Hola, bienvenidos a "Bubbles",
el programa que os acompaña
a los mejores lugares del mundo
para el buceo recreativo.
Hoy vamos a las islas Maldivas,
en el océano Índico.
Veremos qué se hace
cuando la corriente es muy fuerte,
contemplaremos la mortandad
que causó El Niño
en los corales duros,
nadaremos en compañía
de buen número de tiburones
y disfrutaremos
de la tranquila existencia
de sus habitantes.
(EN INGLÉS) Bienvenidos
a Malé, "Bubbles".
(EN INDIO)
I love you.
Maldivas. Casi 1000 kilómetros
de norte a sur;
más de 1000 islas,
islotes y atolones
de los que sólo la sexta parte
están habitados.
Palmeras, playas de arena blanca,
aguas normalmente claras
y ricas en nutrientes...
Un paraíso.
Pero un paraíso amenazado.
Dicen los expertos que por poco
que suba el nivel del mar
a causa del efecto invernadero,
las Maldivas serán el primer país
que desaparezca bajo las aguas.
(HABLA EN INGLÉS)
En las Maldivas,
la gente escucha, sobre todo,
música que viene de la India.
Pero, cuando nosotros tocamos,
nos gusta tocar algo nuestro,
música nuestra.
Creo que, tal vez,
podríais escuchar
alguna de nuestras canciones.
Uuuuh... I love you.
Esta es mi antigua imagen.
Me gusta este disco;
en Malé, nadie viste así.
Sí, soy musulmán;
rezo... Rezo en casa.
Malé es la capital y también es
el lugar menos tranquilo
de un país muy,
pero que muy tranquilo.
Por más que el turismo
sea la principal fuente
de ingresos de las Maldivas,
la mitad del país está
todavía cerrado a los extranjeros.
Eso sí, todos los que llegan
pasan por Malé,
de modo que sus calles
tienen un cierto ajetreo,
algo imposible de encontrar
en cualquier
otro poblado maldiviano.
En ciertos momentos del día,
ese ajetreo se concentra
en el mercado de pescado;
industria turística aparte,
los maldivianos son un pueblo
esencialmente pescador.
No podía ser de otra manera
con ese océano inmenso
que les rodea.
Pronto veremos esos mismos animales
moviéndose vivos
en el ambiente
al que pertenecen: El mar.
Ya tenemos ganas de meternos
bajo el agua,
así que, sin perder tiempo,
embarcamos en el Madivaru III,
nuestra casa durante unos días.
Como las Maldivas son tan extensas,
hacer un itinerario es difícil,
aunque es la mejor manera
de conocer
los mejores puntos de buceo.
Hay que pensar en las distancias,
las corrientes, las mareas,
la visibilidad,
lo que se quiere ver...
Es como una especie de rompecabezas
no siempre fácil de ensamblar.
Mónica y Azeez, los dive masters,
aportan sus conocimientos
y, finalmente, decidimos
que daremos una vuelta
por el Atolón de Ari,
para luego regresar al de Malé Sur.
De buena mañana, ponemos proa
hacia el pequeño atolón de Rasdhoo,
para intentar encontrar
tiburones martillo,
bastante habituales en la zona.
(HABLA EN INGLÉS)
Esto es Madivaru,
una isla pequeña.
Esto es el arrecife de Madivaru.
Esto es el canal,
un pequeño canal.
Y esto de aquí,
otro pequeño arrecife.
Saldremos cerca de Madivaru;
esta es la esquina.
Saltaremos aquí
e iremos hacia abajo,
hasta unos 30 metros.
Estaremos unos minutos
en este área,
porque es famosa
por los tiburones martillo.
Ya en el agua,
una visión nos golpea:
El fondo es como una mortaja.
Prácticamente todo el coral duro
está muerto;
es la consecuencia
del calentamiento del agua
que ocasionó El Niño en 1998.
Pero hay color,
claro que hay color,
porque la vida sigue.
La fauna habitual del arrecife
ha tenido que adaptarse
a la nueva situación y lo ha hecho
sin grandes contratiempos.
Azeez insiste
en que prestemos atención
a este inusual jardín de anguilas.
Pero a pesar de la presencia masiva
de peces,
la desolación del paisaje
es grande,
sólo alegrada, de vez en cuando,
por la inevitable simbiosis
entre la anémona y el pez payaso.
Azeez nos indica la conveniencia
de separarnos del arrecife
e ir hacia el azul,
tal vez ahí tendremos
mejor suerte.
Queríamos ver tiburones martillo
y lo que encontramos
es un buen número de tiburones
grises de arrecife.
Aquí, en las Maldivas,
estos escualos son curiosos
y nada agresivos, aunque,
como siempre,
es mejor contemplarlos
desde una cierta distancia.
(HABLAN EN INGLÉS)
(HABLAN EN INGLÉS)
El blanqueo de coral,
a principios del 98,
es un fenómeno natural;
esto es algo
que ya ha estado pasando
durante muchos siglos,
pero sólo recientemente
hemos empezado
a guardar los datos científicos.
