Presentado por: Pedro Erquicia | Ana | Ana Jiménez | Dirigido por: | Pedro Erquicia | Ana Muñoz | David Lara | Montserrat de la Fuente | Cocolo Lopez Jamar | Ludo Pope | Daniel Quiñones | Pedro Barbadillo | Françoise Polo | Lola Mayo | Javier Rebollo | Jose Pedro Estepa | Carlos Ayuso | Yolanda Blázquez | David Fernandez | Jordi Gordon | Manu Herrera | Silvia Herreros Tejada | Samuel Martínez | Jorge Valcarcel | Carlos Ayuso | Pepa Ramos | Manuel Sánchez Pereira | Eva Mulvad | Carlos Essmann | Laurent Dufreche
El espacio ''Documentos TV'' es uno de los programas más prestigiosos de TVE. Estrenado en 1986, se ha caracterizado durante todo este tiempo por tratar en profundidad tanto temas de actualidad como procesos sociales e históricos de mayor duración temporal.
Documentos TV se estreno en Televisión Española el 29 de abril de 1986 con un reportaje sobre el Rey Juan Carlos. Hoy, después de tantos años, los cambios experimentados por el periodismo no han impedido que el programa siga siendo un espacio privilegiado donde disfrutar de lo mejor del mercado documental.
Contacto
Escriba al programa Documentos TV: doctv@rtve.es
Hay una analogía que se usa en ocasiones
cuando alguien está en riesgo.
La idea de estar en un largo túnel
al final estaría el suicidio.
Nonecesariamente se puede eliminar esa posibilidad
pero sí se pueden abrir puertas de ese túnel.
Es muy común considerar el suicidio como
un acto de cobardía.
Yo también estaba segura y he hecho ese comentario antes
que eso es rendirse.
La forma en que lo veo ahora es que es una batalla contra ellos
mismos que no fueron capaces de ganar.
Bienvenidos a la capacitación del centro de ayuda
si por alguna razón a lo largo del curso
os sentís afectados por el contenido podéis salir un rato
y entrar luego.
Puede que no superen la formación y eso es en parte
lo que pretende este curso.
Nosotros buscamos personas con capacidad de expresarse
con cierto tono de voz, de transmitir calidez
pero también personas capaces de mostrar empatía.
Trabajamos con personas vulnerables
Debemos asegurarnos de que puedan hacerlo.
¿Dónde encuentra la gente este número?
En muchos lugares.
En el metro
en las cabinas telefónicas,
en el puente de Don Valley.
Atendemos más de 100.000 llamadas al año.
Hablamos con personas que sufren una crisis.
Están pensando en suicidarse.
Expresan una idea suicida y piensan en ello.
Hablamos con personas que están aisladas y solas.
Hola.
Estoy bien, ¿y tú?
Al centro de ayuda llaman personas muy diferentes.
Tenemos personas habituales
me refiero a personas que llaman a diario.
Es su única conexión con el mundo exterior.
Adiós.
Es la misma mujer con la que hablé antes.
Hoy no he recibido ninguna llamada que no sea un habitual.
Luego otras personas que están atravesando una crisis.
Que están al borde del suicidio
Que están al borde del precipicio
En una situación muy difícil.
¿Sería correcto decir que te gustaría seguir viviendo
si las cosas mejoraran?
Bueno, yo creo que eres mucho más fuerte
de lo que tú crees, porque has pasado por mucho.
Mi mejor amigo durante 30 años, se suicidó en 2011.
A mí no me sorprendió,
aunque a menudo, para los demás fuera su lado oculto.
Yo me lo esperaba, porque era algo
de lo que había hablado con bastante claridad
durante mucho tiempo.
Una de las cosas predominantes en alguien que está considerando
quitarse la vida
es la creencia de que el dolor
que experimenta no va a desaparecer.
Ahora lo veo de forma muy diferente a cuando sucedió,
porque ahora sé mucho más al respecto, y a veces pienso:
“¿podría haberle ayudado con lo que sé ahora?”.
Probablemente no.
Cuando has sido alguien
con una cabeza demasiada confusa y has vivido la experiencia
de considerar esas ideas
o incluso has pasado por la experiencia de haber llegado
al punto de intentar suicidarte
puedes entenderlo mejor.
No te asusta tanto, porque comprendes el tipo de proceso
que lleva a alguien a ese punto.
Hola.
Hola.
¿Cómo estás?
Bien.
¿Y tú?
¿Recuerdas el tipo del trabajo que falleció?
Sí.
¿Has sabido algo más?
Mañana es su funeral.
Sí.
Y en el trabajo le ha afectado mucho a todo el mundo.
Mi tía es como mi madre, yo la llamo mamá.
Yo no tenía a nadie en mi círculo cercano,
aparte de ella, que supiera lo que se siente
cuando sufres de una angustia psicológica tan intensa.
Y luego, descubrir que fue un suicidio, es una sensación
muy extraña.
Sabes, ves a la gente, dices hola y pasas de largo.
Claro.
Nunca se sabe.
Y luego, un día, te dicen que ha muerto.
