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Soy de Sudán. Tengo 25 años.
Soy de la zona de Darfur, en el oeste de Sudán.
Mi vida está llena de cosas tristes.
Mi país está en guerra, arrasado.
Hay constantes conflictos entre las milicias.
De mi familia siguen vivos mi hermano y mi hermana.
El resto han fallecido, están muertos.
Estuve siete años viviendo en un campamento.
Allí, llevaban a los que se quedaban sin casa,
mi aldea fue quemada en 2004.
En el campamento, nos cuidaban, nos daban de comer.
Había mucha gente.
Fui a Libia, caminando por el desierto.
Me apresaron porque allí si no pagas vas a la cárcel
o te obligan a integrarte en las milicias.
Pude escapar y huir de Libia porque, al igual que en mi país,
la vida está llena de muertes; o luchas o nada.
Así que decidí arriesgarme a cruzar el mar.
Contacté con unas personas
y me pidieron dinero para sacarme del país por el mar.
Navegamos en peligro durante un día completo
unas 70 personas.
Como éramos muchos, estuvimos a punto de volcar.
Habríamos muerto si no hubiera llegado el Open Arms.
Al venir el barco, al salvarnos, hemos sentido una enorme alegría.
Como un sueño hecho realidad. Pero luego lo pasamos mal.
Tantos días en el barco, con poca comida,
sin que nadie quisiera recibirnos.
Yo nunca pensé en lanzarme al mar para alcanzar la costa.
Intenté convencer a los que querían lanzarse
para que no lo hicieran.
Les decía que habíamos llegado a Europa
y que pronto nos desembarcarían.
Que debían tener paciencia.
Después de este viaje comencé a sentirme seguro,
como si hubiera nacido de nuevo tras haber pasado tantas dificultades.
Nos trató bien el Ejército.
Nos dieron comida y bebida y nos atendió un médico.
Nos bajaron en Cádiz.
Luego fuimos a Córdoba, Sevilla, Madrid, y después a Toledo.
He presentado la solicitud de asilo aquí, en Toledo,
para quedarme como refugiado en España.
La gente es buena. Me reciben con todo el respeto.
Estoy contento en España.
La solicitud de protección internacional es única.
Las personas que llegan aquí solicitan protección internacional
y es a lo largo del procedimiento administrativo donde se determina
qué tipo de protección se le va a otorgar a esa persona.
El primer tipo de protección sería el estatuto de refugiado
que es para personas que no pueden volver a su país de origen
porque si regresan,
van a ser perseguidas por cinco motivos en concreto:
político, religioso, étnico, de nacionalidad
y la ley habla de determinado grupo social.
El segundo tipo de protección sería la protección subsidiaria,
que es para personas que no pueden volver a su país de origen
porque si regresan se van a encontrar una situación de guerra,
de conflicto armado,
ya sea interno o internacional.
También puede ser que si regresan,
pueden sufrir torturas, tratos inhumanos o degradantes,
o, si regresan, pueden ser condenados a pena de muerte.
En ese caso se concede la protección subsidaria.
Por último, la legislación española contempla
la posibilidad de, aunque se deniegue el Estatuto de Refugiado
y la protección subsidiaria,
otorgar una autorización de residencia por razones humanitarias.
En sí la ley no explica cuáles son estas razones humanitarias.
Nos tenemos que basar en la práctica administrativa y judicial.
Estamos en un centro de refugiados, de personas refugiadas, en Getafe,
un centro de CEAR
y forma parte de los dispositivos de primera fase
de personas que solicitan protección internacional
o bien de personas que llegan a costas
y forman parte del proyecto de ayuda humanitaria.
son personas que solicitan protección internacional,
solicitan asilo,
y por lo tanto entran a formar parte del sistema de asilo,
y entran a vivir en dispositivos de la primera fase de este sistema.
La estancia en estos dispositivos de primera fase son de 6 meses,
salvo algunos casos muy vulnerables
en los que se pueden solicitar prórroga por algunos meses más.
