De lunes a viernes a las 16:30 horas
Estamos juntos en esto.
"La casa que te dejo lleva tiempo cerrada.
Y el pueblo... no está en su mejor momento,
pero los vecinos te recibirán con los brazos abiertos, estoy seguro".
Esto es tu padre. Tu padre, claro que sí.
Es problema tuyo.
(Ruido y cristales rotos)
¡Julia!
Soy yo, amor.
He venido en cuanto me lo ha contado tu madre. ¿Cómo estás?
Imagino que en shock.
Vaya...
Está un poco desordenado, ¿no?
Y huele... como a cerrado.
¿Y esa ventana?
¿Cómo que te han tirado una piedra, quién?
Julia, esto no es una broma. Esto es una amenaza de manual.
Aquí no puedes quedarte.
Hace frío, está sucio y no eres bienvenida.
(Móvil)
Julia, lo siento.
Tienes toda la razón, tenía que habértelo contado.
Lo he hecho fatal.
¿Por qué no nos vamos a casa? No puedes quedarte aquí sola.
Te conozco y no te va a sentar bien.
¿a qué tanta insistencia con quedarse aquí?
¿Por qué no me dejas apoyarte?
Está bien.
Pero si hay más piedras o si ves cualquier cosa rara, me llamas.
Julia,...
nos casamos el viernes. Todo sigue en pie, ¿no?
(Sintonía de "Dos vidas")
(Móvil)
(Graznidos)
(Móvil)
(Móvil)
(Pitido)
(Motor de coche)
¡Carmencita, hija, que no queremos vivir una desgracia!
¡Chiquito, ve más despacio, que se nos cae la niña!
De eso nada. Tu madre me lo ha dejado cristalino.
Nosotras reposaditas y en casa, como buenas cristianas.
A tres kilómetros, señorita, pero debemos desviarnos del camino.
Nada de desvíos. No quiero disgustos con tu padre.
Don Francisco me ha dado instrucciones de llevarla a casa.
Niña, por favor, por una vez en la vida, haz un poquito de caso.
(Música)
La última remesa no llegará a tiempo.
Nuestros hombres salieron hace seis días y no sabemos de ellos.
O habrán tenido un problema con el camión.
Hablaré con Ventura...
(Ruido)
Lo siento, don Francisco.
No es una excusa, pero estamos fatigados.
Es mucho trabajo y somos pocos hombres.
No, don Francisco, no quería...
¡Ah!
Habitualmente, la mala de la película soy yo.
Calma.
Si atizas sin mesura a un perro, puede morderte.
Llevas toda la mañana inquieto.
No es por ellos.
Estás así por la llegada de tu hija.
Será solo una semana.
Además, seguro que una señorita de la metrópoli como ella
se aburra y emprenda el viaje de vuelta antes de lo previsto.
Aquí no hay nada que se ajuste a sus intereses.
Mantén la cabeza en su sitio y todo irá como la seda.
Y ahora, vete, estará al llegar.
Una parada breve, apenas cinco minutos...
Sabía que esto iba a pasar.
¡Eso decías hace una hora!
¡Uy!
Chiquito, líbranos de pasar un segundo más aquí.
Entre el viajecito en barco y este brete, a mí me va a dar algo.
Siento decirle que nos hemos quedado atascados.
(Grito)
Tranquilas, parecen estar lejos.
Yo vi uno una vez y casi me muero del susto.
Son unos bichos enormes y horrendos.
Ay, virgencita, que no nos topemos con ninguno, por favor.
No, señorita, viven en el interior de la selva.
Es mejor no adentrarse.
Hay todo tipo de peligros, y no solo animales.
Al acecho, entre los árboles, viven salvajes.
Se alimentan de carne cruda y hacen magia negra.
Ay, Carmen, hija, si es que no teníamos que haber venido.
Señorita, ¿me permite una pregunta?
¿Por qué sabe tanto de esta tierra?
¿Y no has soñado cómo vamos a salir de aquí?
Si alguna de ustedes conduce, yo podría empujar.
¿Tú sabes?
¿Qué? Ni hablar.
Y todo por la dichosa cascada Masuna...
"Mosuno".
Sí, señor.
Sí, señor. Todo está como ordenó.
