2014
-Señoras y señores,
recibamos como se recibe a los campeones.
A la gran Alaska
y a un señor que viste de negro para parecer más delgado.
(Aplausos)
(Música)
-Hola, muy buenas noches.
Bienvenidos al programa de "Alaska y Coronas".
Aunque este tampoco caigo mucho quién es.
Es un programa de La 2.
Donde se da el arte, el "tronío", la belleza, lo que es la farándula.
Y temas culturales.
Por eso, me gusta estar aquí.
Porque yo lo cultural y el arte lo llevo siempre metido en la sangre.
De hecho, me he traído de casa una caja de eso. Un baúl y una mantilla.
De esas buenas que se llevan.
Y quiero que esté allí.
En el programa, con su decorado ese de madera tan bonito.
Ahora ya me marcho, que tengo cosas que hacer.
(Aplausos)
(Aplausos)
-Me estaba haciendo fotos.
(Aplausos)
(PÚBLICO) ¡Guapa!
-Buenas noches.
(Música)
-Nos hemos cansado casi más que trabajando.
-Muy contenta.
-Lo sois. En general, con todo.
Los estadounidenses nos caen muy bien.
Y todo lo que hacen está muy bien hecho.
Y aquí, está todo mal.
-Aquí vamos un poco por detrás.
Es normal. Supongo que pasará.
Que la irreverencia,
sobre todo en la comedia, pasará.
Podremos hablar de cualquier cosa.
Y podremos tener algunos programas que arriesguen.
Porque ahora mismo no hay programas así.
-Lo notó.
Es una clase de segunda división, por decirlo de alguna forma.
De hecho, en los Goya, por ejemplo,
es muy difícil que den premios importantes a una comedia.
Muy, muy difícil.
Este año ha pasado, pero porque había tres.
Pero creo que es complicado.
Todavía tenemos ese concepto de que cualquiera lo puede hacer.
Es verdad que en España como tenemos tan buen humor,
y gente con tanto ingenio,
incluso en todas las CCAA, si me apuras, hay gente muy graciosa...
A lo mejor pensamos que es mucho menos complicado.
-A mí me llaman humorista.
Esto debe de estar, incluso por la Seguridad Social...
-Somos artistas, toreros, humoristas y luego Carmen Machi.
(Risas)
(Aplausos)
-Nos meamos de risa, pase lo que pase.
Nos hace sufrir menos.
Es verdad que se nos olvida actuar.
-Se te va por el chiste.
Creo que sí.
-Tengo un recuerdo claro.
De niña no era graciosa.
(Risas)
-Llamé a mi madre y la dije:
"Mama, que me ha bajado la risa".
-No lo recuerdo.
Pero hubo un momento en el que me di cuenta,
pero ya era mayor.
Ya había tenido el periodo y eso, varias veces.
El periodo de la risa.
Me di cuenta que si me esforzaba un poco,
dependiendo de cómo contaba las cosas, hacía gracia.
A la gente le apetecía estar conmigo.
Ahora, no.
-A mí no me gusta hacer humor sobre alguien concreto.
Con nombres y apellidos.
O alguien que tenga una cara visible.
No me gusta hacer sangre,
no me gusta mofarme.
Pero todo el resto de temas me parecen susceptibles de hacer risa.
De hecho, no reímos de todo.
-Todo nos hace gracia.
Creo que hay una mezcla de vergüenza y risa que da más risa todavía.
Cuando no nos podemos reír.
Acordaos cuando íbamos al colegio.
Alguno no habrá ido,
que piensen otra cosa.
-Porque esa risa salvaje y contenida...
Eso es salud tremenda.
Si no podemos, mejor.
Porque la risa se mete para adentro...
-Claro, claro.
(Risas)
-Pero no estábamos hablando de eso.
La pregunta era otra y muy interesante.
Igual que un pedo.
Un pedo da risa.
Cualquier cosa.
La escatología. Son clásicos.