Actualmente tenemos plaza para 160 personas.
-Toda esta etapa supone que la persona solicitante
tiene cubiertas todas las necesidades básicas
y todas aquellas otras necesidades que puedan surgir
a los largo de esos 6 meses, 9 meses de estancia, por ejemplo.
Se cubre evidentemente el alojamiento, la manutención,
se cubre el vestuario, se cubren las ayudas de farmacia,
gastos sanitarios, gastos educativos...
-Las personas viven las 24 horas,
el centro es abierto en el sentido de que pueden entrar y salir
cuando quieren,
si van a pasar fuera más de x días hay que solicitar un permiso, eso sí.
La convivencia la verdad es que es bastante tranquila
a diferencia de lo que se pueda pensar,
viendo un centro tan grande como este.
Las personas que llegan son bastante tolerantes
y bastante respetuosas,
sobre todo, con los motivos por los que otros compañeros
salen de sus países.
-Los menores es verdad que probablemente son
los que mejor se adaptan a los cambios.
Vamos, seguro que son los que mejor se adaptan.
Y se dan situaciones curiosas en los centros
ves niños que interactúan, que aprenden idiomas
con una facilidad pasmosa,
no solamente el español
sino el idioma que habla el otro niño del centro.
Hay niños que vienen muy tocados...
O los adolescentes igual la adaptación es más compleja.
Pero en niños pequeños en edades tempranas,
yo creo que en un centro llegan a ser muy felices.
Y bueno, para ellos todo es juego, están rodeados de amigos...
-Soy de Marruecos. Tengo 35 años.
Hace año y medio que salí de mi país con mi hija.
Llegué a España en patera, a Algeciras.
Estuve allí en un centro de Acogida.
De allí me enviaron a Sevilla donde presenté la petición de asilo.
Tuve que marcharme de mi país
porque mi hija y yo estábamos amenazadas psicológica y físicamente.
No quiero entrar en más detalles.
Yo estaba muy deprimida,
incluso llegué a pensar en el suicidio.
Me decidí a coger una patera sabiendo el riesgo que asumía,
pero si conseguía sobrevivir me esperaba una vida nueva.
Yo no conocía a los que me trajeron. Eran una red.
Uno me ponía en contacto con otro, y este con otro...
Éramos un grupo de 110 personas. Nos repartieron en 2 pateras.
Pagué unos 40.000 dirhans, unos 3.700 euros, por mi hija y por mí.
Trabajando en Marruecos nunca habría podido pagar el viaje,
pero trabajé un tiempo en Arabia Saudí y pude ahorrar.
Aquí, en el Centro estoy bien.
Cada día después del desayuno llevo a mi hija al colegio,
y vuelvo para las clases de español y para otros quehaceres.
Luego recojo a mi hija para la comida y por la tarde acudo a consultas
o citas pendientes sobre mi proceso. Estoy bien.
-Estamos preparando ahora mismo unas hamburguesas de ternera,
que llevamos esta noche de cena...
En un rato las pasaremos a la plancha y las terminaremos al horno.
Aquí la carne siempre tenemos que hacerla mucho porque
como trabajamos con gente musulmana
donde tiene 3 normas fundamentales en su alimentación:
No comen nada de cerdo, nada de alcohol
y que no haya sangre en la comida,
entonces nuestra comida tiene que estar bien cocinada.
Siempre intentamos darle un guiño,
es decir, al final nuestra cocina es muy mediterránea.
Parte de la integración es ellos,
que ellos también aprendan a comer
lo que nosotros cocinamos aquí en España.
Pero a ver, estamos trabajando con gente,
con culturas completamente diferentes y paladares completamente diferentes,
entonces llegar a ese consenso,
sobre todo cuando está trabajando con todos los núcleos a la vez,
es muy complicado.
Yo vivía en la ciudad de Puerto Píritu,
en el estado de Anzoategui, Venezuela.
Nosotros teníamos una vida buena,
organizada, bonita, cómoda, en nuestro país.
