Laura me ha invitado a cenar a su casa.
Ella y con Santos, claro.
Estás vivo, tu mujer está con otro.
¿Qué pasa? ¿Te has rendido?
El edificio Victoria es un edificio histórico.
Una empresa lo compró y lo rehabilitó
conservando solo la fachada.
-Su nombre es Raúl Sánchez.
Fue vecino. Hasta que lo desahuciaron.
Habéis condenado a la Humanidad.
¿Soy tu mujer y solo me dices eso?
El mal llamará a tu puerta como llamó a la mía.
El que debería estar sentado aquí es Márquez, no tú.
-Ya vale, Sebas, no quiero que se hable de Márquez.
Estás raro, Manuel.
Estoy empezando a pensar,
¿no te estás quedando conmigo y sí que te pasó algo?
Esto es muy injusto.
Está ahí fuera.
¿Quién? ¿El diablo echando gasolina?
Por parte de la jueza, también.
Bien, se la han llevado a la central junto a sus compañeros
para tomarle declaración.
Sí, que te quiero lejos de mí y de Sebas.
Llenar de mierda a todo el que se te acerca.
Como haces siempre.
No, son los restos de la cena.
Con la discusión, no sacamos ni el pescado.
No entiendo qué le pasó a Sebas.
Le salió tan de dentro.
-En la puerta, señora. Servida.
-¿Tampoco has dormido?
-Ya pasó, María, estoy bien. -Sí, muy bien.
Ya son tres noches sin dormir.
Sebas, sabes todo lo que te quiero, ¿verdad?
-Sí, lo sé.
-¿Y sabes por qué me enamoré de ti? -Por las patatas bravas.
-Porque de los tíos que he conocido, eras el único transparente.
El único que no tenía vueltas y vueltas.
Pero ahora, no sé qué tienes en la cabeza.
-¡María!
-Dime.
-¿Y si yo te dijera que Andrés Vargas sigue vivo?
-Pensaría que tienes un problema muy serio y me preocuparía muchísimo.
-Es una forma de hablar, no te asustes.
En cuanto pueda, voy al médico y pasó la ITV.
-Tienes que solucionar esto con Laura y tienes que hacerlo ya, ¿me oyes?
-Venga, que llegas tarde. -Pues que se esperen.
¿Hay algo?
Un Dragunov.
Es el arma que usan los tiradores de élite del ejército.
-Conozco a gente en Defensa.
Podría llamarles y preguntarles a ver
si el muerto tuvo conflictos con algún compañero.
Estamos sacando las huellas de la lata de cerveza encontrada.
Si hay algún testigo del disparo, lo identificaremos en unas horas.
Todo el mundo te adora en esta comisaría, ¿no?
Escúchame, Manuel, han matado a un detenido que estaba a mi cargo.
Me podían haber matado a mí o a alguno de mis compañeros.
Como comprenderás,
me la trae al pairo con quién tenga que trabajar.
Lo único que quiero es coger a ese cabrón.
¿Sí?
Bien.
¿Esa es tu mesa?
Pues, ¿nos vamos a investigar, cariño mío?
Solo tenemos las tres horas previas al asesinato.
En la primera media hora no hay nada.
¿Qué haces?
¿A ti te parece esto profesional, Manuel?
¿Le conoces?
¿El Pollo? ¿Qué Pollo?
(Toses)
-Tengo miedo, mamá. -Tranquila, ya pasó.
(Puerta)
-¿Quiénes son? (CHISTA)
(Puerta)
-El hombre malo.
-¡Abran!
-Vamos, venga.
(Puerta)
Métete aquí y no salgas pase lo que pase.
-¡Abran la puerta!
(Puerta)
¡Abran la puerta!
(Puerta)
¡Abran la puerta!
¡Quieta! -No tengo nada de valor.
-Adentro, pasa.
Señor.
-El hombre malo.
-Maldita guerra.
¿Dónde está tu marido?
-¿Quién lo pregunta?
-No quiero detenerle, quiero... solo hablar con él.
De hombre a hombre.
-Mi marido está en el frente.
-¿Y vuestra hija?
-Quieta.
-Porque tenéis una niña, ¿verdad?
-No.
-Está bien.
Tranquila.
Solo soy un amigo.
