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Cuando yo me desperté me encuentro en una habitación
que no conocía de nada; la boca la tenía...
completamente seca.
Intenté abrir la puerta, estaba cerrada con llave;
a los pies de la cama había una maleta de cuadros verdes familiar.
Abrí la maleta; vi que había ropa de invierno,
verano, de otoño... Digo esto es para que me quede aquí mucho tiempo.
Y entonces había una ventana, y la ventana tenía barrotes.
Yo abro la ventana... y veo que pasan los coches.
Pero es que todos los coches ponía la matrícula MM,
y yo vivía en Barcelona. En ese momento descubro
que me habían traído... a Madrid.
¡Cómo se puede coger a una menor, ponerla una inyección,
llevarla a donde quieras, cambiarla de ciudad,
y meterla en un reformatorio?
Yo me fui al cuarto de baño; empecé a golpearme los pómulos
contra los azulejos, hasta que mi cara era un mapa morado.
Sabiendo que al día siguiente, al despertarme,
mi cara iba a ser morada. Esa era mi forma de protesta.
Y yo me levanté por la mañana con aquella cara y fui así a misa.
Callada.
La prostitución era una actividad legal,
siempre que se desarrollase en lugares cerrados.
Noexistía el delito, y entonces lo que...
lo que era incorrecto es dónde se realizaba,
que provocaba escándalo público;
el problema es que provocaba escándalo público.
Lo que querían que... recibiesen era un correctivo
y, supuestamente también,
supuestamente, sacarlas de esa actividad.
Recuerdo algo de la... de la fraseología del régimen
debían recibir un... trato...
de sedación del espíritu.
El Patronato de Protección a la Mujer
era una auténtica Gestapo a la española;
una verdadera Gestapo. Era una institución primero,
que dependía del Ministerio de Justicia.
Se dedicaba a cazar menores, a encerrarlas,
y a imponerlas un sistema de adoctrinamiento
en manos de las órdenes religiosas
que estaban auspiciadas por el mismo patronato.
Oblatas, trinitarias, adoratrices, monjas de la caridad, Buen Pastor,
la Orden Secular de las Cruzadas Evangélicas,
las de la Sagrada Familia...
A ver, a ver..
El patronato tenía varias figuras,
pero una de ellas eran las celadoras, las guardianas de la moral vigilante.
Estas celadoras paseaban... por la calle.
Calle, piscinas, bailes, bares, jardines.
En el momento que veían a una menor que ellas consideraban
que estaba en actitud sospechosa, llamaban a la Guardia Civil.
Yo sé que suena a pura psicodelia, pero esto era...
tal cual lo estoy contado. Entonces, venía la Guardia Civil
y las conducía...
al COC, Centro de Observación y Clasificación,
e ingresaban esposadas eh; esposadas,...
por llevar minifalda, porque tu madre no te quería;
por faltar una noche a casa O sea...
¿Qué disparate era esto?
Lo primero que les hacían, un examen ginecológico.
La que era virgen constaba en su expediente
como completa y, la que no lo era como incompleta. Este hecho era...
determinante para que la menor fuera conducida
a uno, a un reformatorio más o menos severo.
A veces está literal en sus historias clínicas,
Esta es una perdida, yo no puedo con ella,
a ver si ustedes me la reforman y me la educan.
Y las faltas pues son eso; que en el baile...
se deja abrazar, o llega tarde a casa.
Si pasa una noche fuera de casa desde luego, eso...
en los pueblos aquellos de... la España profunda,
era motivo de acabar en el patronato.
Cuando yo me vi ahí metida en aquel horror,
yo vivía muerta de miedo, porque me...
me había demostrado que podían hacer conmigo lo que quisieran,
y lo estaban haciendo, lo estaban haciendo.
1975.
No teníamos derecho a una llamada telefónica,
no teníamos derecho a escribir cartas porque estaban censuradas;
no teníamos derecho a nada.
Había una... una... serie de habitaciones con números.
A mí me encerraron en una que era el 33.
Te dejaban totalmente sola,
sin nada; ni bolígrafos ni... Nada.
En la soledad más absoluta.
Te metían un botijo y un orinal;
y así era como supuestamente se te domaba,
con el aislamiento.
Todo el problema es que yo no quería pasarme la vida
ni cosiendo a a máquina ni fregando el suelo.
Me negué rotundamente y dije que yo no cosía en una máquina industrial.
Yo no quería un trabajo estrictamente de mujer, yo quería estudiar.
De golpe me hicieron un aislamiento total y absoluto.