No nos faltaba nada, casa propia, coche,
las comodidades básicas para que cualquier persona viva bien
y posteriormente que empezaron todas esas situaciones políticas,
económicas,
nuestra vida vino en declive
y tuvimos que tomar la decisión de salir.
Cuando nosotros salimos, en 2016,
estaba en pleno auge el referéndum revocatorio del gobierno.
Mi pareja en ese entonces, el padre de mi hija,
un político de oposición,
estaba fuertemente en el pueblo, en la ciudad,
haciendo su campaña para promover el referéndum.
Y entonces le decían muy sutilmente que si él no dejaba las cosas
que estaba haciendo en pro de una elección o del referéndum
para que la gente votara en contra del gobierno,
la iban a tomar en contra de nosotros,
iba a haber represalias.
Mi núcleo familiar es mi madre, mi hija y yo.
Cuando salimos mi hija tenía 6 años, mi madre de 63, y yo.
Pues tuvimos que, por el bien de todas,
sobre todo de la niña,
porque la niña era el foco de amenazas
en vista de que su padre no abandonaba
el afán de ir contra el gobierno.
Y nos dijeron que si no desistía en esa intención opositora
que ya lo próximo era la niña.
Uno se pone en el lugar de las personas que nos sirvieron
cuando llegamos.
Y uno quiere que esas personas a las cuales uno les sirve,
sientan la misma acogida, el mismo sentimiento.
Y en cierto modo uno retribuye lo que a nosotros nos dieron
cuando llegamos.
Nosotros llegamos con 5 maletas
y la expectativa de volver en unos meses, unas vacaciones cortas,
y resulta que ya no pudimos volver y con las 5 maletas nos quedamos
y con toda una vida atrás. Tuvimos que arrancar de cero.
-Yo soy Elena, que soy la abogada de CEAR
que va a llevar tu caso.
Además del apoyo del servicio jurídico
-ahora te voy a explicar los siguientes pasos que vamos a hacer-,
en CEAR también tenemos apoyo social, psicológico,
del área de empleo...
Y están todos los servicios a tu disposición.
Si quieres te explico un poco cómo es el procedimiento de asilo
en el que estás incursa para que lo entiendas bien
y son los siguientes pasos que podemos hacer.
Hiciste la solicitud de asilo hace tres meses.
Desde ese día que hiciste la entrevista
en la Comisaría de Policía,
se inicia, lo que llamamos el procedimiento de asilo.
Lo que sí es que, dure lo que dure la entrevista
hasta que te den la respuesta definitiva de tu caso,
tienes autorización de permanencia en España.
Pasados seis meses, autorización para trabajar.
Tienes derecho a la asistencia de abogado, en este caso yo,
asistencia de intérprete, si lo necesitas,
pero hablas perfectamente castellano, así que nada,
y también asistencia sanitaria.
Si te conceden el Estatuto de Refugiado
que en la práctica es una autorización de residencia y trabajo
de cinco años de duración,
un título de viaje,
que es como un pasaporte específico para refugiados,
con el que puedes viajar a cualquier lugar del mundo,
menos a tu país.
Además tienes derecho a servicios públicos de empleo, de vivienda,
en las mismas condiciones que los españoles.
Y algo muy importante:
Si te conceden el estatuto de refugiado,
tienes derecho a lo que se llama la extensión familiar.
A traer aquí a vivir contigo a tus familiares directos:
tus hijos, tu pareja y tus padres.
-Buenos días chicos. (TODOS): Buenos días.
-¿Cómo estáis? (TODOS): Bien.
Hoy vamos a empezar nuestra clase de español.
¿Qué día es hoy? (TODOS): Martes.
Hoy es martes...
El español es elemento fundamental y aparte transversal
porque consideramos que para poder desarrollarse
y desenvolverse en el día a día...
Amadú, ¿tú que compras en la farmacia?
-En la farmacia compras pastillas... o jarabe.
Vale. Pastillas y jarabe..
-Este programa se caracteriza porque van entrando periódicamente gente
según nos van derivando las compañeras,
y según van llegando ellos aquí, al país.