¿Puedes dar un mensaje a tu marido?
Creo que tu marido entenderá el mensaje.
Vámonos.
-¿Mamá?
(LLORA) ¡Madre!
¡No!
(LLORA) ¡No me dejes, madre!
(LLORA)
No pude decirle a mi madre que la quería.
No es suficiente.
Cuando quieres a alguien de verdad, tienes que decírselo.
-¿Tú qué haces otra vez ahí?
¿Otra inspección sorpresa?
-Siento mucho lo que dije ayer.
-¿Crees que he venido a por unas disculpas?
-No, pero te las mereces.
-Ya lo sé.
Pero he hablado con María
y dice que llevas noches sin dormir.
He venido porque quiero saber si estás bien.
-Bueno, he tenido momentos mejores.
-Eso no justifica lo que hiciste.
-Lo sé, por eso te he pedido disculpas.
-No te reconozco, sepas.
Insultas a mi marido, en mi propia casa,
delante de mi hija.
Es que todavía no me lo creo.
-No me arrepiento de lo que dije,
lo pienso.
-¿Pero qué coño no entiendes?
Mi matrimonio no es asunto tuyo, coño.
Bueno, ni tuyo ni de nadie.
-Laura, somos amigos desde hace muchos años.
Conozco a Santos.
Sé que nunca podrá hacerte feliz. -Pero ¿tú te estás oyendo?
No tienes derecho a decirme eso. -¿Le quieres igual que a Andrés?
Mira, Sebastián,
yo nunca,
jamás, voy a mirar a nadie como miraba a Andrés. Y sabes...
-Eso no es verdad.
-¿Perdona? -Que no es verdad.
Sí que mirabas a alguien como mirabas a Andrés.
-No, no sigas por ahí.
-Sí, era Márquez, que es con quien deberías estar.
-¡Vete a la mierda, Sebas!
Subinspectora, ¿habéis averiguado algo de la inmobiliaria?
Oye, que hoy me toca turno de noche.
No, payasa,
hoy se supone que Teo se queda con nosotros.
Venga, si te lo pasas mejor con él que conmigo.
Por cierto, me ha llegado esto, que esto sí es relevante.
Ahora no puedo hablar, lo siento, padre.
Luego le llamo.
Es que mi padre algo peculiar.
-Chicos, han dado aviso de un 785. ¿Os hacéis cargo vosotros?
¿Qué?
El mejor alimento del mundo.
Así que aquí vive nuestro testigo.
¿Y por qué sabes que estará aquí?
Narco piso.
¿Quieres?
¿Te criaste aquí?
Mira qué bien.
De eso sí que te acuerdas.
No sé, que vas a tener que explicarme un poquito lo de tu amnesia.
¿No te acuerdas de nada de tu vida en general
o solo de la parte en la que tú y yo teníamos una relación?
Sí, sí que te criaste, sí.
Pero no te gustaban las nubes.
Puede.
Mira, mira, mira.
-Hola, qué tal.
No sé de qué será, yo estoy supertranquilo últimamente.
Ayer robaste un par de latas en una gasolinera, ¿no?
-¿Yo?
Yo no he robado nada, inspector.
(GRITA)
¿Qué hace?
¿De dónde has sacado esta, inspector?
-Mira, ya tenemos tu ADN.
Si no vale con las huellas de la lata de cerveza.
-¿Qué ADN?
Inspector, yo no quiero movidas.
Además, si no le vi la cara. La llevaba tapada.
Inspector, que tengo a mi mujer preñada. No le puedo dar disgustos.
-Mira, pollo, esto no es una ONG, no es voluntario,
te vienes con nosotros y punto.
-¿Me podría dejar por lo menos llamarla?
Avisarla de que no voy a ir a comer, que no se preocupe.
¿Yo? No. Solo desde que te largaste.
-¡Perdón!
¡Para, me cago en tu puta madre!
¡Alto!
-Apártese, Inspector.
Lo siento.
¡Quieto! ¡Quieto! Al suelo.
-Me iba a entregar. -¡Boca abajo! No te quiero oír.
¿Y tú qué?
¿Ahí tranquilito?
¿Estás bien?
¿Flato?
¿Ese pedazo de grito por un flato?
Manuel, estás hecho una puta mierda.
