nada en la vida, señores.
A todos nos gusta que se fijen en nosotros,
que nos escuchen.
Aunque sea una sola vez en toda la vida.
(Música dramática)
Y ahora por primera vez se le presentó la oportunidad.
Un momento, un momento.
¿Quiere que creamos que el viejo mintió
para hacerse notar una vez en la vida?
No, verdaderamente mentir no mintió.
Solo un poquito. Exageró la cosa.
Se persuadió que oyó el grito
y después que reconoció la voz del chico.
Esto es fantástico.
¿Y qué sabe usted de eso?
Lo sé por experiencia.
¿Ha pasado un ángel?
Digan lo que digan no entiendo cómo pueden pensar
que el chico no es culpable.
¿Listo ese?
Es un cretino.
No sabe ni hablar.
Oiga, quiero cambiar mi voto.
Voto inocente.
-¿Qué? -¿Qué?
Ya me han oído.
¡Esto es una juerga!
¿Pero qué demonios le ha hecho cambiar de parecer?
Hasta el abogado defensor sabía que no tenía ni una posibilidad.
Lo supo desde el principio. -Los abogados también se equivocan.
¿Eso qué quiere decir?
Por este caso no hubiera luchado ni el más iluso.
Pero, señores, miren ustedes la hora que es.
Me perdonan un momento.
He tomado unas notas. Quisiera decir una cosa.
He escuchado atentamente toda la discusión
y creo que este señor ha señalado algunos puntos muy importantes.
Tal como presentaron el asunto ante el tribunal
el chico parecía culpable, pero eso es superficial.
Si profundizásemos más, cuando se piensa más a fondo...
Ya está bien.
Solo nos faltaba eso.
Estoy hablando, señor.
Admitamos que el chico cometió el asesinato.
Apuñaló a su padre y se marchó. Eran las 0:10.
Ahora veamos cómo le cogió la policía.
Volvió a su casa hacia las 3 de la madrugada
y encontró a dos policías
que le estaban esperando en el vestíbulo.
Y ahora viene mi pregunta.
Si verdaderamente mató a su padre, ¿por qué volvió?
No tenía miedo de que le detuvieran.
Volvió a recoger la navaja.
No está bien, ¿sabe?,
dejar las navajas clavadas en el pecho de la gente.
Sí, sí, sobre todo en el de su papá.
No sé por qué se burla usted.
El chico sabía que sus amigos había visto la navaja
y que podían reconocerla.
Tenía que recuperarla
antes de que la encontrara la policía.
Admitido. Pero entonces, ¿por qué la dejó?
Pienso que salió huyendo impulsado por el pánico.
Y que más tarde cuando se calmó
recordó que había dejado la navaja allí.
También quiero que me aclare algo sobre eso del pánico.
Porque si el pánico le hizo dejar la navaja,
sin embargo no le impidió borrar todas las huellas.
Quiere decirme dónde empieza el pánico y dónde acaba.
No me inclino ni de un lado ni de otro.
Estoy haciendo unas preguntas.
Yo no sé si sucedería así,
pero si yo hubiese sido el chico
y hubiese matado a mi padre y todo lo demás,
habría vuelto a buscar la navaja.
Apuesto que él creyó
que nadie le había visto y que no descubrieron el cadáver.
No olviden que fue a medianoche.
Sin duda pensó que no lo descubrirían
hasta la mañana siguiente.
Perdóneme que le interrumpa.
La mujer testimonió
que después de ver el asesinato gritó.
Dijo que gritó y que luego llamó a la policía.
El chico tuvo que oír el grito.
Si hubiera sido el asesino, ¿cree usted que hubiera vuelto
sabiendo que le había visto hacerlo? -Le puedo contestar dos cosas.
Primera, estaba fuera de sí y no ligó el grito con el crimen.
Segunda, vive en un barrio donde todo el mundo grita.
¿De qué puntos dudosos habla?
El viejo le vio huir de casa.
A mí no me sacan de eso. Está deformando los hechos.
¿Vio el viejo huir al chico o no lo vio?
¿Sí o no?
Dijo que le vio. -Dijo que le vio.
¿Qué dicen a eso?
Que los testigos se pueden equivocar.
Se pueden equivocar cuando se desea que estén equivocados.
Puede que lo que estemos necesitando es un par de bocinazos.
¿Oyó el grito? ¿No lo oyó? De eso se trata.
Usted solo habla de pequeños detalles.
Yo quiero hechos.
Tengo la sensación de que todos nos hemos vuelto...
Bueno, ¿y ahora qué hacemos? -Perdón.