Por eso el trabajo del Centro de ayuda
es tan importante.
Es duro, porque probablemente no hay muchas personas
que quieran descolgar ese teléfono, e incluso hablar de eso.
Bueno, como te decía, no sé cómo se puede llegar a una situación
como esa.
Es muy valiente.
No sé, creo que la mayoría de la gente es como yo.
Es un tema demasiado duro para tratarlo.
Pero, por muy deprimida que yo haya podido estar, desde luego
nunca llegué a ese punto.
Hola, Centro de ayuda.
Hola.
Muy bien, ¿como estas tú?
Creo que una de las llamadas más complicadas para mí
sería que alguien me dijera que no ha cambiado la forma
en la que se siente, o que
sencillamente no sabe si todo va a acabar bien.
Hola, Centro de ayuda.
¿Te sientes muy mal?
¿Quieres contarme lo que te pasa?
Sientes pánico.
No sé qué te van a dar, pero ya están en camino.
¿Quieres esperarles conmigo?
Vale.
Ya sé que tienes miedo.
Es una sensación aterradora cuando sufres un ataque de pánico.
No nos haces perder el tiempo.
Tú necesitas ayuda y nosotros estamos aquí para ayudarte.
¿Sabes lo que me ayuda a mí cuando tengo mis ataques de pánico?
Respirar me ayuda.
Cuando me ocurre, me sudan las manos, el corazón se me acelera,
tengo una sensación de náusea en el estómago.
Es como estar atrapada en una espiral, te paralizas.
Cuando tenía un ataque de pánico, para mí era muy difícil ver la luz
al final del túnel.
Pero por duro que fuera, lo superaba.
Hablar de ello me ayudaba mucho, porque podía compartirlo y expresar
todo lo que sentía dentro de mí, ponerle nombre, enfrentarme a ello.
Es un proceso que nunca termina.
Cuando le preguntas a alguien si tiene pensamientos suicidas,
el mayor temor es, ¿qué te va a contestar?
¿Y si te dice que sí?
¿Qué haces entonces?
Nos llamó alguien que tenía un riesgo muy, muy alto de suicidio.
Sin embargo, no era una situación de riesgo inminente.
Ella se sentía abrumada por sus pensamientos suicidas.
El voluntario se asustó y llamó al 911;
el 911 envió a un sanitario
y esa persona avisó a la policía.
Esa persona fue detenida en virtud de la Ley de Salud Mental,
la llevaron a un hospital y allí esperó sentada varias horas
en la sala de urgencias.
Finalmente, un residente de psiquiatría vio a esa persona
durante unos 5 o 10 minutos y después le mandaron a casa.
Esa persona nos llamó al día siguiente y no estaba muy contenta.
Es importante ser capaz de mantener la calma, centrarse
y mantener esa conversación,
porque lo más importante es tener la suficiente fortaleza emocional,
aprender a sentirte cómodo estando incómodo
y enfrentarte al dolor emocional
y no sentir la urgencia de arreglarlo, de resolverlo
o de salvar.
Nosotros usamos un modelo
que fue desarrollado en Estados Unidos,
es obra de Thomas Joiner.
Si habéis oído hablar de Thomas Joiner, él básicamente
fue el creador de la teoría interpersonal
del comportamiento suicida.
Las personas con conductas suicidas letales comparten
dos estados mentales muy dolorosos.
Uno es la denominada carga percibida.
Debo añadir rápidamente que es una percepción errónea,
pero la persona con tendencias suicidas ignora eso.
Ese es un problema clave.
Es la percepción errónea de que es una carga y que,
por lo tanto, su muerte sería un beneficio neto para todos.
Es un cálculo coherente con la idea de “mi muerte valdrá más
que mi vida”.
Además de eso, sienten un segundo estado de ánimo que hemos llamado
“pertenencia frustrada”,
que solo es una forma más larga de llamar a la soledad,
de sentirse socialmente aislado.
Las personas con conductas suicidas están confundidas
respecto a su valor y su dignidad inherente.
Y yo creo, que los trastornos mentales son la causa principal
de esas percepciones distorsionadas.
No es realmente culpa suya en cierto sentido.
No lo hacen porque sea algo bueno o porque les guste,
ni nada por el estilo;
se debe a que la enfermedad que padecen los lleva
por el mal camino.
El sufrimiento puede ser terrible, lo es, pero eso no significa
que tengas que hacerlo, sobre todo cuando, tarde o temprano,
hay remedios disponibles.
No es que la persona quiera acabar con su vida,
lo que quiere es acabar con el sufrimiento.
¿Cómo podemos ayudarles a ver que hay otras maneras de aliviar el dolor?
Yo sabía que no estaba bien desde que era una niña.
Es muy difícil entender lo que le pasa a tu cabeza,
sobre todo cuando eres muy joven.
Tienes que buscar a otras personas para que te ayuden a entenderlo.
Durante mucho tiempo me dijeron que sufría de ansiedad, y así es,
y entonces supe que esa era la clave a la que me tenía que enfrentar.
A medida que me hacía mayor, mi ansiedad empeoraba
cada día más y más.