Entonces, en este grupo en particular tenemos gente
que lleva a lo mejor un mes y medio, o que llevan dos semanas.
Dependiendo del programa al que estén imputados cada usuario/a,
pueden recibir entre 5 horas semanales, hasta 15.
-Cuando quieras.
-Hola, ¿cómo estás? -Gracias, y tú qué tal.
-Se juntan en clase muchísimas nacionalidades diferentes,
muchísimas culturas...
Y claro, todo esto tenemos que tenerlo en cuenta,
a la hora de, programar nuestras actividades,
a la hora de expresarnos también,
cómo relacionarnos con cada uno de nuestros alumnos y alumnas.
En este grupo por ejemplo tenemos personas de Guinea Conakry,
de Costa de Marfil, de Marruecos...
Teníamos también un chico de Palestina...
Muchísima diversidad.
Ahora en el siguiente ejercicio vamos a colgar carteles
por la clase.
La segunda fase, pasan a vivir en pisos,
financiados por el programa,
pero ya a su nombre, gestionado por ellos.
Tienen que gestionar sus espacios, suministros, recursos económicos...
Esa fase va a durar, máximo, hasta los 24 meses
desde que empezaron el itinerario.
El apoyo sigue siendo muy estrecho por parte del programa
y de las entidades, en este caso de CEAR,
porque siguen estando monitorizados y acompañados por profesionales,
tanto sociales como psicológicos, caso que fuera necesario,
y aquí sí que entran los técnicos de empleo y la inserción laboral,
porque uno de nuestros objetivos es la inserción laboral.
Tenemos que tener muy claro que el final del itinerario
tiene que ser la consecución de ingresos propios,
bien sea a través de la consecución de un empleo,
bien sea con otras medidas.
Hasta que sean autónomos.
Hasta que estén en las mismas condiciones
que el resto de ciudadanos.
(VOZ EN OFF): Nací en Siberia Occidental,
tengo 44 años.
Viví en Rusia en diferentes sitios y últimos 11 años,
antes de abandonar mi país vivía en San Petesburgo.
Aquí vivo desde 2010.
Cuando entendí que soy gay,
poco a poco entendí que es muy complicado sobrevivir en este mundo
porque para ser así como soy tienes que tener doble vida,
tienes que mentir por todos los lados para que no te reconozcan
y no te molesten y no te golpeen,
que no te hagan bulling como dicen ahora.
Lo sufrí cuando era adolescente,
cuando era estudiante de Escuela de Enfermería,
lo sufrí porque varias personas han descubierto eso.
Y cuando estaba creciendo y me mudé a una ciudad grande como San Petesburgo
también tenía episodios de homofobia bastante fuertes
y mi decisión de abandonar mi país era cuando enfrente de mis ojos
han matado a mi amigo.
Hemos llegado a Madrid y ni conocíamos ni ciudad
y nada de nadie.
Hemos alquilado un hostal donde vivíamos los primeros 7 días.
Primeros días a la llegada de Madrid fuimos a Cruz Roja,
que nos han dirigido a la Oficina de Asilo
y luego a CEAR, de Oficina de Asilo a CEAR.
Y luego empezó este proceso.
Hemos conseguido un puesto en Centro de Acogida en Alcobendas,
donde nos han dado un sitio para vivir, comer y todo.
Es un apoyo enorme y nos esperábamos eso.
Pero estamos esperando los papeles durante dos años.
Seis meses estábamos estudiando castellano bastante duro y serio.
Después de 9 o 10 meses, ya hemos encontrado trabajo.
Llegamos en plena crisis a España,
y gracias a mi escuela de enfermería,
conseguí trabajo de auxiliar de geriatría
en un centro geriátrico donde me han cogido.
Yo empecé mi vida aquí..., autónoma digamos.
Solamente quiero ver mi a madre y a mi hermana.
Mi madre no acepta mi orientación.
Ella sabe, pero no acepta,
y cuando yo por ejemplo empiezo a hablar sobre mi pareja,
mis experiencias, ella calla, no dice nada.
