Lunes a viernes a las 18.15 horas
¿Quieres decir que el secuestro fue cosa tuya?
He venido en cuanto me has dado aviso, Daniela.
¿Qué sucede?
Que se acaba el tiempo.
Estoy segura de que los Olmedo sospechan de mí.
¿Estás segura?
Antes era solo doña Sabina.
Pero ha convencido a Roberto para tenderme una trampa
al bajar a la bodega.
Espero que no diera resultado. -Por poco.
De no ser por un estornudo, me hubiesen descubierto.
¿Un estornudo? -Es una larga historia.
Roger, no sé cuánto tiempo podré sostener la farsa.
El único que confía en mí es don Miguel.
Y eso puede acabar siendo un problema.
¿Un problema, y por qué?
No creo que haga falta que te lo explique,
no quiero hacerle daño.
Daniela, ya hemos hablado de esto.
No debes tener una mala conciencia.
Estás cumpliendo con tu deber.
¿A costa de qué?
De lo que sea preciso.
(SUSPIRA)
Dices que ayer bajaste a la bodega, ¿pudiste ver algo?
Poca cosa.
Pude ver una pared recién enfoscada.
La habían pintado para ocultar algo.
¿Quizás un túnel para desvalijar el banco de la calle vecina?
Lo más probable.
Tal vez sea suficiente.
Si prestases testimonio
ante el juez español del que te he hablado,
este podría darnos permiso
para un registro cautelar de la bodega.
Eso sería magnífico.
Tengo que marchar.
Nos pueden ver.
Sí, márchate.
Moveré mis hilos para que el juez te reciba esta misma tarde.
Escúcheme bien, si todo marcha como espero,
pasaré a buscarte con un coche oficial a las seis
por la senda antigua.
Veré cómo puedo irme del restaurante.
Pero cuenta con que allí estaré.
(ELLAS) ¡Preparadas! -¿Cómo que hacer historia?
¿No íbamos a jugar al churro va?
A mí esto de las letras no se me da bien.
¡Eso! ¡Por los próximos ganadores del churro va
de Navaja del Pozo!
Señora, Navilla del Río.
-Lo he dicho así, ¿no?
Ligerita, ligerita... Tampoco diría eso.
-¡¿Me estás llamando gorda?! ¿Cómo te atreves?
-No, soy incapaz de eso. -¡Más te vale!
O esto va a acabar siendo un entierro.
(Silbato)
Algo me dice que va a haber más de lo segundo que de lo primero.
Jacinto. -¿Qué?
Te habrás bañao.
Sí, claro, claro que sí, Lolita.
Hoy puede que no, pero que sí.
Oiga, Servando, ¿y si me escogorcio?
(Silbato)
¡Churro va!
(JACINTO GRITA)
Yo creo que me he deslomao. -Gracias, señora.
Falta de técnica, no sé, pero necesito una espalda nueva.
-¿Rosina?
¿Qué haces aquí vestida de esa guisa?
¿Te gusta? ¿A qué estoy bien curiosa?
¿Del churro va?
No te habrás apuntado sin decirme nada, ¿no?
Al fin apareces, te estaba esperando.
¿Tú qué haces aquí? -Ya te lo he dicho, esperarte.
Y yo te dije que no pueden vernos juntos. Vete.
No tengas tamaña urgencia en echarme, mujer.
Encima que te traigo un presente. -¿Un regalo?
Bueno, en realidad, te lo envía Fausto.
Estoy seguro que te va a encantar.
Dios, no puede ser.
-A las buenas.
Hola, Fabiana, no la había escuchado entrar.
Arrea, si le parece bien, la próxima vez le mando un telegrama
antes de entrar al altillo, mujer.
Venía a ver a Alodia.
¿Todo bien por aquí, Soledad?
Pues tendrías que haber visto al pobre Jacinto.
Cuando yo salté encima de él, se quejó, sí,
pero, cuando ya llegaba el último turno de doña Rosina,
salió corriendo como alma que escapa del diablo.