Y no me hables, chorizo, has venido a robar grifos.
Sí. Y no siempre se llamó así.
Por supuesto.
Me sé toda la historia de este bloque.
¿Tú por qué preguntas?
Buenas, agentes.
Aquí lo tienen.
Muy bien.
Subinspector Palacios.
No sé si es buena idea.
Cuando quieres a alguien de verdad, tienes que decírselo.
Es el sobrino de Márquez, no sé si deberíamos...
Creo que se está declarando.
-Eres tú.
Pasa.
-¿Y este terremoto?
Sí llevo una hora dale que te pego.
Además, hoy no vienen a comer ni Óscar ni Bea,
así que pensaba salir un rato.
-Laura.
-¿Has venido a ayudar, María?
-Sí. -Vale.
-Pero con un café de por medio,
suelta eso porque vas a hacer un agujero.
- Es que hoy no tengo ganas de hablar.
De verdad, pero ningunas, ningunas.
-Pues nada, dame un estropajo, una cinta de pelo
y vamos a solucionar esto esto como las mujeres del siglo XXI.
Limpiando la casa.
Laura, suelta esto.
Mírame, por favor.
Sebas me ha contado.
-Ya, Sebas se ha contado. Muy bien.
¿Qué te ha dicho? ¿Eh?
¿Pero por qué la gente se tiene que meter en mi vida, María?
¿Por qué la gente tiene que opinar
sobre lo que hago o lo que dejo de hacer?
-Porque son gilipollas. Mi novio incluido.
-¿Tú sabes cómo me quieren ver?
Como la viuda ejemplar.
La casa, la familia, las niñas, no me saques de ahí.
No me saques de ahí porque...
Joder, ¿es que no he sufrido bastante, joder?
¿Por qué no me dejan rehacer mi vida?
¿Por qué no me dejan en paz?
¿Por qué no paran de recordarme...?
Le echo de menos. -Lo sé.
-Le echo muchísimo de menos, María, muchísimo.
Pero yo lo único que pido es ser un poco feliz, solo eso.
Un poco.
Yo ya he pasado página.
Inspector, yo espero que esta movida no salga de aquí.
No quiero yo que la peña piense que el Pollo está cantando.
¿Qué voy a hacer, inspector?
El negocio.
Que voy a tener un muchachino, tendré que buscarme la vida, ¿no?
-Entonces, robaste la lata de cerveza,
te sentaste en el coche abandonado, fumaste un par de canutos...
-Uno. Un porro nada más, inspector, se lo prometo.
Ya sabe usted que yo...
-Uno. ¿Y después?
-Yo estaba allí,
tranquilo, a mi rollo, a mis cosas, ya sabe usted.
De pronto, escuché un disparo.
Un disparo sordo, de estos, sabe usted, de los de...
Sin "pum".
Y luego vi a ese tío.
Iba de negro, llevaba la cara tapada.
Ese tío era un profesional.
Un puto fiera.
Que no.
-Si no le viste la cara, ¿por qué coño hemos tenido que perseguirte?
-Porque le escuché hablar por teléfono con alguien.
-"El trabajo ya está hecho".
Eso dijo y se largó.
¿Me puedo ir yo ya, por favor?
"El trabajo ya está hecho." Eso es nada, no tenemos nada.
Susana.
¿Habéis ido al edificio Victoria?
¿Y? ¿Qué ha pasado? ¿Intento de robo?
No.
-¿Como que nada? Pero alguien había entrado dentro.
Y le habéis pedido los datos.
(TARTAMUDEA) -Lo que ha contado, señor.
Vaya mierda de día.
Pues sí, qué coño.
Marchando dos de calamares.
Y también su exmujer.
Creo que nos conocimos el día de autos, ¿no?
Pero no estoy muy segura, había mucha gente.
-Mira, tiene buena memoria. -¿Yo? Sí.
No como este.
Vamos a hacer una cosa.
Me voy a ir al baño
y así le podéis dar bien al piqui piqui.
-Anda, tiene un par de huevos.
¿Y qué hace aquí contigo?
Pensé que no os hablabais.
No, ¿qué te pasa a ti?
Sí, aquí, alternando con una mujer a la que ni siquiera conoces, Andrés.