(ASIENTE)
¡Me rindo, no puedo más!
Y encima está lloviendo.
Lo siento, solo podemos esperar a que alguien nos ayude.
¡Pero ¿quién va a pasar por este camino perdido?!
¡Estamos en mitad de la selva y se va a hacer de noche!
Con las primeras luces llegarán los leñadores.
Pueden dormir dentro del coche. Yo haré guardia.
-Pero ¿cómo vamos a dormir aquí? ¡¿Y si vienen los salvajes?!
Carmencita, tu padre nos mata.
Que alguien se haga eco de nuestro ruego y venga a rescatarnos.
¡Niña! ¿Niña, adónde vas?
-Esta chica está atolondrada.
¡No te quedes ahí pasmado, ve a por ella!
Ya me dijo su padre que era de armas tomar.
¿Y me lo vas a decir a mí?
(Motor de coche)
¡Ay, niña! ¡Pero si se ha puesto perdida!
¡Ay, el pelo!
Para su pelo.
(Claxon)
¿Podemos irnos ya o seguimos siendo presa de los leones?
No hay leones en esta zona.
(Cacareo)
(Cacareo)
(Cacareo)
(Cacareo)
(Cacareo)
(Cacareo)
(Graznidos)
(Graznidos)
(Graznidos)
(Graznidos)
(Graznidos)
Buenos días.
Uy, qué cara, ¿mala noche?
Ya has conocido a Rocky.
Claro.
La brigada de limpieza.
No pensarías que te íbamos a dejar sola con todo este desastre.
Vamos, chicas.
¿Y esa ventana?
Te dije que esta casa tenía muchos novios.
Habrá sido para asustarte.
Ni caso.
María, Cloe, id empezando con la cocina.
Pues sí, es lo mejor. Nosotras nos vamos.
-Eh, eh, eh, de eso nada.
En los pueblos nos conocemos todos y nos ayudamos.
Ya te tocará a ti cuando llegue la matanza.
Venga, a la cocina.
Bueno, que esto entre todas lo dejamos como los chorros del oro.
Porque sabrás limpiar, ¿no?
Para saber limpiar, parece que te ha pasado un camión por encima.
-¡Sonríe!
Lo mejor fue cuando te liaste con la aspiradora,
tenía que haberlo grabado.
(RÍEN)
Mamá, nosotras nos vamos. -Vale. Llevaos la aspiradora.
Hacía años que no la veía así, tan bonita.
Ya te lo he dicho: hoy por ti, mañana por mí.
(RIENDO) ¿Qué dices?
Qué va, qué va.
Éramos amigos, buenos amigos, pero nada más.
Yo me vine aquí cuando María era muy pequeña.
Tampoco te quiero aburrir, pero...
digamos que dejé atrás una situación complicada.
Estábamos solas y tu padre nos ayudó mucho.
Y luego, cuando cayó enfermo, le ayudé yo a él.
Murió en mi casa.
No. Tuvo sus cositas por ahí.
Algún ligue en un pueblo cercano
cuando era joven, pero nada serio.
Y Carmen llegó aquí sola, como yo, y nunca se le conoció novio.
No. Nos tenían a nosotros, los vecinos.
Claro.
Claro, muchas veces.
A ver,
que no contactase contigo, no significa que no se preocupase.
Sabía perfectamente dónde estabas y que estabas bien.
Pues no. Ya te dije que no le gustaban las fotos.
Bueno, ya miraré, pero no lo sé, no te prometo nada.
Bueno, me voy.
El súper está abierto hasta las seis si quieres comprar comida.
Ánimo.
(Graznidos)
Parece que vienes de una batalla.
Pues esta es la hora punta.
Bueno, eres la novedad.
Y este pueblo tiene fama de ser muy acogedor con sus visitantes.
Cosas de chiquillos.
En los pueblos, a veces somos un poco brutos.
¿Querías algo?
No sé qué es eso, pero lo que sí tenemos son huevos con chistorra.
¿Agua del grifo te vale?
Marchando.
Y come anda, que se te va a quedar tieso.
Y los huevos son de las gallinas del Anselmo.
Voy a necesitar tu DNI.