Creo que el blanqueo del 98
fue causado
por el calentamiento global,
un poco El Niño...
Un poco el calentamiento global
y también la influencia
del hombre.
De día, las extensiones
de coral duro muerto
son muy visibles
y dan una sensación de desolación;
tal vez de noche,
entre la oscuridad,
podamos ahorrarnos esa sensación
y disfrutar de la variada
y colorista fauna subacuática
de las Maldivas.
La falta de luz ayuda a maquillar
el escenario;
los haces de luz
de nuestras linternas
prefieren concentrarse
en las estrellas,
los peces... En los seres vivos,
antes que en los corales muertos.
Cada hendidura, cada rincón,
nos esconde una sorpresa;
nuestro cámara submarino
se recrea
con las largas patas
de esta gamba limpiadora,
cuyo nombre es bien curioso:
Gamba boxeadora bandeada.
Ni el sonido de nuestras burbujas,
ni la luminosidad
de nuestras linternas
alteran el apacible sueño
de este pez loro.
Las formas del espirógrafo,
combinadas con la oscuridad
y los haces luminosos originan
caprichosos juegos de luces.
Es muy gradual;
los corales pueden soportar
temperaturas altas
e incluso más salinidad
durante un cierto tiempo,
pero no durante períodos largos.
Las temperaturas fueron muy altas
por un período largo...
Puede que más de un mes.
Los corales no pueden soportar
tanto calor durante tanto tiempo.
Personalmente, creo
que los corales de las Maldivas
crecen bastante rápidamente;
he hablado con gente que controlan
zonas concretas de coral
y dicen que va deprisa.
Esto ya ha pasado otras veces;
no es la primera vez.
Los arrecifes de las Maldivas
ya han sido blanqueados
anteriormente;
tal vez, no de manera tan drástica.
Los buceadores
ya han visto eso antes;
he hablado con ellos
y me han dicho que han visto
una cabeza de coral recuperarse
en... Digamos... Tres años.
Así que no estoy
muy preocupada. (RÍE)
Desde Kuramathi,
un corto trayecto nos traslada
a Maaya Thila, en el corazón
del Atolón de Ari.
Objetivo: Ver tiburones.
Y aquí sí que los escualos
no fallan a la cita;
apenas nos tiramos al agua,
hay media docena
de elegantes tiburones grises
se acercan curiosos.
De vez en cuando,
algún puntas blancas de arrecife
también hace acto de presencia.
El fenómeno tiene su explicación:
Hasta no hace mucho
estas aguas de Maaya Thila
eran el escenario
de lo que se conoce como "feeding";
los buceadores se tiraban al agua
y el instructor de turno llevaba
una bolsa repleta de pescado muerto
que ofrecía a los tiburones.
Esta actividad está ahora prohibida
en las Maldivas,
pero, por lo visto, los escualos
aún se acuerdan de ella
y acuden habitualmente
a ver si los buceadores
les traen algún regalo.
En cualquier caso,
la riqueza de Maaya Thila
no sólo son los tiburones;
estas aguas albergan
una enorme variedad de fauna.
No en vano, las Maldivas
presumen de tener
el quíntuple de especies marinas
de las que hay en el Caribe.
Hay de todo.
Carángidos y peces ballesta campan
a sus anchas por estas aguas.
Muchos de estos animales
están ya acostumbrados
a la presencia de los buceadores;
la prueba la tenemos
en esta tortuga que,
a pesar de nuestra proximidad,
no se inquieta
y continúa comiendo como si nada...
Durante un ratito, eso sí.
Tantas inmersiones seguidas
requieren un cierto control;
Jaume explica a Musa
el modo de empleo
de nuestros ordenadores de buceo.
(EN INGLÉS) Esto es un ordenador.
-Sí.
-Aquí tenemos
la profundidad máxima,
la profundidad actual,
el tiempo de inmersión
y el tiempo que nos queda
sin entrar en descompresión.
En la parte de abajo tenemos
el tiempo que podemos estar
a esta profundidad
sin agotar la botella
y la indicación del aire
que todavía nos queda.
Hay que tener presentes
todos estos datos.
Repito: Es un instrumento muy útil,
pero el único que puede garantizar
la propia seguridad es uno mismo.
Confiados en la calidad
del material que utilizamos
nos lanzamos de cabeza
a una inmersión
que va a resultar
de lo más complicado:
El pecio de Halaveli,
no muy lejos de Maaya Thila.
Hay corriente, mucha corriente
y nuestro trabajo nos cuesta
conseguir agarrarnos en algunas
de las múltiples barandillas
del pecio.
La inclinación de las burbujas
demuestra la fuerza
de la corriente.
Una vez a bordo,
la estructura del barco hundido
nos ofrece suficiente protección
como para escapar
a la fuerza de la corriente.
No sin esfuerzo conseguimos
arrastrarnos hacia el interior
de la nave, siguiendo la estela
de un enorme mero.
Una vez dentro, las proporciones
del mero parecen aún mayores.
El animal nos mira tranquilamente,
sin inmutarse.
Entonces, advertimos la presencia
de una enorme morena.
