Sábado a las 13:30 horas
Mensaje firme y contundente del rey
ante la gravedad de la situación en Cataluña
y la deslealtad inadmisible, según sus palabras,
de las autoridades catalanas.
En su primer discurso institucional extraordinario
desde que accedió al trono, el monarca se comprometió
con la ley, la democracia, la concordia y la unidad de España.
Un mensaje contestado por el presidente Puigdemont,
que pidió mediación internacional
pero sin renunciar a la declaración unilateral de independencia.
Al discurso del rey, su repercusión y la situación en Cataluña
dedicaremos el programa de hoy.
Mensaje firme del rey
en la defensa de la Constitución y el Estatuto de Autonomía,
contundente contra las autoridades autonómicas
y decidido hacía los legítimos poderes del Estado
para que garanticen el Estado de derecho.
Ante la gravedad de la situación en Cataluña,
el rey fue contundente en la condena a las autoridades catalanas
por su reiterado, consciente y deliberado incumplimiento
de la Constitución y el Estatuto de Autonomía,
queriendo declarar ilegalmente la independencia.
Una conducta irresponsable, dijo, que puede poner en riesgo
la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda Espana.
Ante esta situación de extrema gravedad,
pidió que los legítimos poderes del Estado
que aseguren el orden constitucional.
Se dirigió al conjunto de los catalanes.
Sin respeto a la ley no hay convivencia democrática posible.
Apoyo especial para los catalanes preocupados por el comportamiento
de sus autoridades autonómicas.
Y al resto de los españoles, que viven la situación
con desasosiego y tristeza, les dijo:
Tranquilidad, confianza y esperanza.
Así hemos construido, aseguró, la España de las últimas décadas.
Serenidad y determinación.
Terminó refirmando el compromiso de la Corona con la Constitución,
la democracia y la unidad de España.
Como era de esperar, el mensaje real provocó multitud de opiniones.
El respaldo entre el llamado bloque constitucional
y la crítica entre el independentismo catalán,
especialmente del presidente de la Generalitat.
Fueron algo más de seis minutos de mensaje,
tras el cual las reacciones no se hicieron esperar.
Las primeras llegaron vía Twitter y fueron de todos los colores,
a favor y en contra.
Tras los 140 caracteres,
los comentarios, críticas y reconocimientos.
Entre estos últimos, el del presidente de Gobierno,
que calificó como magnífica la declaración del rey.
El rey ha dicho cosas muy sensatas,
la inmensa mayoría de los españoles se sintieron reconfortados
por sus palabras, las asumen en su totalidad
y, claro, dicen que no habló de diálogo,
si es que eso va de suyo.
Va de suyo, argumenta,
porque el diálogo se practica todos los días en democracia
y es que esa, que no habló de diálogo,
fue precisamente una de las críticas que se hizo a Felipe VI
desde algunos sectores.
En el PP, el acento lo pusieron en la defensa
que hizo de las instituciones.
De las acciones del Gobierno,
que es un Gobierno que está intentando defender
la legalidad y la legitimidad de nuestro Estado.
El mensaje real ha contado también con el respaldo
de PSOE y Ciudadanos, aunque con distintos matices.
Los socialistas destacan su llamamiento a la concordia.
La importante apelación realizada por su majestad el rey
a la concordia y el entendimiento entre todos los catalanes
y entre todos los españoles.
Desde Ciudadanos subrayan la defensa que hizo de la democracia
y recuerdan que no puede hacer más de lo que hizo.
Que nos marcó el camino, nos dijo por dónde ir,
que es defender la democracia y las libertades,
pero no olvidemos que el rey no hace política.
Algunas de las críticas más duras al mensaje del rey
llegaron desde Podemos.
Esta formación le acusó de tomar partido por las tesis del PP.
El PNV mostró perplejidad, preocupación y también decepción.
Un sentimiento de decepción por la ausencia de un gesto
que ayude a profundizar en la convivencia.
Y críticas también, parecía evidente,
desde el independentismo catalán.
Veinticuatro horas despues,
y a la misma hora y formato que lo hizo el rey,
el president Puigdemont respondía las palabras del Jefe del Estado
en la lengua, dijo, que sabe que entiende y habla.
Así no, con su decisión de ayer,
La respuesta del gobierno fue inmediata.
Puigdemont, dijo la vicepresidenta no solo esta fuera de la ley,
sino tambien de la realidad.
Para el PSOE, las palabras de Puigdemont
fueron absolutamente improcedentes.
La intervención del rey saltó a las primeras
de los medios analógicos y digitales nacionales e internacionales,
y fue objeto de editoriales y análisis.