Las monjas no me hablaban; tenían prohibido a las demás
que me hablasen también; el hablar conmigo tenía que ser a escondidas
y con mucho cuidado.
Entonces, me hicieron un vacío horroroso en el que estuve casi...
un año y medio; no me hablaba nadie, nadie.
Como yo ya tenía 15 años... yo podía pedir que la patria potestad
se la quitaran a mi madre. Yo tendría que haber alegado...
abandono o algo. El caso es que a mí me dieron un papel en blanco
en blanco, para que lo firmara; una monja y una asistente social.
Y yo dije que de ninguna manera...
iba a firmar nada que estuviese en blanco.
Pues aquello me costó que me tuvieran en el patio una noche,
en Albacete, en invierno, a ventitantos grados bajo cero.
Don Doroteo Hernández, capellán mayor del cuerpo de prisiones;
fundador del Instituto Secular Cruzada Evangélica.
Don Doroteo, se dice que la prostituta
tiene difícilmente sentido de culpa. ¿Cree usted que es cierto?
-Esa pregunta... no puede responderse tan deprisa
como pudiera... parecer.
Podemos distribuir las...
pobres mujeres estas en dos grandes grupos.
El 80 %... son taradas psíquicas.
Algunas tienen... más concepto de responsabilidad,
y esto se prueba más que nada cuando... Por ejemplo,...
en uno de los reformatorios se les...
se les tienen unos ejercicios, unas conferencias,
alguna cosa que les hace entrar dentro de sí mismas...
Se les exponen los grandes principios morales,
la culpabilidad, su vida tan arrastrada que llevan,
y... ellas suelen reaccionar...
en un tanto por ciento grande bien.
Ciempozuelos era como... para ellas ese doble estigma,
la perdida y la loca, y para las instituciones
una confesión de fracaso
que había que atribuir no a la propia institución,
sino a algún factor dentro de la cabeza de esas chicas.
La situación es que era
así, muy muy paradójica, muy disparatada,
porque se pasaba de una sesión de terapia donde la palabra era libre
la palabra debía circular, a las cadenas.
Yo vi chicas que salían literalmente de estar con cadenas
a elaborar el Edipo,
y volvían otra vez.
Con lo cual, las que no eran tontas, sabían que aquello
era un cuento chino; que había que decir
lo que los médicos o las monjas querían escuchar
y luego hacer lo que podían.
Las fugas siempre eran lo mismo. Saltaban la valla,
que no era muy difícil, no llevaban dinero,
hacían autostop; pillaban camioneros,
y el truco era evitar el polvo hasta lo más lejos posible,
porque en cuánto las acostaban con ellas en el camión
las entregaban a la Policía.
Habían ejecutado a Puig Antich.
Había estado en unas manifestaciones en Madrid, durísimas,
y dije: bueno, voy a ayudar a una.
Entonces, dejé un abolsa de... baloncesto
con dos o 3000 pesetillas y un anorak.
Se llamaba Sara; no sé cómo se llamará ahora.
Que la vio, la robó, se fugó y esa no la...
no la pillaron; y creo que eso fue
la mejor contribución a aquel infierno que...
que pude hacer yo.
Yo nací en el año 51, en abril,
y soy hija de madre soltera.
Tengo una infancia...
pues de los años 50; de pasar hambre,
de... pasar mucha hambre;
de vivir en una casa donde no teníamos...
ni servicio ni agua ni nada...
Y bueno, cuando le dije a mi madre que...
que estaba embarazada, me dijo que no podía estar en su casa,
que... que a ver qué hacía.
Y un día me presenté y me tenía la maleta en la calle.
Me pilló mi hermano con mi novio en casa,
y entonces pues... me pegó a mí,
se pegó con él, y me sentí tan mal tan mal
que me fui a la farmacia y me compré un bote optalidón;
y me lo tomé.
Al padre de mi hijo, yo... Cuando me di cuenta
de que estoy embarazada, fui al cuartel y me dijo
que él no quería saber nada, que abortara;
y yo le dije que no, que yo no quería abortar.
Lo duro era salir a la calle, y los vecinos.
Yo era la prostituta, era... No me hablaban,
mis amigas me abandonaron todas,
y eso, llevarlo,... era muy duro.
Solo sabía que quería huir, marchar muy lejos, muy lejos,
donde nadie me conociera.
Yo, para mí, se me había acabado la vida.
Yo ya no tenía vida; entonces era como...
como un huir en busca de vida.
Lo primero que oí fue a una chica decir que no sabía...
de quién era su hijo, que a mí aquello me chocó;
otra que hablaba de la prostitución.