No me pude contener.
No soporto ver a Santos con tu familia.
No, te estás equivocando tú.
Sí, si yo le digo a Laura que estás vivo, se arregla todo.
Recuperas a la mujer de tu vida, a tu familia.
Gilipolleces.
¿Si lo sé yo, por qué no lo va a saber Laura?
¿Qué pasa?
¿Interrumpo algo?
(Teléfono)
Joder, Sebas, qué bueno está esto. -Gracias.
¿Te pongo otro?
-Entramos, no me gusta veros mal. -Compramos unos bocatas.
Yo te espero aquí.
Hola, Márquez, qué tal.
¿Y tú?
Bea, date prisa, cariño. Venga, te espero aquí.
Veo que has vuelto con tu ex.
No hace falta que me des explicaciones,
puedes hacer con tu vida lo que quieras.
¿Sabes?
El día después de lo que pasó,
yo esperaba tu llamada.
No pensaba cogerlo. Pero la esperaba.
Y luego pasó una semana y...
Fui a tu casa a buscarte para hablar contigo, pero no había nadie.
Y un año y medio después te plantas aquí y me dices que lo sientes.
Ahora soy una mujer casada y feliz.
Y, ¿sabes?
También me alegro de no compartir mi vida con un mentiroso.
Venga vamos.
-Adiós, Márquez.
¿Qué tal? -Bien.
-¿Bien?
He cogido unos bocadillos de calamares.
-¿Sí?
Susana, ¿me lees un cuento? Que no puedo dormir.
(Teléfono)
Hola, papi.
-Oye, dile que ni se le ocurra acostarse en nuestra cama.
Oye, muchas gracias por cuidar de él.
Está loco contigo.
Bien, bien, aquí, parece que la noche va a ser larga.
Pero bueno, tengo a Palacios haciéndome compañía.
Sí, hija, sí, ha resultado ser un trepa.
Y como sabe que está el comisario aquí, está haciendo méritos.
-Yo solo quiero ayudar.
Nada, que esto va a ser largo. Que te veo luego, ¿vale?
Un besito, amor.
Sí.
¿Qué es?
Sigue, porfa.
Qué malo.
¿Y qué pasa con el emperador?
¿Qué le pasó?
Pues a mí me gusta.
(Puerta)
(Pasos)
-Esto es lo último, al final,
vamos a tener que darnos los buenos días por WhatsApp.
-Buenos días.
-Cariño, que no te has vestido y estás enganchada con el móvil.
Así es imposible hablar en esta casa.
-Ah, ¿qué quieres hablar? (ASIENTE)
Vale, pues vamos a hablar.
¿Qué te dijo ayer Márquez? -Hala, la primera a la yugular.
-No, vamos, pero como ayer no dijiste ni pío.
-No le voy a contar mi vida privada una adolescente.
-¿Por qué no?
-Pues mira, porque no quiero volverte más loca de lo que ya estás.
Un poco.
-¡Bueno, no, si con los antecedentes que tengo!
Las dos. Tú y mi hermana. -Dame una manzana, anda.
-Vaya familia de piradas.
(Móvil)
¿No lo vas a coger? -No, no tengo ganas.
-Tienes un amante. -Ay, Bea, por favor.
(Teléfono)
No lo cojas, ¿eh? -No, no.
Pero, es tu amante otra vez. -De verdad.
Eres más tonta.
-Pobre amante, no existe, ¿no?
-Tonta eres.
No lo cojas. -No lo voy a coger.
-Te lo digo en serio. -No lo voy a coger.
-¡Bea, no!
¿Hola?
Ah, hola, Sebas.
Pues sí, aquí la tengo.
Vale. Te la paso. Adiós.
Hola, Sebas. -Laura, ¿cómo te pillo?
-Pues, mira, la verdad que un poco liada.
O sea que, mejor, me llamas en otro momento, ¿vale?
-No, no me cuelgues, por favor, que es muy importante.
-Dime.
-Que tenías tú razón.
Ayer no fui sincero del todo.
Me gustaría verte para contarte la verdad.
-¿Y no lo puedes contar por teléfono?
-Sí, es que es muy delicado.
¿Por qué no haces una cosa?
¿Por qué no avisas a las niñas y os venís a desayunar al bar?