En televisión alcanzó récord de audiencia.
Al día siguiente, en los quioscos, los periódicos editados en Madrid
destacaban el llamamiento del rey a restaurar el orden constitucional.
Para El País, "el rey ha cumplido con su papel,
con un lenguaje duro -decía en su editorial- pero necesario".
"El mensaje que los ciudadanos necesitaban", señalaba El Mundo.
Para ABC, "el rey marcó el camino al Gobierno
para tomar medidas excepcionales".
La Razón lo calificó de "valiente".
Otra lectura hacían los periódicos editados en Cataluña.
"El rey anima a defender las ideas dentro de la ley",
destacaba La Vanguardia.
Una frase que El Periódico también calificaba de acierto,
aunque no hablara de diálogo.
Más críticos se mostraban algunos de sus columnistas,
que hablaban de "vértigo"
y, sobre todo, periódicos nacionalistas
como El Punt Avui y Ara.
La mayor variedad de opiniones se vio en los medios digitales.
Para algunos columnistas, el rey perdió su capacidad arbitral
al seguir las tesis del Gobierno.
Para otros, el rey se jugaba la Corona y la ganó
porque no cabían concesiones.
Hubo quien culpó a los partidos y, sobre todo, al Gobierno
de situar al rey ante el abismo y quien alabó que Rajoy
buscará su respaldo.
Todos reconocen que ha sido el momento más difícil
para Felipe VI.
En el exterior, la prensa internacional destacaba
la firmeza del rey en su defensa del Estado de derecho,
pero también la gravedad que refleja la excepcionalidad del discurso.
Un mensaje en el que algunos echaron de menos referencias
a los heridos del pasado domingo.
12.421.000 espectadores,
un 76,7% de la cuota de pantalla de todo el país,
siguieron el discurso del rey la noche del martes.
Cataluña fue la Comunidad Autónoma
donde la intervención del jefe del Estado tuvo más audiencia,
con 2.853.000 de espectadores congregados
ante las distintas cadenas que la emitieron,
entre ellas TV3, que reunió a 918.000.
En términos absolutos, ocho de cada 10 catalanes,
un 83,5% de la cuota de pantalla, siguieron los seis minutos
de una alocución excepcional del Rey,
fue el primer discurso institucional emitido por televisión,
al margen del tradicional de Navidad.
Solo Aragón superó a Cataluña, con un 85% de share,
junto con Asturias, Andalucía y Castilla-La Mancha
fueron las Comunidades donde el mensaje del jefe del Estado
tuvo mayor seguimiento.
Donde menos, País Vasco, Canarias y Baleares.
Un discurso con cifra récord,
el más visto de la historia de la democracia,
que Felipe VI realizó desde su despacho de Zarzuela,
en un austero escenario, acompañado únicamente
por el retrato de Carlos III y las banderas española y europea.
El interés por el discurso del rey llegó, incluso, a los entrenamientos
de la Selección española de Fútbol.
Piqué se ha puesto como reto conseguir que dejen de pitarle
cuando juegue con la selección española, y algo va consiguiendo.
El rey se dirigió a los españoles en plena subida
de la tensión política y social en Cataluña.
Según el CIS, la preocupación por este tema
se ha multiplicado por tres y es ya uno de los 10 problemas
más importantes del país.
Colas para votar en un referéndum suspendido
y sobre el que, 45 minutos antes de empezar,
la Generalitat cambiaba el sistema de votación.
Al poco de abrir, empezaron los incidentes:
Policía Nacional y Guardia Civil entraban por la fuerza
a requisar urnas y papeletas.
El balance: 893 heridos, según la Generalitat,
y 430 agentes con lesiones, según Interior.
El Gobierno sostiene que ha evitado el referéndum.
La Generalitat condena el uso de la fuerza
y se siente legitimada por las urnas.
Con los Mossos cuestionados por presunta desobediencia,
Puigdemont pide la retirada de policías y guardias civiles
desplazados a Cataluña.
Frente a los hoteles donde se alojan,
concentraciones e insultos contra los agentes.
El presidente de la Generalitat
hace un primer llamamiento a la mediación
para solucionar la crisis.
El Gobierno insiste: no hay diálogo si se vulnera la ley.
Reuniones extraordinarias en Moncloa.
Mariano Rajoy cita, por separado, a Pedro Sánchez y a Albert Rivera.
El líder reclama al presidente que negocie.
Rivera le pide que aplique el Artículo 155 de la Constitución.