Entonces yo dije que me quería acostar y...
o sea, que quería retirarme; la monja lo primero que me dijo fue:
"aquí papá no paga, no estás en el colegio de pago,
aquí eres una perdida como todas y te sientas".
Lo más bonito que te podían llamar era puta,
y eso queriéndote mucho.
Siempre estaban por encima,
siempre estaban por encima, por encima de todo;
por encima de todo. Tú...
estabas allí porque evidentemente, habías sido una puta,
porque si no no estarías embarazada,
y... no te merecías no te merecías vivir.
Nuestras camas eran colchones de lana,
y tenías que dejarla como una caja de muertos.
A mí me deshicieron el primer mes 50 veces la cama, todos los días
Los suelos se fregaban de rodillas...
de rodillas,... con...
estropajo de esparto y jabón de lagarto,
y luego tenías que dar cera y, pulir cera;
todo eso con tu barriga.
Una vez que... terminaba la misa,
nos hacían que... nos pusiésemos de pies,
en la pared , y había unos...
unas sillas,
y unos señores sentados ahí.
Y esos señores se levantaban, venían, nos miraban,
te hacían darte la vuelta,
para verte cómo estabas; te miraban la cara,
te abrían la boca, te miraban los dientes;
te miraban a ver si tenías algún defecto o no,
digo yo, no sé, es que no se qué nos miraban.
Y entonces decidían si se quedaban con alguna de esas chicas.
Yo sé que el que se fijó en mí, él decía,
y las monjas que si era un viejo marqués, que tenía mucho dinero,
o algo así; yo...
dije que no, que no quería. Y él llegó a hablar con mi hermana
una de las veces que mi hermana,... y mi hermana le dijo que, o sea,...
que mis padres ni por asomo me... me dejarían nunca casarme
con una persona tan mayor fuera lo que fuera; que yo era una niña.
Mis padres sobre mí ya no tenían ninguna potestad,
por eso tuvieron que denunciar al patronato,
para recuperar mi tutela. Porque cuando la empezaron a pedir
lo que el patronato contestaba es que yo no estaba preparada moralmente
Yo todos los días todos los días entregaba cartas
y entonces me decían que mi familia ya se había desentendido de mí,
que yo me olvidara, que ya no me querían,
que no me querían ver y que dejara de escribir más cartas.
Es monstruoso, sobre todo porque...
lo cuentan funcionarias del propio patronato.
Cuentan lo que estaban viendo, cómo vivían estas mujeres;
eran castigadas sin comida, castigadas a hacer trabajos forzados,
sin lógicamente sin remuneración;
privadas de sus hijos, las castigaban con no ver a sus hijos
ni poder dar de comer a sus hijos. Era un régimen...
bueno, pues carcelario, lo mismo que estar en la cárcel
sin haber cometido ningún delito.
Las propias funcionarias... se quejan de...
la ingente cantidad de de trabajo, de horas de trabajo,
que hacen estas mujeres, embarazadas o recién paridas,
sin ningún...
sin ninguna remuneración, ninguna ilusión ni ninguna necesidad.
Porque no olvidemos que Peña Grande lo sufragaba...
el Estado con dinero público.
Incluso... se habla de de chicas que acaban bueno, pues...
con crisis de locura o de ansiedad, no sé cómo...
llamarlo, que... y ocurre algún, incluso algún caso...
de asesinato a sus bebés ¿no?,
en un momento de desesperación.
Hasta ahí llegaba... el horror que vivieron allí.
La hermana Mónica nos llevaba a rajatabla.
No podíamos... permitirnos el más mínimo desliz,
porque enseguida nos castigaba, ¿y nos castigaba con qué?
Con lo que más te dolía. ¿Qué te duele?
No te duele una hostia, no te duele una palabra mal sonante,
te duele no poder ver...
a tu familia; porque mi madre sí empezó a ir a verme.
Había... un par de paritorios,
y realmente, quienes atendían los partos eran las matronas,
que no sé si había dos o tres en ese año.
Realmente, el ginecólogo no aparecía, a no ser que hubiera una urgencia,
pero hasta que llegaba podía suceder lo que sucedía muchas veces,
que los niños morían en el parto.
-Fueron dos días de dolores de parto.
Yo creí que me moría y, de hecho la comadrona me decía, ¡bah!,
¡zorra! Cuando estabas debajo no lo pensabas. ¡Mira!
Cuando creas que te vas a morir no te mueres y das a luz.
Sin piedad de ninguna clase, era para que expiáramos nuestro pecado.
Creo que mi mente se averió... allí.