Voto inocente.
¡Otro!
No quiero explicar nada. Tengo algunas dudas. Eso me basta.
Le advierto que no es esa.
La del crimen fue la otra.
(Música dramática)
Bueno, yo ya no puedo más, ¿eh?
Cada cinco minutos se inventa usted una historia.
Dígame, a ver qué se inventa ahora.
El viejo no se levantó, ¿verdad?
No fue corriendo hasta la puerta.
No vio al chico salir corriendo 15 segundos después del crimen.
No vio nada.
Nos dijo todo eso para hacerse el importante.
Pero, señores... -Un instante.
¿Dijo el viejo que salió corriendo hacia la puerta?
Corriendo o andando qué más da.
El caso es que lo vio.
Dijo que corrió hacia la puerta.
Sí, creo que lo dijo.
No recuerdo las palabras exactas.
Pero no entiendo cómo pudo correr.
Lo que importa es que dijo bajo juramento
que fue de la cama a la puerta de la calle. Eso es lo importante.
¿No lo recuerda usted que se acuerda de todo?
Vaya, otro invento.
¿Quiere que empecemos de nuevo el juicio?
Así lo ve todo otra vez.
Y ahora a esperar. No entiendo nada.
Usted es el único que quiere ver los planos.
Yo también quiero verlos.
Podríamos también ir todos al lugar del crimen
y ponernos a cuatro patas para buscar cualquier indicio.
Dijo quince segundos y estaba muy seguro de sí mismo.
¿Es esto lo que querían?
Yo creo que debió tardar más.
Le van a nombrar cronometrador oficial del año.
Quiere usted dejar de hacer chistes malos.
¿No le pagan a usted
ocho dólares al día por estar aquí?
Pues tiene que escuchar todo lo que diga.
Al fin y al cabo no lo hago tan mal.
Y ahora que lo han traído, ¿para qué sirve? Cuéntenos.
Exactamente.
Le recuerdo que no podía correr.
Tuvieron que ayudarle a sentarse en la silla de los testigos.
Para un hombre mayor con la pierna arrastrando es una buena caminata.
Esto es una locura. Qué manera de perder el tiempo.
No se preocupe, puesto que según usted
no tardó más de 15 segundos nos podemos permitir ese lujo.
(SILBA CÓMICAMENTE)
Sí, tiene razón.
¿Y nosotros entre tanto qué hacemos, crucigramas?
Date prisa.
El viejo andaba dos veces más deprisa.
Yo creo que va más deprisa que el viejo.
(Música de tensión)
(Música dramática)
Sí, creo que pudo ser así.
Ya está bien.
(Música dramática)
¿Les pasa algo?
(Música de tensión)
Me perdonan un momento.
Estoy pensando que... -Me perdonan.
¿A qué viene tanta educación?
Estoy tratando de que aprenda usted un poco.
Cómo les estaba diciendo,
creo que no estamos aquí para pelearnos.
Tenemos una responsabilidad,
una gran responsabilidad sobre nosotros.
Se nos ha convocado para juzgar
la culpabilidad o la inocencia de un hombre...
de un hombre al que jamás habíamos visto.
No tenemos nada que ganar ni que perder al dar el veredicto.
No podemos hacer de esto una cosa personal.
Gracias.
¿Por qué no dice alguien algo?
A lo mejor se me ocurre a mí.
Verán, tengo una idea. Allá voy.
En el momento en que el muchacho llegó a su casa...
Parece que va a haber tormenta.
Hace un calor espantoso.
¿Usted no suda? -Yo no sudo nunca.
¿No creen ustedes que ha llegado el momento de una nueva votación?
Eso es y después bailaremos y nos comeremos unos helados.
Señor presidente...
Pero esta vez a dar la cara.
Para que sepamos de qué lado está cada uno.
No.
Culpable.
Inocente.
Inocente. -¿Qué?
Inocente.
Culpable.
Inocente.
Culpable.
Inocente.
Ya está, el partido ha sido nulo.
Tendremos que jugar una prórroga.
Seis a seis.
Es vergonzoso.
Verdaderamente creo que han perdido la razón.
Un muchacho como ese que está podrido.
La clase de chico que es no tiene nada que ver con todo esto.
Lo que cuentan son los hechos. -¿Los hechos? Estoy harto de hechos.
Nos van a hacer reventar a base de hechos.
Además ustedes deforman esos hechos como les da gana.
¿Pero por qué grita usted siempre?
Me gustaría ser más joven.
Este hombre me desespera.
Hace calor aquí, ¿verdad?
¿De verdad?