En muchas ocasiones salía del despacho de un médico,
diciéndole entre lágrimas:
“¡No estoy bien!
¡Sé que algo me hace mal, no estoy bien!”.
Llegas a un punto en el que, cuando te despiertas,
piensas inmediatamente en cuánto deseas no estar despierto,
y no quieres empezar el día.
Y yo quiero resolver eso, quiero estar aquí;
quiero ser una adulta y un miembro funcional de la sociedad.
Por eso, cada día le daba más y más vueltas:
“tengo que solucionar esto, tengo que salir de esto”,
hasta que me quedaba totalmente exhausta.
Te sientes una carga constante.
Yo perdí amigos, porque no lo entendían.
“¿Por qué Sophia siempre está de tan mal humor?
Siempre le pasa algo, es muy intensa”.
Porque es muy intenso y mi cabeza es muy intensa.
No me satisfacían ninguna de las cosas que hacía,
solo sabía que tenía que hacerlas.
Y esa era una forma terrible de vivir.
Y recuerdo que el momento crítico fue
el final del semestre.
Entonces, me repetía a mí misma:
“Es la escuela, la escuela es la razón por la que todo
es tan duro en estos momentos, así que acaba y las cosas
mejorarán en el verano”.
Y cuando llegó el verano,
a pesar de que tenía muchas menos cosas de las que preocuparme,
aún seguía teniendo esa sensación de opresión nada más abrir los ojos
por las mañanas, como si un elefante estuviera pisándome el pecho.
Una voz en tu cabeza te grita: “¡no estás bien, no estás bien,
no estás bien!”.
Constantemente.
Y fue entonces cuando finalmente
me aislé y entré en una fase en la que me preguntaba:
“¿Qué sentido tiene esto?
¿Qué es lo que hago?”.
Me venían ideas sobre cómo podía hacerlo, y finalmente
pensé en guardar mis pastillas, pero no estaba segura de si eso sería
suficiente, así que buscaba una solución que me asegurara,
que el juego acabaría
y que sería que tendría éxito,
que no sería solo un intento
y luego me enviarían al hospital.
Así que pensé en
una cuerda y en colgarme de la ducha,
y vaya.
Sí.
Bueno.
Me avergüenza.
Me avergüenza mucho.
Me sigue avergonzando.
Bueno.
¿Ves?
Y no tendría que resultar vergonzoso, porque es.
No tendría por qué resultar vergonzoso.
Punto.
Mi hijo tuvo cinco diagnósticos diferentes,
pero creo que el desencadenante fue la vergüenza y la humillación.
Vimos cómo lo devoraba el remordimiento.
La cuestión no era si iba a quitarse la vida, la cuestión era cuándo.
La nota nos ayudó.
No sé qué hacen las familias sin una nota.
Yo hablo con familias sobre eso y luchan con eso.
También para mí han pasado 9 años, y fue mi padre quien murió.
Y es extraño, porque mi experiencia
realmente fue muy diferente a la suya.
Para mí fue como,
igual que para la mayoría de las personas cercanas a él,
fue la mayor conmoción de nuestras vidas.
No lo vimos venir en absoluto.
Una de las cosas más difíciles con las que me he encontrado
con los supervivientes de una pérdida por suicidio es que no tienen
una explicación para lo que pasó.
Piensan: no lo entiendo, fue algo inesperado,
no había ninguna señal de problemas de salud mental.
Yo perdí a mis dos hijos por suicidio con siete años y medio de diferencia,
así que creo que pasé doce años viviendo con miedo.
Yo me castigaba, literalmente, las 24 horas del día los siete días
de la semana, preguntándome:
“Oh, Dios mío, ¿me siento aliviada?
Me siento aliviada.
¿Cómo puedo sentirme aliviada?”.
Todas preguntas tontas, pero me sentí aliviada.
No sé cuántos años más podría haber seguido así.
Yo quiero que para nosotros sea normal decir
“mi padre se suicidó” y que la gente no se sienta violenta,
porque si hubiera sido un cáncer, o un infarto, o cualquier otra cosa,
se podría hablar de ello.
Mucha gente me dijo después: “yo quería ayudarte, pero no lo hice”.
Y pienso, “habría sido increíble que lo hubieras hecho, ¿sabes?”.
Pero la gente sencillamente no sabe qué hacer.
Para mí, la esperanza es que se sientan escuchados,
que sientan que pueden expresar lo que necesitan.
Yo siempre tengo mucho cuidado de decirles,
que espero que se sientan mejor que cuando llegaron,
porque no estoy seguro de que eso sea justo.
No obstante, una vez dicho esto, la mayoría de la gente
dice que sí.
Y aún sigue siendo doloroso, voy a ser honesto al respecto.
Yo sigo leyendo el diario de mi hermana.
Es doloroso, duele, ¿verdad?
A veces lloro.
Y eso pasó hace mucho tiempo.
Mi hermana tuvo una mala vida.
Sufría adicciones y problemas de salud mental.
El día del año nuevo judío, yo iba con mi madre por la calle y
tuve el presentimiento de que le pasaba algo, y,
no fue algo que hubiera hecho normalmente, pero dije
que debíamos ir a ver cómo estaba.