No es muy habitual poder contemplar
estos animales
en toda su longitud,
sin que tengan buena parte
del cuerpo protegido
por alguna oquedad;
esta morena es residente,
lo que significa
que tiene establecida
su morada habitual en este lugar.
Cuando llega la hora de ascender,
sólo hay que dejarse llevar
por la corriente y el doni
ya nos recogerá en la superficie.
Desde nuestra embarcación,
divisamos un doni en construcción
sobre la playa.
Los donis son un elemento básico
e imprescindible
en la vida de los maldivianos,
así que pensamos
que será interesante
ver de qué manera son construidos.
(HOMBRE HABLANDO EN SU IDIOMA)
El constructor nos explica
que se trata de un puro trabajo
de artesanía,
que todo se hace a mano
y que no hay ningún doni
igual a otro.
Pueblo de pescadores
casi por obligación,
la economía de las Maldivas
se ha sustentado,
durante muchos años,
en este tipo de embarcación.
Más de 1000 islas repartidas
en 26 atolones,
sólo la sexta parte
de estas islas está poblada
y todavía es mucho menor
el número de islas
abiertas a los forasteros.
Pero todo cambia de modo lento
y casi imperceptible;
ya no sólo es el fútbol,
es también la televisión
y la influencia de los centenares
de miles de turistas
que, cada año, visitan estas islas.
Aunque hay algo
que todavía permanece:
Las Maldivas son un país musulmán
y cuando al atardecer
suena la llamada a la oración,
el visitante
debe abandonar la isla.
Entonces, los maldivianos
vuelven a quedarse solos,
con su serenidad,
con su tranquilidad,
con su apacible ritmo de vida,
junto al mar,
rodeados de mar por todas partes.
Cuando no hacemos
inmersiones nocturnas,
el final del día
es un buen momento para revisar
el trabajo hecho y examinar
lo que nos queda por hacer;
en ese aspecto, es importante
controlar el perfil
de las inmersiones acumuladas
que ya efectuamos.
Pasamos todos los datos
de nuestros ordenadores submarinos
a un ordenador de mesa
y vemos los niveles de esfuerzo
que hemos realizado,
las profundidades alcanzadas
y el consumo de aire.
En función de todo ello,
planificamos el tipo de inmersiones
que realizaremos al día siguiente.
El lugar es Fish Head,
también conocido
como Mingili Thila.
Se trata de un bajo
completamente aislado
en zona de corrientes habituales,
que destaca
por una enorme abundancia
de fauna submarina.
Enormes ranchos de pargos
de rayas azules
se mueven de un lugar a otro,
mientras que en el azul
es constante el tránsito
de especies pelágicas,
como este carángido.
Todavía no se ha terminado
de contemplar una especie
cuando ya hay que empezar con otra.
Este extraño pez mariposa
es un portaestandarte enmascarado.
Los peces payaso y las anémonas,
una imagen no menos bella
por repetida.
Para los aficionados
a los animales pequeños,
una gran variedad de nudibranquios
y babosas.
una gran variedad de nudibranquios
y babosas.
La zona más próxima al arrecife
es como un inmenso
y variado escaparate
de todo tipo de especies.
Esta morena de puntos negros
no parece muy complacida
con nuestra presencia,
mientras que, por el contrario,
multitud de peces
de todo tamaño y color
nos ignoran olímpicamente.
De vez en cuando,
topamos con ejemplares exóticos,
como este colorista
pez labios dulces oriental.
El elegante pez león
esconde su potencial venenoso.
Esta preciosidad es
el ídolo morisco.
Mientras que un raro pez estandarte
fantasma se acoge
a la vecindad de un pez soldado.
Comparado con otros puntos
de inmersión,
Fish Head no es muy extenso;
aquí, más que recorrer distancias,
lo que conviene hacer
es ir poco a poco,
deteniéndose en todos y cada uno
de los recovecos del arrecife
y disfrutarlos.
Cuando vamos a bucear
en corriente,
es muy importante no permanecer
mucho rato en superficie;
hay que bajar rápidamente,
ir hacia el arrecife
y usar las manos
para permanecer en algún lugar,
esperando a que lleguen los otros.
Es muy importante
bajar rápidamente;
si no, te puedes ir muy lejos.
Corrientes...
En más de una inmersión,
han sido un obstáculo
para nuestro trabajo;
nos han puesto difícil
la filmación...
Ahora, vamos a disfrutarlas.
El lugar es conocido
como Embudhoo Express;
el nombre lo dice todo.
Entramos en el agua
y, en un instante,
ya estamos a merced
de un chorro impetuoso y potente.
Nos hemos metido
en uno de los canales
que comunica el océano abierto
con el interior
del atolón de Malé Sur
y que se convierte
en un auténtico tubo de agua
a presión cuando el océano impulsa
millones de metros cúbicos
de agua limpia
hacia la parte interna del atolón.
En ese lugar, a veces,
la corriente supera
los cuatro nudos de velocidad;
contra esa fuerza
no se puede luchar,
así que hay que dejarse llevar
y disfrutar.
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