Oiga, ¿por qué ha cambiado usted de opinión?
¿Sí?
Me pareció...
A mí me parece que usted es un veleta.
Pesados. A fuerza de rumiar estáis perdiendo la cabeza.
Esa es la verdad.
(Ruido de lluvia)
(Música jazz suave)
Muy gracioso.
Ha sido sin querer. Se lo aseguro.
A mí también.
Hizo un buen trabajo.
El Número Ocho.
Pero... pero... ¿Qué hace?
Bueno, hay que terminar como sea.
Oigan mi propuesta.
Estoy dispuesto a ir al tribunal a decir que renunciamos.
Nosotros no llegaremos nunca a un acuerdo.
Eso es. Hablemos con el juez
y que el chico tiente a la suerte con otros doce tipos.
Claro.
Perdone.
Bueno, si usted lo dice.
Yo tampoco estoy de acuerdo con ustedes.
¿Cómo...?
Saben ustedes que con otros 12 tipos el chico se iría al garete.
¿Están de acuerdo en que renunciemos?
Les quiero prevenir una cosa.
Nadie, nadie me hará cambiar de opinión.
Métanse esto en la cabeza.
¿Sigue pensando que no hay posibilidad de una duda razonable?
Sí, lo sigo pensando. Yo soy de hierro.
Quizá no sepa usted lo que significa exactamente
duda razonable. -¿Cómo... cómo que no lo sé?
Pero... Pero qué les parece.
Estos tipos son todos iguales.
Se plantan en este país para salvar la piel
y luego le dicen a uno lo que tiene que hacer.
¿Han visto cosa igual?
Nada de eso.
Además nadie le ha preguntado dónde ha nacido usted.
Yo he nacido aquí, caballero.
¿Y sus padres? -Mis...
No nos vendría mal aprender alguna lección de estos refugiados.
Nos podrían enseñar algunas cosillas útiles.
No estamos tan bien como creemos.
Bueno, ya está bien. Gracias. Estoy acostumbrado.
No, no está bien.
De acuerdo.
Le pido perdón.
¿Era eso lo que quería?
Sí, exactamente eso.
(Música dramática)
Sí, es la única coartada que presentó.
Y no supo decir una palabra para sostenerla.
Pienso que sí.
Sobre todo si mi vida dependiera de mi memoria.
Pero es mucho más fácil.
Si no pudo recordar la película es simplemente porque no fue.
Claro.
Habían pasado tres meses desde la noche del crimen.
El abogado tuvo tiempo de enseñarle la lección. No, no, no, no.
Uno de los policías que le interrogó aquella noche
dijo que no pudo recordar nada.
Adelante.
En mi casa.
¿A qué viene esto? -No, no, no. No se preocupe.
Déjele.
Al salir de aquí pasé por mi despacho.
Estuve hasta las 20:30.
Después fui a casa y me acosté.
Dígame. ¿Y el martes?
¿El martes?
El martes...
Ah, sí, estuve jugando al bridge.
Cuando lleguen a la Navidad nos avisan.
El lunes... Lunes por la noche...
Sí, fui al cine con mi mujer.
Una película estupenda...
La otra... La otra película...
Espere un minuto. Espere.
"La extraordinaria señora... señora no sé qué".
"La extraordinaria señora Brainbright".
"La... la extraña señora...".
Sí, sí, algo así.
"La extraña señora Brainbright".
Algo así.
Barbara Lone.
Una muchacha... una muchacha morena. Muy guapa, por cierto.
Barbara... Lang.
O... Lane. Algo parecido.
Pues no... no lo sé.
Actores desconocidos. No...
Al menos para mí.
No... no, no lo sé.
No, en absoluto.
(Música dramática)
Creo que el punto queda aclarado. -¿Qué punto?
Ese señor ha dicho lo suficiente
para que creamos que estuvo en el cine el martes por la noche.
El lunes. -No, el martes.
No, no, no, no, no, el lunes.
El lunes por la noche.
Bueno, pues el lunes.
¿Y qué?
Eso no cuenta para nada.
¡El muchacho es culpable!
¡Culpable!
Y punto y raya.
¿Me han entendido?
¿Quién tenía pastillas para la tos?
¿Qué hora es?
Ahí tiene usted el reloj.
Son las 17:50.
Sí, yo. ¿Por qué no nos vamos a cenar?
Bueno, ¿y qué?
(Música de tensión)
No me ha hecho ninguna gracia. -Ni a mí tampoco.
¿Qué ha querido hacer?
No hay nada que objetar.
No, no es normal.
Traiga, démela.