Me la encontré nada más entrar.
Mi reacción inmediata fue impedir que mi madre la viera.
Hoy habría hecho lo mismo.
Sé que mucha gente dice que quiere ver a la persona.
Cuando piensas en la imagen que tienes de alguien,
tener ese último recuerdo no es lo ideal.
La realidad es que hay cosas que te acompañarán siempre.
Ella escribía un diario de algunos momentos de su vida
y cuando lo lees, ves claramente la magnitud de su sufrimiento.
Tiene que ser muy duro.
¿Qué significaría la vida si no fuera tan dura?
¿Qué significarían esas relaciones para nosotros?
El suicidio es insidioso, es implacable.
Mata a mucha gente.
En Canadá, mueren por suicidio cada año,
aproximadamente 4.000 personas.
No hacer nada, no es una opción.
Algunos voluntarios vienen y dicen: “no quiero preguntarles
sobre el suicidio, porque no quiero meter esa idea
en la cabeza de nadie”.
La verdad es que nosotros no podemos meter esa idea
en la cabeza de nadie.
Nuestra forma de evaluar a alguien es a través de la conversación.
Hay algunas pequeñas preguntas que podemos hacer en el proceso,
pero todas las cosas que habéis aprendido
con nuestra capacitación sobre validación,
el refuerzo de la comunicación
y la normalización de las experiencias con las personas,
seguirán estando presentes, incluso en una llamada
en la que se hable del suicidio.
No vamos a empezar cada llamada preguntándole a esa persona
si está pensando en suicidarse o en acabar con su vida.
Esos sentimientos de desesperanza e impotencia
a veces nos dicen que se siente una carga.
Nos dicen: “las personas en mi vida estarían mejor sin mí”.
Cuando oímos esos comentarios, y resulta evidente que alguien
está desesperado y que tiene esos pensamientos,
entonces les hacemos esa pregunta directamente.
Entonces, la primera pregunta es: “¿está pensando en el suicidio?”.
Y con la siguiente pregunta intentaremos averiguar cuánto tiempo
lleva pensando en el suicidio,
porque el tiempo que alguien lleva
pensando en eso puede cambiar su nivel de riesgo, de bajo a medio.
La tercera pregunta que haremos a continuación es:
¿tiene un plan sobre cómo quitarse la vida?
Y si alguien nos dice “sí, tengo un plan”.
“Creo que tomaré una sobredosis de mi medicación”,
entonces nuestras preguntas serán más concretas.
Le preguntaremos por sus medicamentos y por dónde los tiene en ese momento.
El número de personas con ideas suicidas en Estados Unidos,
probablemente llegue a millones.
Si la ideación se tradujera siempre en actos suicidas,
la tasa de suicidio sería astronómica.
Suena muy extraño cuando se dice, pero la mecánica de provocarse
la muerte es algo a lo que, en mi opinión, todo el mundo
le tiene mucho miedo, como es natural.
En el lado izquierdo del modelo, se hace énfasis
en los estados específicos del sufrimiento psicológico;
a saber, la carga percibida y la pertenencia frustrada.
Eso conduce a la ideación suicida, solo a la idea.
Nada más, solo al pensamiento.
¿Quién puede hacerlo?
Personas que, de una forma u otra,
han desarrollado una capacidad inusual para soportar el dolor físico
y para mirar a la muerte de cara, sin pestañear, ni retroceder.
Para ser agente de la ley, bombero o soldado,
y en muchos otros ámbitos de la vida, se necesita esa cualidad,
que en ese contexto es realmente admirable,
incluso podría ser heroica.
A lo que me refiero es,
que cuando entran en contacto con otras variables,
como son la carga percibida y la pertenencia frustrada,
esa capacidad se transforma en algo,
que puede ser muy peligroso, triste y letal.
¿Preparada?
Hola, Centro de ayuda.
Hola.
Sí, soy Candice.
Muy bien.
¿Cómo estás tú?
Creo que mi experiencia personal me facilita las cosas,
porque creo que tal vez me aterrorizaría escuchar
algunas de las emociones que expresan,
si no supiera personalmente cómo te sientes cuando experimentas
esas emociones.
¿Tiene un plan o un medio?
¿Le dijo cuál era su plan?
Pero una situación potencial de vida o muerte,
creo que resultaría un tanto aterradora.
Sí, eso no significa que ella lo intente necesariamente,
pero el hecho de que se sienta de esa manera y lo diga,
indica que está pasando por muchas cosas en este momento
y que está pasando por un momento muy duro.
Hola, Centro de ayuda
De acuerdo.
Para asegurarnos de que hablamos de lo mismo,
¿es su hijo quien le preocupa?
¿Y que edad tiene?
¿18?
Bien, ¿y dónde está él ahora?
Disculpe, ¿puede repetirlo?
Y luego, hace solo 10 minutos,
¿se fue corriendo por la carretera?
¿Y lleva mucho tiempo diciendo que quiere suicidarse,
o empezó hace poco tiempo?