Mi hermana sabe, acepta todo bien,
pero su marido totalmente no. Es homófobo.
Yo soy de Centroamérica,
no le puedo decir el país porque corro el riesgo de que me encuentren.
Yo tengo un año de estar aquí, en España.
He estado en pandillas yo,
y llegué bien fuerte a estar en esa organización.
Es muy duro porque uno de joven, lo captan,
lo obligan a adentrarse a ese mundo, y yo fui integrante obligado
por amenazas, amenazas que si yo no entraba en la pandilla
me iban a matar a la familia
y entonces yo cogí ese riesgo de meterme a la pandilla
porque yo tenía temor de que le sucediera algo a mi familia y a mí.
Nosotros vivíamos de las extorsiones del...
-es más la extorsión que la prostitución-,
y de la venta de drogas.
Sí. Soy consciente que me están buscando.
Yo no puedo correr el riesgo de irme de nuevo a mi país,
por qué, porque yo los dejé tirados a ellos.
Si yo llego de nuevo a mi país me matan.
O sea. esa es una norma de que hay reglas en las pandillas
de que uno no tiene que hacerlo.
A mí me dejaron muy golpeado la pandilla contraria.
Llevaba quemaduras, llevaba... como se le dijera,
que le metían el cuchillo, como se le dice aquí ―navajazos. ―
Así, y bien golpeado.
Entonces yo tuve que correr y gracias a Dios estoy vivo,
porque de milagro me salvé, porque eso era una muerte muy segura.
Según yo llegué, llegué bien tranquilo,
los policías de aquí son muy amables, me ayudaron para ir a comisaría.
Yo aquí estaba perdido, yo no sabía, de eso, que daban asilo,
yo vine aquí a trabajar.
Entonces, cuando me comentaron, me dijeron de que me daban asilo
y entonces me fui a comisaría a pedir el asilo,
y muy amablemente me dieron la cita.
Ahorita estoy esperándolo que me digan
que si me dan la residencia.
Yo tenía temor de que los pandilleros agarraran a mi familia,
pero gracias a Dios y gracias a España, que me ha ayudado,
que pude traérmelos para acá.
-Han vivido durante tanto tiempo bajo la amenaza,
bajo la persecución que, aunque están aquí,
están todavía reviviendo emocionalmente esa persecución.
Hay personas que naturalmente se liberan de esa parte emocional,
poquito a poco, sintiéndose seguras,
sintiendo que su entorno ya no es el mismo,
pero personas que años después, -y tenemos algunos casos así-,
siguen todavía sintiendo esa amenaza
y eso es lo que es el estrés postraumático.
Para mí, lo que me sorprende en el trabajo que yo hago cada día
es que en general son personas muy fuertes,
lo que pasa, y es lo que yo les explico,
están viviendo un momento especial de sus vidas.
Jamás diría que son personas frágiles,
porque en las situaciones que están viviendo,
yo siempre les digo,
si yo me viera a mí misma en esta situación,
creo que sería extremadamente difícil para mí,
así que precisamente son momentos en los que estas personas descubren
qué recursos tienen para afrontar un momento tan difícil.
-Soy Mauricio, de Bogotá, Colombia.
En el 2015, en noviembre, me vine aquí a España, a Madrid.
Me vine por razones de amenazas que tuve en el pasado,
experiencias con la guerrilla,
Tenía que ver con el tema de las tierras tomadas por la guerrilla,
y por supuesto que yo di parte de mi opinión
y eso fue lo que yo creo que no le gustó al grupo armado.
En la forma como, al finalizar el artículo el comentario
que yo personalmente di,
que me parecía muy bien que el gobierno colombiano
pusiera cartas sobre este asunto con estos delincuentes,
y todo este tipo de cosas.
Eso es lo que más que todo decía.
Y ahí empezaron ellos a hacerme preguntas,
a poner una bala en el revólver,
y le hacían así al tambor,
y luego me pusieron de nuevo la bolsa en la cabeza
y que me arrodillara al lado del hueco que había cavado.