Es que fueron tantas, tantas cosas en tan poco tiempo...
las que tuve que... asumir. Yo no había matado a mi hijo,
yo no lo había abandonado. ¿Por qué se me trataba así?,
¿por qué se nos eliminaba no solo como madre, sino como mujer?,
si no habíamos hecho nada malo.
estas nuevas instalaciones con las que Auxilio Social
prosigue su cristiana labor de ayuda a los necesitados
y de protección a la infancia desvalida.
En los hogares de la obra viven en toda España
17.000 niños perfectamente atendidos
a los que se les proporcionan todos los medios necesarios
para su educación e instrucción, dando con ello cumplimiento
a las consignas falangistas".
Fíjate si somos buenos que acogemos en nuestro seno
a los hijos de nuestros enemigos, para adoctrinarles,
y que estos diríamos que tenían doble ración.
Y además, no solo para adoctrinar a los niños, sino...
para doblegar... a las madres.
Inicialmente, el caso de los niños
llamados perdidos. se inaugura con la presa política,
porque claro, no tenía ninguna defensa.
La presa insistía en... en reclamar ese niño,
pero... se perdía,
se perdía, y acababa en muchas ocasiones
para... para una...
una adopción irregular; adopciones irregulares.
¿A ti te gusta cómo te ha tratado tu familia?
¿Y?
No, s que si tú quieres que a tu hijo lo traten bien,
creo que lo deberías dar en adopción.
¿Por qué voy a dar a mi hijo en adopción?
Pues porque tú no le vas a dar a tu hijo una buena vida.
-Se convencía a la madre, se la acosaba si era... menor,
si era débil, si estaba mal,
si afectivamente estaba deprimida, si se sentía sola...
Se aprovechaba esa situación.
Lo que pasa es que se adoptaban de forma irregular... y previo pago.
Y a eso tú le puedes llamar venta o le puedes llamar lo que tú quieras.
Yo hablé con padres que adoptaron niños,
yo con tres personas más, cuatro. Cogimos a unos padres en la puerta,
un día, y les dijimos: ¡Ah!... Nos hicimos las tontas,
cuando ya estábamos denunciando.
¿Qué hacen? Venimos a por un niño; el cuarto niño
que nos llevamos de aquí. -Al doctor Vela, a Eduardo Vela,
le... le... le situamos perfectamente en Peña Grande.
Desde el año 61 que había abierto su cínica de San Ramón,
colaboraba, era colaborador
del Patronato de Protección a la Mujer.
Entonces él hacía... tanto cursos,
impartía cursos para las madres solteras en Peña Grande,
como pasaba consulta... uno o dos días a la semana
a las mujeres embarazadas que había allí.
Por ese trabajo se ganaba un dinero, y...
al final lo que yo digo,
el Patronato de Protección a la Mujer enviaba a las mujeres
a la trama de los niños robados, directamente al doctor Vela.
Estaba en casa y... y me dice mi cuñada,
Mari, levántate que te vamos a llevar a un sitio.
Y... cuando entramos por la puerta
y vi todas las rejas que había en este edifico
digo, ¡Dios mío, dónde me van a dejar!
Yo venía de estar encerrada toda la vida, desde los ocho años.
Y entonces me dije: ¿otra vez me van a encerrar?
¿Por qué, si yo no he hecho nada?
Mi hermano no, pero mi cuñada no quería cargar conmigo,
estando soltera y con un hijo,
y no sé dónde iría para... hablar con sor María,
que nos estaba esperándonos cuando llegamos.
La reconocí, y sobre todo cuando vi una foto
que están los dos, en blanco y negro; están los dos juntos,
el doctor Vela y sor María,
que era claro, de la época. Digo claro, es que son ellos.
El doctor Vela me reconoció dos veces;
una persona... desagradable, muy desagradable.
Y aquí es donde subían a los niños cuando estaban malitos,
y a los niños que daban en adopción.
Pero lo que sí oía mucho es que... los niños valían 200.000 pesetas
y las niñas 160.000; hasta para eso valemos menos.
Yo pensaba que es que eran las que daban en adopción,
no pensaba para nada que...
Incluso yo no oía a ninguna decir que le robaban niños,
o no me acuerdo.
No se me habría olvidado.
Yo pensaba que estaba en un sitio seguro.
La envolvieron en una sábana y dijo que pesaba un kilo y medio.
Yo... miraba mucho el peso, a ver si se movía,
pero es que allí no estaba la niña.
Cuando vino sor María al día siguiente por la mañana,
que me regañaba porque estaba llorando,
me dijo que la niña venía mal del corazón,
y que le había dado un infarto ocho días antes;
que le habían hecho una autopsia a la niña y...
llevaba ocho días muerta. Mi hermano le dijo
que quería ver el cuerpo de la niña, y dijo: la niña está...