¿Y dice que tiene 18 años?
De acuerdo.
¿Ahora está en el instituto o en alguna escuela?
Vale, sí.
Y ha mencionado que él le ha dicho que quiere suicidarse.
¿Le habló de algún plan o una forma de hacerlo?
De acuerdo.
En lugar de llamar al 911,
puedo derivarla a una unidad de crisis móvil.
Ellos podrán ayudarle sobre el terreno,
pero no es una llamada al 911.
Otra cosa que también puede hacer es llamar a los servicios policiales,
pero a una línea de emergencia que no es el 911.
¿Ha oído hablar de eso?
Bueno, él es quien tiene que tomar esa decisión para recibir ayuda.
Él tiene que estar dispuesto a hacerlo.
Pero, mientras, hay cosas que usted puede hacer que podrían ayudarle
a tomar esa decisión, y.
Puede que ya esté haciendo algo.
Lo más importante es que esté dispuesta a ayudarle,
pero sin abrumarle, ofreciéndole su ayuda.
De nada.
Suerte.
Gracias.
Vaya, ha sido una llamada muy intensa.
Sí, muy intensa.
Lo siento por hacer tantas preguntas.
Es difícil, porque siento mucha curiosidad.
Bueno, no, está bien.
Cuando ella dijo que él se había ido corriendo, yo pensé.
Sin zapatos ni nada.
Sin zapatos, sí.
Porque sonaba como.
Ya sabes, tal vez no vuelva o algo así.
Y yo tuve una experiencia parecida y no acabó bien.
Mi hermano y yo estamos muy unidos desde que éramos niños.
Somos los mejores amigos, básicamente.
Un año después de que regresara de la universidad,
durante las vacaciones de invierno,
tuvo lo que llamaron un brote psicótico.
En cierto momento, él salió de casa corriendo.
Mi padre tuvo que llamar al 911,
porque no sabíamos qué otra cosa podíamos hacer.
La policía lo detuvo, lo puso contra su coche
y lo esposaron.
Lo llevaron al hospital contra su voluntad,
y eso no es lo ideal.
Él nunca lo perdonó.
Todos lo lamentamos, mi padre, mi madre, yo, pero en aquel momento
no sabíamos qué hacer.
Creo que ya han pasado tres años desde que se medica
y el tratamiento le ha ayudado a mantener estable
su estado de ánimo.
Y él ha asumido y se ha adaptado muy bien a su situación.
Es muy abierto al respecto, y lo es con otras personas
que han tenido problemas de salud mental.
También es la recta final para ti, el último año.
¿Cómo te sientes?
Es un largo viaje.
La línea de meta por fin está cerca.
Es fantástico, porque hubo momentos en los que parecía que era algo
que no podría conseguir.
No sé si alguna vez tuvo pensamientos suicidas,
pero la idea de sentirse perdido y desesperado,
sin duda estaba presente.
Lo que Drew comparte prácticamente con cualquiera
que piense en el suicidio es esa sensación de soledad
y de impotencia en esa situación.
Es posible que conozcan, que vean y hablen con gente
todos los días, pero realmente no sienten que estén comunicándose
con ellos.
No sienten que la gente realmente los entienda.
Yo creo que, por lo general, muchas personas lo intentan.
Quieren aconsejar y decirles qué hacer.
Tal vez hayan pasado por esa situación y conozcan algo
que a ellos les funcionó.
Pero, en última instancia, la mayoría de las veces,
ayuda más escuchar, comprender, y reafirmar lo que ellos dicen
para que sepan que los comprendes y que hay alguien que entiende
su situación.
Y quizá, no darles ningún consejo si no te lo piden.
Ser para alguien un genuino oyente activo y estar dispuesto
a escuchar, es lo más importante que podemos hacer para ayudar
a las personas, que están pensando en el suicidio.
Muy bien, la vida real.
Hola, Centro de ayuda.
Hola, ¿cómo estás?
Siento oír eso.
Me temo que no.
Yo soy Sophia.
¿Sí?
Lamento oír eso.
¿Quieres hablarme un poco sobre lo que estás pensando?
¿Te importa si te pregunto si ahora tienes la cuerda contigo?
¿Dónde exactamente?
¿Te sientes
a salvo teniéndola ahí mientras hablamos?
De acuerdo.
Vale.
Sí, te sientes muy.
Es duro sentirse tan solo y aislado.
Es.
Eso te puede pasar factura y
Yo creo que lo has hecho increíblemente bien hasta ahora,
porque unirte a un grupo de apoyo,
buscar un psiquiatra con el que trabajar
para superar los problemas y entender tu trastorno bipolar y
ser esquizofrénica, eso es mucho a lo que enfrentarse.
Creo que es increíble que hayas logrado llegar tan lejos
y me alegro de que hayas llamado hoy.
Y me alegro de que estemos hablando.
Espero que pases bien el resto del día
y que volvamos a hablar pronto.
Oh, Dios mío, no me siento bien.
No tenía ni idea de qué decir
en absoluto.
No tenía ni idea de qué decir.
Le pasan tantas cosas malas que no tenía ni idea de qué decirle.