Y, mientras tanto, Lolita y yo, ahí, partías de la risa.
Ya veo que a ti no te ha hecho mucha gracia.
Perdóname, Casilda,
es que no paro de darle vueltas a lo mismo.
Más te valdría haberlo pensado antes que ahora.
Alodia...
Tienes que hacer un poder.
Bajar a trabajar y vértelas con el señorito Ignacio.
A lo hecho, pecho.
Esta mañana, Fabiana fue a verla.
Y parecía sospechar algo, ¿le has dicho algo?
No, ¿yo qué le voy a contar?
Aunque no me extrañaría
que la seña Fabiana se percatase del percal.
Espero que no. Qué vergüenza.
Oye, Alodia, no harías mal en contárselo a la señora Fabiana.
Ella puede darte muy buenas consejas.
¿Se puede?
Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma.
Acabo de ver a Soledad con un pollo
que asegura que es su primo.
Ella sabrá de su familia.
Muy nerviosa estaba ella para que aquel fuera su primo.
No.
Me ha dicho que le traía unos paquetes con cosas del pueblo.
Pero a mí me ha dao mala espina. (NIEGA)
En fin...
¿Y tú, Alodia, cómo te encuentras, hija mía?
¿No quieres decirle nada a la seña Fabiana?
Fabiana...
Que he sido una tonta.
Y mire que usted me lo advirtió.
El señorito Ignacio, ¿verdad?
Me dejé llevar y le entregué mi honra
sin poner ningún tipo de resistencia.
¡Ay, Alodia,
si es que no se puede ser tan cándida, hija!
¿Y ahora qué hago?
Poco puedes hacer ya, muchacha,
no eres ni la primera ni la última a la que le va a pasar esto.
Y ya puedes rezar para que este desliz
no tenga más consecuencias.
¿Consecuencias?
¿Qué consecuencias?
Vete ya, ¿no ves que casi nos descubren?
Soledad, Soledad, Soledad.
No has perdido facultades, ¿eh?
Te has librado de ella con soltura.
Aunque me temo que se ha ido con la mosca tras la oreja.
Razón de más para que te vayas antes de que vuelva.
Está bien.
Me marcho.
Cuida bien de la primera entrega.
¿Has dicho la primera? -Claro.
Fausto te enviará más paquetes.
¿Se os ha ido la cabeza?
¿Queréis hacer volar el barrio por los aires?
Mira, no sé bien lo que tiene planeado Fausto.
Lo que está claro es que confía...
en tus dotes como artificiera.
Estaba seguro de que sabrías qué hacer
con el contenido de los paquetes.
Tengo que hablar con Fausto.
Preciso instrucciones claras.
Y las tendrás, Soledad.
Pero a su debido tiempo, no te apures.
Cuida bien del paquete. no vaya a explotar...
antes de tiempo, ¿hum?
(RÍE)
Hacía mucho que no disfrutaba de una tertulia tan agradable.
Gracias por la invitación, don Liberto.
Es un placer, don Marcos.
Mi casa es la suya, puede venir cuando lo desee.
Si me permiten, voy a la cocina a por más café.
Me apetece otra taza.
Al parecer, don Liberto no me ha invitado solo
para que le haga compañía. ¿Me equivoco?
Por favor, don Felipe,
está claro que ha propiciado un encuentro entre los dos.
Bueno...
Si va a referirse a Natalia Quesada, déjeme advertirle...
¿De Méndez?
¿Yo?
¿Por qué habría de tenerlas?
¿Es que...
está al tanto de los motivos de su investigación?
Y se le paga para que lo sea.
Pero, en este caso, no estoy seguro de que lo haya sido.
No he tenido noticias de él.
Pero, si se pone en contacto conmigo,
tal y como habíamos quedado, se lo haré saber.
Al fin, Daniela.
Discúlpeme, me ha costado horrores deshacerme de los Olmedo,
y, en especial, de Miguel.
¿Acaso también ahora sospecha de ti?