Me repugnan estas cosas, pero todo hay que decirlo.
He visto más peleas a navaja en mi vida que apretones de mano.
Esta navaja no se usa nunca como lo han hecho ustedes.
Haciendo esto se pierde mucho tiempo.
Sería como dar una ventaja.
Se hace así.
¡Por abajo!
Siempre así, nunca de la otra forma.
¿Está usted seguro?
Esta navaja se ha inventado para clavarla así.
Me extrañaría mucho. Es más, estoy seguro que no.
Piensen que el muchacho como si dijéramos
con una navaja en la mano.
He conocido muchos como él.
Naturalmente que no.
No creo que se pueda decir con certeza la clase de herida
que ha hecho o que ha podido hacer.
simplemente porque el chico sea un maestro con la navaja.
Sí, yo tampoco.
Escuchen.
Todo esto me pone enfermo.
Estoy hasta las narices de este asunto.
Abandono. Voto inocente.
He dicho que estoy hasta las narices.
Usted métase donde le llamen. -Tiene razón ese señor.
Usted está aquí con nosotros para juzgar a un hombre.
Y ahora de repente porque sí vota inocente sin pensar.
¡Oiga, usted! -Sin pensarlo.
Simplemente porque tiene dos entradas
que le pesan para el partido. Es indigno.
¿Por qué? -Jugar así con la vida de un hombre.
Es usted un miserable. -No me hable así.
¡Tengo que hablarle así!
Si vota inocente hágalo porque está convencido de que es inocente.
Si no vote culpable.
¿O no tiene valor para reconocer que estaba equivocado?
Escuche, yo... -¿Culpable o inocente?
Ya se lo he dicho, inocente. -¿Por qué?
No tengo por qué decirlo. -Sí, tiene. ¿Por qué?
Porque pienso que no es culpable.
¿Seguro? -Sí, seguro.
Les aseguro que no les comprendo.
Todos esos detalles
que les han convencido no tienen importancia.
Ustedes han visto al chico.
Lo han visto como yo.
No pueden tragarse ni lo de la navaja,
ni lo del cine.
¡Mienten como respiran!
Han nacido mintiendo.
No saben ni lo que es una verdad.
Sí, son así.
Y no necesitan motivos para matar.
Se droga continuamente.
Se emborrachan.
No, no crean que les censuro, no.
No, son así.
No tienen remedio.
Para ellos la vida de un hombre no tiene valor.
¿Pero dónde van ustedes?
Se emborrachan y se pelean sin razón.
Y si matan a uno pues eso,
uno menos. A ellos no les importa nada.
Sí, efectivamente,
también tiene cosas buenas.
¿Ven? Soy el primero en reconocerlo.
Hasta he conocido a dos que eran decentes.
¿Comprenden?
Pero esto es la excepción.
La mayoría es como si no tuvieran sentimientos.
Pueden hacer cualquier cosa.
Pero bueno, ¿qué pasa?
Estoy intentando hacerles comprender...
Escúchenme por lo menos.
Ese chico es un mentiroso.
¡Yo le conozco mejor que ustedes!
Conozco a todos esos jovencitos...
A todas esas pequeñas ratas.
¡Son ustedes muy listos!
Pero escúchenme, les estoy diciendo
que hay que tener cuidado con esos canallas.
¡Yo los conozco!
¡Los conozco!
Pero escúchenme.
Quiero que me comprendan.
Estoy intentando que me comprendan
una cosa muy importante...
Son muy peligrosos.
¡Son unos salvajes!
Yo... yo los conozco.
Los conozco.
¡Escúchenme!
¡Escúchenme por lo menos!
Escúcheme.
Si vuelve a abrir la boca le rompo la cabeza.
(Música dramática)
Pero...
Pero si so... solo...
Solo trataba de explicarles...
Voy a intentarlo.
La verdad es que sigo creyendo que es culpable.
Tengo dos razones.
La primera,
el testimonio de la mujer del otro lado de la calle,
que vio cometer el asesinato...
La segunda,
la forma en la que la mujer describió el asesinato.
Dijo que vio al chico levantar el brazo por encima de la cabeza
y clavar la navaja en el pecho del padre.
Le vio hacerlo así, de arriba a abajo.
Le vio hacerlo así aunque no sea eso
el estilo de un experto en navaja.
Hablemos un poco de esa mujer.
Se metió en la cama sobre...
sobre las 23.
Tenía la ventana abierta.
Desde allí se ve perfectamente todo lo que pasa en la calle.
Como el calor no le dejaba dormir
dio vueltas y más vueltas en la cama.