Para el registro. Y son 50 euros, desayuno incluido.
El de mañana. El de hoy me lo pagas.
Somos acogedores, no idiotas.
Las casas viejas dan mucho gasto.
Treinta veinte minutos.
Y tú sabrás cuánto necesitas esa ducha,
que... por cómo hueles, yo diría que bastante.
¡Ja!
Recto a la izquierda.
Es tuya.
Me lo dejas todo como está, ¿eh?
Y gracias a Dios. Perdone usted el retraso.
El mozo hizo lo que le pedimos.
Le pido disculpas, señor. No volverá a pasar.
Las quejas, al buzón de sugerencias.
Tienes visita.
Julia, nadie va a decidir sin ti.
Si no participas en esta reunión, yo tampoco.
¿Qué hago, me voy?
Gracias.
Así estarán sentados los invitados en el banquete.
Muy del estilo Harry y Meghan.
Quizá podamos buscar un término medio.
¿Qué hago, voy a por ella?
"¡Espera!".
¿Quieres parar?
No me metas en tus líos.
Lo que sí te digo es que a una madre no se le habla así.
¡Pero si has sido tú la que me has preguntado!
Yo solo quiero mi toalla.
Ya lo descubrirás.
No sé, no soy adivino.
Tienes la sonrisa de tu abuela.
Ya estamos.
Hasta mañana, Julia María.
Bienvenidas a Río Muni. ¿Qué tal el viaje?
Y más largo que la esperanza del pobre.
Parece mentira que esto sea España.
Ella es Patricia Godoy,
mi socia en la fábrica.
Francisco suele hacer gala de las múltiples virtudes de su hija,
y no le falta razón, eres una mujer muy bella.
¿No estás casada, cierto?
Por aquí pasan los solteros más prometedores de la colonia.
Pronto verás como todos revolotean a tu alrededor.
Te lo digo yo, que sé bien de lo que hablo.
No me cabe duda de que va a disfrutar mucho de su estancia.
Encantado.
Encantado.
Bienvenida a Río Muni, es un placer.
Y a mí me encantará recibirte.
Confío en que compartamos gustos literarios y gratas conversaciones.
Si me disculpan, he dejado a mi ayudante sola y he de marcharme.
Así que, te gustan los libros.
No debería perder el tiempo
metiendo la cabeza entre páginas durante su estancia.
Aquí hay mucho que ver.
Similar en algunas cosas y mejor en otras.
Si hubiera llegado antes, hubiera podido disfrutar la Navidad
como en Madrid, pero con un clima más agradable.
Desde luego.
Aquí solo se permite la entrada a los emancipados.
¿Qué quiere decir "emancipados"? -La élite de los salvajes.
Si tienen una buena educación cristiana, una sola mujer,
y posibilidades económicas,
el patronato les otorga ese privilegio.
El resto trabajan en las fábricas, sirven en las casas
o simplemente, viven en la selva...
También es la mía.
Yo nací aquí.
Aquí tengo mis raíces, mi negocio y mi familia.
¿Tienen zarzaparrilla?
La colonia tiene unas normas para mantener el equilibrio,
y si alguien intenta saltárselas, la comunidad se tambalea.
Por eso, es mejor andarse con cuidado.
Esto es África.
Y tiene muy poco que ver con lo que ha leído en libros.
Es cierto que lo exótico puede resultar atractivo,
pero también muy peligroso.
(Voces lejanas)
Señorita, yo no quiero problemas.
Solo quiero hacer mi trabajo y, a ser posible, cobrar mi jornal,
como cada día.
Con su permiso.
Con todo el respeto, señorita, no me interesa su dinero.
Tiene razón.
Pero es su padre quien debe pagarme.
Si usted cree en la justicia,
no me ofrezca compasión.
¿Puedo decirle algo más?
Aunque me estuviera permitido entrar ahí dentro, no lo haría.
Si se le ofrece cualquier cosa, estaré esperando en el coche.
(Música de suspense)
(Cristales rotos)
(Música de suspense)
(Puerta)
(Ladridos)
(Música de suspense)
(Música de suspense)
(Ruido)
(Ruido)
Vas a despertar a todo el mundo.
Extraño porque acabas de llegar. Es una casa vieja.