Alguien que se cae.
Antes de saber si se ha hecho daño o no, lo primero, te ríes.
Luego vas a ver.
(Aplausos)
-Tiene dos lados, dos vertientes.
Por un lado, nos estamos acostumbrando demasiado.
Entonces, se convierte en algo un poco cansino.
Por otro lado,
los que nos dedicamos al humor,
de momento, nos tenemos que esforzar más.
Creo que eso está muy bien.
-Sí, sí.
Es más inmediato.
A mí Twitter me gusta mucho por eso.
Porque es inmediato.
-No tengo Instagram.
Twitter me lleva mucho tiempo.
-Yo me hago pocas fotos.
-O nos estimula o nos hunde.
-Prefieres vivir al margen de la realidad para quedarte contento.
Es una opción muy buena.
(Aplausos)
-Son preguntas, de verdad, muy complicadas las que hacéis aquí.
Yo ahora vivo la vida lenta.
No estoy trabajando en televisión,
no porque no quiera, sino porque no lo ponen.
Me he dado a la vida lenta.
Yo paso de estas preocupaciones.
¿Qué es el humor?
"Tragedia más tiempo".
Lo compro.
-Aquí me estoy esforzando.
-Normalmente, cuando no trabajo en televisión,
en "La noche de Fuentes" tenía muy pocos minutos.
Tenía que ir muy rápido.
A medida que he ido avanzando, con más trozo de programa,
me tomo más pausas.
Ahora, que mi vida es prácticamente como de farera,
miro mucho rato.
Hago mucha carita.
(Risas)
-Cuando vengo aquí,
intento que no se me note.
El tema relajada.
(Aplausos)
-Por supuesto.
-Yo estoy bien.
No estoy pidiendo trabajo.
España, hay mucha gente necesitada.
Estoy bien.
Nunca me he puesto una meta, fíjate si seré vaga.
Nunca me he puesto una meta.
Nunca he tenido el sueño,
de cuando no trabajaba en televisión,
o cuando era una perfecta anónima,
he tenido la ilusión de ser famosa, de ser actriz.
De hacer algo como lo que estoy haciendo ahora.
En lo que se ha convertido mi profesión.
Pero nunca he dicho: "Me gustaría hacer tal".
Nunca he dicho: "Me gustaría presentar los Goya".
-Compro.
-Digo que no a cosas.
Me ofrecen muchas majaderías.
Como parece que estoy loca.
Como parece que estoy loca...
(Risas)
-Me ofrecen unas barbaridades...
Me hace mucha risa pero digo: "No gracias".
(Aplausos)
-Al hilo de la pregunta, si me ofrecen algo, volveré.
-Al hilo de la pregunta,
si me ofrecen algo, volveré.
-No.
Tengo ideas buenas.
(Risas)
-Se las he contado a gente.
Gente poderosa.
Pero no se arriesgan.
Es lo que hablábamos antes.
Tampoco es que tenga una idea que la haya dado empaquetada.
No.
Porque yo, vaga como soy, ofrezco poquito.
-Me gustaría, una cosa que sí me gustaría,
además de haber presentado los Goya dos años,
y haber compartido con gente del cine un poco de fiesta,
haciendo las parodias con un equipo de cine,
por ejemplo, me apetece hacer cine.
Pero no me apetece hacer de Eva Hache,
porque de Eva Hache hago siempre.
(Aplausos)
-Qué chulo.
-Me ha vestido un poco como una señora. Como una señora que soy.
-¿Puedo elegir alguno en el que hable yo sola?
Vale.
(Música)
-Hola.
-Muy bien, ¿y tú?
-No me digas que me vas a echar.
-Mónica.
(Risas)
(Aplausos)
(Música)
(Aplausos)
(Música)
-No me dice nada.
Ves las formas, ves las líneas.
Llevo tiempo ya mirándolo, pero no lo entiendo.
No me dice nada.
-Se llama Mario Guzmán.