Eso no se sabe lo que era.
Dice: era un feto de seis meses
y estaba deformado. Sor María dijo que...
que ya estaba enterrado en el jardín. Ya lo he pensado después claro,
que sor María ya lo tenía... dado en adopción
antes de nacer.
Decía: esta chica no tiene padres, no tiene nadie que la quiera,
dónde va a ir.
Yo el nombre de Peña Grande lo escucho por primera vez
en las Adoratrices de Madrid;
que llegaron dos chicas con el pecho vendado, y llorando,
bueno, llorando llegábamos todas, pero ellas se apretaban el pecho.
Luego en los lavabos vi que... que tiraban...
compresones, y entonces...
una de ellas me dice, venimos de Peña Grande,
hemos tenido un hijo y nos lo han quitado.
Ese documento procede del Patronato de Protección a la Mujer,
dependiente del Ministerio de Justicia, dirigido
a la maternidad de la Almudena.
Y un tal Manuel pide...
a Peña Grande un niño a la mayor brevedad
porque los procesos legales de adopciones
están sometidos a largos plazos de espera. Si se vendían o no
nunca lo sabremos, porque claro, no hay ningún papel que diga:
te vendí el niños... Eso no se dice;
pero que el sobrecito iba detrás con la monja,
disfrazado de obra de caridad para la congregación... ¡Hombre!
¡Hombre! Se lo iban a dar gratis.
Yo aterricé, encontré trabajo;
mis primeros meses en Peña Grande fueron...
hasta agradables; encontré compañeras embarazadas como yo;
hice buenas amistades. Era una mujer con un nivel de formación
y de conciencia muy grande,
y por tanto, siempre fui una privilegiada
entre la gente de Peña Grande. Mi parto fue, quizá,...
la primera ruptura mental que yo tuve con el centro
y con las monjas; mi primer acto de rebeldía,
de negarme a aceptar que yo era un conejillo de indias,
que era basura, que no merecía ningún respeto,
y que mi vida y la de mi hija no merecían ningún respeto.
Me dijo que lo mejor que podía hacer
era regalar mi hija a una familia que tuviera medios,
porque mi hija iba a ser más feliz con ellos que conmigo.
Y lo le dije: ¿usted cree de verdad
que el amor... que yo pueda tener por mi hija
es sustituible por dinero? Porque para mí no, evidentemente.
Y me dijo: es que si no lo haces, tu hija estará aquí pariendo
cuando tenga diez años.
Las monjas presionaban, y a veces tan exageradamente
que me hacía a mí preguntar qué ganaban ellas,
porque la respuesta es la del millón.
Lo lógico es que tú quieras que un hijo se quede con su madre.
Obligar a una mujer que ha sido,... a una niña,
que ha sido violada por su padre a volver con su violador
para que la vuelva a violar y vuelva embarazada otra vez a Peña Grande,
me parecía... ya me parecía espantoso.
Las echamos, claro que las echamos;
las forzamos a aceptar que si ellas trabajaban para el Estado,
tenían que cumplir la ley, y la ley es...
que la gente tiene derechos y, que ellas no pueden pisarlos.
Yo creo que el final es bonito.
Ver las ruinas, caer aquello, es ver caer a un régimen...
simbólicamente, es ver caer una forma de ver a las mujeres,
es ver caer una forma de ver a los niños,
es una forma también de ver caer la pobreza;
y eso éramos nosotros, mujeres pobres; éramos carne de cañón
en manos de un sistema que además nos despreciaba
y no nos valoraba.
Subtitulación realizada por Yolanda Fernández Gaitán.
El Patronato de Protección a la Mujer, una institución franquista que se creó en 1941 para velar por las mujeres caídas o en riesgo de caer, privó de libertad a miles de jóvenes españolas hasta bien entrada la democracia. En los reformatorios dependientes del Patronato se encerró, sin haber cometido ningún delito, a jóvenes consideradas díscolas, desobedientes o promiscuas; a chicas que escapaban a la ciudad huyendo de la miseria de sus pueblos o de la brutalidad de sus padres o a menores de edad que se quedaban embarazadas. Para ellas existió en Madrid, hasta 1984, la maternidad Nuestra Señora de la Almudena de Peña Grande, una institución supuestamente relacionada con la trama de bebés robados. Antiguas internas han empezado a denunciar las presiones continuas de las monjas para que dieran a sus hijos en adopción, y la sospecha de que esas adopciones se hicieron de forma irregular.
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