No tiene familia, ni amigos, nada, y solo hablaba de lo sola
que se siente.
No sé qué decirle a alguien que está tan solo.
Oh, Dios mío, no puedo creer que haya reaccionado así.
Nunca fui una gran creyente en que existiera un poder superior.
No es que yo fuera atea, pero empecé a rezar.
Y si me preguntas ahora si existe un Dios,
por supuesto que hay un Dios y es un Dios bueno,
y fue Él quien me ayudó a superarlo.
Él me arrebató a esos dos chicos por alguna razón
y creo que por eso me levanté del sofá
no por mí, sino por Él.
Fue como, “vale, Tú me dejaste aquí,
soy la última que queda en pie,
así que debes tener una buena razón.
Voy a levantarme y voy a averiguar qué es lo que se supone
que debo hacer”.
Solía llamar a Zack “el último hijo de las flores”.
Habría encajado a la perfección en Woodstock
Ya sabes, le gustaba fumar marihuana, siempre estaba relajado,
nada le preocupaba.
Josh por su parte, se parecía mucho más a su padre.
Yo siempre les decía a todos: “Zack es mi favorito.
A ese chico no le conozco, por Josh”.
Fue un lunes.
Yo estaba en el trabajo y sentí una sensación horrible,
Volví a casa y recuerdo que me tumbé en la cama, sin quitarme el abrigo,
porque era enero.
No me quité el abrigo y seguía sujetando mi bolso
y, literalmente,
estuve con el teléfono en la mano seis horas y media,
recuerdo que tenía el teléfono
porque sabía que iba a recibir una llamada telefónica.
Y efectivamente, así fue.
De mi esposo.
Mi esposo lloraba y me dijo: “hemos perdido a un hijo”.
Y yo le dije, “¿a cuál?”.
Porque los dos tenían tendencias suicidas.
Después de aquello, Josh se vino a vivir conmigo.
Cuando se bajó del avión estaba hecho un desastre,
estaba completamente colgado.
Yo le dejé que se instalara esa noche y, a la mañana siguiente,
le leí la cartilla.
Le dije: “¿Sabes qué?,
vas a dejar lo que sea que estés tomando”.
Me dijo: “¿de verdad?
No puedo hacer eso”.
Yo le dije: “Vas a hacerlo.
No iré a trabajar y me quedaré contigo”.
Y lo hice, me quedé con él unos tres o cuatro días.
Él pasó por todo el asunto de la abstinencia,
pero al cabo de cuatro días estaba bien, ni siquiera creo
que fueron cuatro días, y
él, literalmente, me dijo: “bueno, si puedo dejar la cocaína, entonces,
¿sabes?, aún debe haber algo en mí, que quiere seguir adelante”.
Y creo que aquel fue un momento crucial para él.
Llamé a Alex y le dije, espero poder convencerle
para que vaya a verte.
Alex me dijo: “Está bien, me reuniré con él”.
Y lo hizo.
Se reunió con Josh durante ocho semanas,
mientras funcionó el programa, durante una hora,
dos horas, almorzaban
Josh quería mucho a Alex.
Y Alex quería mucho a Josh.
Sí.
Esta es mi nueva casa.
Este es el cuarto de estar.
Es muy grande.
La televisión irá allí.
Nueva, sí.
Este es mi tráiler.
Josh empezó un negocio de recogida de trastos
y yo puse la oficina en el sótano.
Él reformó el sótano para mí y quedó precioso.
Y esta es la puerta de mi madre,
así tengo un poco de privacidad en mi vida.
Yo llevaba su oficina
y él trabajaba y ganaba un buen dinero,
hasta el punto de que tenía empleados.
Soy Josh, de Recoge mis trastos.
Limpio tu espacio para que no tengas que hacerlo tú.
Hacemos lo que nadie hace.
Sí, soy Josh, el orgulloso propietario de Recoge mis trastos.
Limpiamos tu espacio para que no tengas que hacerlo tú.
Hacemos lo que otros no hacen.
Y pensaba que la vida seguiría así siempre.
Yo sabía que tenía un gran problema.
El cumpleaños de Josh era el 30 de agosto.
Él se negó a soplar las velas de la tarta, no aceptó mi tarjeta
de felicitación y no quiso coger mi regalo.
En ese momento, dije, “vale, se acabó”.
Y hablé con su novia y le dije: “Tienes que estar alerta,
porque ahora estamos bajo vigilancia de suicidio”.
Estuvimos prácticamente bajo vigilancia de suicidio
todo el verano.
Él no podía ir al baño sin que ella o yo nos quedáramos fuera,
porque había espejos y cuchillas.
Ella estaba en la ducha.
Yo había salido a hacer unos recados.
Él vio su oportunidad, calculó que disponía de 20 minutos.
Cuando volví a casa, vi que todas las luces del sótano
estaban encendidas.
Era mi espacio, y yo nunca las dejaba así.
Y cuando encendí la luz del despacho y vi el lavadero,
había algo colgando de una tubería.
Os enseñaré la lavandería.
Es muy grande.
Es enorme.