Es auxiliar administrativo.
Tiene 45 años y dos hijos
y se niega a dejar de mirar este cuadro
hasta que lo entienda.
Entró en esta galería el pasado 3 de enero.
Se quedó mirando esta ilustración porque no la entendía. H
--Han
pasado dos meses desde entonces
y se niega a marcharse.
Hoy tampoco irá a trabajar,
no pisará su casa ni verá a sus hijos.
-Este señor entró a ver la exposición,
se quedó delante de un cuadro y ahora no se va.
No sabemos qué hacer con él.
Nuestro problema es que la galería es muy pequeña y ocupa espacio.
¿Le echo? No puedo.
El arte es así.
-Aunque lleva mucho tiempo sin ver a su familia
y ellos le echan de menos,
asegura que quiere captar toda la esencia de la obra de arte.
Sentir el clic interior que demuestre
que el pintor ha golpeado su alma.
-Hay un momento que sí,
que parece que lo entiendes.
Pero al momento siguiente
te das cuenta que no entiendes una puta mierda.
Nada.
Y lo malo es que todavía tengo...
De momento, me voy a centrar en este.
-Lo fácil sería irse, pero no quiere rendirse.
Cree estar cerca de entenderlo.
(Música)
-Lo interesante es que en cada cuadro te planteas un dilema moral.
Si estás demasiado tiempo mirándolo, vas a quedar como un cateto
porque parece que no lo entiendes.
En cambio, si lo observas poco también vas a quedar como un cateto,
porque da la sensación de que no lo aprecias.
Y esto ocurre cada vez.
-Mario es ajeno al dilema que se sufre diariamente
en museos de todo el mundo.
Asegura que abandonará la galería cuando entienda el cuadro.
Han optado por catalogarlo como parte de la colección.
Un ejecutivo ruso ya se ha interesado en adquirirlo por 2500 E.
(Música)
(Aplausos)
-Ahí va.
(Habla en inglés)
(Aplausos)
(Música)
(Aplausos)
(Aplausos)
(Aplausos)
-Es pura vanidad y el producto de una sociedad
que nos fomenta la vanidad.
Vivimos en una cultura individualista.
Una psicóloga estadounidense bautizó a esta generación
como "generación yo".
Hablaba de gente que fomenta el narcisismo.
Sobre todo, personas que necesitan de alguna manera
el manifestarse rápido y de una manera...
Bueno, efusiva.
Es una cultura muy efímera en la que te tienes que presentar a ti mismo.
En las culturas colectivistas no hacía falta.
El "Y tú de quién eres".
Eso produce que la intimidad se deshaga.
Que es lo que más interesante me parece del fenómeno "selfie".
Ya no es que te fotografías,
sino que te fotografías en tus actos cotidianos.
Para ser famoso tienes que vender tu intimidad.
Ese tipo de cosas salen en el fenómeno "selfie".
-Es algo parecido pero mucho más comprimido y más rápido.
Yo tengo autorretratos que nunca enseñaba.
Se ve la mano, y me auto disparaba.
Yo los titulaba "Conociéndome a mí misma".
El que enseñaba a todo el mundo era más trabajado.
Andy Warhol decía que todos deberíamos ser famosos,
aunque fuera un día en nuestra vida.
Nuestro amigo Pedro Pablo estaba loco con el Facebook.
Decía que todo el mundo confirma por fin, puede hacerse público.
Ahora todo el mundo puede expresarse creativamente.
Pero creo que hay una diferencia
entre un autorretrato de un artista...
-Nosotros tenemos la necesidad de mostrar cómo estamos.
Que el oyente ponga cara a lo que hacemos.
Pero viene bien la parte más frívola.
Es una cosa fácil.
Se lo haces llegar a la gente, tu público.
Te pueden seguir.
También es verdad que pueden cansar los "selfies".
Te puedes inventar cosas,
pero no hay mucha variedad cuando está tu mano aquí.