En unos días reconoces cada ruido,
te acabarás acostumbrando. Si te da tiempo.
Me has pagado una ducha.
¿Adónde vas? ¿Adónde vas?
Eh.
(CHISTA)
-¿Julia?
¿Está todo bien?
Me he quedado dando una vuelta pensando y se me ha hecho tarde.
¿Y tú?
¿Primero la piedra y ahora esto? ¿Crees que ha entrado alguien?
O podemos llamar a la policía. Esto no me gusta.
Bueno, a ver, calma, que es una casa vieja.
Puede ser cualquier cosa. Un pájaro, una rata, las tuberías...
O un ladrón o un loco.
La tendrás si la pagas. -¿Por qué no duermes conmigo?
Entiendo que estés enfadada, que quieras tu espacio,
pero, Julia, que nos casamos este viernes.
Es la habitación Nogal, el pasillo a la izquierda.
Ahora mismo voy.
Ponme una botella de agua, por favor.
(Móvil)
Te tienes que relajar.
¿Esto qué es?
No la había visto nunca.
A ver.
No sabía que fueras devoto del Cristo de Medinaceli.
¿Y no te importa?
¿No vas a relajarte en toda la semana?
Descuida, voy a estar solo un rato, Francisco.
El necesario para que te calmes.
Has estado muy tenso hoy, sobre todo en el club.
Ha sido muy interesante contrastar opiniones.
Creo tu hija no está acostumbrada
a que le lleven la contraria.
Sí.
Un día me ha bastado para darme cuenta de que es una niña malcriada.
Pide a gritos que le pongan límites,
y ese alguien eres tú.
¿O es que temes enfrentarte a la niña de tus ojos?
Así será.
(Ruido)
Todos duermen, habrá sido el viento.
Sí que lo he notado, don Francisco, pero para mi suerte.
Solo me hizo falta un pestañeo para caer redonda.
He dormido sin desvelo.
Se agradece.
Déjelo, ya lo hago yo.
Ha llegado doña Patricia, señor.
Tan atento como siempre, don Francisco.
Buenos días.
Hace una mañana verdaderamente espléndida.
La luz de este lugar es de revista. -Pues espere a ver sus calles.
Va a caer rendida a los encantos de la colonia.
¿Salimos?
Vengo preparada para ser la anfitriona perfecta.
Espero que no se haya quedado dormida.
Golpeé varias veces su puerta esta mañana.
Ella tiene el sueño ligero, no como otras.
Bueno, voy a buscarla.
Bien.
Soy yo la que está durmiendo fuera. -¡Ay, mi niña!
La niña, don Francisco, que no está.
No teníamos que haber salido de Madrid.
Reúna al servicio y pregúnteles si la han visto salir.
Sí. Santa Rita, protégeme a la niña, que no sabe lo qué hace.
¿Qué haces?
Habrá salido a dar un paseo. Ya es mayorcita.
De ninguna manera pudo ser ella.
¿Esta noche duermes con el chico de los ronquidos? ¿Cómo se llama?
¿Qué quieres, que deambule de un lado para otro
o que rece el rosario?
¿No volvíamos a Madrid?
Desde que has llegado, ocurren cosas extrañas:
ventanas rotas, cortes de luz...
¿Qué me intentas decir?
No se lo tome mal, pero no podemos hablar durante la jornada.
Tu madre me ha puesto al corriente.
De que esta casa te queda grande.
Julia pone a punto la casa del pueblo con ayuda de Elena, y se extraña de que haya tan pocas fotos de Carmen y Carlos en casa, algo sobre lo que Elena no parece estar dispuesta hablar. Además, Julia sigue recibiendo amenazas de forma anónima: alguien no quiere Julia se quede en el pueblo. A pesar de todo, Julia se refugia en la lectura de los cuadernos de viaje de Carmen... Carmen viaja a África acompañada de su inseparable tata Agustina. Al llegar a la Guinea la espera Kiros, uno de los sirvientes de su padre, y entre ambos surge una profunda conexión. Aunque pronto, las ansías de aventura de Carmen les hará verse envueltos en un percance en la selva. Mientras, Francisco espera nervioso la llegada de su hija con el temor de que descubra su secreto.