En Cataluña, paro general de 24 horas y protestas multitudinarias
por las cargas policiales del domingo,
y todos pendientes del Parlament, que fija pleno el lunes
para que Puigdemont desvele los pasos a dar tras el referéndum.
24 horas después, el Tribunal Constitucional
anuncia que lo suspende.
La CUP y las entidades independentistas
sostienen que en ese pleno habrá declaración unilateral
de independencia.
Puigdemont mantiene su compromiso
pero, asegura, con la puerta abierta al diálogo.
El presidente del Gobierno
le respondía que sobre la unidad de España no se puede mediar
y que la única salida pasa, insiste, por respetar la ley.
Puigdemont ha pedido informar el martes en el Parlament
para hablar de la situación.
Mientras, la vía judicial sigue su curso.
Ayer, en la Audiencia Nacional, declaraba el mayor de los Mossos,
investigado por un delito de sedición.
Comparecieron ayer el mayor de los Mossos
y los presidentes de las dos entidades independentistas,
todos investigados por un delito de sedición.
En Barcelona, un juez ha admitido a trámite
la denuncia de la Generalitat contra las cargas policiales,
afirma que los que fueron a votar no cometieron delito
y pide informacion sobre las instrucciones del operativo.
Cinco días después del referéndum,
Artur Mas reconocía a The Financial Times
que Cataluña no está preparada para una independencia real
y que no se trata tanto de proclamarla, dijo,
sino de convertirse en un país independiente.
El vicepresidente económico de la Generalitat
hablaba de ser consecuentes con sus compromisos,
pero desde la responsabilidad.
Muchos países, especialmente europeos, han mirado estos días
hacia España.
Tanto el referéndum como la actuación policial
han dado mucho que hablar.
El máximo responsable de derechos humanos de la ONU
pidió una investigación sobre lo sucedido.
Y, el lunes, la Comisión Europea señalaba que la violencia
no puede ser un instrumento en política.
Europa pedía diálogo y reiteraba:
El problema catalán es un asunto de España,
todos han de cumplir la ley y una Cataluña independiente
estaría fuera de la Unión.
Los líderes europeos mostraron su respaldo al Gobierno
y, ya con la situación más reposada, pleno en el Parlamento Europeo
con Cataluña sobre la mesa.
Se volvió a hablar de la actuación policial,
no a la violencia, pero con matices.
En el mismo escenario, el Parlamento Europeo, pero horas antes,
se vivía este momento.
Una eurodiputada de Izquierda Unida
que, al hilo de lo sucedido en Cataluña,
defendía el cambio de modelo de Estado.
Esto daba lugar a un rifirrafe con una eurodiputada de UPyD
que acababa con vivas al rey.
También en el Vaticano se vive con preocupación
la situación política que atraviesa España.
El papa Francisco, en conversación con el nuevo embajador español
ante la Santa Sede, reiteró su rechazo
a la independencia de Cataluña,
y mediar en el conflicto no está en su agenda.
Y con su conducta irresponsable, incluso, pueden poner en riesgo
la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda Espana.
El rey alertó y así ha sido.
La bolsa sufrió esta semana su mayor caída desde el Brexit,
castigando especialmente a los bancos catalanes,
como el Sabadell,
que se recuperó tras anunciar su traslado a Alicante.
Otros grandes, como Caixabank, Seat o Freixenet,
han planteado el traslado, mientras Gas Natural, entre otras,
ya lo han confirmado.
El Gobierno ha introducido una reforma
para facilitar ese tránsito a las empresas.
El sector hotelero alerta, además, del riesgo de cancelaciones,
y la Agencia Europea del Medicamento renunciará a su sede en Barcelona
si se declara la independencia.
El Fondo Monetario, por su parte,
advierte de que una incertidumbre prolongada en Cataluña
podría afectar a la confianza de los inversores.
El país no es ajeno a estos movimientos
y la prima de riesgo subió esta semana.
El rey, según señalan algunos medios, ha mantenido contactos
con las principales empresas del IBEX y los sindicatos,
para conocer su opinión y los efectos en la economía.
La incierta, grave y compleja situación en Cataluña
aconsejó al jefe del Estado salir del silencio prudente
y hacer una declaración institucional.
El rey Juan Carlos solo lo hizo en el 23F, el 11M,
tras la muerte de Suárez y al anunciar su abdicación.
Mucha era la demanda de que el rey volviera a hablar,
mucha era la gravedad de la situación,
muchos eran los riesgos.
Optó por arriesgar, pero lo justo.
Dio un paso más en la defensa de la Constitución y el Estatuto,
pidió serenidad, señaló a los culpables y ya.
Suficiente para unos, insuficiente para otros.