Luego, cuando no lo haces,
te dicen que no has colgado tu "selfie" de tu cara de miércoles.
Creo que es divertido.
No hay que darle más importancia.
La redes sociales son otro medio.
Puedes ser una estrella de Instagram,
y no por ello venir a un plató y ser una estrella de televisión.
Son medios distintos.
-Absolutamente.
En la madurez, Goya se hizo autorretratos,
pero cuando ya se habían hecho muchas cosas.
Primero ahora empiezas por el autorretrato.
Es el precio que pagamos por una sociedad individualista.
A cambio, tenemos más libertad.
Las culturas colectivistas
no tenían la necesidad de manifestarse todo el rato.
Pero eras esclavo del medio y la presión social.
El precio de la libertad es la superficialidad, curiosamente.
-He venido aquí a aprender.
Tengo que hacer una lucha
para conseguir no sé cuantos miles de seguidores y me estresa un poco.
Yo soy más tipo monje.
El autorretrato para mí ha sido una búsqueda.
Un intentar conocerme a mí.
Luego lo enseñaba y coincidía con la gente que se admiraba al verlo.
Yo me encuentro con la gente por la calle
y me piden que me haga una foto con ellos.
Me considero un pequeño trofeo.
-Lo acabo de hacer yo.
(Risas)
-Además nos hemos hecho uno con una jirafa fantástica.
-Y otra cosa es esto de que hay que hablar en inglés.
-Pero te haces 100 y eliges una en la que sales más mona.
Parece algo instantáneo,
y en realidad llevas una hora haciéndote una foto.
-La velocidad es esencial.
Hay un estudio que trataba de ver qué tienen los grandes líderes.
Buscaban entre 30-40 factores.
Llegaron a la conclusión de que había uno esencial,
la velocidad de palabra.
La diferencia entre Kennedy y otros políticos
es que Kennedy conseguía decir muchas palabras por minuto.
Te tienes que manifestar hacia el otro ya.
También a la hora de hacer cosas.
-En una cultura individualista lo que tienes que mostrar
es tu factor individual, lo que te hace único.
A través de un "selfie" muestras tu personalidad.
Haces algo distinto.
-Hay gente que pone enseguida "me gusta".
Es muy bueno para la autoestima.
-Hay que ser fuerte
y no tomarte las críticas mal.
Tengo una amiga a la que le sientan bastante mal los comentarios.
Es fácil criticar cuando no es alguien real.
Lo que tú tienes que hacer,
pienso, es no tomarse en serio los comentarios negativos.
Hay otra cosa que me parece muy curiosa.
Cuando comparto una foto cuidada,
más bonita, no tiene la misma respuesta que una foto real,
mal hecha, desenfocada.
Esta búsqueda de lo real, ¿no?
La gente quiere ver qué estás haciendo,
cómo lo estás haciendo.
-Volvemos a la velocidad.
Hay una cuestión generacional.
Nosotros todavía oímos música.
-Todavía vemos películas, no vemos solo series.
Tu público es más joven y va más rápido.
(Risas)
-Para hacerse un "selfie" tampoco necesitas mucho tiempo.
-Para hacerme uno aquí, me he hecho como 10.
-Como psicólogo, se supone que esas son las dos edades
en las que eres más espontáneo en la vida.
Son las dos edades en las que eres capaz de hacer una tontería
delante de una cámara y salir.
Por suerte, a partir de una determinada edad,
volvemos a ser jóvenes en ese sentido.
-Totalmente.
-Dentro de un año no va a existir.
Lo que es verdad, es que es un síntoma de la sociedad.
-Antes necesitabas que te hiciesen una foto.
Ahora, estás con el móvil y te la haces.
-Me ha pasado muchas veces estar hablando por teléfono
y buscar el móvil para hacer una foto.
(Risas)
-Yo creo que esto va a continuar.
No sé si sabéis el fenómeno de hacerse "selfies" con vagabundos.
Es horrible, bajo mi punto de vista.