La primera pregunta cuando yo la terminé,
me dijeron que de dónde era, que por qué estaba en el pueblo,
que qué hacía ahí...
Entonces, cuando el secuestrador llegó y apuntó y jaló la pistola,
pues ahí fue que yo realmente... Es un sentimiento espantoso,
porque a la vez como que la escuché pero estaba vivo.
Yo sé que si una persona le disparan, pues san se acabó,
y estar vivo eso es lo que más me asustó
porque ya sabía que me iban a hacer dos preguntas más.
Y luego empezaron a hacerme la segunda pregunta:
Una cantidad de cosas que me decían y yo les respondía;
me volvían hacer lo mismo...
Y hasta que hizo el click y no falló la bala
y ahí era como que no sabía que pensar.
Estoy vivo todavía.
Ya solo queda una y ahora qué va a suceder.
Y entonces fue la tercera pregunta igualita e hicieron lo mismo.
Pusieron la bala de nuevo y cuando no salió,
empezaron a pegarme con la pala, para asustarme.
Me advirtieron que ya sabía que tenía el hueco ahí.
No sé cómo me escapé de esta,
pero si ellos descubrían que yo estaba otra vez en el pueblo...
Básicamente me dijeron que me fuera inmediatamente del pueblo.
Yo tuve visa de turista, que son 3 meses,
y tenía que agarrar un avión de regreso a mi país.
El cual no lo hice,
el plan era quedarme,
pero no tenía documentación para poder trabajar en España.
Entonces fue para mí muy duro, yo no sabía qué hacer.
Y por consiguiente lo que hice fue
inundarme de nuevo en el problema que traje de Colombia
que fue el alcoholismo.
Hasta que conocí el grupo en el cual actualmente pertenezco,
de Alcohólicos Anónimos.
Y fue allí donde yo encontré las herramientas principales de ayuda
por medio del grupo que tengo.
Ellos se dieron cuenta de lo que me había pasado con la guerrilla,
con las FARC,
lo cual me traumatizó mucho, y ahí fue que me iluminaron el camino
acerca del asilo político,
"¿por qué no intentas el asilo político?",
y así fue que todo comenzó.
Me llamo Alain Diabanza.
Soy de la República Democrática del Congo.
He llegado a España en 2005 desde Marruecos.
Entré a nado en la playa de Tarajal, llegué a Ceuta
y de ahí solicité asilo para luego ubicarme aquí en Málaga.
Hace más de 20 años,
prácticamente 22 años que empezó la guerra del coltán,
la nueva guerra del Congo.
Y solo con la guerra del coltán
ya se calculan más de 8 millones de muertes,
gente que han tenido que morir para que unos pocos se enriquecieran
con el mineral que hoy en día
facilita la fabricación de los móviles, los ordenadores,
las tablets, o las televisiones de plasma,
y eso obliga a muchos congoleños a dejar el país,
si no quiere morir a fuego lento, ¿no?
Tenemos al lado un gobierno dictatorial
y luego al otro lado tenemos a los grupos rebeldes.
Ellos se pelean para ver quién coge la gran parte del país
para vender ese mineral.
Y cuando ellos se pelean,
quien paga los platos rotos somos nosotros, la población
que nos estamos matando por culpa de la bomba;
hay violaciones de mujeres;
hay niños que en lugar de estar en un colegio aprendiendo,
para el desarrollo del país,
les están llevando a la fuerza como niño soldado.
Y luego también el hambre:
Donde cae bomba, no llega ni comida.
Todo eso junto hace que uno diga: "Mira, aquí no tengo ningún derecho
para vivir dignamente como persona y busco otra oportunidad fuera".
Estaba obligado a elegir entre la muerte, el ataúd,
o huir del país.
En la montaña encontramos una comunidad de más de mil personas.
Son comunidades de Senegal, Costa de Marfil, de Congo...
Obviamente fui a vivir con la comunidad de Congo.