Estuvo así más de una hora.
Hacia las 0:10 el ruido del tren atrajo su mirada.
Y fue entonces cuando vio el crimen
a través de las ventanillas de los dos últimos vagones.
Por lo que a mí respecta es un testimonio irrefutable.
¿A usted qué le parece?
¿Y a usted?
Pues no lo sé, hay tantos testimonios...
Le aseguro que estoy hecho un lío.
Sinceramente no entiendo
cómo han podido ustedes votar inocente.
Desde luego esta serie de cosas...
Sí, sí, claro, estoy de acuerdo.
Pienso que es culpable.
¿Por qué hacer de esto un triunfo personal?
Serénese. Trata usted de buscar pelea por todo.
¿Qué les parece si fijamos un límite?
¿Ahora?
¿Para qué?
Si es preciso pasaremos aquí toda la noche.
Son las 18:15.
Si a las 19 no hemos llegado a un acuerdo
discutiremos si renunciamos o no. ¿Conformes?
Bueno, nos quedan más de tres cuartos de hora.
Podemos... -Por favor...
¿Se encuentra usted bien?
Sí, muy bien.
¿Por qué? -No, no, perdone.
Es que me había parecido... Perdóneme.
Bueno.
Estamos conformes en que si a las 19 no hemos llegado a un acuerdo
podríamos... -Cómo no.
Lo ha repetido.
¿He repetido el qué?
Ha vuelto a pellizcarse la nariz.
Eso me recuerda...
-Mire, estamos tratando aquí de ordenar...
Oiga, pero si es que... Es una cosa muy importante.
Está bien. ¿Qué pasa?
Le ruego que me perdone la interrupción,
pero quiero preguntarle,
¿por qué se frota así la nariz?
¿Puede decirme por qué se frota así la nariz?
Porque siento una ligera molestia.
Por las gafas, ¿verdad?
Sí, por las gafas.
Claro, claro.
Luego son las gafas
lo que le producen a usted esas marcas rojas
que tiene a cada lado de la nariz.
No me había fijado.
Debe ser muy molesto.
Pues sí, sí, muy molesto. -No lo sabía.
Yo tengo una lista excelente. -Enhorabuena.
La mujer que vio el crimen tenía las mismas marcas.
(HABLAN A LA VEZ) -¡Por favor! ¡Por favor!
Solo tardo un minuto.
Lo había olvidado, pero esas marcas se me quedaron grabadas.
Se frotó varias veces la nariz.
Es verdad, ahora lo recuerdo. Varias veces.
¿Y qué?
¡Salta a la vista!
Maquillaje, pelo teñido,
trajes nuevos, demasiado juveniles para su edad.
Llevaba mucho tiempo preparando su salida en público.
Y en cuanto a las gafas,
prefirió tropezar a ponérselas delante de la gente.
Por las marcas.
Escuche, oiga.
Estoy harto de oírle aullar.
Déjele a ver si se queda ronco.
¿Esas marcas
las pueden producir otra cosa además de las gafas?
No, creo que no.
Yo sí y muy claramente.
Lo raro es que no me haya acordado antes.
Ahora que hablan de ello yo también me acuerdo.
Pero no le presté atención, la verdad.
Mi mujer por ejemplo.
Justo lo que yo iba a decir.
Jamás, nadie lo hace.
Ajá.
Seguro.
Ella trató de identificar a alguien
a más de 20 metros de distancia de noche
y sin gafas.
Sí, es posible.
Yo no.
Ya no estoy seguro.
Ahora tengo una duda razonable.
Eso quiere decir que estamos once a uno.
Que lo único importante era el testimonio de la mujer.
Bueno, ¿y ahora qué se hace?
(Música dramática)
(Música dramática)
(Continúa la música)
(Continúa la música)
Año: 1973
Autor: Reginald Rose
Dirección: Gustavo Pérez Puig
Intérpretes: Jesús Puente, Pedro Osinaga, José Bódalo, Luis Prendes, Manuel Alexandre, Antonio Casal, Sancho Gracia, José María Rodero, Carlos Lemos, Ismael Merlo, Fernando Delgado, Rafael Alonso
Sinopsis: Los doce hombres de un jurado tienen que dictar sentencia en un caso de homicidio en el que un muchacho es acusado de haber asesinado a su padre. Si los doce jurados le consideran culpable, la sentencia irrevocable será la pena de muerte. Para que lo declaren inocente, también tiene que haber unanimidad.
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Busco cómo descargar "Doce hombres sin piedad" para verlo en la televisión, pero ya veo que es imposible, ¿no?