-De pronto uno se la hace, hace gracia,
y ya todo el mundo busca esa foto, ese "selfie".
Igual que los "selfies" que hemos comentado antes, del culo.
Yo soy una adicta al deporte,
y en Instagram, a veces me siento un poco cochina.
A veces parece que estoy viendo pornografía.
-Creo que esa es la cosa buena,
la parte democrática.
Decían que el mundo no lo cambia las ideologías,
lo cambia las tecnologías.
Es la buena noticia.
-Quería añadir que en la exposición que tengo ahora,
en esa exposición hablo de dónde viene el mineral...
Es un horror.
Es como el cuento más horrible de la bruja,
del ogro, de lo peor del mundo.
(Aplausos)
(Música)
(Música)
(Aplausos)
(Aplausos)
(Aplausos)
-Gracias.
-Gracias.
(Aplausos)
-Estaba, hace muchos años,
en una librería de Nueva York firmando copias de mi primer libro.
Cuando se acerca una señora negra, demente,
y me pregunta si soy Martin Luther King.
Respondo sin si ni siquiera levantar la mirada.
Acto seguido, siento que algo se mueve en el corazón.
La mujer me había apuñalado.
Estas palabras pertenecen al famoso último discurso
de Martin Luther King.
Esa imagen de la librería captura nuestra imaginación.
Nos imaginamos todo.
Vemos a esa mujer.
Vemos el cuchillo.
Nos preguntamos quién es y por qué quiere matar a un negro.
Un negro que ha llevado su vida entera para la causa negra.
Es como un cuento de detectives.
¿Qué hace que un discurso sea un gran discurso?
No hay una fórmula.
Tampoco es posible explicar del todo
qué nos emociona y nos mueve.
Siempre hay un misterio en ello.
Pero hay algunos elementos recurrentes en un buen discurso.
Uno de ellos es un buen inicio.
Hay que entrar a saco.
A matar.
Exactamente, como ese cuchillo de Martin Luther King.
Porque la audiencia está expectante, muy atenta y deseosa de escuchar.
Sigamos con el discurso.
"El día siguiente,
una radiografía demostró que por 1 mm el cuchillo
no había perforado la aorta".
"El "New York Times" dijo que si hubiese estornudado hubiese muerto".
Un estornudo es la diferencia entre la vida y la muerte.
Detalles cotidianos, imágenes familiares
y ejemplos a los que la mente se puede agarrar
son muy buenos ingredientes para un buen discurso.
También es la vulnerabilidad del orador,
que lo hace más humano y nos acerca a él.
Sigamos un poco más.
"Menos mal que no he estornudado.
Estoy muy contento.
Porque si hubiese estornudado, no habría estado aquí.
En 1960 cuando todos los jóvenes del suceso
se sublevaron en los bancos de comida
pretendiendo lo mejor del sueño americano,
si hubiese estornudado no habría estado aquí".
Si hubiese estornudado no habría estado allí.
Repetición.
La repetición funciona.
Pero lo que más funciona de todo
es la implicación que tiene el orador con su material.
Porque si para él es vida o muerte, el trabajo de una vida,
nosotros también nos interesaremos.
Porque percibimos esa pasión como nuestra.
Y percibimos la verdad profunda que es para él.
Y esto vale para todos,
no solo para un concurso político.
Vale para una presentación de negocios.
Para un científico que ha tardado 20 años en descubrir una molécula.
Terminamos con palabras de Martin Luther King.
Percibe que la muerte se acerca.
Eso nos deja una visión.
"Esta noche no estoy preocupado por nada.
Sé que algo bastante dramático se va a avecinar.
A mí también me gustaría vivir una larga vida,
como a todo el mundo.
Pero esta noche no pienso en eso.
Porque he subido a la cima de la montaña
y he mirado alrededor y he visto la tierra prometida.
Entonces, ya no tengo miedo y no me preocupa nada.