Pero, ¿podía haber ido más allá?
¿Hasta dónde llegar, por ejemplo, en el cumplimiento de la ley?
Incluso entre las fuerzas políticas llamadas constitucionalistas
hay diferencia de criterios.
Lo hemos visto.
En una monarquía constitucional y en una crisis como ésta,
el rey debe pedir y reiterar, como ha hecho,
que se respete la Constitución, la ley y el Estado de derecho.
No podría ser de otra manera.
Pero, a partir de aquí, comienzan los problemas
si no se quiere faltar a la neutralidad
o ser acusado de ello.
Reformar la Constitución no sería inconstitucional,
si se hace como marca el propio texto,
pero, de nuevo, no todo el mundo está de acuerdo,
no solo en la reforma, sino en el sentido,
oportunidad, momento y alcance.
Hablar de dialogo no es partidista, pero hasta dónde, entre quienes,
cuándo y con qué límites, ahí también hay discrepancias.
No solo sus palabras, también se juzgan sus gestos
si se entiende que amparan una movilización o respuesta.
Por simbólica que sea, sería cuestionable.
Como se cuestionaría si permitiera que sus palabras,
gestos, imágenes o actuaciones públicas o privadas
sean utilizadas con fines partidistas
o que alguien se escondiera tras él o su imagen.
Zarzuela tiene claro que las instituciones,
el Gobierno, el Parlamento o los jueces no están secuestradas
y, por tanto, pueden y deben actuar y que al rey le compete
arbitrar o moderar, pero ni decir ni hacer nada
que pueda interpretarse como injerencia.
Y es que no es fácil ser neutral si se quiere reinar
en medio de un ambiente de crisis y ansiedad.
A veces es casi, casi la cuadratura del círculo.
Pero ese es el papel del rey.
Un papel dificil cuando está en juego el consenso constitucional.
Su intervención fue, para muchos, contundente, necesaria
y en el momento oportuno.
La situacion era y es lo suficientemente grave
como para que la actitud del rey fuera enérgica,
nada contemporizadora, enérgica y de rotunda condena.
Está en juego el sistema constitucional.
Discurso contundente, incluso en los gestos
que, según los analistas, no puso en riesgo su papel moderador.
Sin negar un ápice de virtudes al discurso real,
yo aprecié una excesiva aproximación a las posiciones políticas
del Partido Popular.
Y el Gobierno también ha cometido errores.
Desde luego, quienes no tienen la culpa son las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad.
Pero el hecho es que hubo ciudadanos que también padecieron
y quizá un pequeño recuerdo, nada más, ¿no?
Reflexiones que analizan también si el rey abrió o no la puerta
Reflexiones que analizan también si el rey abrió o no la puerta
a la aplicación del Artículo 155.
El rey ya habló, ahora, aseguran, es el tiempo
de los poderes del Estado.
Puede hacer muchas cosas más, pero no con luz y taquígrafos.
No hay, por mi parte, la más mínima crítica
al discurso del rey, pero no lo desgastemos más.
Y de "Monarquía parlamentaria, cuestiones de presente"
habló Miguel Herrero de Miñón, miembro del Consejo de Estado,
en la Universidad Juan Carlos I.
Repaso a lo qué es e implica una Jefatura del Estado
y preguntas de los estudiantes sobre Cataluña y el rey,
sobre el discurso de Felipe VI que el ponente calificó de oportuno.
Herrero de Miñón dijo que quien asume la responsabilidad
de la acción política es el Gobierno,
y que el rey puede advertir, aconsejar, y también, explicó,
tiene la facultad de impedir.
Para Herrero de Miñón, el rey, en su discurso,
fijó tareas a todos los poderes públicos y cumplió con el papel
de garante del Estado de derecho que le reconoce la Constitución.
La crisis catalana ha sido el problema más grave
que se ha encontrado Felipe VI en su reinado.
Un tema presente desde que accedió al trono.
Se ha equiparado al 23F,
aunque las circunstancias de fondo son diferentes.
Desde el mismo día de su proclamación,
con el debate soberanista en marcha,
Felipe VI ha defendido la unidad de España
desde el respeto a la diversidad.
En esa España unida y diversa,
basada en la igualdad de los españoles,
en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley
cabemos todos.
Con ese mensaje, su primer viaje como rey fue a Cataluña
En sus más de tres años de reinado, Cataluña ha sido la Comunidad
que más ha visitado para apoyar a empresas, a los jóvenes
o para asistir a congresos.
Un tiempo en el que no ha ocultado su preocupación
en la medida en que la presión independentista
aumentaba en las instituciones y en la calle.