A ellas también les afecta.
-Sebas, me estás asustando.
-No, no, pero una sorpresa va a ser seguro.
Por eso, vente en persona y te lo cuento.
-Vale.
Le digo a Bea que se vista y vamos para allá.
-Gracias, Laura. -Venga, hasta ahora.
-¿Qué? -Nos vamos a desayunar con Sebas.
-Ah, vale.
Pues entonces no desayuno, ¿no?
-Sí, desayunas, te estoy pelando la manzana y te la acabas.
-Mamá, ya desayuno allí. -Cariño, está pelada.
-¿Cómo estás? -Bien.
Acabo de hablar con Laura. He quedado con ella para desayunar.
-Muy bien.
Aprovecha para disculparte, no te lo mereces.
-Vale.
-Ni se te ocurra seguir con tus gilipolleces.
O sea disculpa y ya. -Que sí, que disculpa y ya.
-Mejor me quedo ayudarte, ¿vale? -Vale.
-Una tostadita. -Claro que sí.
Sara, una tostadita.
-¡Con tomate! -Una catalana.
(Timbre)
(Ducha y timbre)
(Teléfono)
(Teléfono)
Voy a hacerlo.
Voy a contarles la verdad a Laura y a tus hijas ahora mismo.
Soy tu mejor amigo y voy a solucionarte la vida.
-Hola, Sebas. -Hola.
-Tú dirás, nos tienes en ascuas.
-Hola. -Acompañadme.
-Todo dulce no, tienes que tomar algo de proteínas.
Lo que os voy a decir es difícil,
Muy difícil de creer.
De hecho, no sé si vais a estar preparadas.
Pero es la verdad y tenéis que saberla.
Tienes que saberla, Laura.
Por eso, os voy a pedir que abráis vuestra mente y vuestro corazón.
A veces,
nos despedimos de las personas a quienes hemos amado
y, sin embargo, las tenemos más cerca de lo que creemos.
Justo al lado de nosotros.
Al grano, Sebas.
-Márquez...
En realidad es...
Es...
¡La madre que me parió!
¡Nada!
¡Lo siento!
-Sebas.
-Sebas. -Sebas.
-Estás hablando de Márquez, ¿qué le pasa?
-Nada.
Márquez es...
aunque sea un mentiroso y un cabrón, es mi amigo.
Te pido perdón, Laura, dije cosas que no tenía que haber dicho.
Me equivoqué y lo lamento.
Me disculparé con Santos.
-No hace falta. -Sí, sí hace falta.
Para que veas que siempre voy a estar ahí,
apoyándote en todo lo que hagas.
Los buenos amigos se cuentan con los dedos de una mano
y tú, más que amiga, eres hermana.
Siento haberte fallado.
-Ven aquí, anda, ven.
-Por eso me enamoré de él.
Bueno, vamos a consagrar la mesa con un vino.
-Te juro que cada día me cuestan más los turnos de noche.
-A mí me gustan.
-Eso es porque estás empezando, pelota.
Bueno, yo me quedo aquí.
-Chao. -Chao.
(Tono de llamada)
El trabajo ya está hecho.
Han encontrado una llave, padre.
Se la tragó el exmilitar.
-¿Es la que buscamos?
-Sí, pero la policía no sabe nada aún.
Ni siquiera se imagina lo que abre.
Algo demasiado grave como para fingir que no lo recuerda.
Nunca. Y con Santos tampoco.
No recuerdo a mi padre.
¿Tú recuerdas a tus padres?
No pueden llegar hasta el edificio Victoria.
Va a ser muy duro.
¿Qué pasa?
Márquez y Lola deben colaborar en la resolución del caso del exmilitar que secuestro la guardería y que ha sido encontrado muerto de un disparo. Trabajar juntos ayudará a que la tensión entre Márquez y su mujer se suavice. Convencido de que Ángela murió durante la Guerra Civil, el Enlace se siente en la obligación de ayudar a esta niña fantasma a descubrir el camino hacia el otro lado. Para ello volverá al edificio Victoria. Sebas pide disculpas a Laura tras la terrible discusión que provocó en su casa. Pero también le reprocha que se haya casado con Santos. Laura se lamenta de que todo el mundo se meta en su vida.
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