El 911 fue excelente.
Llamamos y en menos de cinco minutos ya estaban en casa.
Los podíamos oír ahí abajo.
Estuvieron allí unos 10 o 15 minutos, y luego salieron y me dijeron:
“lo sentimos, pero no pudimos reanimarlo.
Su hijo ha fallecido”.
Y nos dejó.
Nos tendió una trampa.
Y no sé de qué otra manera podría decirlo,
pero nos tendió una trampa.
Porque yo le dije a Julie: “Julie, ¿qué hacías en la ducha?
¿Como has podido?”.
“Aunque él intentara convencernos de que estaba bien
y de que no debíamos preocuparnos, no entiendo cómo has podido ducharte,
sabiendo que yo estoy fuera”.
Y ella me dijo:
“Pero Sandy, yo no sabía que tú habías salido”.
Y yo, “¿qué?”.
Ella me dijo “él me contó que tú habías decidido no salir
a hacer los recados y que iba a bajar a hablar contigo”.
Solo les cuento mi historia cuando sé que puede ayudarles.
Porque no se trata de mí.
A quién le importa si he perdido dos, diez o doce hijos.
Ellos han perdido a alguien y se merecen toda la atención.
Yo solo lo menciono por una razón: cuando se están hundiendo,
cayendo en picado, no entienden nada,
por supuesto que no lo pueden entender, es demasiado pronto,
y están perdiendo la esperanza, y eso no va a pasar en mi presencia,
porque yo sé que, al final, hay esperanza.
Yo creía que me encontraba un poco mejor
de lo que realmente estaba.
Henry, mi perro, que todos debéis ver, murió.
Acababa de pasar por una operación rutinaria
y volvió a casa conmigo y, a la mañana siguiente,
en mi apartamento, se atragantó.
Fue una experiencia traumática y una semana horrible
y de nuevo me encontré en un estado que me resultaba muy familiar.
Recientemente he dejado de trabajar como voluntaria
en el Centro de ayuda.
Para mí fue muy complicado tomar esa decisión.
Creo que yo no era consciente de la fortaleza
que es necesaria tener para poder hacer ese tipo de trabajo.
Quiero ser voluntaria y trabajar en el Centro de ayuda
cuando tenga la fortaleza necesaria para poder hacerlo.
Nada es seguro, la verdad, nada es seguro,
y, en cualquier momento, te puede pasar algo
o puedes perder algo.
Te puede pasar a ti o a alguien a quien quieres.
Y, obviamente, yo no estaba tan preparada como creía.
Fue como si en una semana pasáramos del “oh, no creo que realmente
vaya a ser para tanto”, al “oh, Dios mío, el mundo se confina”.
La verdad, todo pasó relativamente rápido.
El suicidio tiene mucho que ver con la desesperanza
y, cuando pasa algo como esto, creo que esos sentimientos
simplemente se hacen más intensos.
La desesperanza, la tristeza,
el espacio en el que estás
parece cada vez más y más pequeño.
Muchas de las llamadas que he estado recibiendo
eran para hablar.
Cosas como “me siento solo”
y “tengo miedo de salir a la calle”
y “no sé cómo adaptarme a todo esto”.
Estás disponible y les haces saber que no están solos en esto
y que la incertidumbre es real.
A veces, los números tardan un poco en llegar.
Debemos asumir que la gente está sufriendo más que antes.
Debemos asumir, que la gente se siente más aislada y más sola.
Cuando alguien estaba muy deprimido, las familias hacían el esfuerzo
de estar a su lado, y ahora eso no es posible.
Tenemos que hacer todo lo que podamos por llenar ese vacío.
Hola, Centro de ayuda.
Sí, te escucho.
He hablado con algunas personas que viven situaciones complicadas,
que están deprimidas, o pensando en suicidarse.
Definitivamente es
una batalla, incluso para mí.
Creo que estoy bastante bien, pero ha habido días
que han sido muy duros.
Es bueno reconocer que estás deprimido.
Son tiempos complicados para todos y simplemente sobrevivir está bien.
Ayer tuve que llevar mi gato al veterinario.
Pensé que iba a morir allí.
Cuido muchísimo a Bear
Bear era el gato de Josh.
Tiene 13 años y necesito que viva para siempre.
Supongo que solo estaré aquí una década más.
Para mí, este es tiempo perdido.
Podría estar ahí afuera viviendo mi vida y me lo están impidiendo.
No he llenado de gasolina el depósito desde el 15 de marzo,
porque no puedo ir a ninguna parte.
Me parece que ha sido más sencillo en las últimas semanas,
desde que hace más calor,
porque puedes salir a montar en bicicleta y, cuando sales,
sientes que formas parte del mundo.
Cuando estás encerrada, es muy duro.
Imagina estar en una pandemia en 1918, sin teléfonos móviles
para poder hablar por FaceTime.
Yo intento llamar a casa todos los días,
normalmente por la noche, solo para hablar.
Hola mamá, ¿cómo estás?
Estoy bien.
¿Y tú?
Estoy bien.
¿Qué tal el día?
Ha sido un buen día.