Me duele y me preocupa que se puedan producir
fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias,
amigos o ciudadanos.
Sin dejar de hacer llamamientos al diálogo y a la convivencia,
su gesto y su discurso se fue volviendo más serio
conforme se planteaban desafíos a la legalidad.
Respetar la ley es la fuente de legitimidad
y la exigencia ineludible para una convivencia democrática
en paz y libertad.
Tras la elección de Puigdemont,
el rey no recibió a la presidenta del Parlament
y, aunque en sus viajes el respeto institucional se ha mantenido,
la tensión ha ido en aumento en la misma medida
en que los independentistas seguían su hoja de ruta
sin atender a las sentencias del Constitucional.
En junio, en el 40 aniversario
de las primeras elecciones democráticas,
Felipe VI recordaba que, en democracia,
la ley es el camino donde se deben encauzar los antagonismos
y resolver los desacuerdos y las diferencias
mediante el diálogo y porque fuera de la ley,
nos enseña la historia, solo hay arbitrariedad,
imposición, inseguridad y, en último extremo,
la negación misma de la libertad.
Un mes después, el rey volvía a Cataluña
en el 25 aniversario de los Juegos del 92
y pedía recuperar el espíritu que hizo posible
la Barcelona olímpica.
Para entonces, las soluciones se veían difíciles.
En agosto, el rey viajaba a Barcelona
para transmitir su solidaridad tras el atentado.
En la manifestación era recibido,
junto al presidente del Gobierno, con pitos y abucheos.
En septiembre, tras la celebración de la Diada
y ante el mantenimiento del referéndum,
el rey aseguraba:
La Constitución prevalecerá sobre cualquier quiebra
de esa convivencia en democracia.
Fue su último mensaje
antes de la declaración institucional del pasado martes.
Es una de las ideas
que más se ha repetido en las últimas semanas.
El proceso secesionista catalán es el desafío más grave
a la democracia española desde el 23F,
una analogía que ha tomado más fuerza, si cabe,
tras el discurso de Felipe VI.
La comparación del escenario actual con el golpe de Estado
de hace 38 años, se basa, fundamentalmente, en dos pilares:
lo que tiene de desobediencia al orden establecido
y el papel que entonces tuvo el rey Juan Carlos,
que, se dice, consolidó su reinado y el que ahora tiene Felipe VI.
Entonces, Suárez había dimitido.
Crisis política, también económica,
resistencia todavía en parte del ejército
a la reciente democracia, terrorismo etarra,
tensiones nacionalistas que en los días previos al golpe
nos dejaron esta imagen.
La de los reyes de visita en el País Vasco,
abucheados por los diputados de Herri Batasuna
en la Casa de Juntas de Guernika.
También en un momento de crispación nacionalista,
Felipe VI era recibido entre abucheos en Barcelona
cuando se sumaba a la manifestación por los atentados
del 17 de agosto.
Más allá de eso, ambos escenarios poco tienen que ver.
En el 23F fueron militares
los que intentaron quebrar el orden constitucional
y el rey Juan Carlos se dirigió a ellos
como su mando supremo.
Hace 38 años, esas instituciones estaban sucuestradas
y el pueblo, mayoritariamente, a favor de la democracia.
Hoy los ciudadanos están divididos.
El golpe se resolvió en dos días.
La historia nos dirá cuánto dura este capítulo
que, por ahora, ya nos ha dejado
ese primer discurso extraordinario de Felipe VI.
Llegamos al final de un programa monográfico
dedicado a la situación en Cataluña y al posicionamiento de la Corona.
Una semana que el rey
ha dedicado en exclusiva a este asunto,
con una intensa actividad de despacho.
Tan solo una excepción
para felicitar a los efectivos de la UME,
que este jueves regresaron de México,
donde, en las últimas semanas, realizaron labores de ayuda
y asistencia a los afectados por el fuerte terremoto
que sacudió el país.
Así terminamos.
Volveremos el sábado que viene a la misma hora.
Hasta entonces, feliz fin de semana.
Mensaje firme y contundente del rey ante la gravedad de la situación en Cataluña y la deslealtad inadmisible, según sus palabras, de las autoridades catalanas. En su primer discurso institucional extraordinario desde que accedió al trono, el monarca se comprometió con la ley, la democracia, la concordia y la unidad de España. Un mensaje contestado por el Presidente Puigdemont que pidió mediación internacional pero sin renunciar a la declaración unilateral de independencia.
Al discurso del Rey, su repercusión y la situación en Cataluña dedicamos el programa.
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