Y de ahí el objetivo es saltar la valla
para entrar a Ceuta o, entrar de cualquier otra forma.
Se puede entrar en patera o, a nado.
Yo intenté saltar la valla tres veces.
Pero era difícil, prácticamente imposible.
Un día decidimos entrar a nado desde la playa de Tarajal.
Utilizamos aletas, cámara de ruedas como salvavidas,
y luego aceite de oliva como traje neopreno.
Y la noche del 10 al 11 de marzo de 2005,
entramos en el agua nadando hasta llegar a Tarajal.
Son más o menos 4 a 5 kilómetros.
En medio del camino me quedé inconsciente.
Empezamos a decir entre nosotros:
"Vamos a descansar un poco, luego seguimos".
Fue como un pequeño sueño y al despertarme,
estaba ya en un hospital.
Vino la Guardia Civil a salvarnos y nos llevaron al hospital de Ceuta.
Allí, en Ceuta, solicité el asilo,
porque he tenido que abandonar mi país por culpa de la guerra.
Por ello solicité el asilo para vivir dignamente como persona.
-Buenas. ―Hola qué tal.
―Cómo va. -Encantado.
-Yo venía porque quería saber cuáles son los requisitos
para hacerme voluntaria de CEAR. ―Muy bien.
En primer lugar agradecerte por tu interés en nuestra entidad
y para ser voluntaria primero hay que tener más de 18 años.
Me llena de satisfacción saber que estoy dando
justo lo que yo había recibido:
ayudando a las personas que han tenido que huir como yo.
Como lo hice hace 15-17 años.
Podemos preguntarnos:
¿vale la pena arriesgar la vida para llegar a Europa,
a España en este caso?
Yo diría que sí.
Porque yo al meterme en el agua
tenía 50 % matarme y 50 % llegar a España
y cambiar totalmente mi vida.
Y por haber arriesgado yo he podido actualmente cambiar mi vida,
y no solo mi vida,
también he echando una mano a todos los seres queridos
que se han quedado en Congo.
-La acogida y la integración de personas refugiadas
es una obligación legal del Estado.
No estamos hablando de algo gracioso del Estado,
sino de algo legal y obligatorio.
-No pienso regresar a mi país.
Algún día me gustaría ver a mi madre,
pero sería mejor que viniera ella.
Creo que mi futuro está aquí, en España.
Dentro de poco espero conseguir un trabajo
para tener una vida digna con mi hija de 11 años.
-Yo dese el día 1 me encantó, es maravilloso.
Estoy muy encantado de España.
Colombia no lo veo ya, no, Colombia no.
-Estoy empezando una nueva vida.
Me concentro en estudiar español porque quiero trabajar
y desarrollarme como persona.
Espero, si Dios quiere, que todo cambie.
-Mi futuro lo miro aquí ya.
Y tengo miedo de que me nieguen el asilo.
Volver a mi país sería impactante para mí
porque no quiero regresar a mi antigua vida.
Yo vengo a superarme aquí, vengo a trabajar
y a seguir adelante con mi familia.
-Estoy muy, muy contento, muy libre aquí.
Estoy contento en todo lo que hago.
Contento de mis conversaciones, ahora no escondo mi orientación.
-A veces la gente piensa que nosotros como emigrantes,
como refugiados, venimos a quitarle algo a alguien
o que estamos viviendo de lo que otro trabajó.
Y realmente no es así.
Ciertamente que recibimos ayudas al principio,
pero nosotros damos un aporte a la comunidad, ayudamos a crecer,
ayudamos a impulsar una economía
que de una u otra manera estaba un poco en crisis.
Y todos losinmigrantes no venimos a dañar,
venimos a fortalecer.
Subtitulado por Accesibilidad TVE.
Cada día miles de personas se ven forzadas a huir de sus hogares a causa de conflictos y persecuciones. Hay más de 71 millones de personas desplazadas, una cifra sin precedente en la historia. Cerca de 30 millones son refugiados o solicitantes de asilo, personas que no pueden regresar a sus países de origen.
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