Relajada, haciendo muchas cosas que se suponía que tenía que hacer.
¿Sí?
A mi madre le encanta abrazar.
Para ella no ha sido fácil digerir la distancia física con sus hijos.
Tu hermano está bien, tu papá está bien,
tu perrito está bien.
Salúdales de mi parte.
Una de las cosas más importantes que he notado es, que cada mañana
me despertaba con ansiedad.
Eso ha sido muy duro,
porque es el resultado de vivir en la incertidumbre.
Yo creo, que quizá estoy bien preparada
para manejar esta situación por el tipo de persona que soy.
Todas las cosas que realmente me gustan hacer,
se han visto afectadas por esto.
Estoy deseando volver a lo de antes, pero no sé cuánto tardará
ni cómo será.
Yo estoy bien sola.
He pasado mucho tiempo así.
Todos morimos.
No le tengo miedo a la muerte.
Y cuando has perdido a alguien por suicidio u homicidio,
tampoco le tienes miedo a la muerte.
Cuando vivimos de cara a la muerte cada día,
somos más valientes, somos más fuertes,
estamos más dispuestos a ser espontáneos.
Además, no te vuelves paranoica como el resto del mundo ahí fuera.
Todos están paranoicos,
creen que van a contagiarse de coronavirus.
Hola. ¿Tara?
¿Puedes decirme cuándo fue tu pérdida?
Tres meses.
De acuerdo.
¿Y has recibido algún apoyo desde entonces?
No, vale.
Por supuesto, los suicidios continúan.
Aumentan cuando sucede algo como esto.
En tu correo decías, que quien murió fue tu hija.
No voy a negar que en algunos momentos ha sido duro.
Las relaciones sociales que tengo normalmente, ahora están ausentes.
La pandemia es la tormenta perfecta y me preocupan las personas
con problemas de salud mental y las que están en riesgo.
Gran parte del trauma y la ansiedad están relacionados
con no saber lo que el futuro nos deparará.
Me temo que este año, por primera vez,
vamos a tener 50.000 muertes por suicidio en Estados Unidos.
Son demasiados suicidios.
La gente está preocupada por la economía,
por su trabajo, por sus amigos; está aislada de sus amigos.
En Estados Unidos se vende más alcohol, más armas,
El 11 de septiembre fue, por supuesto, muchas cosas,
pero fue una tragedia, una crisis.
La tasa de suicidios debería haber aumentado
el 11 de septiembre, porque había angustia, preocupación,
pánico, pero también existía una sensación palpable de comunidad,
de unidad, en un momento de crisis.
Yo espero que gran parte de esta angustia que estamos viviendo
no se traduzca necesariamente en conductas suicidas o en muertes,
porque también hay factores protectores.
Voy a ser sincera, yo intento no
pensar demasiado en el futuro y
esa es mi táctica en este momento.
Ha habido días en los que he sentido pánico pensando en cuánto tiempo
podría durar esto y en cómo iba a mantenerme ocupada.
Alguien de la escuela, una consejera,
me dijo que no podemos sentirnos igual que antes,
que las cosas han cambiado y que tienes que ser
buena contigo misma y adaptarte.
Es todo un poco irreal, como que tu cama esté a dos metros
de distancia de tu mesa de trabajo.
Eso no funciona para todo el mundo y para mí no ha sido fácil.
Cuando pasas tanto tiempo sola, da igual quien seas,
te ves obligada a enfrentarte a ideas y emociones complicadas.
Durante mucho tiempo intenté resistir, parar,
esa era la respuesta que conocía, pero soy consciente
de que se puede reaccionar de otra manera,
simplemente aceptando todas tus emociones.
Mi objetivo es acabar mis estudios
y ser voluntaria en el Centro de ayuda cuando acabe.
Sé que quiero tener esa experiencia, sé que quiero aprender
de las personas de las que ya estaba aprendiendo.
Pero no sé cuándo será eso
y no me presiono en cuanto al tiempo.
‘Documentos TV’ aborda cómo la soledad, la incertidumbre y la desesperanza se intensifican en los confinamientos y aumentan el riesgo de suicidio. El estreno de esta semana muestra algunas de esas experiencias de sufrimiento, pero desde el lado de la esperanza, a través de voluntarios que ayudan a revertir las ideas de suicido.
En Canadá, las autoridades sanitarias han puesto en marcha centros de ayuda, atendidos por personas con experiencias cercanas al suicidio, que brindan luz a quienes solo ven oscuridad.
Contenido disponible hasta el 3 de marzo de 2021.
‘Documentos TV’ aborda cómo la soledad, la incertidumbre y la desesperanza se intensifican en los confinamientos y aumentan el riesgo de suicidio. El estreno de esta semana muestra algunas de esas experiencias de sufrimiento, pero desde el lado de la esperanza, a través de voluntarios que ayudan a revertir las ideas de suicido.
En Canadá, las autoridades sanitarias han puesto en marcha centros de ayuda, atendidos por personas con experiencias cercanas al suicidio, que brindan luz a quienes solo ven oscuridad.
Contenido disponible hasta el 3 de marzo de 2021.