No, solo que, por unas cosas o por otras,
no dejaba de entretenerme.
Bueno, ¿has hablado con el juez?
Nos espera en su despacho, Daniela, para tomarte declaración.
Estos dos policías nos escoltarán en un coche oficial
hasta el juzgado.
No hay tiempo que perder.
Vamos. -Vamos.
¿Qué diantres estás haciendo, Daniela?
Al final, mi abuela tenía razón.
Ay...
Felipe, nunca pensé que pudiera reírme con tantas ganas otra vez.
Le estoy muy agradecida.
Ya, pero fue usted quien me salvó, y dos veces además.
Además, no le daba las gracias por eso,
sino por hacerme pasar tan buen rato...
y hacerme sonreír de nuevo.
(Puerta)
¿Quién será?
¿Natalia Quesada?
Sí, soy yo.
Traemos una orden de arresto contra la señorita.
¿Alguno de los robos que hicieron fue en Suiza?
No, claro que no, jamás.
¿Está usted seguro?
No me la vayas a dar con queso,
como hiciste en un pasado no muy lejano.
Eso no se va a repetir.
Como mi señora se entere, me manda de vuelta a mi pueblo.
Despedía, deshonrá...
y con una barriga sin padre.
Qué vergüenza, por favor.
-Esta niña está más sana que una pera.
Si no ha venido, es porque ha ido a dar aviso a la policía.
Ay, ¿hasta cuándo vas a seguir así?
¿Y tú cuándo vas a abrir los ojos?
¿Cuando venga la policía y nos lleve esposados,
con las manos por delante?
¡No me hace gracia que salgas así a la calle, y punto!
No sé a qué viene tanto remilgo, es una ropa normal, Liberto.
¡Normal!
No me fío de ti, Aurelio.
Dijiste que no me pasaría nada, y mira dónde estoy.
Moveré lo que haga falta mover, pero te sacaré de aquí.
Reconoce que no tienes ni idea
de hasta dónde es capaz de llegar Marcos Bacigalupe.
Ambos sabemos que está detrás de todo.
Le agradezco mucho sus consejos,
pero le recuerdo que no es la primera entrevista que hago.
Los diputados en Cortes
se empeñan en diferenciar a los anarcosindicalistas
de los que se hacen llamar a sí mismos socialistas,
y para mí son todos el mismo perro con distinto collar.
(CARRASPEA)
¿Me estás diciendo
que Aurelio ha desviado los ingresos de la empresa
hacia su bolsillo?
Ha tratado de maquillar todos los libros de cuentas
para disimularlo.
Pero de una forma bastante chapucera, la verdad.
¡Será canalla!
Usted sabrá si es momento de denunciarle
o de pasar a la acción para equilibrar la balanza.
Muy agradecida, Natalia tiene un detalle con sus salvadores. Anabel tiene un encuentro con Genoveva un tanto extraño que perturba a la joven… Fabiana sorprende a Soledad y Fausto intercambiando unas bolsas ¿qué se traerá entre manos la criada? Natalia es detenida cuando está a punto de besarse con Felipe. El abogado está preocupado porque Méndez ha fallado a la cita que acordó con él ¿qué le habrá pasado?
Sabina le cuenta lo ocurrido a Roberto: Daniela se ha salido con la suya y no le han pillado. Miguel, tras una discusión, exige a sus abuelos que dejen en paz a Daniela. Finalmente, Antoñito y Miguel se reconcilian pese a sus distintas posiciones políticas. Por otra parte, Miguel sorprende a Daniela con Roger y unos policías…
Los ánimos de Alodia no van a mejor y rompe a llorar. Le confiesa a Casilda que se ha acostado con Ignacio. Saltan las alarmas cuando deja ver que no tomó preocupaciones.
Servando decide aceptar hacer un equipo mixto con el que está dispuesta a ganar la competición.
El administrador de la página ha decidido no mostrar los comentarios de este contenido en cumplimiento de las Normas de participación