No tengo miedo a ningún hombre porque he visto la tierra prometida.
Además, sé que nosotros, como pueblo,
vamos a llegar a esa tierra prometida".
Nos apasiona un orador que primero nos da una esperanza
y segundo, dibuja un mundo que me interesa
y donde yo quiero participar.
Hoy se dice,
y se ha dicho durante mucho tiempo,
que una imagen vale más de mil palabras.
Estamos en este programa donde reactualizamos todo.
Hay que reactualizar eso también.
Como estos "selfies" que hemos visto,
y volvemos a ver en estas pantallas que nos rodean.
La imagen se vuelve genérica.
Es la palabra la que vuelve a dar significado a las palabras.
La que hace que cada historia sea diferente.
La palabra es lo que marca la diferencia.
Kennedy decía que solo hay un motivo que valga la pena
para que alguien se levante delante de un público y se ponga a hablar.
Ese motivo es cambiar el mundo.
No hace falta ser Kennedy
o Martin Luther King para hablar a un grupo de personas
o a una persona,
influir en ella y provocar un cambio positivo.
Ese es el único momento,
cuando de verdad la palabra se vuelve espectáculo.
Muchas gracias.
(Aplausos)
-Gracias, a vosotros.
(Música)
-¿Qué obra maestra te apetece ver hoy?
¡No!
No quiero que sufras, Jamón,
pero tengo que educarte para que la vida moderna
no te confundas y sepas distinguir el verdadero cine de terror.
Me fui a la típica convención donde huele a virginidad.
No vendí ni uno.
Enfrente había una famosa bloggera que me robó todo el protagonismo.
Ilustraba sus desvaríos con fotos suyas en bolas.
¿Cómo podía competir con eso?
Me sudaba aquello.
Ver a esa pija ey a su séquito moviéndose
como los zombies modernos fue la gota que colmó el vaso.
¿Dónde se ha visto que un zombie corra así?
Me fui al cementerio más cercano y puse en marcha mi venganza.
Tomad carne muerta.
(Risas)
-¿Has entendido cuál es la auténtica esencia
del cine de terror?
(Música)
(Aplausos)
-Muchas gracias.
(Aplausos)
-Maravilloso.
La idea fue de un amigo.
Llevárnosla al tango.
Y luego, la música de...
-Yo esta tarde estaba cantando una que voy a cantar luego.
-Cuando alguna vez han creído que iba a la contra
siempre he explicado lo que has dicho.
Me guío por lo que me dice mi corazón.
Yo estoy contenta con el trabajo que he ido haciendo.
Con la evolución.
Y ahora, con la nueva ilusión de otro disco que vamos a hacer.
-Estoy al principio de todo.
Cuando empecé a cantar sola con la guitarra.
(Aplausos)
-Tenía ganas de, antes de meterme en el estudio, llegaba
con las canciones recién,
pero a lo mejor la noche antes...
Y me metí en un estudio.
Salen cosas muy divertidas y maravillosas.
Pero cuando las llevas al directo toman otro rumbo.
Me apetecía mucho empezar este disco así.
Dándoles el tiempo que necesitaban.
(Aplausos)
(Aplausos)
-Gracias.
(Música)
(Música)
-Buenas noches.
Muchas gracias.
(Aplausos)
-Muchas gracias.
(Aplausos)
(Música)
En la última gala de los Oscar, un "selfie" de Ellen Degeneres superó en menos de 50 minutos el millón de retuits y en cuestión de horas se convirtió en la foto más compartida de la historia en Twitter. Al fenómeno selfie como exhibición, alarde o publicidad encubierta dedicamos el programa de esta semana. Entrevista: Eva Hache, humorista. Tertulia: Ouka Leele, fotógrafa, Luis Muiño. Actuación y una breve entrevista: Bebe, cantante. Masterclass: Antonella Broglia, experta en marketing. Se va a titular EL ESPECTÁCULO DE LA PALABRA. Router66: ElMundoToday.